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Luis López de Solís para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Luis López de Solís O.S.A.
Luis López de Solís.jpg
Retrato en la sala capitular de la Catedral Metropolitana de Quito
1605 - 1606

Título Arzobispo de la Plata - Charcas
Otros títulos Arzobispo electo de La Plata o Charcas
Obispo electo de Asunción
Información religiosa
Ordenación sacerdotal 9 de mayo de 1553
Ordenación episcopal 1 de enero de 1594 por Toribio de Mogrovejo
Información personal
Nombre Luis López de Solís O.S.A.
Nacimiento 1534
Salamanca, Corona de Castilla y León
Fallecimiento 5 de julio de 1606
Lima, Virreinato del Perú
Profesión Teólogo
Alma mater Universidad de Salamanca

Luis López de Solís (nacido en Salamanca, 1534 - fallecido en Lima, 1606) fue un fraile agustino de España. Ocupó importantes puestos en la iglesia en el Virreinato del Perú. Fue el cuarto obispo de Quito.

La vida de Luis López de Solís

Luis López de Solís nació en 1534 en Salamanca, España. Sus padres, Francisco de los Ríos y María López de Solís, eran de una familia importante. Desde muy joven, después de estudiar Artes en la Universidad de Salamanca, decidió unirse a la orden de los agustinos en 1552. Se hizo fraile el 9 de mayo de 1553.

Después de ser diácono, viajó en barco desde Sanlúcar de Barrameda hacia el Perú.

¿Cómo fue su carrera en el Perú?

Cuando llegó a Lima, se hizo sacerdote en 1559. Comenzó a enseñar Filosofía en el nuevo Convento agustino. Luego, se mudó a Trujillo, donde enseñó Teología por varios años. En 1570, obtuvo el título de Maestro.

En 1571, fue elegido líder de su Orden en el Perú por dos años. Volvió a ser elegido en 1587. En 1573, compró una casa para la comunidad agustina en Lima. Se mudaron allí el 9 de julio. Otros grupos religiosos intentaron impedir que se quedaran, pero las autoridades intervinieron. Los agustinos lograron expandir su convento. En 1574, Luis López de Solís puso la primera piedra para construir un nuevo templo.

En 1577, fue el primer profesor asociado de Teología en la Universidad de San Marcos. También fue prior (líder) en los conventos de Lima y Chuquisaca. En 1582 y 1591, participó como teólogo en reuniones importantes de la iglesia en Lima. Estas reuniones fueron organizadas por el Arzobispo Toribio de Mogrovejo.

El Rey Felipe II lo propuso para ser Obispo de Río de la Plata. El Virrey (gobernador) lo envió a la Real Audiencia de Charcas para supervisar su trabajo. Allí, Luis López de Solís actuó con justicia. Suspendió a un juez y multó a otros. También organizó la distribución de tierras para que fuera más justa. Aunque lo acusaron de favorecer a los pueblos indígenas, el Virrey lo defendió. Dijo que era una persona muy buena, sin ambición y muy inteligente para gobernar.

¿Qué hizo como Obispo de Quito?

En 1592, Luis López de Solís regresó a Lima y recibió los documentos para ser Obispo de Quito. Viajó a esa región. En Trujillo, fue nombrado obispo por Toribio de Mogrovejo.

El 25 de julio de 1594, llegó a Quito. Allí, habló con los frailes que habían participado en la revolución de las Alcabalas (un levantamiento contra impuestos). El 15 de agosto, organizó la primera reunión de la iglesia en la Catedral de Quito. Luego, comenzó a visitar todos los pueblos, llegando hasta Loja. Predicaba en cada lugar con la ayuda de un jesuita que conocía el idioma quechua. En 1595, celebró una segunda reunión de la iglesia en Loja.

A mediados de 1605, fue nombrado Arzobispo de Charcas. Tuvo que salir de Quito en secreto para evitar que la gente se despidiera de él. Dejó un buen recuerdo por su sencillez y por cómo protegió y enseñó a los pueblos indígenas. Sin embargo, fue muy estricto con los clérigos que habían participado en la revolución de las Alcabalas.

Durante sus doce años como obispo, fundó cuatro parroquias y dos conventos de monjas, pagando la construcción de los edificios. También hizo lo mismo con el Seminario de San Luis, que entregó a los jesuitas. Estableció una casa de ayuda para mujeres y monasterios en Loja, Cuenca, Riobamba y Pasto. Su tiempo como obispo marcó una etapa de mayor exigencia espiritual para los españoles y para quienes tenían a cargo a los indígenas.

Su vida personal y últimos días

Luis López de Solís tenía una forma de vida muy estricta. Siempre vestía un hábito de lana negra. Solo permitía que personas de buena conducta vivieran en su casa. Se levantaba antes del amanecer para rezar, asistía a los servicios religiosos y administraba las cuentas. Recibía visitas breves, comía muy poco y se acostaba tarde después de más oraciones. Dormía y comía muy poco. Era muy riguroso consigo mismo en sus prácticas de penitencia. Los viernes, caminaba hasta Guápulo para celebrar misa los sábados por la mañana. Era muy generoso con los pobres y compartía las ganancias del obispado para construcciones y ayudar a los demás.

En 1602, tuvo desacuerdos con los jueces de la Audiencia. Esto fue por la publicación de una regla de la iglesia que protegía la autoridad eclesiástica. Esta regla se publicaba en Roma cada Jueves Santo.

Luis López de Solís llegó a Lima el 28 de junio de 1606. Fue recibido con alegría en su convento. Se quedó en la misma celda que había usado antes. Aunque no estaba gravemente enfermo, sintió que su final estaba cerca. Dijo: "Moriré en mi propio nido". Siete días después, pidió los últimos sacramentos. Tomó un crucifijo y, con mucha fe, lloró. Finalmente, dijo "Jesús, Jesús" y falleció la mañana del 5 de julio de 1606, a los 72 años. Fue enterrado con una gran ceremonia en el templo agustino, en una fosa común con otros frailes, como él había pedido. Por eso, no hay una tumba individual para él.

Días antes de morir, recibió una carta del Duque de Lerma, un consejero del Rey Felipe III. La carta decía que el Rey quería nombrarlo Arzobispo de Lima. Un familiar le dijo que una antigua predicción se cumpliría, pero Fray Luis respondió: "Yo no iré al Arzobispado, sino al sepulcro".

Luis López de Solís era un buen orador y escribía de forma clara y efectiva. Era muy dedicado a la verdad. Sus emociones se veían en su devoción, su trabajo y su firmeza. Fue un doctor, predicador y una persona prudente y fuerte en asuntos espirituales. Le gustaba construir templos y monasterios. Era un gran ejemplo y muy estricto en su fe. Su apariencia era seria, delgado y de piel clara, lo que le daba un aspecto imponente. Sin embargo, trataba a las personas con amabilidad, aunque sin hacer concesiones. Se conservan retratos suyos en Lima y Quito. Nunca quiso aprender el idioma quechua.

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Luis López de Solís para Niños. Enciclopedia Kiddle.