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Piedras deslizantes para niños

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Las piedras viajeras, también conocidas como piedras deslizantes o piedras móviles, son un fenómeno natural asombroso. Se trata de rocas que se mueven solas sobre una superficie plana, dejando largas marcas o surcos a su paso. Este misterio ha sido observado en varios lugares, desde el suroeste de Estados Unidos hasta el Sáhara en Túnez. Las huellas más famosas y estudiadas se encuentran en Racetrack Playa, un lugar especial en el Valle de la Muerte de California, Estados Unidos. Durante muchos años, nadie sabía cómo se movían estas piedras, ¡hasta que el misterio se resolvió en 2014!

Estas piedras solo se mueven cada dos o tres años, y la mayoría de sus huellas se mantienen visibles por tres o cuatro años. Las rocas con una base con puntas o ángulos dejan marcas rectas y con rayas, mientras que las que tienen una base lisa crean caminos que se desvían. A veces, las piedras se voltean, mostrando una cara diferente que deja un rastro distinto.

Las marcas suelen tener diferentes direcciones y longitudes. Algunas piedras que empiezan juntas pueden viajar en paralelo por un tiempo, hasta que una de ellas se desvía en otra dirección o incluso retrocede. Es curioso que piedras del mismo tamaño puedan dejar huellas de distinta longitud.

¿Qué son las piedras viajeras?

Archivo:Racetrack Playa (Pirate Scott)
"Piedra viajera" en Racetrack Playa.

Muchas de las piedras deslizantes provienen de una colina de 260 metros de altura en el extremo sur de Racetrack Playa, que forma parte del Parque nacional del Valle de la Muerte. Estas rocas son de un tipo llamado dolomía negra. Otras son rocas ígneas, que se forman por el enfriamiento de magma, y vienen de zonas cercanas compuestas principalmente por sienitas, ricas en feldespato.

Las huellas que dejan miden entre 3 y 30 metros de largo, y de 8 a 30 centímetros de ancho. Su profundidad promedio es de 2.5 centímetros. El tamaño promedio de las rocas es de 15 a 45 centímetros.

Se cree que para que las rocas se muevan, se necesitan varias condiciones:

  • Una superficie de tierra que esté muy húmeda.
  • Una capa delgada de arcilla sobre la superficie.
  • Fuertes ráfagas de viento para darles el empujón inicial.
  • Vientos fuertes y constantes para mantener las piedras en movimiento.

Algunas teorías también sugerían la presencia de:

  • Capas de hielo.
  • Capas de microorganismos (como algas o bacterias) en el suelo.

Primeras investigaciones sobre las piedras móviles

Archivo:Death 8 bg 082303
Algunas sendas de las piedras no son lineales.

Los geólogos Jim McAllister y Allen Agnew fueron los primeros en estudiar y describir estas rocas en 1948. Después, otros naturalistas del Servicio de Parques Nacionales añadieron más detalles. La revista Life incluso publicó fotos de Racetrack. Fue entonces cuando la gente empezó a preguntarse cómo se movían las piedras. Se propusieron muchas ideas, desde explicaciones sobrenaturales hasta teorías científicas muy complicadas.

Muchos geólogos pensaban que vientos fuertes sobre el barro húmedo podrían ser la causa. Sin embargo, algunas piedras eran tan pesadas como una persona. Investigaciones, como la del geólogo George M. Stanley en 1955, decían que estas rocas eran demasiado pesadas para ser movidas solo por el viento. Él apoyaba la idea de que una capa de hielo alrededor de las piedras podría ayudar, ya sea aumentando la superficie que el viento podía empujar o facilitando el inicio del movimiento.

Robert P. Sharp y Dwight L. Carey estudiaron las piedras de Racetrack entre 1968 y 1975. Visitaron el lugar dieciséis veces en siete años y observaron treinta piedras marcadas, registrando su posición con estacas de acero. Si una roca se movía, ponían nuevas estacas a su lado.

Sharp y Carey también probaron la idea del hielo. Construyeron un cerco alrededor de una piedra de 0.5 kg. Si el hielo ayudaba a mover las piedras, las barras del cerco deberían haberlas detenido o desviado. Pero la piedra se salió del cerco y se movió 8 metros. Esto sugirió que si el hielo jugaba un papel, la capa de hielo alrededor de las piedras debía ser pequeña.

De las 25 piedras iniciales, 10 se movieron en el primer invierno. Una piedra llamada Mary Ann (piedra A) recorrió la distancia más larga: 64.5 metros. En los siguientes seis inviernos, también se vieron muchos movimientos. No se confirmó que ninguna piedra se moviera durante el verano. Al final, casi todas las 30 piedras observadas se movieron en esos 7 años. La piedra más pequeña, Nancy (piedra H), de 6.5 centímetros de diámetro, dejó la huella más larga acumulada, 262 metros, y el movimiento más grande en una sola vez, 201 metros. La piedra más grande que se movió pesaba 36 kg.

Una roca grande llamada Karen (piedra J), de 74 × 48 × 51 cm y un peso estimado de 320 kg, no se movió durante el estudio. Sin embargo, Karen desapareció antes de 1994 y fue redescubierta en 1996 por la geóloga Paula Messina, mucho más al norte.

Archivo:Racetrack-Playa-Death-Valley-2
Dos piedras en Racetrack Playa.

En 1995, el profesor John Reid y sus estudiantes continuaron la investigación. Encontraron huellas que coincidían con movimientos de piedras a finales de los años 80 y durante el invierno de 1992-1993. Demostraron que, al menos algunas piedras, se movieron sobre témpanos de hielo que podían medir hasta 800 metros de ancho. La evidencia física incluía filas de piedras que solo podían haberse formado al moverse sobre capas delgadas de hielo. Así que se pensó que el viento solo, o el viento junto con el hielo, eran las fuerzas que las movían.

En 1996, los físicos Bacon y otros estudiaron el fenómeno en el lago seco Owens Dry. Descubrieron que las ráfagas de viento pueden volverse más fuertes en superficies muy lisas y planas como estas. También encontraron que las capas de aire cerca del suelo, donde el viento es más lento por la fricción, pueden ser muy delgadas (unos 5 cm). Esto significa que las piedras de unos pocos centímetros de alto pueden sentir toda la fuerza del viento, que puede alcanzar 145 kilómetros por hora durante las tormentas de invierno. Se cree que estas ráfagas dan el empuje inicial, y los vientos constantes mantienen el movimiento de las piedras.

El viento y el hielo eran las hipótesis más aceptadas para estas misteriosas piedras deslizantes. Don J. Easterbrook sugirió que la falta de huellas paralelas entre algunas piedras podría deberse a que una placa de hielo se rompía, creando rutas diferentes. Aunque el hielo se rompa en pedazos más pequeños, sigue siendo necesario para que las rocas se deslicen.

Piedras viajeras en España

Archivo:Rocas errantes de La Mancha
Trazas dejadas por rocas y sedimentos en la laguna de Altillo Chica, Lillo (Toledo).

Durante mucho tiempo, se pensó que el fenómeno de las rocas que se mueven solas solo ocurría en el suroeste de Estados Unidos. Pero en 2013, se encontraron muchas huellas similares a las de Racetrack en una laguna temporal llamada Altillo Chica, en Lillo (Toledo), España.

Estas huellas, que pueden medir más de 100 metros de largo, tienen rayas longitudinales y describen un camino serpenteante desde el centro de la laguna hasta la orilla. Terminan en rocas que pueden pesar más de cinco kilogramos. Junto a las marcas de las rocas, hay otras que terminan en montones de barro y pueden incluir ramas o rocas. Algunas de estas rocas incluso descansan sobre estos montículos.

Gracias a la buena conservación de las huellas y las estructuras de sedimento asociadas en la laguna de Altillo Chica, los científicos Sanz Montero y Rodríguez Aranda propusieron un modelo diferente que no necesita hielo. Esto se debe a que las temperaturas en esa zona durante el invierno no son lo suficientemente bajas ni duraderas como para congelar el agua salada de las lagunas. Ellos sugieren que las rocas se mueven durante las tormentas, cuando el viento fuerte crea corrientes de agua que rompen y arrastran trozos de las capas de microorganismos que crecen en el sedimento de la laguna. Cuando estas capas se rompen, el sedimento queda expuesto. Este sedimento es muy ligero y tiene muchas burbujas de gas, lo que lo hace flotar fácilmente. Impulsado por la corriente, se desliza por la superficie, arrastrando consigo las piedras y otros objetos como ramas.

Un estudio más reciente confirmó que las huellas en este humedal español se forman por la acción de las fuertes corrientes de agua que se generan cuando el viento sopla con intensidad. Aunque la capa de agua es muy delgada (2-3 cm) y el fondo de las lagunas es muy plano, se han medido velocidades de corriente de agua de 2 metros por segundo cuando el viento sopla a 14 metros por segundo. Estas corrientes de agua erosionan el suelo y crean surcos alrededor de las piedras, especialmente las que sobresalen del agua.

El misterio resuelto: Observación del movimiento

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Una piedra utilizada en la investigación de Norris con una unidad de GPS dentro de una cavidad.

En agosto de 2014, Richard Norris, James Norris, Ralph Lorenz, Jib Ray y Brian Jackson publicaron un estudio donde afirmaron haber observado directamente, por primera vez, el movimiento de las rocas.

Para lograrlo, usaron rocas equipadas con GPS, una estación meteorológica y una técnica de fotografía llamada time-lapse (cámara rápida). El 20 de diciembre de 2013, registraron el deslizamiento de más de 60 piedras. Entre diciembre de 2013 y enero de 2014, algunas de ellas se movieron hasta 224 metros en varios momentos.

Observaron que el movimiento ocurría cuando una capa delgada de hielo, de entre 3 y 6 milímetros, comenzaba a derretirse hacia el mediodía y se rompía con vientos suaves de 4-5 metros por segundo. Los pedazos de hielo resultantes, que podían medir decenas de metros, flotaban y empujaban varias rocas a la vez a velocidades bajas, de entre 2 y 5 metros por minuto. Las trayectorias de las rocas dependían de la dirección y velocidad tanto del viento como de la corriente de agua que fluía bajo el hielo. Esto fue diferente a las hipótesis anteriores que sugerían vientos muy fuertes soplando sobre capas gruesas de hielo.

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Sailing stones Facts for Kids

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Piedras deslizantes para Niños. Enciclopedia Kiddle.