Martín Miguel Navarro para niños
Martín Miguel Navarro Moncayo (Tarazona, Zaragoza; 6 de octubre de 1600 - Tarazona, 26 de julio de 1644) fue un importante poeta español del Siglo de Oro. Este periodo fue una época de gran florecimiento artístico y literario en España.
Contenido
Martín Miguel Navarro Moncayo fue un escritor y poeta que vivió en el siglo XVII. Nació en Tarazona, una ciudad en la provincia de Zaragoza, y allí también falleció. Es conocido por su talento para la poesía y por su profundo conocimiento de diferentes materias.
Sus primeros años y estudios
Martín Miguel comenzó sus estudios en su ciudad natal, Tarazona. Más tarde, se trasladó a Zaragoza para continuar su formación. Allí estudió Derecho, Teología y Filosofía, lo que demuestra su interés por diversas áreas del saber.
Durante sus años de estudio en Zaragoza, conoció a Bartolomé Leonardo de Argensola, un poeta muy influyente de la época. La obra de Argensola tuvo un gran impacto en la poesía de Navarro Moncayo, quien lo consideraba su maestro.
Dominio de idiomas y viajes
Martín Miguel no solo dominaba el latín y el griego, lenguas clásicas muy importantes en su tiempo, sino también idiomas modernos como el francés y el italiano. Escribió poesía y prosa en estas lenguas, lo que muestra su gran habilidad lingüística.
Tuvo la oportunidad de viajar a Roma. Antes de eso, rechazó una beca para estudiar en el Colegio Trilingüe de la Universidad de Alcalá de Henares. En Roma, fue nombrado secretario del virrey de Nápoles, el conde de Monterrey, Manuel de Acevedo y Zúñiga.
A su regreso a España, se convirtió en canónigo en Tarazona, donde vivió hasta su muerte. Antes de fallecer, realizó un viaje por la península ibérica con el objetivo de escribir tratados de Geografía en verso. Estos tratados se llamaron Tratado de Cosmografía y Tratado de Geografía. El segundo de ellos comienza como un poema alegórico, similar a la famosa obra La divina comedia de Dante Alighieri.
¿Cómo se conoció su obra?
La poesía de Martín Miguel Navarro Moncayo se conservó en un manuscrito que se encuentra en la Biblioteca Nacional de España (manuscrito 6685). Su obra fue dada a conocer por primera vez en una colección de poemas publicada por Ignacio Jordán de Asso en Ámsterdam en el año 1781.
El estilo de Martín Miguel Navarro Moncayo estuvo muy influenciado por su maestro, Bartolomé Leonardo de Argensola. De hecho, Navarro Moncayo fue considerado su mejor alumno y quiso publicar una edición comentada de la poesía de Argensola, aunque no llegó a terminarla.
Temas y formas de su poesía
Compartía con su maestro los temas poéticos, especialmente la filosofía moral. Esto significa que sus poemas a menudo invitaban a la reflexión sobre la vida, la virtud y el comportamiento humano.
Escribía epístolas, que son poemas en forma de carta. Estas epístolas eran reflexivas y tenían un estilo sencillo, escritas en tercetos encadenados (un tipo de estrofa de tres versos). También le gustaba escribir fábulas y apólogos, que son relatos cortos con una enseñanza o moraleja, buscando siempre dar un buen ejemplo.
Su poesía se inspiraba en los autores clásicos latinos. A diferencia de otros poetas de su tiempo, evitaba la poesía amorosa de estilo petrarquista, que se centraba en el amor idealizado.
Su postura ante el Culteranismo
Martín Miguel Navarro Moncayo fue un claro anticulteranista. El culteranismo era un estilo poético de la época que usaba un lenguaje muy complicado, con muchas metáforas difíciles de entender y palabras poco comunes. Navarro Moncayo prefería un estilo más claro y directo, como se puede ver en su poema «Carta en respuesta a la de un caballero que le escribía de poesía y estilo oscuro».
Traducciones de clásicos
Como muchos otros poetas aragoneses del barroco, Navarro Moncayo tradujo con gran acierto al poeta romano Marcial. Un ejemplo de su trabajo como traductor de los clásicos es su soneto basado en un pasaje de Virgilio (Eneida, libro 4, «Omnia tuta timens»):
A una mariposa en la red de una araña, con la letra de Virgilio, lib. 4, Aen. Omnia tuta timens
Cándida mariposa incierta vuela,
flor del viento que surca, iris alado,
por las delicias de un hermoso prado
y a su confín discurre sin cautela.
Crédula al sol y al aire, no recela
mortal peligro en su región librado;
¿qué mucho, si se armó con tal cuidado,
que la luz le desmiente en breve tela?
Llega a la red y la defiende en vano
su belleza infeliz de la licencia
inexorable de un rigor tirano.
No engañe más la oculta violencia,
tema sus artes el candor humano,
tema aun lo más seguro la prudencia.Martín Miguel Navarro