Primitiva Iglesia de Santa María de la Mesa para niños
La primitiva iglesia de Santa María de la Mesa son las ruinas de un antiguo edificio religioso que se encuentra en la localidad de Zahara. Antes de ser una iglesia, fue una mezquita.
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¿Cómo se convirtió una mezquita en iglesia?
Después de que Zahara de la Sierra fuera conquistada por las tropas del infante don Fernando de Antequera en el año 1407, la antigua mezquita de los musulmanes que vivían allí se transformó en una iglesia. Las historias de la época cuentan que la cruz que llevaba el Infante se colocó en la mezquita. El obispo de Palencia, don Sancho de Rojas, que acompañaba a don Fernando, bendijo el lugar y así se convirtió en iglesia, recibiendo el nombre de Santa María de la Concepción.
Descubrimientos arqueológicos
Las excavaciones que se han realizado en los últimos años, dirigidas por Luis Mª Cobos, confirman lo que dicen las historias antiguas. Han encontrado restos de construcciones musulmanas debajo de lo que fue la primera iglesia de Zahara.
Según Francisco Siles Guerrero, quien ha investigado mucho sobre la historia de esta iglesia, el nombre actual de Santa María de la Mesa podría venir de Utrera. La familia Saavedra, que fue importante en Zahara entre 1464 y 1481, tenía una relación cercana con Utrera, donde también se venera a una Virgen con ese mismo nombre.
¿Cómo era la antigua iglesia de Santa María de la Mesa?
Es probable que, después de la conquista, esta primera iglesia fuera modificada varias veces. Gracias a los hallazgos arqueológicos de Luis Mª Cobos y a una descripción escrita de 1685, sabemos que la iglesia tenía una forma rectangular. Contaba con dos naves (espacios largos y paralelos) y un techo de estilo mudéjar con dos caídas. La parte principal, donde estaba el altar (llamada cabecera), tenía forma poligonal gótica y estaba reforzada con contrafuertes en las esquinas.
Detalles de la capilla mayor
La capilla mayor estaba cubierta por una cúpula o media naranja. Estaba dedicada al Santísimo Sacramento, que siempre fue muy importante para los habitantes de Zahara a lo largo de los años.
¿Por qué dejó de usarse la iglesia?
Durante el siglo XVII, la población de Zahara empezó a mudarse a un nuevo lugar. Por eso, los fieles dejaron de ir a la antigua iglesia de Santa María de la Mesa. En su lugar, comenzaron a asistir más a menudo a dos ermitas (capillas más pequeñas) que estaban cerca de la nueva población: la ermita de San Juan de Letrán y la de San Francisco.
El abandono progresivo
El interés de los sacerdotes por celebrar misas en la antigua iglesia disminuyó. Los enviados del arzobispado incluso tuvieron que ordenar al sacristán que durmiera allí y a los curas que dijeran misa todos los días. A finales del siglo XVII, las visitas de los obispos ya mostraban que la ermita de San Francisco se usaba como ayuda para la parroquia principal.
A principios del siglo XVIII, en una visita de 1704, quedó claro que casi todos los servicios religiosos se hacían en las ermitas, excepto las celebraciones de Semana Santa y Corpus Christi. También se mencionó que la iglesia parroquial necesitaba algunas reparaciones.
Reparaciones y el fin de la iglesia
A pesar de que la iglesia se usaba cada vez menos, se hicieron muchas reparaciones en ella durante los siglos siglo XVII y siglo XVIII. Por ejemplo, en 1637 se encargó una obra en la puerta oeste a Alonso González, un maestro albañil de Zahara, por 276 reales.
Mantenimiento a lo largo del tiempo
Más tarde, en 1660, se registraron reparaciones en las puertas y otras partes. En 1670, se gastó dinero en arreglar los escalones del altar mayor y en revisar los tejados. De nuevo, en 1673, se repararon los tejados. Esto demuestra que, aunque los sacerdotes y los fieles la usaban menos, las autoridades de la iglesia siempre quisieron mantenerla en buen estado.
En 1679, se iniciaron obras aún más grandes. En los años siguientes, se hicieron nuevas reparaciones. Sin embargo, no fue hasta 1730 cuando se pensó seriamente en construir una nueva iglesia en la parte baja del pueblo, donde la población se había ido trasladando y donde se encuentra la parroquia actual. A pesar de esto, la antigua iglesia siguió usándose para el culto y se continuaron haciendo las reparaciones necesarias para conservarla.
El último registro que tenemos de que la antigua iglesia estaba en perfectas condiciones para las ceremonias religiosas es de una visita en 1770. En ese documento se decía que con poco dinero se podía mantener para el culto, ya que se esperaba que las obras de la nueva iglesia tardarían mucho.
La demolición final
La demolición definitiva de la antigua parroquia de Santa María de la Mesa fue documentada por Francisco Siles Guerrero en el año 1775. Sabemos esto porque se menciona en otro escrito de 1794 sobre la destrucción del órgano antiguo: "Hasta abril de este presente año (1794) en que yo el expresado mayordomo hice presente... cómo en diecinueve años ya cumplidos del derribo de la iglesia antigua, y se hizo la nueva..."
Así, podemos decir que la iglesia fue destruida y abandonada definitivamente en 1775. Esto casi coincidió con la apertura al culto de la nueva parroquia en 1779. Sin embargo, desde mediados del siglo XVII, debido al traslado de la población, la antigua iglesia solo abría para las fiestas, y la misa diaria se celebraba en las ermitas de San Juan de Letrán y San Francisco.
El campanario que nunca se terminó
Una historia curiosa que causó muchos problemas a los administradores de la parroquia de Zahara fue la construcción de una torre-campanario para la antigua iglesia. Esta obra duró muchísimo tiempo: se empezó en 1616 y más de un siglo después todavía se hacían planes para terminarla.
Todo comenzó cuando la iglesia de Santa María de la Mesa quiso construir una torre para las campanas. Para ello, pidieron la opinión del maestro mayor de obras del arzobispado de Sevilla, Diego López Bueno, y se acordaron algunas condiciones para la construcción.
La obra debía terminarse en un año. Se acordó un pago de dos ducados por cada tramo de pared, además de siete reales diarios y los salarios de los ayudantes al final de cada semana. Antes de firmar el contrato, ya se estaban preparando los materiales. En agosto de 1616, Pedro García se comprometió a traer veinte mil ladrillos de la fábrica de tejas del pueblo a la iglesia para la torre. Esta tarea debía terminar en dos meses. También, a principios de 1616, Francisco Pérez de Jaén y otros se comprometieron a hacer cien "cahíces" (una medida antigua) de cal en un lugar llamado Quejigalejo de las Cobatillas, que debían estar listos a finales de mayo de ese año.
La construcción de la torre debió comenzar a tiempo, porque en febrero de 1617, Juan Valiente se comprometió a llevar a la iglesia toda la arena roja necesaria para la obra, a un precio de seis reales y medio por cada "cahíz". Sin embargo, el 7 de noviembre de 1617, otras personas ofrecieron un precio más bajo. Además, en la revisión de las cuentas del encargado de la obra, resultó que debía dinero y se negó a aceptar los gastos de la construcción. Hubo un juicio con una sentencia desfavorable para el encargado, que ya había fallecido, por lo que sus herederos tuvieron que pagar la deuda.
La construcción de la torre se detuvo, pero los intentos por terminarla no cesaron. Muchos años después, en 1636, Francisco Moreno y Francisco Hernández se comprometieron a hacer cuarenta "cahíces" de cal para la torre de la iglesia mayor.
Incluso en 1735, el encargado de la iglesia señalaba, entre las obras pendientes y necesarias, "levantar un campanario sobre la torre que está comenzada, porque el que tiene hoy las campanas está amenazando ruina, por ser muy antiguo y estar los pilares sobre que está fundado con muchas aberturas..."
A pesar de todo, la torre nunca se terminó, después de más de un siglo de obras. Las últimas noticias que tenemos son que sus materiales se reutilizaron para el suelo de la iglesia mayor en 1734 y que fue demolida por completo en 1746 para que sus materiales sirvieran en la construcción de la nueva iglesia.