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Alonso de Salazar y Frías para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Alonso de Salazar y Frías
Alonso de Salazar y Frías.jpg
Alonso de Salazar y Frías, ilustración de Ricardo Sánchez «Risconegro Creatividad»
Información personal
Nacimiento 1564
Burgos (España)
Fallecimiento 9 de enero de 1636
Madrid (España)
Religión Iglesia católica
Educación
Educado en
Información profesional
Ocupación Inquisidor y sacerdote católico
Firma
Alonso Salzar y Frías.jpg

Alonso de Salazar y Frías (nacido en Burgos en 1564 y fallecido en Madrid en 1636) fue un sacerdote y experto en leyes de España. Se hizo conocido por su participación en un tribunal especial llamado la Inquisición española. Su papel fue muy importante en un famoso caso de acusaciones de brujería en 1610, conocido como el caso de las brujas de Zugarramurdi.

Salazar se opuso a creer en las acusaciones de brujería. Gracias a su trabajo y a un informe detallado que envió a la autoridad máxima de la Inquisición, se cambió la forma en que se trataban estos casos en España. Su enfoque ayudó a que la justicia fuera más cuidadosa y escéptica con las denuncias de brujería.

¿Quién fue Alonso de Salazar y Frías?

Alonso de Salazar nació en Burgos en 1564. Su familia era de comerciantes y funcionarios importantes. Estudió leyes de la Iglesia (derecho canónico) en las universidades de Salamanca y Sigüenza. Después de terminar sus estudios, se hizo sacerdote. Trabajó en las diócesis de Jaén y Toledo, bajo las órdenes de un obispo importante.

En 1609, Salazar se unió al Santo Oficio, que era el nombre de la Inquisición española. En julio de 1610, fue enviado al tribunal de Logroño. Allí, otros jueces ya estaban investigando un gran caso de acusaciones de brujería. Estos jueces, Alonso Becerra Holguin y Juan del Valle Alvarado, eran más estrictos que Salazar. Este caso fue uno de los más grandes sobre brujería en España y ocurrió en los pueblos de Zugarramurdi y Urdax, en Navarra.

El caso de las brujas de Zugarramurdi

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Grabado alemán de 1626 que representa una reunión de personas acusadas de brujería.

El caso comenzó antes de que Salazar llegara. Una mujer llamada María de Ximildegui dijo que había participado en reuniones secretas con otras personas de Zugarramurdi. Algunas de las personas acusadas confesaron y, a su vez, acusaron a otras. Las historias que contaban parecían coincidir, lo que convenció al tribunal de que eran verdad. Las descripciones incluían reuniones nocturnas y apariciones extrañas.

En junio de 1610, los jueces decidieron que veintinueve de los acusados eran culpables. Sin embargo, Alonso de Salazar y Frías, que se había unido al tribunal más tarde, no había participado en los primeros interrogatorios. Él votó en contra de condenar a una mujer, María de Arburu, porque no había pruebas suficientes. Después de que se dictaron las sentencias en noviembre de 1611, Salazar empezó a dudar de la culpabilidad de los demás también.

En los meses siguientes, muchas personas en la región comenzaron a acusar a otras de brujería. Las dudas de Salazar fueron apoyadas por otros líderes religiosos importantes, como el obispo de Pamplona, Antonio Venegas y Figueroa. Ellos pensaban que las confesiones se debían a la superstición y la falta de educación.

La investigación de Salazar

Por estas dudas, el Consejo de la Inquisición le pidió a Salazar que visitara las montañas de Navarra. Su misión era recoger información y testimonios directamente, sin forzar a nadie a confesar ni amenazarlos. Desde mayo de 1611, Salazar pasó casi ocho meses recorriendo la zona.

Recogió miles de testimonios, pero encontró que eran inconsistentes y se contradecían. No pudo encontrar ninguna prueba sólida de que las reuniones secretas hubieran ocurrido. Los testigos se contradecían, y supuestos ungüentos o pociones resultaron ser falsos. En un informe, Salazar escribió que no había encontrado ninguna prueba real de actos de brujería. Dijo que las declaraciones de los supuestos testigos no debían ser la única prueba.

En su informe final de 1613, Salazar criticó cómo se había llevado el caso. Dijo que no se habían anotado los cambios en las declaraciones de los acusados ni sus contradicciones. Concluyó que no era posible que los actos de brujería descritos hubieran ocurrido, ya que eran imposibles, como volar por el aire o estar en dos lugares a la vez. También dijo que si el demonio realmente intervenía, sería muy difícil que sus actos fueran denunciados tan fácilmente, incluso por niños pequeños.

Después de revisar el caso a fondo, Salazar se arrepintió de la sentencia que él había firmado. Pensó que se había cometido una "terrible injusticia". En su informe final, escribió que el tribunal había cometido errores al no reconocer la complejidad del asunto y al no registrar bien las declaraciones.

El legado de Salazar y la Inquisición

En 1614, la Inquisición española publicó unas "instrucciones" o reglas obligatorias. Estas reglas seguían las recomendaciones de Salazar y cambiaron la forma en que se juzgaban los casos de brujería. Se incluyeron métodos para obtener testimonios confiables basados en hechos reales, no solo en lo que la gente decía. También se dejó de usar un libro llamado Malleus Maleficarum, que antes era la guía principal sobre brujería, pero se basaba en leyendas.

Además, se siguió la recomendación de Salazar de mantener estos casos en secreto para evitar el miedo y la paranoia. Gracias a su trabajo, hacia 1617, Salazar pudo informar que la paz había vuelto a las tierras de Navarra.

¿Cómo influyó Salazar en el futuro?

El caso de las brujas de Zugarramurdi ocurrió en un momento en que había mucha preocupación por la brujería en Europa, especialmente en el sur de Alemania. Poco antes, en 1609, hubo un gran caso en Francia, cerca de la frontera con España, donde muchas personas fueron condenadas. Esto pudo haber influido en el caso de Zugarramurdi.

La Inquisición española siempre fue un poco escéptica con la brujería. Pero fueron las instrucciones de 1614, inspiradas por Salazar, las que detuvieron los grandes juicios por brujería en España. Desde entonces, la mayoría de las acusaciones de brujería terminaron en absoluciones (declarar inocente) o castigos muy leves. A veces, la Inquisición incluso detuvo procesos iniciados por la justicia civil, como en 1616 en Vizcaya, donde Salazar evitó que se condenara a más personas.

Alonso de Salazar y Frías es recordado como una persona que defendió la razón. Fue reconocido por autores como Gustav Henningsen, quien escribió un libro sobre él llamado "El abogado de las brujas", y Julio Caro Baroja.

Salazar se enfocó en los hechos concretos y en lo que era probable que sucediera. Quería saber el "qué" y el "cómo" de las cosas, dejando a un lado las ideas imaginarias. Buscó información directamente, como un investigador. Él prefería la verdad a la opinión general y la razón a las creencias sin pruebas.

Él escribió que era imposible que una persona "volara por el aire, anduviera cien leguas en una hora, saliera una mujer por donde no cabe una mosca, se hiciera invisible, no se mojara en el río o el mar, estuviera al mismo tiempo en la cama y en una reunión secreta, o que las imágenes lucharan como personas".

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Alonso de Salazar Frías Facts for Kids

Galería de imágenes

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Alonso de Salazar y Frías para Niños. Enciclopedia Kiddle.