Batalla de Épila (1808) para niños
La Batalla de Épila de 1808 fue un enfrentamiento importante durante la Guerra de la Independencia Española. Ocurrió en un momento de grandes cambios para España y Europa.
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Un tiempo de grandes cambios en España
El año 1808 fue muy importante en la historia. Marcó el inicio de un conflicto difícil en España, que también afectó al poder de Napoleón en Europa. Esta guerra fue muy dura, con enfrentamientos constantes y tácticas que buscaban afectar el ánimo de los soldados. El famoso pintor Goya mostró la dureza de estos tiempos en sus obras.
En España, la gente se sentía molesta por los cambios en el gobierno. Los reyes de España habían cedido el trono al hermano de Napoleón, José Bonaparte. Esto generó desconfianza entre la antigua nobleza y la Iglesia, que veían con preocupación las nuevas ideas que llegaban de Francia.
Además, las tropas francesas no siempre trataban bien a la población española, lo que provocaba más roces y conflictos.
El levantamiento en Madrid y su impacto
El 2 de mayo de 1808, la ciudad de Madrid se levantó contra las tropas francesas. Este suceso fue el detonante para que la nobleza y la Iglesia animaran a todo el país a rebelarse. La noticia de lo ocurrido en Madrid, con la respuesta de las tropas francesas, se extendió rápidamente.
Noticias llegan a Zaragoza
Cuando las noticias del levantamiento de Madrid llegaron a Zaragoza, causaron mucha confusión y sorpresa. La nobleza y la Iglesia de la región también animaron a la gente a oponerse a los franceses. Así, el 24 de mayo, el pueblo de Zaragoza se levantó y pidió al Capitán General de Aragón, Don Jorge Juan Guillelmi, que armara a la gente para defenderse.
Sin embargo, el general francés Murat había enviado información a las autoridades españolas para que se mantuvieran leales al nuevo gobierno. Por eso, Guillelmi se mantuvo fiel a Madrid.
El pueblo de Zaragoza consideró esto una traición y se enfadó mucho. Lo vieron como alguien que apoyaba a los franceses. La situación se volvió tan tensa que la gente asaltó su casa y lo arrestó. Para liderar el levantamiento, se necesitaba una nueva figura.
El general Palafox, que estaba escondido, fue encontrado y el pueblo lo eligió como su líder. El 28 de mayo, Palafox creó una asamblea provincial y llamó a todos los ayuntamientos a actuar contra el poder militar francés.
Primeras batallas y la llegada de refuerzos franceses
Ante la creciente resistencia en España, Napoleón envió más tropas para apoyar a su hermano. Estas tropas, al mando del General Lefebvre-Desnouttes, entraron por Navarra.
Su primera gran batalla en España fue en Tudela, donde lograron una victoria aplastante contra las tropas españolas. La derrota fue tan grande que los soldados españoles huyeron hacia Zaragoza y sus alrededores. Esta victoria hizo que el general Lefebvre-Desnouttes subestimara la resistencia española, lo que le traería problemas más adelante en el asedio de Zaragoza.
Siete soldados que escaparon de Tudela llegaron a Épila y contaron lo sucedido al alcalde, Don Juan José Camacho. El alcalde envió una carta a Palafox, advirtiéndole que Épila no tenía armas ni municiones para defenderse. Palafox y sus comandantes se dieron cuenta de que la situación era difícil y se prepararon para un posible asedio a Zaragoza.
La guerra se acerca a Épila
Bajo el mando de Palafox, las tropas españolas sufrieron derrotas en batallas anteriores, como las de Mallén y Alagón. El 21 de junio, Palafox se reunió con su hermano en La Almunia de Doña Godina.
En esa reunión, algunos de sus militares le aconsejaron no seguir luchando en campo abierto, ya que sus tropas no estaban tan bien preparadas como las francesas y las derrotas afectaban su ánimo. Palafox, con gran determinación, les dio la oportunidad de abandonar la lucha sin castigo a quienes no quisieran seguir. Esta decisión unió a la gente, creando un fuerte sentimiento de hermandad entre todos los que luchaban por su libertad.
A pesar de esto, los franceses intentaron sembrar dudas y rumores sobre posibles traidores entre las filas españolas.
¿Por qué atacaron Épila?
El general Lefebvre, que estaba asediando Zaragoza, sabía que era importante cortar los suministros a la ciudad para acortar el asedio. También necesitaba detener los movimientos de las tropas españolas en los alrededores que atacaban a los franceses. Se enteró de que Palafox había salido de Zaragoza para una reunión en La Almunia y que en Villafeliche se producía salitre, un ingrediente clave para la pólvora. Por eso, la noche del 23 de junio, marchó hacia Épila.
Épila había preparado su defensa con puestos avanzados cerca del río Jalón, en Rueda y en el Camino de Zaragoza. Los franceses llegaron por sorpresa y atacaron a los guardias del pueblo. Aunque los defensores lograron repeler el primer asalto con fusiles y cañones, la rapidez del ataque francés los tomó desprevenidos.
Durante la noche, muchos vecinos de Épila huyeron al santuario de Rodanas, que más tarde fue tomado, saqueado y quemado por los franceses.
Palafox, sorprendido por la fuerza del ejército francés, decidió retirarse de Épila por el río Jalón hacia Salillas, luego a Ricla y finalmente se refugió en Calatayud. Para proteger la retirada de los vecinos y de Palafox, un valiente militar llamado Casaus, junto con sus tropas, defendió la villa con gran valentía hasta que fueron derrotados. Los franceses tomaron Épila la mañana del 24 de junio.
Consecuencias de la derrota en Épila
Para los franceses, la toma de Épila significó que ya no tendrían ataques por la retaguardia y pudieron concentrarse por completo en el asedio de Zaragoza. También lograron detener la producción de salitre en Villafeliche, que era una de las fábricas de pólvora más grandes de Europa y abastecía a los españoles.
Para Palafox, esta derrota le hizo ver claramente la superioridad militar francesa. También le hizo dudar si había espías entre sus propias tropas, ya que los franceses parecían conocer siempre sus movimientos. Algunas fuentes españolas dicen que el número de soldados en Épila era similar al de los franceses, mientras que los informes polacos para los franceses indicaban que la defensa de la villa era superior a ellos.
La victoria en Épila permitió a los franceses establecer pequeños destacamentos en el valle del Jalón para intentar convencer a la gente de que aceptara la paz. El alcalde de La Almunia incluso envió una carta a Palafox, sorprendido de que los franceses no tomaran represalias contra la población después de la batalla.
La victoria en Épila fue tan importante para la toma de Zaragoza y la pacificación del valle del Jalón que está escrita con honores en el Arco del Triunfo de París.