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Cultura de los sepulcros de fosa para niños

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Datos para niños
Cultura de los sepulcros de fosa
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Localización geográfica aproximada
Datos
Cronología 4200 - 3300 a. C.
Localización CataluñaFlag of Catalonia.svg Cataluña EspañaBandera de España España

La cultura de los sepulcros de fosa fue un grupo de personas que vivió en el noreste de la península ibérica. Esto es, aproximadamente, en la región actual de Cataluña en España. Existieron entre los años 4200 y 3300 antes de Cristo (a. C.).

Hacia la mitad del sexto milenio a. C., llegaron las primeras comunidades del Neolítico al noreste de la península ibérica. Estas personas venían del este del Mar Mediterráneo. Ocuparon cuevas y refugios, pero también construyeron sus hogares al aire libre en las llanuras. Buenos ejemplos de estos lugares son los yacimientos de Guixeres de Vilobé o La Draga.

Los estudios de restos de animales y plantas en estos primeros yacimientos del Neolítico Antiguo nos muestran cómo vivían. Ya controlaban varios animales domésticos como ovejas, cabras, vacas y cerdos. También cultivaban cereales como trigos y cebadas, y algunas legumbres como habas y guisantes.

¿Cómo eran las prácticas funerarias de esta cultura?

Las prácticas funerarias, es decir, cómo enterraban a sus muertos, eran muy escasas al principio. Del Mesolítico no se han encontrado restos humanos con seguridad. Del Neolítico Antiguo, solo se conocen algunas sepulturas, como la de la Plaza Madrid en Barcelona o las de Can Sadurní.

Esta situación cambió mucho a principios del quinto milenio a. C. En ese momento, los grupos empezaron a usar cuevas y refugios para enterrar a sus muertos. También construyeron estructuras funerarias especiales que formaron parte de necrópolis (cementerios). Ejemplos de estas cuevas son la Cova de l'Avellaner o la Cova de les Grioteres.

Al mismo tiempo que usaban las cuevas, en el Prepirineo central (cerca de Tavertet, Gerona) comenzaron a construir las primeras estructuras megalíticas. Estas eran tumbas hechas con grandes piedras, llamadas cistas. Eran cámaras rectangulares o trapezoidales, cubiertas con grandes túmulos (montículos de tierra).

La evolución de los enterramientos en fosas

Desde la segunda mitad del quinto milenio hasta finales del cuarto milenio a. C., los grupos dejaron de usar las cuevas para vivir o para enterrar a sus muertos. En este periodo, tanto en las llanuras del interior como cerca de la costa mediterránea, se hizo común enterrar a las personas en fosas o en cistas. Estos enterramientos podían ser aislados o formar grandes necrópolis.

Los primeros descubrimientos de este tipo de tumbas se hicieron en el siglo XIX. Sin embargo, no se reconocieron como un grupo cultural propio hasta mediados del siglo XX. Al principio, se pensó que eran parte de la cultura de Almería. Más tarde, se les llamó "Cultura de los Sepulcros de Fosa".

Investigadores como M. Tarradell y A. M. Muñoz defendieron la existencia de este grupo a partir de 1960. Con el tiempo, se identificaron tres grupos principales dentro de esta cultura: Vallesiá, Solsoniá y Empordaniá.

  • El grupo Vallesiá se extendía por el Vallés y a lo largo de la costa mediterránea, desde Gerona hasta Tarragona.
  • El grupo Solsoniá se encontraba en el Solsonés, Berguedá, Alt-Urgel y Andorra. Ocupaban las terrazas y altiplanos de los Pirineos y Pre-Pirineos.
  • El grupo Empordaniá estaba en la costa del extremo noroeste de Cataluña.

Existen muchos ejemplos de necrópolis de esta cultura. Algunas de las más conocidas son Sant Pau del Camp con 25 tumbas, Camí de Can Grau con 25, o el impresionante complejo arqueológico de la Bòbila Madurell-Can Gambús, que tiene más de 180 tumbas o estructuras con restos humanos.

Tipos de tumbas y objetos encontrados

Se han encontrado varios tipos de tumbas:

  • Fosas simples, de forma rectangular u ovalada.
  • Fosas rectangulares más grandes, con una repisa y una cámara funeraria central.
  • Tumbas con un recorte rectangular y una cámara funeraria.
  • Tumbas con un pozo semicircular que lleva a una pequeña cueva.
  • Tumbas con un pozo lateral que da acceso a una cámara funeraria.

En general, se observan diferencias en los objetos que se dejaban con los difuntos (llamados "ajuar"). Estos objetos variaban entre hombres y mujeres, y entre adultos y niños. También había diferencias en la cantidad de objetos, lo que podría indicar distintos niveles de riqueza entre las tumbas.

Durante el momento de mayor actividad de estas prácticas funerarias, se conocen pocos poblados o cabañas. Esto sugiere que quizás eran grupos que se movían con frecuencia.

Se han encontrado muchos objetos que demuestran el intercambio de bienes a corta y larga distancia. Por ejemplo, en el Solsonés se hallaron brazaletes de concha que probablemente venían del Delta del Ebro o de otras zonas costeras. En El Vallés y El Solsonés, las tumbas contenían sílex de color miel del sur de Francia y hachas de los Alpes. Esto muestra la importancia de la minería y el comercio. Otros objetos de intercambio incluyen cerámica pulida típica del sur de Francia, vasos de boca cuadrada y cerámica con una capa roja.

¿Cómo se enterraban a las personas?

En cada tumba se encontraban dos personas, nunca más de dos, y siempre eran un hombre y una mujer. Estaban colocados con los brazos y las piernas dobladas. Sin embargo, no se cree que esta posición tuviera un significado especial.

Las tumbas y los objetos que se dejaban con los difuntos eran muy parecidos entre sí. Esto sugiere que no había grandes diferencias entre las clases sociales en esta cultura. Los objetos que se encontraban eran cerámicas sencillas sin decoraciones, puntas de flecha de sílex, cuchillos, punzones de hueso y otras herramientas de piedra. También se hallaban collares hechos con una piedra verde llamada callaita, que quizás venía de lugares lejanos, ya que no se encuentra en las cercanías.

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