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El ser y la nada para niños

Enciclopedia para niños

El ser y la nada: Ensayo de ontología fenomenológica (en francés: L'Être et le néant: Essai d'ontologie phénoménologique) es un libro importante escrito en 1943 por el filósofo francés Jean-Paul Sartre. En esta obra, Sartre explica sus ideas filosóficas que forman la base de su pensamiento, conocido como existencialismo. El libro trata sobre temas como la conciencia (nuestra capacidad de darnos cuenta de las cosas), cómo percibimos el mundo, las relaciones entre las personas en la sociedad, el autoengaño, la idea de la "nada" y la libertad de elegir.

Mientras estuvo prisionero de guerra entre 1940 y 1941, Sartre leyó el libro El ser y el tiempo (1927) del filósofo Martin Heidegger. Este libro usaba un método llamado fenomenología para estudiar la ontología (el estudio del ser o la existencia). Sartre dijo que este libro de Heidegger cambió el rumbo de sus propias investigaciones filosóficas. Aunque Heidegger lo influyó, Sartre no creía que las personas pudieran alcanzar una "plenitud" total como otros pensadores sugerían.

Sartre pensaba que los seres humanos siempre buscan una especie de "completitud" o perfección, algo que muchas religiones y filósofos asocian con la idea de Dios. Nacemos en un cuerpo físico, en un universo material, y así nos encontramos existiendo. Basándose en la idea del filósofo Edmund Husserl de que la conciencia siempre es "conciencia de algo", Sartre desarrolló la idea de que no hay una parte "oculta" de nosotros mismos dentro de nuestra conciencia. Por eso, Sartre criticó algunas ideas de Sigmund Freud, argumentando que la conciencia siempre es consciente de sí misma.

El Ser y la Nada es considerado el libro de filosofía más importante del existencialismo de Sartre y su contribución más influyente, a pesar de la influencia de Heidegger. Una de las ideas más destacadas del libro es que "el ser humano, al estar destinado a ser libre, carga con todo el peso del mundo; es responsable del mundo y de sí mismo por cómo elige vivir". Sartre también presenta el concepto de mala fe y explora profundamente la idea de la nada. Sin embargo, el libro ha recibido críticas, especialmente por no aceptar la idea de Freud sobre el inconsciente, ya que Sartre la consideraba inconsistente.

Orígenes de las ideas de Sartre

René Descartes y la existencia

El existencialismo de Sartre comienza con una idea similar a la del filósofo René Descartes: lo primero de lo que podemos estar seguros es de que existimos, incluso si dudamos de todo lo demás. Esto se resume en la famosa frase de Descartes: "Pienso, luego existo" (Cogito ergo sum). En la novela de Sartre La Náusea, el personaje principal siente una especie de mareo o asombro ante su propia existencia, no por pensar, sino por las cosas que lo rodean. Este sentimiento surge al darse cuenta de la libertad y la responsabilidad de darle sentido a la realidad.

Sin embargo, Sartre se diferencia de Descartes en un punto clave: Sartre no cree que el conocimiento sea lo más importante. Él dice que "la existencia precede a la esencia", lo que significa que primero existimos y luego, a través de nuestras acciones y elecciones, definimos quiénes somos.

Edmund Husserl y la conciencia

Muchas ideas importantes en El Ser y la Nada se basan en la fenomenología de Edmund Husserl. Para ambos filósofos, la conciencia siempre es "intencional", lo que significa que siempre es "conciencia de algo". Por ejemplo, no solo "somos conscientes", sino que "somos conscientes de un árbol", "somos conscientes de un pensamiento", etc. Para Sartre, esta intencionalidad implica que no hay un "yo" oculto dentro de la conciencia (como el "ego trascendental" de Husserl). Un "yo" debe ser algo externo a la conciencia para que la conciencia pueda ser consciente de él.

Ideas principales del libro

En la introducción, Sartre presenta su propia teoría sobre la conciencia, el ser y los fenómenos. Para ello, analiza y critica las ideas de filósofos anteriores, como Husserl y Heidegger, así como de idealistas, racionalistas y empiristas. Según Sartre, uno de los mayores logros de la filosofía moderna es la fenomenología, porque demostró que no existen "mundos ocultos" o naturalezas secretas de las cosas (como la idea de Immanuel Kant del noúmeno). La fenomenología, dice Sartre, ha eliminado la ilusión de estos mundos ocultos.

A partir de su análisis de los fenómenos (las cosas tal como se nos aparecen), Sartre describe dos tipos de ser:

  • El ser en sí: Es el ser de las cosas, de los objetos que no tienen conciencia. Es algo que los seres humanos solo pueden intentar comprender.
  • El ser para sí: Es el ser de la conciencia, es decir, nuestra propia existencia consciente.

La nada y su origen

Desde el punto de vista de Sartre, la "nada" no es solo un error o una idea mental, sino una parte real de nuestra experiencia. Por ejemplo, la ausencia de un amigo o la falta de dinero nos muestran que la "nada" existe. Es parte de la realidad. En el primer capítulo, Sartre desarrolla una teoría de la nada que es fundamental para todo el libro, especialmente para entender la mala fe y la libertad.

Para Sartre, la nada no es solo un concepto mental que usamos para decir cosas negativas como "Pedro no está aquí" o "No tengo dinero". Aunque la "no existencia" siempre aparece cuando tenemos una expectativa humana, la "nada" concreta es diferente de una simple inexistencia abstracta (como un "círculo cuadrado", que no puede existir). Una "nada" concreta, como no poder ver, es parte de una situación completa: la vida de una persona ciega en el mundo. Esta situación se ve modificada por la "nada" que forma parte de ella.

En la relación entre la conciencia y el mundo (lo que Heidegger llamó "ser-en-el-mundo"), ambos pueden verse por separado, pero solo existen como un todo. Cuando los humanos hacemos preguntas, nos distanciamos del mundo. Toda pregunta abre la posibilidad de una respuesta negativa, de un "no-ser", por ejemplo: "¿Quién entra? Nadie". Para Sartre, así es como la "nada" puede existir. El "no-ser" no puede ser parte del "ser en sí" ni un complemento de este. El "ser para sí" (nuestra conciencia) es el origen de la negación. La relación entre nuestra conciencia y las cosas es que nuestra conciencia las cuestiona. Al traer la "nada" al mundo, la conciencia no destruye el ser de las cosas, sino que cambia su relación con ellas.

La mala fe: el autoengaño

Sartre describe la mala fe como el autoengaño sobre nuestra propia realidad humana. Puede presentarse de dos maneras: 1. Hacernos creer falsamente que no somos algo que en realidad sí somos. 2. Considerarnos como un objeto (por ejemplo, creer que somos idénticos a nuestro trabajo) y, de esta forma, negar nuestra propia libertad.

Esto significa que, si eres camarero o tendero, la mala fe sería creer que tu papel social es lo mismo que tu existencia como ser humano. Vivir una vida definida solo por tu ocupación, clase social, origen o situación económica es la esencia de la "mala fe". Es una condición en la que las personas no pueden ir más allá de sus situaciones para entender lo que realmente son (seres humanos libres) y lo que no son (solo un camarero, un tendero, etc.). También es importante que un ser humano entienda que la negación nos permite entrar en lo que Sartre llama la "gran corriente humana". Esta "gran corriente humana" surge de la comprensión única de que la "nada" es un estado mental en el que podemos convertirnos en cualquier cosa que deseemos, en relación con nuestra situación.

La diferencia entre nuestra existencia y la forma en que nos proyectamos (nuestra identidad) reside en la esencia de los seres humanos, que son arrastrados por su propia condición, su "mala fe". Un ejemplo que usa Sartre es el de un camarero que cumple con todos los deberes, tradiciones y expectativas de su trabajo:

¿Qué somos entonces si tenemos la obligación constante de convertirnos en lo que somos, si nuestro modo de ser es tener la obligación de ser lo que somos? Consideremos a este camarero del café. Su movimiento es rápido y directo, un poco demasiado preciso, un poco demasiado rápido. Se inclina hacia adelante con demasiada vehemencia; su voz, sus ojos, expresan un interés demasiado solícito para el pedido del cliente. Finalmente regresa, intentando imitar en su andar la rigidez inflexible de una especie de autómata mientras lleva su bandeja con la temeridad de un equilibrista, poniéndola en un equilibrio perpetuamente inestable, perpetuamente roto, que perpetuamente restablece con un ligero movimiento de brazo y mano. Todo su comportamiento nos parece un juego. Se dedica a cambiar sus movimientos como si fueran mecanismos, uno regulando al otro; sus gestos e incluso su voz parecen ser mecanismos; se da la rapidez y la despiadada rapidez de las cosas. Está jugando, se está divirtiendo. Pero ¿a qué está jugando? No hace falta mirar mucho para entenderlo: está jugando a ser camarero en un café. No hay nada ahí que nos sorprenda.

Sartre también menciona que, para salir de la mala fe, uno debe entender que su propia existencia y la forma en que se presenta al mundo están claramente separadas y bajo su control. Esta separación es una forma de la "nada". La "nada", en el contexto de la mala fe, es la negación interna que separa nuestra existencia pura de nuestra identidad, y por eso estamos sujetos a vivir nuestras vidas de una manera similar. Un ejemplo es "algo que es lo que es" (existencia) y "algo que es lo que no es" (un camarero definido solo por su profesión).

Sin embargo, Sartre se opone a definir la mala fe solo en términos de "posiciones sociales". Él dice: "Nunca soy ninguna de mis actitudes, ninguna de mis acciones". El buen orador es quien finge hablar porque no puede hablar de otra manera. Esto significa que, al igual que el camarero, el orador no es su condición o su categoría social, sino un orador que está inmerso en la mala fe. Por lo tanto, debemos darnos cuenta de lo que somos (seres que existen) y de lo que no somos (una preocupación social o histórica) para superar la mala fe. Sin embargo, los seres humanos deben mantener un equilibrio entre su existencia, sus roles y la "nada" para vivir de forma auténtica.

Además, un principio importante de la mala fe es que debemos actuar con cierta "buena fe" para aprovechar nuestro papel y alcanzar una existencia auténtica. El verdadero entendimiento de la mala fe reside en comprender que el papel que desempeñamos es una mentira. Vivir y proyectarse hacia el futuro como un proyecto personal, evitando la mala fe y viviendo según la propia voluntad, es vivir la vida con autenticidad.

Una de las implicaciones más importantes de la mala fe es que cuestiona la ética tradicional. Ser una persona "moral" a menudo significa negar nuestros impulsos auténticos (todo lo que nos hace humanos) y permitir que la voluntad de otra persona influya en nuestras acciones. Para Sartre, ser una persona "moral" de esta manera es una de las formas más graves de mala fe. Él la describe como "la fe de la mala fe", que, en su opinión, es y no debería ser la esencia de la existencia. Sartre tenía una visión muy crítica de la ética convencional, considerándola una herramienta para controlar a las personas.

La mala fe también surge cuando las personas empiezan a ver su vida como una serie de eventos pasados. Al ver el "yo" como era antes, en lugar de como es ahora, se termina negando el "yo" actual y reemplazándolo por un "yo" pasado que ya no existe.

La mirada de los demás

La posible presencia de otra persona hace que uno se vea a sí mismo como un objeto y perciba su propio mundo tal como lo ve el otro. Esto no ocurre desde un lugar específico fuera de uno mismo, sino que es una forma de reconocer la existencia de otras personas con su propia perspectiva.

Esta transformación se entiende mejor cuando uno ve un maniquí y por un momento lo confunde con una persona real.

  • Mientras creen que es una persona, su mundo cambia. Los objetos ahora tienen aspectos que pertenecen a la otra "persona" y que, por lo tanto, les resultan desconocidos. Durante este tiempo, no se puede tener una subjetividad total. El mundo es ahora el mundo de la otra "persona", un mundo ajeno que ya no proviene de uno mismo, sino del otro. La otra "persona" es una "amenaza para el orden y la organización de todo tu mundo... Tu mundo se ve de repente influenciado por los valores del Otro, sobre los cuales no tienes control".
  • Cuando se dan cuenta de que es un maniquí y no una persona real, el mundo parece volver a la normalidad y se encuentran de nuevo en el centro de su universo. Esto los devuelve a un estado de ser en el que no están pensando en sí mismos, como "el ojo de la cámara que siempre está presente pero nunca se ve". La persona está ocupada, demasiado ocupada para la autorreflexión. Este proceso es continuo, inevitable e ineludible.

Ser para los demás

Sartre dice que muchas relaciones se forman no por la atracción que sienten las personas hacia otra, sino por cómo esa persona las hace sentir sobre sí mismas a través de su "mirada". Este es un estado en el que la persona evita experimentar su propia forma de ser al identificarse con la mirada del otro. La consecuencia es el conflicto. Para mantener su propia existencia, uno debe controlar al otro, pero también debe controlar su libertad. Estas relaciones son una manifestación profunda de mala fe, ya que la propia conciencia se reemplaza por la libertad del otro. El propósito de cada persona no es existir, sino mantener la mirada del otro. Este sistema a menudo se llama erróneamente "amor", pero en realidad, es una forma de perder la propia libertad a través del conflicto con el otro. Sartre cree que a menudo se crea como una forma de hacer soportable la angustia de la relación de una persona con su "facticidad" (todos los detalles concretos que limitan la libertad humana, como el lugar de nacimiento y el tiempo).

La nada en la existencia humana

Sartre sostiene que la existencia humana es un misterio en el que cada uno de nosotros existe, mientras vive, en una condición general de "no-cosificación" (no ser una cosa), lo que, en última instancia, permite la conciencia libre. Sin embargo, al mismo tiempo, dentro de nuestro "ser" (en el mundo físico), estamos obligados a tomar decisiones conscientes y continuas.

Esta división es lo que causa angustia, porque la elección (nuestra forma de ser) representa un límite a la libertad dentro de un amplio rango de pensamiento. Por eso, los humanos a menudo buscamos escapar de nuestra angustia a través de acciones, como sueños o visiones, diseñadas para guiarnos hacia un propósito, como la necesidad o el destino. Así, al vivir nuestras vidas, a menudo nos convertimos en "actores" sin darnos cuenta —ciudadanos, trabajadores, etc.—, cada uno haciendo lo que debe para cumplir el destino de los personajes que elegimos.

Sin embargo, Sartre argumenta que nuestras decisiones conscientes (que a menudo llevan a acciones inconscientes) contradicen nuestra libertad intelectual. Pero estamos atados al mundo físico y condicionado, donde siempre se requiere algún tipo de acción. Esto lleva a "sueños fallidos de realización", como los describió Sartre, porque inevitablemente somos incapaces de unir la pureza y espontaneidad del pensamiento con la acción, que es más restrictiva; entre el "ser" y la "nada" que coinciden en nuestra existencia.

La propuesta de Sartre para alcanzar la "plenitud" es escapar de todas las búsquedas "completándolas". Esto se logra imponiendo un orden estricto a la "nada", usando el "espíritu de seriedad" y describiendo el fracaso como "mala fe" o "falsa conciencia". Aunque la conclusión de Sartre parece ser que el ser disminuye ante la nada, ya que la conciencia probablemente se basa más en la espontaneidad que en la estabilidad, él sostiene que cualquier persona seria está "obligada" a una lucha continua entre dos cosas:

a) El deseo consciente de autorrealización pacífica a través de acciones físicas y roles sociales, como si viviéramos dentro de un retrato que uno pinta activamente de sí mismo.
b) La espontaneidad más pura y fuerte de la conciencia "de la nada", de ser instantáneamente libre para cambiar los propios roles, romper con lo establecido y emprender nuevos caminos.

Ontología fenomenológica

Según Sartre, la conciencia no tiene sentido por sí misma: surge solo como percepción de objetos. Por lo tanto, la conciencia es siempre y esencialmente "conciencia de algo", ya sea este "algo" una cosa, una persona, un objeto imaginario, etc. Los filósofos que estudian la fenomenología suelen llamar a esta cualidad de la conciencia "intencionalidad". La contribución de Sartre es que, además de ser siempre "conciencia de algo", la conciencia es siempre "conciencia de sí misma". En otras palabras, toda conciencia es, por definición, "autoconciencia". Por "autoconciencia", Sartre no se refiere a ser consciente de uno mismo como un objeto (por ejemplo, el propio "ego"), sino a que, como fenómeno en el mundo, la conciencia aparece y se muestra "a sí misma" al mismo tiempo. Al mostrarse a sí misma, Sartre argumenta que la conciencia es completamente transparente; a diferencia de un "objeto" común (una casa, por ejemplo, de la cual es imposible ver todos los lados al mismo tiempo), la conciencia "ve" todos sus aspectos a la vez. Esta cualidad de la conciencia, que no se limita a una posición, es lo que la convierte en un tipo de ser único, un ser que existe "para sí mismo".

Términos especiales usados por Sartre

Aquí te explicamos algunos términos importantes que Sartre usa en su libro, basados en la edición en inglés:

  • Ser (être): Incluye tanto el Ser en sí como el Ser para sí. El Ser es objetivo, no depende de una persona o de su forma de pensar.
  • Ser en sí (être-en-soi): Es el ser de las cosas que no tienen conciencia. Es el tipo de fenómeno que va más allá de lo que podemos conocer de él.
  • Ser para sí (être-pour-soi): Es la conciencia. Se concibe como la ausencia de Ser, el deseo de Ser, la relación con el Ser. El Ser para sí trae la "Nada" al mundo y, por lo tanto, puede distinguirse del Ser y formar actitudes hacia otros seres al ver lo que no es.
  • Ser para otros (être-pour-autrui): Aquí surge una nueva dimensión en la que el "yo" existe como un objeto para los demás. Cada Ser para sí busca recuperar su propio Ser haciendo del otro un objeto.
  • Conciencia: Es el Ser para sí que va más allá de sí mismo. Sartre dice que "La conciencia es un ser tal que, en su ser, su ser está en cuestión en la medida en que este ser implica un ser distinto de ella misma".
  • Existencia: Es el Ser para sí de forma concreta, individual, aquí y ahora.
  • La existencia precede a la esencia: Significa que nuestra existencia como seres conscientes viene primero, y luego, a través de nuestras elecciones y acciones, definimos quiénes somos (nuestra esencia).
  • Facticidad (facticité): En términos generales, son los hechos sobre el mundo. Más precisamente, es la conexión necesaria del Ser para sí con el Ser en sí, con el mundo y con su propio pasado.
  • Libertad: Es la esencia misma del Ser para sí, que está "condenado a ser libre". Debe elegirse a sí mismo constantemente y, por lo tanto, crearse a sí mismo.
  • Nada (néant): Aunque no tiene ser, se apoya en el ser. Viene al mundo a través del Ser para sí.
  • Reflexión (reflet): La forma en que el Ser para sí crea su propia "nada" a través de la relación entre "el que refleja" y "lo reflejado".
  • Reflexión (réflexion): La conciencia intentando convertirse en su propio objeto.

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Being and Nothingness Facts for Kids

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El ser y la nada para Niños. Enciclopedia Kiddle.