Astilleros de Guayaquil para niños
Los astilleros de Guayaquil se desarrollaron desde la fundación de la ciudad hasta mediados del siglo XVIII aproximadamente. Desde entonces empezaría paulatinamente a decaer la industria ante las vísperas de los procesos de independencia.
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Historia de su construcción
Guayaquil dio origen al astillero porque la ciudad contaba con maderas cercanas con los más altos niveles de flotabilidad, resistencia y flexibilidad. El astillero también se benefició de la presencia de mano de obra extranjera calificada y, sobre todo, de que ahí vivían personas que eran hábiles constructores de canoas y otras embarcaciones extremadamente seguras y de gran maniobrabilidad.
La información más antigua sobre el tema es una carta escrita en 1547 por Diego de Vásquez a Gonzalo Pizarro desde la isla de Puná, en la que le aconseja que utilice los árboles y los nativos de la isla para construir galeras para sus expediciones. Diez años más tarde, empezó formalmente la construcción de los primeros barcos, en ese entonces eran de cabotaje, y tenían como objetivo navegar el pacífico ayudándose de las corrientes para comunicar desde el sur hasta Centroamérica. A finales del siglo XVI, estos astilleros se habrían convertido en los más importantes de Sudamérica por su capacidad y por la navegabilidad de los barcos que allí se construían.
Desarrollo de la industria
Guayaquil no sólo contaba con astilleros en la ciudad (en la Atarazana, la ría de Villamar, etc.), sino que en ocasiones toda la ciudad se convertía en astillero cuando aumentaba la demanda de barcos, algo que involucraba a todos los habitantes de la ciudad. En la isla Puná, también contaba con un importante establecimiento de construcción y reparación naval, tan importante que allí se construyeron varios galeones y navíos. Destacan dos popularmente conocidos como capitanas reales y además una almiranta (nombre naval), encargados por el Marqués. En los astilleros de Guayaquil se construyeron grandes barcos no sólo para el transporte y la carga, sino también ayudaron en temas militares para ampliar y fortificar la flota de guerra. Adicionalmente, ya que desde los señoríos étnicos se habían construidos barcos en esta región (empezando por la balsa manteña), esto era una actividad que formaba parte de la tradición de los habitantes de esta zona, por lo que su construcción demandaba mucha mano de obra de todos los pobladores que aprovechaban la existencia de árboles de madera de gran calidad que flotaban consistentemente y eran propicios para la construcción de barcos.
El 6 de febrero de 1693, el virrey Melchor Portocarrero y Lasso de la Vega, superintendente de las reales fábricas de Guayaquil, asignó al maestro Andrés del Valle, quien tenía experiencia como constructor naval, la supervisión de las operaciones del astillero. Cuando en 1771 llegó a hacerse cargo de su dirección don Cipriano Chenara, una persona con mucha experiencia al haber sido constructor naval real de España, terminó el período de mayor auge que se había iniciado en 1763 durante la administración de don Juan Antonio Zelaya. Durante este tiempo, además de supervisar los proyectos de construcción, Chenara también enseñó su oficio a los constructores de la ciudad. Lamentablemente esto no duraría mucho tiempo pues Chenara falleció poco después, quedando el proyecto en suspenso.
Los astilleros de Guayaquil destacaban no sólo por ser una importante fuente de ingresos, en un momento en que la economía de la región Andina se vería afectada por la caída de la producción en los obrajes, sino también porque durante mucho tiempo se habían considerado los más importantes de la costa del Pacífico.
Relevancia histórica
Los astilleros tuvieron una importancia en el futuro de Ecuador al permitir el desarrollo de su principal puerto. Fue el Golfo de Guayaquil un polo de riqueza importante no solo por su geografía que a través del Río Guayas y su cuenca permitía comunicar a la costa de Ecuador con el resto de países, sino que con sus recursos permitió el desarrollo de los astilleros primero y posteriormente del cacao al final del siglo XVIII. Este desarrollo que se experimentó durante la Real Audiencia solamente fue el reflejo de la actividad económica histórica que ya existía en esa región puesto que durante el periodo de los señoríos étnicos, la balsa manteña permitía la exportación de cacao a Mesoamérica, a partir de lo cual la cultura Azteca prepararía el chocolate. Con el devenir de la industrialización y la popularidad de los barcos que usaban materiales metálicos antes que la tradicional madera, la demanda por los barcos empezó a decrecer. Esto coincidió con las guerras de independencia lo cual dificultó la adaptación de la industria. Existen esfuerzos sin embargo durante esta época como por ejemplo José Rodríguez Labandera, quien construiría un submarino en 1837. Además durante estos años existió el impulso del presidente Rocafuerte al desarrollo del puerto a través de la importación de barcos de vapor. La relevancia del Golfo no cesaría y militarmente sería un lugar estratégico donde se desarrollarían conflictos como el pacto entre Flores y Rocafuerte o la rebelión de Guillermo Franco.Culturalmente mantiene su relevancia puesto que en la actualidad existe un barrio que toma su nombre y el partido de fútbol entre los dos equipos más importantes de la ciudad también. Además, la novela "Las cruces sobre el agua" gira en torno al barrio astillero.
Breve lista de los barcos construidos
Los principales barcos, de los que existe evidencia historiográfica fueron construidos, de orden cronológico:
- 1583: El Galeón “San Pedro y San Pablo” y el “Apóstol Santiago”
- 1600: El “Visitación” y el “Jesús María”, fabricados por el General Ordoño de Aguirre.
- 1605: El “San José” y el “Santa Ana”
- 1617: “Nuestra Señora de Loretto”, y el “San Bartolomé”
- 1618: El “San Felipe”, el “Santiago”, el “San Bartolomé” y el “San Francisco”.
- 1623: El “San Diego” por Joseph de Castro Grijuela.
- 1632: El “Nuestra señora de la Antigua”
- 1646: El “Santiago” y “La limpia Concepción” por el General Martín de Valenzegui.
- 1659: El “Nuestra Señora de Guadalupe” y el “San José”, por el General Cristóbal de Melloay el Teniente General Lorenzo de Bances León.
- 1680: El “San Lorenzo”
- 1693: El “El Sacramento”, el “Concepción” y el “Santa Cruz”
- 1730: El “San Fermín”