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Ezequiel Huerta Gutiérrez para niños

Enciclopedia para niños

José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez nació el 7 de enero de 1876 en Magdalena, Jalisco, México. Falleció el 3 de abril de 1927 en Guadalajara, Jalisco. Fue una persona muy dedicada a su fe y a su familia. Es reconocido como un mártir laico de un periodo de la historia de México conocido como la Guerra Cristera (1926-1929). Fue declarado beato por el Papa Benedicto XVI el 20 de noviembre de 2005 en Guadalajara, junto a su hermano Salvador Huerta Gutiérrez y otros siete mártires laicos, entre ellos el maestro Anacleto González Flores.

Datos para niños
Ezequiel Huerta Gutiérrez
Información personal
Nacimiento 7 de enero de 1876
Magdalena, Jalisco.
Fallecimiento 3 de abril de 1927.
Guadalajara, Jalisco.
Nacionalidad Mexicana
Información profesional
Ocupación Organista
Información religiosa
Beatificación 2005
Festividad 3 de abril
Venerado en México.

¿Quién fue Ezequiel Huerta Gutiérrez?

Ezequiel Huerta Gutiérrez fue el segundo de cinco hijos de Isaac Huerta Tomé y Florencia Gutiérrez Oliva. Nació el 7 de enero de 1876 en Magdalena, Jalisco. Fue bautizado dos días después en la parroquia de su pueblo. Un año más tarde, el 21 de diciembre de 1877, fue confirmado por el arzobispo de Guadalajara, Monseñor Pedro Loza.

Su familia y sus primeros años

Su madre, Florencia Gutiérrez, era de Tequila, Jalisco. Era una mujer fuerte, emprendedora y enérgica. También era generosa, noble y respetuosa con su esposo y su familia. Ella les enseñó a sus cinco hijos (José del Refugio, Ezequiel, Eduardo, Salvador y Carmen) la importancia de la fe.

El padre de Ezequiel, Isaac Huerta Tomé, era un hombre noble y comerciante. Se dedicaba a transportar mercancías entre las minas cercanas y la ciudad de Guadalajara. Con el tiempo, compró mulas y expandió sus negocios. Tenía una ferretería, que su esposa administraba, y una curtiduría de pieles.

Cuando Ezequiel era joven, su familia se mudó a Guadalajara en 1890. Compraron una casa grande en el Barrio del Santuario. Sus hermanos mayores, José Refugio y Eduardo, entraron al seminario para estudiar y convertirse en sacerdotes. Ezequiel y Salvador, el menor de los hermanos, estudiaron secundaria y bachillerato en el Liceo de Varones.

Cuando José Refugio se ordenó sacerdote, su madre y su hermana Carmen se fueron con él a su nueva parroquia en Atotonilco el Alto, Jalisco. Don Isaac Huerta se quedó en Guadalajara con Ezequiel y Salvador.

Su pasión por la música

Ezequiel era un hijo y hermano excelente. Ayudaba a su padre en sus tareas diarias y cuidaba de su hermano menor. Además de sus estudios de bachillerato, tomó clases de música, ópera y piano con un maestro italiano. También aprendió dirección coral. En esa época, el teatro y las artes musicales no siempre eran bien vistos, lo que a veces le causaba problemas con su madre.

Pronto, sus habilidades como tenor y sus conocimientos de música fueron reconocidos. La gente de Guadalajara admiraba su voz y sus interpretaciones con el órgano tubular. Se especializó en cánticos religiosos, que interpretaba con mucho sentimiento. Se decía que "no había función religiosa en que Ezequiel no fuera la parte más importante de la música y del canto". Llegó a formar y dirigir coros de hasta cuarenta personas.

Ezequiel siempre decía que su voz era un regalo de Dios y que solo a Dios se la devolvería en agradecimiento. Una vez, una compañía de ópera italiana que se presentaba en el Teatro Degollado de Guadalajara le ofreció reemplazar a su cantante principal. Ezequiel interpretó la obra Carmen de manera excelente. El representante de la ópera le ofreció llevarlo a Europa para presentarse en los mejores escenarios del mundo. Sin embargo, Ezequiel rechazó la oferta debido a sus fuertes creencias religiosas. Solía decir: "No puedo servir a dos amos, a mi padre Dios le debo mi voz y, a mi padre Dios se la ofrezco".

Su vida familiar

Ezequiel se casó con María Eugenia. Ella era muy práctica y a veces tenía que ayudar a su esposo a firmar contratos para asegurar el sustento de la familia. Su matrimonio fue muy feliz. Los familiares de María Eugenia le decían: "María, otro como Ezequiel, no lo encuentras ni con cirio pascual".

En 23 años, tuvieron diez hijos: José Ezequiel Manuel (1905), María Guadalupe (1907, quien falleció a un año de edad), José de Jesús (1909), María del Carmen (1911), José (1913), José Ignacio (1915), María Teresa de Jesús (1918), Ezequiel de Jesús (1920), María Trinidad (1922) y María Rosalía (1925). Todos fueron criados con amor y cuidado.

Ezequiel era un buen esposo y un excelente padre. Cuidaba personalmente de sus hijos, compartía su tiempo libre con ellos y siempre les llevaba un pequeño regalo a casa. Les enseñaba sobre la vida espiritual y la importancia de la fe. La familia Huerta García vivía su fe católica intensamente. Asistían a misa los domingos, y Ezequiel y María Eugenia solían ir a la primera misa del día con algunos de sus hijos.

Ezequiel siempre visitaba a sus padres, especialmente después de que su hermano José Refugio, ya sacerdote en Guadalajara, los llevó a vivir con él cerca de su casa.

Su compromiso religioso

El 2 de diciembre de 1923, Ezequiel se unió a la Tercera Orden de Penitencia de San Francisco de Asís para profundizar su vida espiritual. El 4 de febrero de 1925, fue aceptado como miembro de esta hermandad.

Ezequiel siempre mantuvo su amor por Dios. Un día, mientras estaba en el Templo de Santa Teresa de Jesús, un hombre lo hirió con un objeto punzante en el abdomen. El agresor huyó, pero se supo que era un músico molesto por el éxito de Ezequiel. Después de recuperarse, Ezequiel no presentó ninguna denuncia. Años más tarde, el agresor le pidió perdón, y Ezequiel nunca volvió a hablar del incidente.

A pesar de varias ofertas para dedicarse profesionalmente al canto, Ezequiel siempre las rechazó. Amaba su arte, pero su amor por su familia y su deseo de servir a su fe eran más importantes.

El conflicto en México

A principios de 1926, la relación entre el gobierno y la Iglesia en México se volvió muy tensa. Se decía que el presidente Plutarco Elías Calles pronto prohibiría el culto religioso y cerraría las iglesias. Se formaron organizaciones civiles para oponerse al gobierno. Algunos grupos, aunque con pocas armas, se enfrentaron a las fuerzas federales. La mayoría de los llamados "cristeros" no tenían experiencia militar.

Ezequiel se sintió muy afectado por la situación. Decidió apoyar a la Iglesia y a las organizaciones católicas. Con la aprobación de su esposa, compartió su casa con monjas de la Orden de las Carmelitas Descalzas. También aceptó ser el custodio de la Basílica de San Felipe Neri para protegerla mientras el culto público estuviera suspendido.

En mayo de 1926, su madre, Florencia Gutiérrez, falleció. Esta pérdida fue muy difícil para él. El 31 de julio del mismo año, el culto público fue suspendido, lo que significó que Ezequiel perdió su trabajo. Sus hermanos sacerdotes, José Refugio y Eduardo, tuvieron que ejercer su ministerio en secreto. Ezequiel debía mantener a su numerosa familia. Sus hijos mayores, Manuel y José de Jesús, se unieron a la resistencia y fueron a luchar a la región de los Altos de Jalisco a finales de 1926.

Su fallecimiento

El 1 de abril de 1927, el maestro Anacleto González Flores, líder del movimiento civil de resistencia, fue arrestado junto a los hermanos Jorge y Ramón Vargas, y Luis Padilla. La noticia de su arresto y fusilamiento impactó a la sociedad de Guadalajara.

El General Jesús M. Ferreira, comandante militar en Jalisco, recibió la orden de arrestar a los "Hermanos Huerta". Había varias personas conocidas como "Hermanos Huerta":

  • Los hermanos sacerdotes de Ezequiel, José Refugio y Eduardo.
  • Los hijos de Ezequiel, Manuel y Jesús, que luchaban en los Altos de Jalisco.
  • Ezequiel y Salvador, que escondían sacerdotes y monjas, y se rumoreaba que Salvador fabricaba armas.
  • Manuel (hijo de Ezequiel) y Salvador (hijo de Salvador), que eran primos y luchaban juntos.
  • Jesús (hijo de Ezequiel), que usaba el apellido "Huerta" para negociar armas.

El General Ferreira decidió arrestar a Ezequiel y Salvador, ya que eran respetados y conocidos en Guadalajara. Ezequiel y Salvador decidieron enviar a sus hijos mayores, Manuel (hijo de Ezequiel) y Salvador (hijo de Salvador), fuera del país esa misma noche.

La noche del 1 de abril, Ezequiel y Salvador fueron a las capillas donde velaban a los mártires. Ezequiel le preguntó a Salvador: "¿Y si nos matan a nosotros también?". Salvador le respondió: "No te preocupes, hermano, si llegamos a faltarles a nuestras familias, desde el cielo nos ocuparemos mejor de sus necesidades".

Después de pasar la noche en los velatorios, Ezequiel llegó a su casa a las 8 de la mañana. Le pidió a su esposa, María Eugenia, que fuera a rezar un rosario por sus amigos mártires, mientras él cuidaba a los niños. Una hora después, cinco policías armados entraron a su casa. Ezequiel les preguntó por qué, y ellos respondieron que tenían órdenes de registrar la casa. Destruyeron y robaron cosas mientras los niños observaban asustados.

Cuando María Eugenia regresó, se dio cuenta de lo que pasaba. Una de las niñas le gritó a su madre: "¡Mamá, estos hombres están rompiendo toda la casa!". Un policía la agarró y la empujó dentro de la casa. Ezequiel no pudo despedirse de su esposa, solo la miró con tristeza. María Eugenia le dijo: "No te preocupes Ezequiel, si no nos volvemos a ver en esta vida, ya nos encontraremos en el cielo".

Un joven seminarista, Juan Bernal, que había llegado a la casa poco antes, también fue arrestado. Él sería testigo de lo que les pasó a Ezequiel y Salvador. Horas después, en la estación de policía, Ezequiel y Salvador fueron acusados de fabricar armas, esconder sacerdotes y recaudar fondos para la resistencia.

Al mediodía, la hija mayor de Salvador envió a su hermano Gabriel, de catorce años, con comida a la prisión. Los guardias le quitaron la canasta y lo encerraron temporalmente. Ezequiel y Salvador fueron torturados para que dijeran dónde estaban sus otros dos hermanos sacerdotes. El sargento Felipe Vázquez ordenó que los colgaran de los pulgares y los azotaran.

Mientras golpeaban a Ezequiel, él comenzó a cantar el himno eucarístico: "Que viva mi Cristo, que viva mi Rey, que impere doquiera, triunfante su Ley". Sus agresores lo golpearon hasta dejarlo inconsciente para callarlo. Cuando recuperó el conocimiento, rezó: "Señor, ten piedad de nosotros, Cristo ten piedad de nosotros...". Sabía que iba a morir. Le dijo a Juan Bernal que tenía una moneda de 100 pesos de oro escondida en su pantalón, lo único que les podía dejar a su familia.

A medianoche, liberaron al niño Gabriel. Ezequiel y Salvador fueron subidos a un vehículo de prisioneros, conocido como "la Julia", y llevados al Panteón de Mezquitán. Allí, un grupo de soldados los esperaba. Salvador le dijo a Ezequiel: "Los perdonamos ¿verdad?". Ezequiel respondió: "Los perdonamos". Mirando a los soldados, Ezequiel comenzó a cantar "Que viva mi Cristo, Que viva mi Rey", cuando las balas silenciaron su voz.

Salvador, al ver la valentía de su hermano, le pidió un candelabro al sepulturero. Se lo puso frente al corazón y les dijo a los soldados: "Les pongo esta vela para que no fallen, ante este corazón que muere por Cristo", y gritó: "¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!". Una segunda ráfaga de balas terminó con su vida.

Después de la ejecución, sus cuerpos fueron arrojados a una fosa común. El General Ferreira exigía una gran suma de dinero para entregar los cuerpos a sus familias, y al no haber cuerpos, evitaba que la gente los velara y se levantara contra el gobierno.

¿Qué pasó con sus restos?

Tiempo después, los restos de Ezequiel y Salvador fueron desenterrados y colocados en la cripta familiar en el mismo panteón. En 1952, fueron trasladados a nichos en la parroquia del Dulce Nombre de Jesús. El 20 de noviembre de 1980, fueron llevados a la capilla del Seminario de los Misioneros Javerianos en Arandas, Jalisco. Más tarde, una parte de sus restos fue trasladada al Barrio de la Capilla de Jesús en Guadalajara, y otra parte al nuevo Santuario de los Mártires de Cristo Rey, también en Guadalajara.

Su beatificación

Ezequiel Huerta Gutiérrez fue declarado beato por el Papa Benedicto XVI el 20 de noviembre de 2005. La ceremonia se realizó en el Estadio Jalisco ante más de 80,000 católicos y los descendientes de estos mártires. Junto a él, fueron beatificados su hermano Salvador y otros siete compañeros: Anacleto González Flores, Luis Padilla Gómez, los hermanos Jorge y Ramón Vargas González, Miguel Gómez Loza, Luis Magaña Servín y José Sánchez del Río.

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