Quiñones del Río para niños
Datos para niños Quiñones del Río |
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asentamiento | ||
Ubicación de Quiñones del Río en España. | ||
Ubicación de Quiñones del Río en la provincia de León. | ||
País | España | |
• Com. autónoma | Castilla y León | |
• Provincia | León | |
• Comarca | Ribera del río Órbigo | |
• Municipio | Carrizo de la Ribera | |
Ubicación | 42°33′18″N 5°50′50″O / 42.555, -5.8472222222222 | |
• Altitud | 861 msnm | |
Población | hab. () | |
Código postal | 24283 | |
Quiñones del Río es una localidad del municipio de Carrizo de la Ribera, en la provincia de León, comunidad autónoma de Castilla y León, España.
Contenido
Localización
Se encuentra en la ribera del río Órbigo. Las localidades más cercanas son: Huerga del Río, Armellada, La Milla del Río, Carrizo de la Ribera, Turcia y Astorga a 29 km.
Demografía
- Evolución de la población
Gráfica de evolución demográfica de Quiñones del Río entre 2000 y 2017 |
Población de derecho (2000-2017) según el padrón municipal del INE |
Historia
El nombre del pueblo coincide con el apellido de una poderosa familia que durante siglos dejó su impronta en la historia de la provincia de León. El año pasado trabajé durante meses en la traducción de la historia del concilio de Trento (1545-1563) escrita por el historiador norteamericano John W. O’Malley, que el Grupo de Comunicación “Loyola” publicará próximamente en español con el título ¿Qué pasó en Trento?. Un personaje clave de la última etapa de dicho concilio fue precisamennte Claudio Fernández Vigil de Quiñones , cuarto Conde de Luna, enviado por Felipe II a Trento como embajador suyo. Claudio Fernández de Quiñones se mostró inflexible en la defensa de los puntos de vista del rey y de la Iglesia española de entonces, y murió en Trento apenas terminado el concilio. Esto me obligó a informarme mejor sobre la historia de la familia Quiñones, e indirectamente a reflexionar sobre la historia de Quiñones de Río. Por lo que hoy sabemos, el nombre del pueblo no tuvo originalmente nada que ver con el nombre de la familia de los condes de Luna. Quiñones del Río existía siglos antes de que la familia Quiñones hiciese su aparición en la historia. Por otra parte, tampoco el nombre de la citada familia parece haber tenido nada que ver con el nombre del pueblo, aunque algunos autores hayan querido hacer a los Quiñones oriundos de Quiñones del Río. A ello ha contribuido tal vez el hecho de que cerca del pueblo existan unas ruinas, llamadas “el Palacio”, que podrían corresponder a una antigua casa de miembros de la familia Quiñones. Construida a finales del siglo XIV, en ella habría descansado Don Suero de Quiñones en su camino de vuelta a la ciudad de León tras el famoso “paso honroso” de Hospital de Órbigo en el verano de 1434. Esto último sería perfectamente posible, porque a partir del siglo XIV, cuando los Quiñones imponen un tributo especial a los agricultores de los pueblos de la ribera del Órbigo, se tiene constancia de que varios miembros de esta numerosa familia levantan casas en diversas poblaciones de la ribera. Este capítulo de la historia forma ya parte del pasado, pero los habitantes de los pueblos del Órbigo no deberíamos olvidar el hecho de haber permanecido sometidos a un tributo medieval nada menos que hasta 1931. Fue el último tributo de este tipo que suprimieron las Cortes Españolas a comienzos de la Segunda República, a petición de Vicente Flórez de Quiñones, un abogado leonés ‒y, dicho sea en honor a la verdad, emparentado con la familia Quiñones‒. Uno de los recuerdos más antiguos de mi niñez es la frecuencia con que mi abuelo hablaba de las veces que él mismo había transportado en su carro de bueyes el tributo del “pan del cuarto”, expresión que entonces me resultaba totalmente incomprensible. Por lo que a las ruinas del “Palacio” se refiere, lo lógico sería realizar una pequeña excavación arqueológica. Solo así conoceremos el valor real que puedan tengan esos restos y tal vez aclarar un capítulo de la relación de Quiñones del Río con los Quiñones.
Etimología
Como otros muchos pueblos que hoy se alzan a orillas del Órbigo, la fundación ‒o refundación‒ de Quiñones de Río debió de producirse durante los siglos IX o X, cuando el reino de Asturias, convertido en reino de León, se extendió hacia el sur hasta sobrepasar la línea del Duero. Para asegurar su avance hacia el sur, los reyes de León, además de reconquistar las poblaciones más importantes de esa zona (como León, Astorga, Benavente y Zamora), impulsaron la repoblación del territorio recuperado. Con este fin, facilitaron el acceso a la propiedad de la tierra a grupos que decidían establecerse en tierras comunales todavía sin cultivar; si además de ocupar esas tierras, las escaliaban ‒es decir, las roturaban y ponían en explotación‒, el rey les otorgaba el derecho de propiedad sobre ellas. La abundancia de agua, de pesca y de caza debió de atraer al valle del Órbigo a pequeños grupos de repobladores, procedentes de Asturias y del mismo León, o incluso de grupos de personas que huían de la España musulmana y buscaban refugio en el norte. En este contexto empezó a utilizarse también la palabra “quiñón” ‒probablemente en su forma latina quinio/quinionem‒ para designar una “porción de tierra de labor”, o “la tierra que una persona siembra en común con otras”. Y no hay que olvidar que, en el contexto de la “repoblación”, la iniciativa de establecerse en un determinado lugar era siempre fundamentalmente grupal, aunque estuviese impulsada o fuese dirigida por un individuo. Además, en este primer momento, la repoblación fue obra de agrupaciones de hombres libres, más bien que de personajes de la nobleza.
Estos datos nos permiten entender cómo pudo surgir el pueblo de Quiñones y por qué tomó ese nombre: a finales del siglo IX, o principios del siglo X, un pequeño grupo de asturianos o/y leoneses ocupan ‒más exactamente “apresan”‒ una zona todavía sin cultivar al lado del río Órbigo, frente a Alcoba, roturan el terreno y para su explotación lo reparten en quiñones, que asignan a los miembros del grupo. Por tratarse de tiempos difíciles, el grupo en cuestión, del que lo desconocemos prácticamente todo, se ve obligado a construir un poblado mínimo para acoger a las aproximadamente 30 o 40 personas que lo integran. Ni siquiera sabemos si el nombre de “Quiñones del Río” lo escogieron explícitamente sus fundadores, o fue algo que simplemente se impuso por el uso como designación de lugar, para distinguirlo de las poblaciones vecinas. Una cosa es cierta: este nombre no tiene nada que ver con la familia de los Quiñones, que todavía tardará siglos en hacer su aparición en el escenario de las tierras del Órbigo.
Patrimonio
Esta es justamente la idea principal que me gustaría transmitir a quienes lean estas líneas, y de manera especial a los habitantes de Quiñones del Río: su pueblo esconde una auténtica “joya urbanística”. Quiñones es un pueblo pequeño y sin pretensiones, lo que no impide que, dentro de su sencillez, su trazado urbanístico constituya una verdadera joya que merece la pena conocer, valorar y conservar. He de confesar que si mis ojos percibieron un día la peculiaridad del trazado de las calles de Quiñones no fue por haber corrido de niño por ellas, sino por haber estado en contacto con restos arqueológicos de pequeñas poblaciones de la antigua Palestina e Israel.
La originalidad del trazado urbanístico de Quiñones consiste en lo siguiente: El núcleo urbano del pueblo está constituido por las casas que forman el triángulo determinado por las calles Real, de la (antigua) Presa y de la Ermita. La base de dicho triángulo, correspondiente a la calle de la Presa, mide 97 metros, y sus lados, correspondientes a las calles Real y de la Ermita, miden respectivamente 80 y 85 metros. El número total de casas que forman esta estructura compacta, sin brechas ni resquicios, es muy pequeño: aproximadamente 15. Curiosamente, el número 15 está relacionado con el significado literal del término latino quinio/quinionem, del que muy probablemente se derivó el término castellano “quiñones”, que literalmente significa “reunión de cinco”: en nuestro caso, tres veces cinco. En la ctualidad las tres calles que rodean el triángulo cuentan con casas a ambos lados, pero originalmente no fue así. El poblabo original contaba simplemente con un camino de ronda, que daba la vuelta al pueblo, pero carecía de calles propiamente dichas. En caso de peligro, sus habitantes podían encerrarse en sus casas e impedir que los extraños penetrasen en el interior del poblado, al menos de momento y por sorpresa. Además, el triángulo urbano contaba con otra ventaja: en su interior disponía de espacio libre, que los vecinos podían aprovechar como huerto o zona de descanso para personas o animales. En la actualidad, gracias a los mapas fotográficos de Google, podemos echar una ojeada al triángulo de Quiñones y a su espacio libre interior, hoy día irregularmente repartido entre los vecinos. La única construcción realmente antigua que en la actualidad se levanta en el pueblo sin formar parte del triángulo central es la ermita de San Antonio, situada a escasos metros del ángulo noroeste del triángulo, lo que sin duda demuestra que cuando se construyó la ermita el trazado urbanístico del pueblo estaba ya completo. Desde tiempo inmemorial, los habitantes de Quiñones acudieron para los servicios religiosos al templo edificado en medio del campo entre La Milla, Huerga y Quiñones, lo que explicaría que en el primer momento no considerasen necesario reservar espacio para construir una iglesia una iglesia propia dentro del triángulo.
Al establecerse a orillas del río Órbigo, los repobladores de Quiñones del Río se enfrentaron a problemas muy graves, sobre todo de seguridad. Era un lugar carente de defensas naturales ‒por ejemplo, no había ni montañas ni siquiera colinas de difícil acceso‒ y desde luego tampoco había fortalezas o castillos cercanos en que pudieran refugiarse en caso de peligro. Por este motivo, la idea de dar a su poblado la forma de un triángulo cerrado, con zonas libres en su interior, fue una solución original, valiente y netamente social y comunitaria, porque se buscó la protección del grupo por encima de todo.
En síntesis: el plano urbanístico de Quiñones representa una auténtica reliquia del pasado, muy probablemente de la época de la repoblación (siglos IX-X). Y la conserva por dos motivos: porque a lo largo de los siglos ha demostrado ser una solución práctica y funcional, y porque Quiñones no ha experimentado nunca un desarrollo urbano desmesurado.