Jefe Seattle para niños
Datos para niños Seattle |
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![]() La única foto conocida del Jefe Seattle, tomada en los años 1860 cuando se acercaba a sus 80 años de edad.
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Información personal | ||
Nacimiento | 1786 Blake Island |
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Fallecimiento | 7 de junio de 1866 Washington |
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Nacionalidad | Estadounidense | |
Religión | Iglesia católica | |
Lengua materna | Lushootseed | |
Familia | ||
Hijos | Princesa Angeline | |
Información profesional | ||
Ocupación | jefe tribal y defensor del medio ambiente | |
Jefe Seattle (también conocido como Sealth, Seathl o See-ahth, nombres que vienen del idioma lushootseed) nació alrededor de 1786 y falleció el 7 de junio de 1866. Fue un importante líder de las tribus amerindias suquamish y duwamish. Estas tribus vivían en lo que hoy es el estado de Washington en los Estados Unidos.
El Jefe Seattle fue una figura muy respetada entre su gente. Se hizo amigo de los colonos que llegaban a la zona, especialmente de David Swinson «Doc» Maynard. La ciudad de Seattle en el estado de Washington fue nombrada en su honor.
Contenido
La vida del Jefe Seattle
¿Dónde y cuándo nació y murió el Jefe Seattle?
El Jefe Seattle nació cerca del año 1786 en Blake Island, en lo que hoy es Washington. Falleció el 7 de junio de 1866, en la reserva suquamish de Port Madison, Washington. Esta reserva se encuentra al norte de Bainbridge Island y al este de Poulsbo.
¿Quiénes fueron los padres del Jefe Seattle?
Su padre, Schweabe, era el líder de la tribu suquamish. Su madre se llamaba Sholeetsa (o Wood-sho-lit-sa) y era de la tribu duwamish. La lengua que hablaba desde niño era el lushootseed meridional.
Entre los pueblos Salish, la posición de jefe no solo se heredaba por parte del padre. Por eso, Seattle también heredó el liderazgo de la tribu duwamish de un tío por parte de su madre.
¿Cómo se hizo conocido el Jefe Seattle?
Desde joven, Seattle se ganó el respeto como líder y guerrero. Logró vencer a grupos de enemigos que venían de Green River y de las montañas Cascade. También se enfrentó a las tribus chemakum y s'klallam de la Península Olímpica.
Era un hombre muy alto para su época, midiendo casi 1,82 metros. Los comerciantes europeos lo llamaban Le Gros, que significa "El grande". También era un orador muy bueno, y se decía que su voz se escuchaba a mucha distancia cuando hablaba en público.
La familia y creencias del Jefe Seattle
El Jefe Seattle tuvo dos esposas de la aldea de Tola'ltu, cerca de Elliott Bay (ahora parte de Seattle). Su primera esposa falleció al nacer su primera hija. Con su segunda esposa, tuvo siete hijos en total: tres varones y cuatro mujeres. La más conocida de sus hijas fue la primogénita, la Princesa Angeline.
Después de la pérdida de uno de sus hijos, el Jefe Seattle se acercó a la Iglesia católica y fue bautizado alrededor de 1848. Esto ocurrió cerca de Olympia, Washington, adonde llegó con su gente. Toda su familia también fue bautizada. Su conversión lo ayudó a buscar la paz y la cooperación con los nuevos colonos estadounidenses. Se hizo amigo de Doc Maynard, quien lo apoyó en sus esfuerzos por mantener buenas relaciones con las tribus.
El legado y la importancia del Jefe Seattle
El legado del Jefe Seattle es visto de diferentes maneras. Algunos, como Phillip Howell, un líder de los klallam, pensaban que no había sido un buen líder por haber negociado con los colonos y cedido tierras.
Sin embargo, otros tienen una opinión diferente. Peg Deam, una especialista de la tribu Suquamish, explicó que el Jefe Seattle tuvo que tomar decisiones muy difíciles. Aunque estas decisiones cambiaron por completo la forma de vida de su pueblo, ella cree que, como líder, hizo lo mejor que pudo en ese momento. Los colonos hicieron que los nativos se mudaran a pequeñas parcelas de tierra, separándolos.
Murray Morgan, en su libro Skid Road, menciona que un jefe en la zona de Puget Sound era una persona influyente con buena oratoria, cuyas opiniones eran muy valoradas. También destaca que el Jefe Seattle fue especial porque, además de ser un guerrero, siempre buscó la paz.
En la tumba del Jefe Seattle se puede leer: "Seattle, jefe de los suquamps y tribus aliadas, murió el 7 de junio de 1866. Firme amigo de los blancos, y por él la ciudad de Seattle fue nombrada por sus fundadores". En el otro lado de la lápida dice: "Nombre bautismal: Noah Seath, de probablemente 80 años de edad".
La Iglesia Luterana celebra cada 7 de junio una jornada dedicada al Jefe Seattle en su Calendario de Santos.
El famoso discurso del Jefe Seattle
¿Qué es la "Respuesta del Jefe Seattle"?
El Jefe Seattle dio un discurso en enero de 1854. Este discurso se hizo famoso gracias al Dr. Henry A. Smith, quien lo publicó en el Seattle Sunday Star en 1887. Se le conoce como la Respuesta del Jefe Seattle porque fue una contestación al gobernador Isaac I. Stevens.
Aunque se sabe que el Jefe Seattle dio un discurso, no estamos completamente seguros de lo exacto que es el relato de Smith. Además, las versiones posteriores que se basan en el texto de Smith son aún menos precisas.
¿Por qué hay dudas sobre la exactitud del discurso?
El Dr. Smith estuvo presente, pero no hablaba el idioma lushootseed del Jefe Seattle. No se sabe con certeza cuánto del discurso fue traducido en ese momento, ni siquiera al chinook. La National Archives and Records Administration (Administración Nacional de Archivos y Registros) ha dicho que no hay pruebas de la época que confirmen la exactitud del relato de Smith, publicado 32 años después.
Es probable que el estilo de escritura de Smith haya influido en la versión que conocemos. Muchos de los conceptos y palabras en la versión de Smith serían difíciles de expresar en chinook. Parece que la interpretación de Smith capturó el espíritu del Jefe Seattle, más que sus palabras exactas. Sin embargo, los testigos de la época coinciden en que el discurso duró aproximadamente media hora.
Versiones modernas del discurso
En los años 1960, William Arrowsmith editó una segunda versión del discurso con un lenguaje más actual. El discurso volvió a ser muy popular en los años 1980, cuando una tercera versión empezó a circular. Joseph Campbell la citó en un libro en 1988.
Esta versión más reciente es muy diferente de las anteriores. Fue creada por Ted Perry, un guionista, para una película sobre el medio ambiente llamada Home en 1972. Esta versión presenta al Jefe Seattle como un visionario que se adelantó a su tiempo, hablando sobre la conexión de su pueblo con la naturaleza. Esto hizo que se convirtiera en un símbolo importante para el movimiento ecologista.
El escritor español Miguel Anxo Murado menciona en su libro La invención del pasado (2013) que la famosa carta del Jefe Seattle al presidente de Estados Unidos fue escrita por un ecologista de Texas en 1971. Es probable que se refiera a Ted Perry, a quien se le pidió una nueva versión de la carta para una publicación.
Fragmentos del discurso atribuido al Jefe Seattle
En 1854, el presidente de los Estados Unidos, Franklin Pierce, supuestamente ofreció comprar las tierras del noroeste (hoy el estado de Washington) al Jefe Seattle. A cambio, prometió crear una reserva para el pueblo indígena. Se dice que el Jefe Seattle respondió en 1855 con estas palabras:
El Gran Jefe Blanco de Washington nos ha dicho que quiere comprar nuestras tierras. También nos ha enviado palabras de amistad. Apreciamos su amabilidad, porque sabemos que no necesita nuestra amistad. Pensaremos en su oferta, porque sabemos que si no lo hacemos, el hombre blanco podría venir con sus armas a tomar nuestras tierras. El Gran Jefe Blanco de Washington puede confiar en la palabra del Jefe Seattle, así como confía en que las estaciones regresarán. Mis palabras son tan firmes como las estrellas.¿Cómo se puede comprar o vender el cielo o el calor de la tierra? Para nosotros, esa es una idea extraña.
Si nadie puede poseer el aire fresco o el brillo del agua, ¿cómo es posible que ustedes quieran comprarlos?
Cada parte de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada rama brillante de un pino, cada puñado de arena en las playas, la sombra del bosque, cada rayo de luz y el zumbido de los insectos son sagrados en la memoria de mi gente. La savia que corre por los árboles lleva la historia de mi pueblo.
Los muertos del hombre blanco olvidan su tierra cuando van a caminar entre las estrellas. Nuestros muertos nunca olvidan esta hermosa tierra, porque ella es la madre de mi pueblo. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el ciervo, el caballo, la gran águila, son nuestros hermanos. Las montañas rocosas, los valles húmedos, el calor del potro y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.
Por esto, cuando el Gran Jefe Blanco en Washington dice que quiere comprar nuestra tierra, nos pide mucho. El Gran Jefe Blanco dice que nos dará un lugar donde podamos vivir bien. Él será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por lo tanto, pensaremos en su oferta de comprar nuestra tierra. Pero no será fácil. Esta tierra es sagrada para nosotros. El agua brillante que corre por los arroyos y ríos no es solo agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos la tierra, deben recordar que es sagrada, y deben enseñar a sus hijos que es sagrada. Cada reflejo en las aguas limpias de los lagos habla de la vida de mi pueblo. El murmullo de los ríos es la voz de mis antepasados.
Los ríos son nuestros hermanos, calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, deben recordar y enseñar a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos, y también los suyos. Por lo tanto, deben tratar a los ríos con la misma bondad que tratarían a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no entiende nuestras costumbres. Para él, un pedazo de tierra es igual a cualquier otro, porque es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga, y cuando la ha conquistado, sigue su camino. Deja atrás las tumbas de sus antepasados y no le importa. Toma de la tierra lo que sería de sus hijos y no le importa.
La tumba de su padre y los derechos de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, a su hermano y al cielo como cosas que pueden ser compradas, tomadas, vendidas como animales o adornos. Su deseo devorará la tierra, dejando solo un desierto.
No entiendo, nuestras costumbres son diferentes de las suyas. Tal vez sea porque soy un hombre de la naturaleza y no comprendo.
No hay un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco. Ningún lugar donde se pueda oír el florecer de las hojas en primavera o el batir de las alas de un insecto. Pero tal vez sea porque soy un hombre de la naturaleza y no comprendo. El ruido parece solo molestar los oídos.
¿Qué queda de la vida si un hombre no puede oír el canto solitario de un ave o el croar nocturno de las ranas alrededor de un lago? Yo soy un hombre de la naturaleza y no comprendo. El indígena prefiere el suave murmullo del viento sobre la superficie del lago, y el propio viento, limpio por la lluvia o perfumado por los pinos.
El aire es muy valioso para mi pueblo, porque todas las cosas comparten el mismo aire: el animal, el árbol, el hombre, todos comparten el mismo aliento. Parece que el hombre blanco no siente el aire que respira. Como una persona que se está muriendo, no siente el mal olor. Pero si vendemos nuestra tierra al hombre blanco, él debe recordar que el aire es valioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con la vida que mantiene. El viento que dio a nuestros abuelos su primer aliento, también recibió su último aliento. Si les vendemos nuestra tierra, deben mantenerla intacta y sagrada, como un lugar donde incluso el hombre blanco pueda disfrutar del viento dulce de las flores de los prados.
Por lo tanto, pensaremos en la oferta de comprar nuestra tierra. Si decidimos aceptar, pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.
Soy un hombre de la naturaleza y no entiendo otra forma de actuar. Vi miles de búfalos pudriéndose en la llanura, abandonados por el hombre blanco que los cazó desde un tren. Yo soy un hombre de la naturaleza y no comprendo cómo el tren puede ser más importante que el búfalo, que nosotros cazamos solo para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fueran, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, porque lo que les pase a los animales pronto les pasará a los hombres. Todo está conectado.
Deben enseñar a sus hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus hijos lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le pase a la tierra, les pasará a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se están escupiendo a sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia. Todo está conectado.
Lo que le pase a la tierra afectará a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la red de la vida; él es solo uno de sus hilos. Todo lo que le haga a la red, se lo hará a sí mismo.
Incluso el hombre blanco, cuyo Dios camina y habla con él como amigo, no puede escapar del destino común. Es posible que seamos hermanos, a pesar de todo. Veremos. De una cosa estamos seguros que el hombre blanco descubrirá algún día: nuestro Dios es el mismo Dios.
Ustedes podrán pensar que lo poseen, como desean poseer nuestra tierra; pero no es posible, Él es el Dios de todos, y su compasión es igual para mi pueblo como para el hombre blanco.
La tierra es valiosa, y despreciarla es despreciar a su creador. Los blancos también pasarán; tal vez más rápido que todas las otras tribus. Contaminen sus camas y una noche serán asfixiados por sus propios desechos.
Cuando nos quiten esta tierra, ustedes brillarán intensamente iluminados por la fuerza del Dios que los trajo a estas tierras y por alguna razón especial les dio el dominio sobre la tierra y sobre mi pueblo.
Este destino es un misterio para nosotros, porque no comprendemos por qué los búfalos son eliminados, los caballos salvajes son domados, los rincones secretos del bosque se llenan del olor de muchos hombres y la vista de las montañas es bloqueada por cables.
¿Qué pasó con el bosque denso? Desapareció.
¿Qué pasó con el águila? Desapareció.
La vida como la conocemos ha terminado. Ahora comienza la supervivencia.
Galería de imágenes
Véase también
En inglés: Chief Seattle Facts for Kids