José de Antequera y Castro para niños
Datos para niños José de Antequera y Castro |
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![]() Retrato de José de Antequera y Castro
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Gobernador interino Provincia del Paraguay | ||
14 de septiembre de 1721 - 5 de marzo de 1725 | ||
Monarca | Felipe V de España | |
Predecesor | Diego de los Reyes Balmaceda | |
Sucesor | Ramón de las Llanas | |
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Información personal | ||
Nacimiento | 1 de enero de 1689 Panamá, Virreinato del Perú |
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Fallecimiento | 5 de julio de 1731 Lima, Virreinato del Perú |
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Nacionalidad | Española | |
Información profesional | ||
Ocupación | Político y juez | |
José Miguel Jesús de Antequera y Castro (nacido en la Ciudad de Panamá el 1 de enero de 1689 y fallecido en Lima el 5 de julio de 1731) fue un importante personaje de la época colonial. Fue un Caballero de la Orden de Alcántara, una antigua orden militar y religiosa española. Ocupó cargos importantes como fiscal (un tipo de abogado del gobierno) y juez, llegando a ser gobernador interino de la Provincia del Paraguay.
Contenido
La educación de José de Antequera y Castro
José de Antequera y Castro comenzó sus estudios en 1702 en la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca. Allí, en 1711, obtuvo títulos en artes. Luego, se doctoró en Cánones, que era una rama del derecho relacionada con las leyes de la Iglesia.
El 6 de junio de 1712, se registró como abogado en la Audiencia de Charcas. Cuando tenía 24 años, en 1713, viajó a España para continuar su formación y carrera.
Regreso y nuevos cargos
En 1717, después de cuatro años en España, José de Antequera regresó a Chuquisaca. El Rey le había dado un cargo muy importante: Fiscal protector de indios. Esto significaba que su trabajo era defender los derechos de los pueblos indígenas y asegurarse de que fueran tratados con justicia.
El 11 de enero de 1721, la Real Audiencia de Charcas lo nombró juez pesquisidor. Su misión era investigar varias quejas formales contra el gobernador de la Provincia del Paraguay, Diego de los Reyes Balmaceda. Para cumplir con esta tarea, Antequera debía viajar a Asunción.
El papel de un juez pesquisidor era muy especial. No solo investigaba, sino que también tenía el poder de corregir situaciones injustas y detener a funcionarios que actuaran mal o fueran incompetentes. Las instrucciones de la Audiencia a Antequera eran claras: si encontraba culpable a Reyes Balmaceda, debía arrestarlo, confiscar sus bienes y entregar al Cabildo (el gobierno local) una carta que lo nombraba gobernador provisional de la provincia.
La misión en Paraguay
El 21 de julio de 1721, Antequera y Castro llegó a Asunción y fue recibido por los miembros del Cabildo. En un documento llamado "Memorial ajustado", Antequera registró los testimonios que confirmaban las acusaciones contra el gobernador.
El 14 de septiembre, Antequera presentó al Cabildo la orden real para ser reconocido como gobernador interino. Inmediatamente, ordenó el arresto de Reyes Balmaceda y la confiscación de sus bienes, así como los de su hijo y de Juan Delgadillo, para evitar que huyeran o sacaran sus propiedades de la provincia.
La defensa de Reyes Balmaceda intentó descalificar a los testigos en lugar de probar su inocencia. También trató de convertir el proceso en un "juicio de residencia", que era una revisión de la gestión de un funcionario al final de su mandato. Esto le daría tiempo para mover sus bienes fuera de la provincia. De hecho, ya había enviado una gran cantidad de yerba mate a Jujuy.
Mientras Reyes Balmaceda estuvo prisionero en su casa (de donde se escapó en mayo de 1722), algunas autoridades pidieron al Virrey que lo restituyera en su cargo.
El 21 de febrero de 1722, el Virrey firmó una orden para extender el gobierno de Reyes Balmaceda. Sin embargo, la Audiencia de Charcas envió al Virrey toda la información reunida por Antequera. La Audiencia pidió que Antequera fuera reconocido como gobernador y que Reyes Balmaceda no regresara, para evitar problemas en la provincia. La Audiencia se basó en el "derecho de suplicación", que permitía oponerse a una orden superior si esta podía causar grandes daños.
Con la resolución del Virrey, Reyes Balmaceda intentó recuperar el gobierno. Desde San Ignacio Guazú escribió al Cabildo para que lo aceptaran de nuevo. Pero al saber que venían 200 hombres para arrestarlo, se refugió con los jesuitas al otro lado del río Paraná. Luego se trasladó a Corrientes, intentando de nuevo ser restituido, pero este intento también fracasó.
Antequera y el Cabildo de Asunción defendían que la Real Audiencia de Charcas tenía autoridad para dictar órdenes de justicia. Argumentaban que Reyes Balmaceda no podía volver porque era culpable de los delitos que se le imputaban. Su oposición al Virrey se basaba en la idea de que las decisiones de gobierno debían buscar el bien de la mayoría.
En diciembre de 1723, llegaron a Asunción cartas que autorizaban a Bernardo García Ros a suspender el gobierno de Antequera y asumir el cargo de gobernador interino. El Cabildo convocó a un "Cabildo Abierto" (una reunión pública) el 13 de diciembre, donde 101 personas dieron su opinión. La conclusión fue que aceptarían la decisión del Virrey, pero solo si Reyes Balmaceda no era gobernador, ni tampoco un partidario suyo como García Ros. El 14 de diciembre, Antequera presentó su renuncia, pero no fue aceptada.
El 7 de agosto de 1724, el Cabildo ordenó a los jesuitas del Colegio de Asunción que abandonaran sus instalaciones, al enterarse de que milicias jesuitas habían ingresado a la provincia y saqueado pueblos. El 15 de julio de 1724, el virrey del Perú, José de Armendáriz, encargó al gobernador del Río de la Plata, Bruno Mauricio de Zabala, que fuera a la provincia para calmar la situación y nombrar un gobernador interino.
Ante la llegada de Zabala con fuerzas superiores, Antequera nombró a Ramón de las Llanas como gobernador interino. En marzo de 1725, Antequera abandonó Asunción y se refugió en un convento en Córdoba del Tucumán. De allí fue enviado a Lima, donde llegó en abril de 1726 y fue encarcelado.
Juicio y desenlace
El proceso judicial contra Antequera duró cinco años. Finalmente, fue condenado a muerte. El 5 de julio de 1731, en la Plaza de Armas de Lima, mientras la gente pedía perdón por él, el Virrey ordenó a los soldados disparar para evitar que fuera rescatado. Antequera recibió dos disparos que le causaron la muerte.
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