Cerro de las Cabezas para niños
El Cerro de las Cabezas es un yacimiento arqueológico muy importante de la cultura íbero-oretana. Se encuentra a unos 8 kilómetros al sur de la ciudad de Valdepeñas, en la provincia de Ciudad Real, España. Este lugar está sobre un cerro de unos 800 metros de altura.
La ciudad antigua ocupaba la cima y la parte este del cerro. Una parte de esta zona fue afectada por la construcción de la autovía del Sur (A-4), que conecta Madrid con Andalucía.
El Cerro de las Cabezas estuvo habitado desde el siglo VI hasta el II a. C. Era una ciudad protegida por una muralla. Aún se pueden ver los cimientos de las casas y la base de la muralla exterior. Estas bases estaban hechas con grandes bloques de piedra que encajaban muy bien. Encima de estas bases, las paredes se construían con adobe, un material hecho de barro, que ya no se conserva. La ubicación de la ciudad era estratégica. Permitía controlar la ruta entre el valle del Guadalquivir (Andalucía) y la Meseta Sur.
Es importante saber que este lugar no es la antigua ciudad de Edeba, como a veces se ha pensado. La ciudad de Edeba se menciona en una inscripción romana encontrada en otro lugar cercano.
Contenido
¿Cómo se descubrió y excavó el Cerro de las Cabezas?
Primeras exploraciones y el impacto de la autovía
Las excavaciones arqueológicas en el Cerro de las Cabezas comenzaron con pequeñas pruebas en 1984 y 1985. Contaron con el apoyo de un instituto local. Sin embargo, el gran impulso llegó en 1986, debido a la construcción de la autovía del Sur. Se realizaron dos campañas intensas que confirmaron lo importante que era este lugar. Gracias a esto, se cambió el trazado de la autovía. Así se lograron conservar unos 20.000 metros cuadrados del yacimiento.
Avances en la excavación y conservación
La segunda fase de excavación empezó en 1995. Fue un trabajo conjunto entre la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Ayuntamiento de Valdepeñas. En esta etapa, se combinaron la excavación y la conservación de los restos. Los trabajos se centraron en la muralla sur. Allí se encontraron y documentaron muchas estructuras defensivas, incluyendo varios bastiones y una de las puertas principales de la ciudad.
Las campañas de excavación que siguieron han permitido descubrir unos 14.000 metros cuadrados de la ciudad íbera. Esto es solo un 10% de la superficie total del yacimiento. En otra zona excavada, el Área Urbana Norte, la forma de las calles y edificios era diferente a la de la muralla sur.
Desarrollo y visitas al yacimiento
Desde el año 2010, las intervenciones han continuado. El Ayuntamiento de Valdepeñas las ha organizado, a menudo con cursos intensivos de Arqueología. Para facilitar la excavación y restauración, se construyeron infraestructuras. Estas ayudan a complementar y dar vida al Conjunto Arqueológico.
Junto al yacimiento, hay un terreno de 2 hectáreas. Allí, el Ayuntamiento de Valdepeñas ha creado un Centro de Interpretación y la Ciudad Ibérica. Este centro es el punto principal para las visitas. Desde allí, los visitantes pueden aprender sobre el Cerro de las Cabezas y luego recorrer la Ciudad Ibérica.
Lugares de culto y creencias antiguas
Santuarios en la ciudad
Se han encontrado pruebas de la existencia de un santuario en la entrada norte de la ciudad. También se ha sugerido que podría haber un segundo santuario en la muralla sur.
Conexión con otros lugares sagrados
La comunidad del Cerro de las Cabezas seguramente tenía relación con el santuario rupestre del Collado de los Jardines. Este santuario está en Despeñaperros. A él acudían personas de otras ciudades oretanas importantes, como Cástulo o Giribaile.
La necrópolis: un lugar de descanso final
La necrópolis, o cementerio, se encuentra a solo 222 metros al este de las murallas de la ciudad. Es una zona de vega que se ve claramente desde el cerro. Fue descubierta en 2013. Esto ocurrió durante los trabajos para instalar una línea eléctrica de alta tensión. Hasta ese momento, solo se habían encontrado algunos enterramientos dentro del poblado, pero no un área funeraria grande asociada a él.
En esta zona se encontraron 14 tumbas de incineración. También se hallaron dos construcciones relacionadas con el funcionamiento de la necrópolis. Una era un ustrinum, un lugar donde se quemaban los cuerpos. La otra era un túmulo, una especie de montículo, que contenía seis de las tumbas. Las demás tumbas estaban enterradas alrededor de estas construcciones.
La Tumba 1 es la mejor conservada. Contenía una urna con restos cremados y objetos personales. Entre ellos había fusayolas (para hilar), fíbulas (broches), armas y recipientes de cerámica. Lo especial de esta tumba es que tenía objetos importados. Por ejemplo, una placa de cerámica romana de Italia, que data de entre el 15 y el 40 d.C. Esto nos da información valiosa sobre los rituales funerarios y las costumbres de la época romana e íbera. El hallazgo de una urna funeraria con restos incinerados sugiere que el rito íbero de incineración se seguía practicando en los primeros años de nuestra era en el sur de la Meseta. Además, la presencia de objetos como armas indica que la persona enterrada podría haber sido importante o tener un alto estatus social.
Materiales y técnicas de construcción
Materiales locales y traídos de lejos
El yacimiento del Cerro de las Cabezas muestra las mismas características que el resto del mundo íbero en cuanto a materiales y técnicas de construcción. Los materiales principales eran piedras como la cuarcita local, así como el adobe y el tapial (tierra compactada). También usaban refuerzos de materiales vegetales.
La mayoría de los materiales se obtenían del mismo cerro. Por eso, se usaba mucho la cuarcita y otras piedras de la zona. Sin embargo, también hay materiales que fueron traídos de otros lugares. Un ejemplo es el suelo completo de una casa hecho de pizarra verde. Se cree que esta pizarra pudo haber sido extraída de Sierra Morena. Esto sugiere que esa casa era importante, debido a la distancia desde donde se trajo el material. El pueblo oretano era muy hábil en la alfarería. Prueba de ello es el uso extendido del adobe y el tapial, hechos con el barro del río Jabalón.
Técnicas de construcción y diseño de las viviendas
Las bases de las construcciones eran de mampostería de piedra. Encima de estas, se usaban materiales más frágiles como el tapial o materiales vegetales. La mayoría de los muros eran macizos y bastante gruesos. Estaban diseñados para retener el calor. Además, a menudo se pintaban con pigmentos rojos o blancos.
Las únicas aberturas en los muros eran las puertas. Estas estaban hechas de tablones de madera unidos a un tronco que servía de eje. Este tronco se conectaba a los dinteles de madera en la parte superior de la puerta. Los techos eran planos. Primero se colocaban vigas de troncos para sostener un techo de cañas. Luego, este se cubría con una capa vegetal, a veces hecha de pieles para hacerla impermeable. Para dar más estabilidad a las viviendas, a menudo se usaban troncos verticales en medio de las habitaciones como pilares. Los suelos, en su mayoría, eran de tierra, al igual que las calles. Sin embargo, algunas casas tenían suelos de piedra o incluso de la pizarra verde mencionada antes.
Estampillas: un arte único en la cerámica
Decoración especial en la cerámica íbera
En la producción de cerámica del Cerro de las Cabezas, además de otras decoraciones íberas, se han encontrado unas estampillas. Estas son marcas o dibujos impresos en las piezas. Se cree que se hacían con herramientas de origen vegetal o animal, como astas de ciervo. Estas herramientas tendrían en un extremo la forma del dibujo que se quería representar. Al presionarlas sobre la cerámica antes de que se secara y cociera, el dibujo quedaba grabado.
Esta forma de decoración con estampillas solo se ha visto en este yacimiento del Cerro de las Cabezas dentro del mundo íbero. Esto hace pensar a los investigadores que fue algo único de este poblado. O quizás, aún no se han encontrado muestras en otros lugares.
Origen y significado de las estampillas
Las posibles razones de esta decoración podrían ser el contacto con el mundo oriental. Esto pudo ocurrir a través del comercio con el pueblo Fenicio. Los íberos pudieron adoptar parte de su cultura debido a esta influencia. Otra teoría es que surgió de forma local en el pueblo Oretano. Aunque solo se ha encontrado en este yacimiento, está presente en la mayoría de las piezas. Se han descubierto más de cien estampillas hasta ahora.
Entre las muchas variantes de figuras, algunas se repiten mucho. Por ejemplo, elementos geométricos y flores, destacando la flor de loto de cinco puntas. En el mundo fenicio, esta flor representa a la diosa Astarté. También hay seres fantásticos, como el "carnicero" (una figura que podría ser un lobo o un león, pero no se sabe con certeza) o lo que se cree que es un grifo. Este grifo podría estar relacionado con un anillo encontrado en el mismo yacimiento, que muestra un grifo con tres estrellas. Esto tiene cierta similitud con el símbolo usado en las monedas de la ciudad íbera de Cástulo.
El significado de estas figuras sigue siendo un tema de debate entre los expertos. Las teorías más probables sugieren que son simplemente un tipo de decoración. Sin embargo, no se descarta que pudieran ser una marca de autoría, de propiedad, o incluso una forma simple de comunicación.
La sociedad del Cerro de las Cabezas
Organización social y roles
Aunque no hay estudios específicos sobre la sociedad del Cerro de las Cabezas, se cree que era similar a otras sociedades íberas. El lugar estuvo habitado por muchos siglos, lo que implicó cambios sociales que se pueden ver en los restos arqueológicos. Las excavaciones recientes nos dan una idea de cómo era la sociedad en ese momento.
Se han encontrado varias casas que podrían haber pertenecido a familias importantes. Esto sugiere que había una jerarquía social, con grupos de élite que tenían poder sobre otras clases. Debajo de ellos, había hombres libres como artesanos, alfareros, ganaderos y guerreros. Sin embargo, la mayoría de la población estaba formada por campesinos. Y por debajo de ellos, estaban los esclavos y sirvientes. Algunos campesinos incluso vivían en chozas fuera de las murallas.
La presencia de la muralla y sus torres de vigilancia alrededor del poblado indica que era una sociedad guerrera. Las armas encontradas en los enterramientos de hombres de alto estatus social también confirman esta relación con la guerra.
Urbanismo y economía
La ciudad tenía un diseño planificado y complejo. Incluía la organización de las calles y de las zonas de producción. También se creaban obras públicas. En este lugar se han identificado varios almacenes para guardar grano. Esto demuestra un alto nivel de organización, quizás centralizada, de los recursos.
Las casas estaban muy bien preparadas. Tenían diferentes habitaciones, como la cocina, y dentro de ellas, elementos importantes como los hornos. Aunque las casas individuales tenían hornos, también existían hornos comunales. Estos tenían varias funciones: servían como lugar de reunión para las mujeres del poblado y también para aquellas que no tenían horno en casa.
Este poblado albergó a trabajadores muy especializados y con un gran nivel tecnológico. Se han encontrado diferentes tipos de hornos según el material que se fuera a cocer (cerámica, metal o pan). También había distintos tipos de molinos: para uva, aceituna o cereal.
La economía del cerro se basaba en la agricultura de secano y en la cerámica. Los comerciantes eran importantes, vendiendo su cerámica y usando el cereal que cultivaban como moneda de cambio. El Cerro de las Cabezas estaba en una zona principal de paso para rutas comerciales. Era un punto de parada para los viajeros. Los habitantes se beneficiaban de estas rutas, estableciendo conexiones directas con pueblos cercanos e indirectas con comunidades del Mediterráneo.
Roles de género
En cuanto a los roles de género, y extrapolando al mundo íbero en general, los hallazgos confirman una distinción en los enterramientos. Los hombres se relacionaban con la guerra y las mujeres con el cuidado personal. Aunque había algunas excepciones, como la famosa Dama de Baza. No se tiene mucha información sobre las actividades cotidianas. Las mujeres trabajaban y vivían en el ámbito doméstico, pero también participaban en la vida pública, como se ve en representaciones de danzas rituales.
El entorno natural del Cerro de las Cabezas
Según varios estudios, en la época en que se establecieron las poblaciones en el Cerro de las Cabezas, el clima era similar al actual. Era un clima mediterráneo con inviernos suaves y lluviosos, y veranos cálidos y secos. Sin embargo, durante la Edad del Bronce, hubo un aumento de la sequedad en la zona debido a cambios climáticos.
La vegetación principal en esa época era la encina y el alcornoque. Esto sugiere la presencia de bosques y que se aprovechaban sus recursos, como la madera para construir viviendas y herramientas. También se han encontrado pruebas de olivos y viñedos, además de cultivos como la cebada y el trigo. Esto indica una agricultura más desarrollada, con la transformación de alimentos para obtener vino o aceite.
También se han encontrado restos de vegetación salvaje, como esparragueras o higueras. Se cree que algunas de estas plantas se usaban con fines medicinales. En el yacimiento, se pueden ver parcelas con grava amarilla que indican dónde se cultivaba trigo o cereales.
En cuanto a la fauna, se han hallado restos de animales domésticos, como vacas, cerdos y ovejas. También de animales salvajes, como ciervos, jabalíes, uros (antepasados del toro), caballos y conejos. Estos animales se cazaban y se comían. Esto muestra que la economía de las poblaciones del Cerro de las Cabezas era mixta. Combinaban la ganadería con la caza y la recolección.
Sobre la explotación de los recursos naturales, se han encontrado pruebas de la extracción de minerales como el cobre y el hierro. Esto sugiere la existencia de una economía basada en la metalurgia. Además, también hay evidencia de la producción de cerámica en grandes hornos, como los que se encuentran en el yacimiento, y la elaboración de textiles.