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Blasquismo para niños

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El blasquismo fue un movimiento político importante en Valencia, España, que surgió a finales del siglo XIX. Su nombre viene de su fundador, Vicente Blasco Ibáñez, un escritor y activista político muy conocido.

Una de las razones de su éxito fue el periódico El Pueblo, que Blasco Ibáñez fundó y dirigió. Este movimiento se inspiró en ideas de la Revolución Francesa, que defendían que el pueblo debía participar activamente en las decisiones, no solo delegarlas. Los blasquistas ponían esto en práctica con mucha actividad en las calles.

En 1908, el movimiento se convirtió en un partido político llamado Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA). Este partido fue muy influyente en Valencia y parte de su provincia desde finales del siglo XIX hasta la década de 1930, excepto durante la Dictadura de Primo de Rivera.

Ideas Principales del Blasquismo

Según el historiador Alfons Cucó, el movimiento blasquista tenía cuatro características principales:

  • Su fuerte defensa de un gobierno sin influencia religiosa.
  • Su gran entusiasmo por la idea de una República. Blasco Ibáñez lo describía en su novela Arroz y Tartana, donde la gente soñaba con mejoras en sus vidas y el fin de impuestos injustos al llegar la República.
  • Su esfuerzo por atraer a los trabajadores. Creían que las ideas del partido republicano federal podían mejorar la vida de la clase obrera.
  • La gran admiración por la figura de Blasco Ibáñez. Lo veían como un líder que guiaba al pueblo hacia nuevas ideas y la libertad.

Historia del Movimiento Blasquista

El liderazgo de Blasco Ibáñez (1892-1902)

El blasquismo nació de la intensa actividad política de Vicente Blasco Ibáñez. Desde 1892, se dedicó por completo a la política y rápidamente se hizo muy popular en Valencia. Era conocido por su capacidad para movilizar a la gente. Blasco Ibáñez participaba activamente: daba charlas en barrios y pueblos, escribía a diario en su periódico y fue elegido diputado varias veces.

El periódico El Pueblo, fundado por Blasco en noviembre de 1894, fue clave para el movimiento. Era más barato que otros periódicos y tenía titulares llamativos. Blasco escribía historias que conectaban con los lectores de las clases populares. Su estilo mezclaba el drama, el humor y la enseñanza, lo que ayudó a organizar un gran movimiento de personas, especialmente trabajadores y artesanos. En una época en que los políticos a menudo eran elegidos sin ser conocidos, la presencia cercana y apasionada de Blasco en las reuniones y en la calle era algo nuevo y emocionante.

La organización del movimiento se basaba en una red de siete centros republicanos, ubicados estratégicamente en los barrios populares de Valencia, además de un centro principal que tenía una Universidad Popular. Estos centros eran lugares de reunión y convivencia para personas con ideas progresistas, que defendían un estado sin influencia religiosa y apoyaban la república. Proporcionaban un sentido de identidad y eran útiles para movilizar rápidamente a la gente. En pocas horas, cientos de personas podían reunirse para apoyar causas como las escuelas laicas o para protestar. Además, estos centros ofrecían muchas actividades culturales y se preocupaban por los derechos humanos.

El movimiento blasquista fue el más fuerte en Valencia y ganó todas las elecciones entre 1898 y 1933. Su éxito se debió a que adoptó la cultura popular y la unió con las ideas republicanas. Usaban el lenguaje de la calle y formas de expresión directas, aprovechando la forma de ser de la gente del Mediterráneo, su gusto por las reuniones y las fiestas. Esto hizo que el republicanismo no solo fuera una idea política, sino parte de la forma de vivir y de imaginar el futuro de las clases populares.

Blasco Ibáñez apoyaba un tipo de republicanismo que no se centraba solo en las elecciones. Por eso, se hizo amigo de Alejandro Lerroux y juntos crearon la Federación Revolucionaria, que duró poco. A partir de 1903, este grupo se unió al partido Unión Republicana, que buscaba unir a todos los grupos republicanos de España.

La separación de Rodrigo Soriano (1903-1908)

Archivo:1903-06-18, Gedeón, Revolución sangrienta ó Servia en Valencia
Caricatura de 1903 sobre el conflicto entre Vicente Blasco Ibáñez (izquierda) y Rodrigo Soriano (derecha).

En 1903, el blasquismo sufrió una división importante liderada por Rodrigo Soriano, quien era una figura destacada del movimiento. Todo comenzó cuando Soriano publicó un artículo en El Pueblo que fue interpretado como una crítica a Blasco Ibáñez. Blasco le respondió, y Soriano fue expulsado del movimiento. Poco después, Soriano fundó su propio periódico, El Radical.

A pesar de la expulsión, en las elecciones de abril de 1903, Soriano obtuvo más votos que Blasco Ibáñez. El conflicto entre ellos llegó a un punto álgido con una discusión en el Congreso de los Diputados y un duelo con pistolas que no tuvo consecuencias graves. Según Alfons Cucó, esta disputa fue más bien personal y no cambió las ideas básicas del republicanismo valenciano. Ambos grupos, blasquistas y sorianistas, compartían ideas similares sobre un gobierno sin influencia religiosa y el ideal de una República.

Después de este conflicto, hubo mucha tensión en Valencia. Blasco, para alejarse de las pasiones que su figura generaba, decidió mudarse a Madrid. Aunque fue elegido diputado de nuevo en 1907, renunció a su puesto y se retiró de la política activa, volviendo solo para oponerse a la dictadura de Primo de Rivera desde el exilio.

La rivalidad entre "blasquistas" y "sorianistas" se intensificó en 1907, cuando se intentó crear una unión de grupos valencianistas. Los "sorianistas" la apoyaron, pero El Pueblo, dirigido por Félix Azzati, lanzó una fuerte campaña contra Soriano y contra las ideas catalanistas.

La retirada de Blasco Ibáñez y el liderazgo de Félix Azzati (1907-1929)

A principios de 1908, el partido Unión Republicana se dividió. Alejandro Lerroux y sus seguidores fundaron el Partido Republicano Radical. Esta división se debió, entre otras cosas, a la oposición a colaborar con grupos catalanistas. El blasquismo también se separó y fundó su propio partido en Valencia: el Partido de Unión Republicana Autonomista (PURA).

Con la retirada de Blasco Ibáñez de la política, hubo una lucha interna por el liderazgo del partido, que ganó Félix Azzati. Azzati mantuvo el partido con una ideología flexible, lo que lo llevó a enfrentarse con el creciente movimiento de trabajadores. Sin embargo, el PURA mantuvo su importancia en el ayuntamiento de Valencia hasta 1923, gracias a su mensaje popular y su defensa de un gobierno sin influencia religiosa, que lograba movilizar a la gente. Su ideología, aunque no muy definida, apoyaba algunas mejoras sociales y a los trabajadores, al mismo tiempo que buscaba satisfacer los intereses de la burguesía con sus políticas urbanísticas. Así, logró una base de apoyo de diferentes clases sociales, con una gran capacidad de movilización, también gracias a sus llamados a la libertad, el progreso, la ciencia y la educación para todos.

El liderazgo de Sigfrido Blasco (1929-1936)

Después de un periodo de menor actividad durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera, a la muerte de Azzati en 1929, Sigfrido Blasco-Ibáñez (sobrino de Vicente Blasco Ibáñez) asumió el liderazgo del partido. Él adoptó una postura más moderada y se acercó de nuevo al Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux. En las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, el PURA volvió a ganar la mayoría en el Ayuntamiento de Valencia. El resultado de estas elecciones en las grandes ciudades fue clave para la proclamación de la Segunda República dos días después.

Después de la victoria de los partidos de centro-derecha y derecha en las elecciones generales de noviembre de 1933, Ricardo Samper, un líder veterano del PURA, se convirtió en ministro en el gobierno de Alejandro Lerroux. Cuando Lerroux tuvo que renunciar en abril de 1934, Samper lo reemplazó como jefe de gobierno. El partido se inclinó más hacia la derecha, especialmente después de la entrada de la CEDA en el gobierno y tras la fallida Revolución de Octubre de 1934.

La tendencia del partido hacia la derecha y la implicación de algunos de sus líderes en un escándalo de corrupción hicieron que perdiera apoyos y sufriera divisiones. Muchos de sus miembros se unieron a otros partidos. Para evitar una derrota electoral, Sigfrido Blasco-Ibáñez se acercó a Portela Valladares, pero no pudo evitar una gran derrota en las elecciones de febrero de 1936.

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