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Sucesos de El Ejido para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:El Ejido (Almería)
Vista aérea de la localidad de El Ejido, rodeada de los cultivos bajo plástico en los que trabajan los inmigrantes, en su mayoría marroquíes, y que fueron las víctimas de la violencia racista y xenófoba de los días 5 y 6 de febrero de 2000

Los sucesos de El Ejido fueron una ola de violencia de justicia que se desató en la localidad española de El Ejido (provincia de Almería) del 5 al 7 de febrero de 2000 —extendiéndose ese último día a otras localidades del Poniente—. El desencadenante de la «barbarie racista», como la calificó el diario El País, fue la muerte de una joven de la localidad, Encarnación López, de 26 años, perpetrado por un inmigrante magrebí, lo que se sumaba a la muerte el 22 de enero de dos agricultores, también cometido por un inmigrante, como se supo después. No se produjo ningún muerto, aunque hubo veintidós heridos (siete inmigrantes, nueve policías y seis ejidenses). En El Ejido los inmigrantes constituían alrededor de un tercio de la población como mano de obra de los cultivos bajo plástico.

La prensa local, regional y nacional se ocupó ampliamente de lo sucedido en El Ejido. La Voz de Almería tituló el día 7 de febrero «¡¡Paz,Paz,Paz!!» y «El Ejido vive 48 horas de caos y gravísimos disturbios». El País tituló: «Grupos violentos paralizan El Ejido en el tercer día de ataques racistas» y «Cientos de vecinos atacan a los inmigrantes y destrozan sus locales». El Mundo: «Cientos de vecinos se lanzan a “la caza del moro” y al destrozo» y «Prosigue la violencia racista en El Ejido y se producen las primeras detenciones». La Vanguardia: «La violencia genera un clima de miedo en El Ejido» y «Máxima tensión en El Ejido pese a la ocupación policial». ABC: «Grupos organizados de xenófobos e inmigrantes se enfrentan en El Ejido» y «El Ejido convulsionado por un violento estallido de xenofobia». La prensa internacional también informó de los sucesos. The Guardian tituló su crónica del 14 de febrero: «Uneasy truce as Spain reels from racial unrest» ('Tregua inquietante mientras España se tambalea por los disturbios raciales').

«Este fin se semana, en El Ejido, la vida de un inmigrante, y menos aún sus propiedades, no valía un duro. ..... Una explosión de violencia espontánea, sin organización ni líderes. Lo más temible para la policía», comentaron el lunes 7 de febrero las dos periodistas de El País que cubrieron los hechos.

Tras los sucesos de El Ejido los medios de comunicación comenzaron a prestarle mucha más atención a la xenofobia y al racismo en España y a los temas relacionados con la inmigración.

Las causas

En 2002 el profesor Manuel Ángel Río Ruiz, entonces en la Universidad de Jaén, analizó el «caso de El Ejido» llegando a la conclusión de que la causa principal de la violencia desatada contra los inmigrantes fueron las «fracturas o grietas» que se habían producido en el «modelo de segregación étnica» de la población extranjera que existía en la localidad, como consecuencia de la «avalancha» de inmigrantes que se produjo en la década de 1990 producto del «boom» de los cultivos bajo plástico. «Al multiplicarse (aproximadamente por cinco en menos de una década) el número de inmigrantes, la dinámica migratoria que sostiene la actividad económica del pueblo empieza a mostrar sus límites y sus efectos perversos: se hace cada vez más difícil de gobernar bajo el principio ―que yo no defiendo, sino intento analizar― de la coexistencia sin convivencia con los inmigrantes; un principio de organización social de las relaciones interétnicas que pasa por reducirlas al mínimo; un ideal de vida en común de grupos étnicos formando “rectas paralelas” que amplias franjas de poblaciones expuestas y sujetas a dinámicas migratorias similares a las del Ejido van convirtiendo en prioridad a medida que en Andalucía y España aumenta la diversidad étnica y la alarma social ante el “fenómeno de la inmigración”».

Once años después de lo sucedido un hombre que participó en la oleada de violencia ―entonces tenía 35 años― manifestó lo siguiente cuando fue entrevistado por una investigadora de la Universidad de Almería:

La gente se enfadó mucho [al conocerse el asesinato de Encarnación López]. Todos salimos a la calle a aporrear a los moros. Los moros son los peores. Ellos solo quieren trabajar para ganar dinero y mandarlo todo a Marruecos. Les estuvo bien empleado. Yo no me fio de ninguno aunque alguno bueno habrá. Mi mujer no quería que saliese a la calle por si me pasaba algo, pero todos mis amigos estaban ahí y yo no iba quedarme atrás. Había que pararles los pies como fuese.
Yo lo que digo es que vengan, trabajen y se vayan a su país. Cuando se quedan sin trabajo lo único que hacen es sentarse en los bancos y meterse con las mujeres. También roban y destrozan muchos invernaderos por las noches. Pues ya se sabe que la pobreza es muy mala pero que se estén quietos. Ahora con la crisis hay muchos españoles en paro, pues que se vayan a su país y que dejen trabajar a los españoles que ellos ya han ahorrado. Que esa es otra, aquí no se gastan ni un duro. Todo el dinero lo mandan a sus países.
Se meten siete u ocho ahí, todos en el mismo piso para no gastarse ni un duro o viven en cortijos que ellos hacen robando de aquí y de allí. A mi quien me da lástima son los niños y las niñas que no van a la escuela. Y las niñas que tienen que llevar ese pañuelo en la cabeza con el calor que hace. Ellos esconden a sus mujeres pero con las nuestras bien que se meten.
Nosotros lo que queríamos es que se hiciese justicia. A los moros aquí nunca les pasa nada, con la cosa de que no tienen nada. Estamos arreglados. Pues yo estuve con mis amigos porque no podíamos dejar que ellos tomaran el control. Además, había que apoyar a la familia de la muchacha que mataron. Yo no rompí nada pero sí grite.
[¿Cree que hay racismo en El Ejido?, le pregunta la entrevistadora] Racismo, racismo yo creo que no. Pero a los moros que se portan mal deberían de mandarlos a su país de vuelta. Así seguro que aprenderían.

Memoria histórica

A finales de enero de 2019, a punto de cumplirse el decimonoveno aniversario de los sucesos, Vox, el partido político más votado en El Ejido en las elecciones andaluzas celebradas el mes anterior con el 30% de los sufragios, nombró como nuevo coordinador local al hijo de «uno de los agricultores muertos antes de los disturbios de febrero del año 2000 en el Poniente», según se explicó en un tuit.

Al año siguiente, con motivo del vigésimo aniversario de los sucesos, el diario andaluz Ideal, publicaba un artículo titulado «Veinte años de aquellos 'sucesos' de El Ejido» en el que los calificaba como un «brote de tensión» «a propósito de tres asesinatos cometidos por inmigrantes sobre ciudadanos de esta localidad almeriense». «Fueron tres muertes violentas en apenas una semana, a manos de dos inmigrantes y sobre población local, que desataron la única reacción violenta global que se conoce en la historia reciente de la provincia [de Almería] contra la inmigración». «[Eran] protestas de la población autóctona ante las situaciones de inseguridad que estaban viviendo y que se habían visto desbordadas por tres asesinatos en muy pocos días». «No pocos ejidenses denunciaron que hasta la localidad habían llegado un grupo de alborotadores que estaban protagonizando parte de estos actos; un 'modus operandi' que se ha repetido en los siguientes 20 años en todos los focos de conflicto social que se ha producido en el país». El artículo finalizaba afirmando que en la actualidad «el nivel de integración [de los inmigrantes] es muy alto, aunque desde las diferentes administraciones no se ha logrado solucionar la existencia de guetos y poblados de infravivienda que, en los últimos años, han crecido sobremanera en poblaciones como El Ejido o Níjar».

La Marea, en su versión digital, también publicó un artículo con motivo del vigésimo aniversario de los sucesos que calificó como «el primer brote xenófobo en España», haciendo hincapié en que «veinte años después, el partido de extrema derecha Vox es el segundo más votado en El Ejido, una ciudad donde conviven millonarios con miles de trabajadores viviendo en condiciones infrahumanas en chabolas de plástico y antiguos cortijos en ruinas por los que pagan alquileres desorbitados. ONG con proyectos en algunos de los países más pobres del planeta tienen que seguir yendo semanalmente a prestarles atención sanitaria. Sin luz ni agua corriente, sobreviven en ese cuarto mundo que nuestras sociedades enriquecidas se han acostumbrado a albergar como engranaje imprescindible de su motor económico». «El Ejido debe permanecer indeleble en nuestra memoria histórica: un aviso de lo que ocurre cuando las leyes excluyen a una parte de las personas de su condición ciudadana, cuando se normalizan las castas sociales, cuando, en definitiva, institucionalmente se sientan las bases de un apartheid», concluía el artículo.

Un año antes elDiario.es, que calificó los hechos de «oleada de violencia racista sin precedentes», había entrevistado a Juan Miralles director de la ONG Almería Acoge cuya sede en El Ejido fue asaltada y saqueada durante los sucesos. Miralles manifestó lo siguiente: «Si se deja que sea la masa, no la población o los ciudadanos, sino la masa convertida en turba quien controle la situación y decida lo que está bien y mal, pasan esas cosas»; «se dijo que el único que podía intervenir era el Ayuntamiento, y evidentemente no lo hizo bien, porque era demasiado parcial para gestionarlo bien»; «lo más sencillo fue reconstruir la mezquita a la que pegaron fuego, nuestro centro o las carnicerías halal; lo más difícil es recuperar lo que se ha trabajado de años de ir eliminando las sospechas, recelos, estereotipos, que haya contacto y se pase de la coexistencia a la convivencia».

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