Teito para niños
La palabra teito o teitu es un término de la lengua asturleonesa que se usa para describir cualquier cubierta de un edificio hecha con materiales vegetales. Este nombre se utiliza en el oeste de Asturias, en León y en el noroeste de Zamora, así como en algunas zonas del noreste de Portugal. A veces, la palabra "teito" también se usa para referirse al edificio completo que tiene este tipo de cubierta.
Un teito asturiano es parecido a una palloza gallega o leonesa de la zona de Los Ancares, especialmente por su techo vegetal. Sin embargo, se diferencian en la forma y estructura del edificio, su ubicación y cómo está organizado el espacio interior. En Asturias y León se prefiere la palabra "teito", mientras que en Galicia se usa "palloza".
Estas construcciones con teito forman parte de la arquitectura tradicional de la zona. Se usaban para viviendas, pajares (lugares para guardar paja), cabañas para el ganado, hórreos (graneros elevados) y otros edificios pequeños. Con el tiempo, muchas viviendas han desaparecido o se han cambiado mucho. Sin embargo, algunas cabañas, hórreos y pajares han resistido hasta el siglo XXI. Algunas de estas casas se han convertido en museos o se han adaptado para otros usos, como establos.
Contenido
¿De dónde viene la palabra "teito"?
La palabra asturleonesa teito y la castellana techo vienen de la palabra en latín tēctum. En asturleonés, la vocal 'e' cambió un poco, mientras que en castellano, el grupo de letras 'ct' se transformó en 'ch'. En gallego, teito significa "techo".
Historia de las construcciones con teito
Las casas con teito, que formaban pequeñas aldeas temporales o estaban dispersas por Asturias y León, son una evolución de las casas que se construían en los castros (antiguos poblados fortificados). Al principio, estas casas eran redondas, pero luego se empezaron a construir con forma rectangular, como en el resto de la península.
Los arqueólogos han encontrado restos de estas casas antiguas que demuestran su evolución. Por ejemplo, en lugares como El Molá (Tarragona), Purullena (Granada), Crevillente (Alicante) y Caspe (valle del Ebro), se han descubierto asentamientos del primer milenio antes de Cristo.

En Asturias, León y Galicia, estas casas tenían también edificios anexos con teito que se usaban para las tareas agrícolas y ganaderas. Estos edificios nos muestran cómo ha evolucionado la vida rural desde los primeros agricultores. Muchos de ellos han llegado hasta el siglo XXI, mientras que las casas-vivienda originales han desaparecido o se han transformado.
Estos edificios auxiliares (como hórreos y establos) se han conservado gracias a su ubicación en lugares protegidos por la naturaleza. Además, estas zonas no fueron completamente colonizadas por los romanos, por lo que los métodos de construcción antiguos no cambiaron.
Al principio, junto a las casas redondas, había cercados de piedra o madera de hasta 2 metros de altura para guardar el ganado. Con el tiempo, el establo pasó a formar parte de la propia casa, como se ve en las pallozas de Los Ancares. Los arqueólogos creen que esta fue una gran innovación, posiblemente influenciada por el clima y la necesidad de vigilar a los animales, que eran muy importantes para la supervivencia.
En el noroeste de España, los techos vegetales fueron muy comunes hasta el siglo XX. Esto se debe a que son excelentes aislantes térmicos. Un teito puede mantener una temperatura agradable dentro de la casa en invierno (unos 15 °C) y fresca en verano. Un teito bien hecho y reparado puede durar unos veinte años.
El principal problema de los teitos era que podían incendiarse fácilmente. Era común que varios edificios o incluso pueblos enteros se quemaran. Por eso, se crearon reglas para prevenir incendios, como prohibir hacer pan por la noche o revisar hornos y cocinas. Esto también llevó a que, en el siglo XX, los techos de paja fueran reemplazados por losas o tejas en las viviendas.
¿Cómo se conservan los teitos hoy en día?

A principios del siglo XXI, el número de teitos ha disminuido mucho. Son difíciles de mantener, las familias que los cuidaban han desaparecido o se han ido, y su uso original ya no es tan necesario. La emigración también ha reducido el cultivo de centeno, que es el material principal para reparar los teitos. Por ejemplo, en la comarca leonesa de Omaña, muchos teitos se cubrieron con fibrocemento a partir de los años 70.
Sin embargo, desde finales del siglo XX, ha crecido el interés por conservar estos teitos. Tanto los descendientes de los propietarios como las autoridades y expertos están trabajando en ello. Este interés se concentra en Asturias, especialmente en Somiedo y Teverga, donde hay muchos conjuntos de cabañas con teito bien conservadas. La creación del Parque Natural de Somiedo, que también es Reserva de la Biosfera, ha ayudado a valorar y proteger estas cabañas antiguas.
Algunos ayuntamientos, como el de Somiedo y Cangas de Narcea, ofrecen ayudas económicas. En 2007, Somiedo ayudó a 373 teitos. El mayor problema es la falta de teitadores (personas que saben construir y reparar teitos), ya que es un oficio que está desapareciendo.
¿Quiénes son los teiteros y qué materiales usan?
Los teiteros o teitadores son las personas que saben cómo reparar y construir los techos de paja de casas, cabañas y hórreos. Antes, solían ser los propios dueños o quienes trabajaban para ellos. Hoy en día, además de conseguir ayudas, reúnen a la familia y a veces a los vecinos para ayudar, en una práctica antigua de colaboración llamada andecha.
El material vegetal se coloca sobre una estructura de madera muy resistente, a menudo de avellano o serbal. Esta estructura tiene un vocabulario propio, con nombres específicos para cada pieza.
Generalmente, se usa la paja de la propia cosecha o plantas que crecen en la zona. Esto ocurre no solo en España y Portugal, sino en toda Europa donde hay teitos. Por ejemplo, en Inglaterra usan triticale, en Irlanda avena, en Escocia paja de cereales y juncos, y en Alemania carrizos.
En el oeste de Asturias y en Los Ancares, donde se cultiva cereal, se prefiere la paja de centeno. En zonas ganaderas, donde hay más pastos, se usa la escoba, el piorno y otros arbustos. En las cabañas de Somiedo, se usa mucho la escoba negra y la retama blanca, así como el brezo.
Los teiteros asturianos prefieren el centeno por su resistencia. Tradicionalmente, el centeno se sembraba en otoño y se recogía en junio o julio con una hoz, cortándolo cerca del suelo. Con la paja se hacían manojos, y luego se separaba el grano. Antiguamente, esto se hacía golpeando los manojos con un mayal. Después, se seleccionaba la mejor paja, sin roturas ni suciedad, para formar manojos llamados colmos o cuelmos. La separación del grano era una fiesta en el pueblo. También se preparaban cuerdas especiales de paja, llamadas bincayos, venceyas o bilortas, para atar los colmos a la estructura de madera.
Después de toda esta preparación, los teiteros instalaban la paja usando dos técnicas: a paleta y a beu. Este proceso se ha transmitido de generación en generación.
El teitado a paleta es más difícil y caro, pero más duradero. Se usa una herramienta de madera con forma de espada para alisar la paja. Los colmos se colocan hacia arriba sobre la estructura de madera, dejando un alero para proteger de la lluvia. Se cubren las espigas de los manojos anteriores. Para unir, se usan unos palos llamados tornos. La parte inferior se iguala con la paleta. Si quedan huecos, se rellenan con más paja. A veces, en la parte superior del cono, se coloca un pote (olla) al revés para sujetarlo. Las pallozas y hórreos de Los Ancares leoneses usan esta técnica.
El teitado a beu (también llamado a baguna o a vara) es más económico y fácil, ya que no es necesario reemplazar toda la paja. Los colmos se sujetan con unas correas trenzadas de brezo o avellano, llamadas beu, que se colocan en círculos sobre la paja. A veces cubren todo el teito, y otras veces solo una parte. Esto protege el techo del viento. La parte superior se remata con sogas de paja y retama.
El teitado de escoba es muy valorado por su duración. Se aplica sobre una base de brezo. Los manojos de escoba negra o retama blanca se cortan tradicionalmente en cuarto menguante, lo que asegura que duren más de doce años. Estos manojos se llaman feixes. No se usan herramientas especiales, solo la hoz y escaleras. Los teiteros hacen una soga llamada cibiella para atar los haces. El trabajo comienza por abajo, subiendo en franjas verticales. Los manojos se colocan con el tallo hacia arriba y la rama hacia abajo, clavándolos bien apretados. Los techos de escoba pueden tener medio metro de grosor, siendo más gruesos en la parte delantera para proteger del clima. Este trabajo se hace en tiempo seco.
Las cabañas de escoba, al ser rectangulares, tienen un remate especial en la parte superior donde se unen los dos lados del techo. Los remates del cume (cumbrera) se hacen con cuatro técnicas:
- Sujeción con zancas y yugos: Las zancas son ramas gruesas o tablones que se colocan sobre el techo y se sujetan en la cumbre con travesaños llamados yugos. Este sistema también se usa en el norte de Europa.
- Sujeción con gabitos: Son palos con forma de horquilla de metro y medio que se clavan en la retama, sujetando unos palos largos llamados llatas que protegen la cumbrera. Se colocan inclinados para que la lluvia resbale.
- Sujeción con tapinos de hierba (tepes): Son cuadrados de hierba muy compacta con raíces, de unos 10 cm de grosor y 60x50 cm. Se usan sobre todo en los chozos.
- Sujeción con tuerus: Son cortezas de haya que protegen la parte más alta del techo.
Teitos en León y Galicia
Las Pallozas
El mayor conjunto de teitos en León, y el más estudiado, son las pallozas de la comarca de Los Ancares. Las pallozas son casas circulares muy antiguas, con origen en las casas redondas de los castros. En ellas, las personas y los animales domésticos vivían bajo el mismo techo, en un único espacio.
La zona de vivienda es amplia, aunque más pequeña que la del establo. En el centro o a la derecha está el fuego, y el humo se escapa por las rendijas del techo. Antiguamente, el fuego se mantenía encendido día y noche, una costumbre que también existía en Escocia y otros lugares de Europa. Las pallozas se parecen a las antiguas casas medievales de Gran Bretaña, donde el señor vivía con su familia, sirvientes y ganado bajo un gran techo de paja.
Las pallozas se construyen de dos formas: con un techo cónico sobre una planta circular, o con un techo alargado a dos aguas sobre una planta ovalada. El interior se adapta a las necesidades de una casa con establo. Al entrar, hay una zona llamada astrao, a veces con suelo de piedras. A la derecha, en el centro, está la cocina o lareira, con el fuego (lar) y un soporte para colgar el pote (olla). Encima del lar, hay un entretejido de madera llamado caízo que protege de las chispas y donde se secan las castañas y otros alimentos. También hay un ingenioso artefacto para iluminar, llamado pasmón o candeleira, que usa una rama de acebo o brezo. Enfrente del astrao, suele haber un horno.
El dormitorio o alcoba se sitúa entre la entrada y el astrao, con acceso al establo. Es similar a los armarios-alcoba de casas en Alemania, Holanda y Escandinavia. Esto muestra la importancia del ganado y del fuego, que se vigilaban desde un punto estratégico. Puede haber una segunda alcoba, o ese espacio se usa para guardar animales pequeños.
La vivienda está amueblada de forma sencilla y con objetos útiles. Suele haber un banco de madera de roble con respaldo que también sirve de cama, llamado escano. Este banco a menudo tiene adornos geométricos. Otros objetos son la masera (artesa para amasar pan) y el coladeru (piedra para lavar la ropa con ceniza). También había un chuzo, una especie de lanza para cazar o defenderse.
La parte más grande de la palloza es el establo, llamado estravariza. Además de la entrada desde el interior, tiene una puerta lateral grande para que entre un carro. El establo tiene un altillo para guardar paja y hierba, que también servía como dormitorio para algunos miembros de la familia. A este espacio, llamado barra, se accede por una escalera de mano.
Las pallozas no tienen chimenea. El humo del fuego se escapa por las rendijas del techo, dejando una capa de hollín. Aunque parezca extraño, este humo era útil: ayudaba a espantar roedores, protegía la madera de insectos y parásitos, y ayudaba a secar y conservar los alimentos.
Las pallozas de Los Ancares han sido habitadas desde la Edad Media hasta principios del siglo XXI. Muchas se conservan como establos o lugares para la matanza, otras son museos, y la mayoría están desapareciendo.
- Pallozas en aldeas de León
Las pallozas leonesas tienen el techo lineal y se construyen con la técnica 'a paleta'.
- Campo del Agua: Una aldea a más de 1000 m de altura, que fue una zona de pastos. Tenía muchas casas y cabañas con techos de paja de centeno, protegidas por losas de pizarra. Aunque fueron restauradas, un gran incendio las destruyó casi todas. El lugar fue declarado Conjunto Etnológico.
- Vega de Espinareda: Hay un restaurante construido en el siglo XX al estilo tradicional de las pallozas, con techo de paja hecho por un teitero de Balouta.
- Suarbol: Quedan las estructuras de las pallozas, pero los techos de paja fueron reemplazados por pizarra.
- Balouta: Es el mejor ejemplo de conjunto de pallozas en Los Ancares, aunque muchas han desaparecido. En 2007, quedaban ocho pallozas antiguas sin modificar. Hay un hórreo con teito 'a paleta' en el centro del pueblo.
- Pallozas en aldeas de Galicia
Las pallozas gallegas tienen el techo cónico y se construyen con la técnica 'a beu'.
- Piornedo (Cervantes): Esta aldea fue elegida para conservar las pallozas. Se mantiene un buen conjunto de pallozas con techo de paja, junto a otras con techo de pizarra. Son casas redondas de estilo prerromano, usadas ahora como almacenes y establos. La administración gallega mantiene estos teitos de paja, contratando teiteros y trayendo paja de centeno de Astorga. Quedan trece teitos y cuatro hórreos. Se observa el teitado 'a beu' con sogas en espiral.
- Cerca de la iglesia está la palloza-museo Casa do Sesto, que muestra utensilios rurales y la distribución tradicional del interior.
- Donís: Cerca de Piornedo, tuvo muchas pallozas y hórreos, pero la mayoría de sus teitos han sido cambiados por pizarra.
- Vilarello: Aquí se encuentran pallozas con una estructura y sujeción del teito muy antiguas. El teito tiene cinchas hasta la mitad y varas largas colgando. Un detalle distintivo es una abertura cuadrada, como una ventana, debajo de la última línea de cinchas, similar a las buhardillas del norte de Europa.
- El Cebrero: Esta aldea está en el Camino de Santiago. Tenía muchas pallozas bien conservadas hasta finales del siglo XX. Su iglesia románica también tenía techo de paja. En el siglo XXI, se ha intentado recuperar estos edificios. Algunas pallozas se han rehabilitado como museos.
Otras casas leonesas con teito
Además de las construcciones auxiliares, en León también hubo casas con teito en zonas como Riaño, Laciana y Babia. La casa de paja en León evolucionó de redonda a rectangular. En el Bierzo (Barjas, Trabadelo, Candín) y en Paradela (Lugo), se estudiaron ejemplos de este tipo. Más al sur, en Astorga, estas casas tenían muros de barro.

En la Comarca de La Cabrera también hubo casas con teito. Se ha comprobado que las antiguas viviendas tenían la misma estructura que los pajares de la zona: bajas, de planta cuadrada y con techo de paja. El cambio de teito de paja a losa de pizarra es reciente en La Cabrera, y hoy solo se mantiene el techo vegetal en algunos pajares. Un escrito del siglo XIX menciona que en La Baña, la mayoría de las casas eran de una planta y cubiertas de paja. Estas construcciones se hacían con piedra pizarrosa.

El tejado común de estas edificaciones es de paja larga de centeno, llamado colmáu. Los lados del tejado tienen losas de pizarra escalonadas para subir y facilitar el mantenimiento, apagar incendios o evitar la acumulación de nieve. Estas construcciones son sencillas y se integran con la naturaleza. Su esqueleto (estructura de palos y centeno) se puede ver hoy en día debido al deterioro.
La casa con teito de la montaña de León es rectangular y tiene una estructura especial, similar a las casas prehistóricas europeas, especialmente las danesas. El techo se apoya en postes con forma de horquilla. En Laciana y Babia, la casa típica es alargada, también parecida a las del norte de Europa.
En las tierras de Riaño, existió la conocida "casa de Riaño", que evolucionó de las casas redondas de los castros a casas rectangulares con techo a dos aguas. En su interior, personas y animales compartían el mismo techo, separados por muros de piedra. La cocina era muy importante, con su fuego en el suelo y utensilios como las cadenas para colgar el pote. También había hornos, bancos y camas cerca del fuego. El espacio superior se usaba como almacén.
Estas casas mantuvieron su estructura y techo de paja hasta el siglo XVI. A principios del siglo XVII, la mayoría de estos teitos fueron reemplazados por tejas de barro, lo que llevó a la creación de fábricas de tejas. Se conservan algunos ejemplos en Barniedo de la Reina, Lois, Boca de Huérnago y Los Espejos de la Reina.
En Omaña, también fue tradicional la arquitectura de casas con teito, aunque estos techos vegetales fueron reemplazados poco a poco por pizarra o teja durante el siglo XX.
Brañas y el movimiento de ganado
Una braña es un lugar de pastos en la montaña, donde los pastores que mueven el ganado (llamados brañeros y vaqueiros) se trasladan. La conservación de estos lugares ha sido muy importante para el pastoreo de ganado vacuno en diferentes estaciones del año. Las brañas están muy relacionadas con la trashumancia (el movimiento estacional del ganado).
El traslado del ganado puede ser de largo recorrido, con familias enteras moviendo sus pertenencias y animales desde zonas cercanas a la costa. Estas son las "brañas de la marina". El otro tipo de traslado es corto, desde las aldeas cercanas a los prados. A veces, la distancia es tan corta que los vaqueiros pueden volver a casa cada día.
Las brañas compartidas por vaqueiros de diferentes aldeas llevaron a la organización del uso de la tierra, lo que se llamó "campos abiertos" y más tarde "mancomunidades de pastos" en la Edad Media. En algunas zonas, como Somiedo, las brañas más altas llegaron a ser propiedad comunal, aunque luego se delimitaron espacios y se construyeron cabañas privadas. En las brañas intermedias, como en Villar de Vildas, hay fincas y prados privados.
En las brañas se encuentran conjuntos de cabañas para el ganado y refugios para los pastores. Otras zonas se transformaron en aldeas de verano, llamadas "aldeas de alzada" o "aldeas vaqueiras".
Las brañas asturianas y leonesas tienen lugares similares en otros países europeos: en Portugal se llaman brandas con construcciones primitivas como cortelhos y casarotas. En los Pirineos franceses se llaman estives y orri, con edificios llamados cabano.
En los Alpes y Pirineos de habla francesa, las brañas se llaman alpages, y la construcción es el chalet. En los Alpes de habla alemana, se llama Alm, que significa pasto de altura. En Escocia tienen el shieling, y en Gales el hafod. En Irlanda, estas zonas se llaman buaile o booley, y sus cabañas clochàn. En Suecia y Finlandia, los refugios en los bosques se llaman fabodar. En Noruega, la braña se denomina seter o saeter, y las construcciones seter y sel.
¿Qué significa "braña" y dónde se usa?
En la época medieval se decía brannam y branea. Hay varias teorías sobre el origen de la palabra. Una de las más aceptadas es la de Bernardo Acevedo y Huelves, que la relaciona con brano, que en asturiano significa verano. Esto tiene sentido porque el traslado a las brañas se hace en primavera y la estancia dura todo el verano.
La palabra braña ha dado nombre a muchos lugares en Asturias y en regiones cercanas, como Brañaverniza, Brañaveriz, Brañaseca, Brañatuille, La Braña, Brañas de Arriba y Brania Ossaria.
Los Vaqueiros de Alzada
Durante la Edad Media, los pastizales o brañas pertenecían a monasterios y nobles. Estos grandes propietarios vivían de alquilar sus tierras. Los animales eran una gran riqueza y a veces se usaban como moneda para comprar nuevas tierras. Hasta el siglo XIX, los dueños de los grandes pastizales eran monasterios, iglesias y la nobleza. Los campesinos pagaban por el alquiler, y un grupo más pequeño era dueño de pequeñas parcelas.
En esta situación, los vaqueros dueños de los campos libres comenzaron a construir cercas de piedra, llamadas corradas, para proteger sus propiedades. Estos eran los "prados de guadaña o de corte".
Originalmente, los vaqueiros de alzada eran pastores que dependían de la iglesia y la nobleza. Formaban un grupo con identidad propia y movían el ganado, especialmente las vacas. Tenían que pagar impuestos especiales a cambio de cierta protección, como el inquiz por las casas y brañas de invierno, y las atempas por la braña de alzada que usaban en verano. La palabra "alzada" se refiere a la trashumancia, a los desplazamientos que se hacen dos veces al año a las zonas altas de las brañas.
Con el tiempo, algunas brañas se convirtieron en lugares de residencia permanente, y los refugios pasaron a ser viviendas familiares, especialmente en Somiedo, donde el terreno lo favorecía.
La principal riqueza de los vaqueros son las vacas, por lo que toda su vida gira en torno a las brañas. Cuando llega el momento de la trashumancia, toda la familia se traslada con los animales. Es un momento de fiesta y alegría, donde el grupo de vaqueiros se reúne.
Celebran dos ferias de ganado en fechas tradicionales. La más importante es el 8 de septiembre en Santa María del Puerto. La otra es en agosto, en el Alto de San Lorenzo. Además de los vaqueiros, asisten artesanos. Se hacen tratos y negocios, usando tanto el bable (asturiano) como el castellano.
Edificios auxiliares con teito
- Cabañas
Las cabañas son parte de la arquitectura tradicional, construidas con técnicas muy antiguas, de piedra y techo vegetal. Los grupos más grandes se encuentran en el suroeste de Asturias, especialmente en Somiedo, formando parte del paisaje de las brañas. Se usan como refugio para los animales y, si es necesario, para los vaqueros.
El edificio es rectangular o cuadrado, a menudo con esquinas redondeadas, y puede medir entre 6-7 por 9-14 metros o 7 por 8 metros. Los muros son de mampostería de piedra, a veces mezclada con areniscas de color marrón oscuro. Para el exterior se usa mortero de barro y cal. Se construyen aprovechando el desnivel del terreno, con un muro contra la ladera llamado contra turrio.
Su interior está diseñado para las necesidades ganaderas y para guardar paja o forraje. En un lado hay un pesebre para las vacas y otro para los terneros, separados por una cerca de madera. En un rincón del establo, se instala el refugio para el pastor, con el fuego sobre losas.
El pajar (o pachar) está arriba, bajo el techo vegetal, y es donde se guarda el heno. Hay aberturas en los lados para echar el heno directamente al pesebre. El pajar tiene su propia entrada independiente, un hueco llamado boqueirón, a veces con una visera protectora.
El techo o teito suele ser a cuatro aguas y muy inclinado. El teito de escoba se apoya en una estructura de madera muy compleja y duradera, hecha de avellano y capudo. Esta estructura tiene un vocabulario rico, con nombres específicos para cada pieza.
Las puertas son rústicas, sencillas y muy firmes, hechas de tablas verticales reforzadas. Algunas son muy antiguas, de una sola pieza de madera.
Puede haber una construcción más pequeña adosada a un muro lateral, llamada cabano, caseto o cabanín, para uso del pastor. Es un pequeño espacio con un fuego. Los muros del cabano son gruesos y de piedra, y el techo es de teja de barro, lo que indica que se construyó más tarde.
Otra construcción cercana es el sombrao, que se extiende desde la cabaña y puede tener techo vegetal o de tejas, con menos inclinación, formando una especie de porche.
- Cabazos, hórreos y molinos
Los cabazos son graneros redondos antiguos, hechos con una técnica de entretejido de varas, como si fueran cestos, llamada sardu, xebe y sebe. Esta técnica se usaba también para paredes, carros, pesebres y cercados. La palabra tradicional en castellano es zarzo.
Los cabazos tienen techo de paja y se apoyan en cuatro pies de piedra o troncos de madera para aislarse del suelo y protegerse de roedores. El suelo es de tablas. Este tipo de granero todavía se usa en Galicia, Portugal y Montenegro. Los más antiguos de Galicia están en Chantada, Palas de Rey, Guntín y Mellid. La versión rectangular se llama cabaceiro en Galicia.
Los hórreos son graneros elevados. Originalmente, su cubierta era vegetal, y aún se conservan muchos ejemplos en Ibias, Somiedo y Los Oscos, así como en Los Ancares. Las paredes de estos hórreos cuadrados son de tablas verticales llamadas colondas. En León, a veces son horizontales. El teitado es a beu, y algunos tienen un alero de losas.
Los molinos también tuvieron techo vegetal. Se conservan algunos, como el molino Auterio en Valle de Lago (Somiedo), que es rectangular, con muros de piedra y techo de escoba a cuatro aguas, sujeto con el sistema de zancas.
- Corros y chozos
El chozo pastoril es un refugio muy antiguo, relacionado con el corro de tradición megalítica. Son construcciones de piedra con planta circular o rectangular y techos de escoba, tepes o a veces de piedra con falsa cúpula. Los corros de falsa cúpula están relacionados con las construcciones megalíticas llamadas tholos. En Portugal, Pirineos y Extremadura hay construcciones similares llamadas zahúrdas. En Rosellón y Provenza, se encuentran chozos de piedra llamados bories. Los chozos y corros tienen la misma función, solo se diferencian en su forma.
Techos vegetales en otras zonas de España y sus islas
En tiempos prehistóricos y medievales, toda la península ibérica tuvo castros y aldeas con edificios de techo vegetal (viviendas, establos, iglesias, molinos). Hoy quedan pocos ejemplos, pero muchos menos que en el noroeste de España y Portugal.
En Portugal, aún se encuentran ejemplos con cubierta vegetal de paja de centeno, mijo, retama, ramas de pino, junco y cañas. Se distinguen tres tipos por su forma y materiales:
- Refugios circulares de piedra con falsa cúpula.
- Chozos circulares de piedra y cubierta de paja o escoba, relacionados con la cultura de los castros. Se encuentran en todo el país, especialmente en el Alentejo.
- Cabañas rectangulares de piedra y cubierta vegetal de escoba y paja, con el establo abajo y el pajar arriba. Tienen una distribución similar a las pallozas. Se construyen en terrenos inclinados, con una abertura en la parte alta para meter el heno.
En los Pirineos catalanes y aragoneses, existen construcciones pastoriles similares a las asturleonesas y gallegas. La economía de esta zona se basaba en la cría de ovejas y vacas. Las cabañas se llamaban bordas y estaban cubiertas con paja de centeno, aunque luego se reemplazaron por teja, pizarra o chapa metálica. Las bordas son refugios de planta rectangular con techo a dos aguas, de dos plantas: establo abajo y pajar arriba con un hueco para el forraje. Al principio se usaban estacionalmente y luego de forma permanente.
En el este de Guadalajara y el sureste de Soria, se encuentran los chozones sabineros, construcciones redondas o rectangulares con muros de piedra y cubierta de ramas de sabina. Parecen montones de piedras cubiertos de ramas. En el Parque Natural del Alto Tajo, las parideras (corrales para ganado) que quedan están catalogadas; la mayoría han perdido el techo o lo tienen de teja.
En el norte de Guadalajara y el sur de Soria, se encuentran las tainas. Son corrales con cubierta vegetal de paja de centeno o trigo, que recuerdan a los teitos asturleoneses.
En Toledo, los refugios temporales se llaman bombos, abundantes en Tomelloso y Socuéllanos. Son circulares, con paredes de mampostería y cubierta vegetal. Hay otro tipo de refugios cónicos hechos totalmente de material vegetal como junco y anea.
En Ávila queda algún ejemplo con cubierta vegetal. En Zamora (Sierra de la Culebra), existen los corralones de piedra cubiertos con matas de brezo.
En Extremadura, hay dos tipos de chozos con material vegetal: uno hecho completamente de material vegetal sobre una estructura de madera (centeno, escoba, anea, juncia, bardo, bálago), de forma esférica y dos tamaños (familiar y portátil). El segundo tipo es circular, con paredes de piedra y cubierta vegetal.
Las barracas son construcciones típicas de las huertas de Murcia, Valencia y el Delta del Ebro. Son viviendas con un piso superior para guardar herramientas. Se hacen con materiales de la zona: paredes de adobes de barro y paja, y techos a dos aguas de cañizo. En las barracas de la Albufera, es tradición colocar una cruz en la parte superior de la fachada. En la costa murciana, las barracas tradicionales fueron reemplazadas por viviendas de ladrillo con techos planos de algas marinas.
En la isla de Mallorca, se conserva algún molino harinero con cubierta vegetal en Manacor, Santa Ponsa y Lluchmajor.
En Cádiz, existió la tradición de la cabaña de la Laguna de la Janda (Barbate), una vivienda para ganaderos y pescadores. Eran redondas o rectangulares y se cubrían con anea. Las cabañas de las marismas del Coto de Doñana se construyeron para la producción de carbón. Su cubierta es a dos aguas con estructura de madera y capas de anea y brezo. Se puede ver un conjunto de estas cabañas en la Finca Marismilla, llamadas chozos de La Plancha.
En Tenerife, la casa tradicional para trabajos agrícolas se llama pajal o casa pajiza. Quedan ejemplos en La Orotava. Los muros son de piedra y las cubiertas de paja sobre estructura de madera a cuatro aguas. Pertenecen al grupo de "casas de humo" porque no tienen chimenea y el humo se escapa por la paja, como en las pallozas. Su mantenimiento es difícil por la falta de profesionales. También hay en La Palma y El Hierro.
Para saber más
- Palloza
- Chozón sabinero
- Taina
- Parque natural de Somiedo
- Somiedo
- La Cabrera
- Sierra de Ancares
- Omaña
Véase también
En inglés: Teito Facts for Kids