Fiscales de Chiloé para niños
Los Fiscales de Chiloé son una antigua organización de personas laicas (que no son sacerdotes ni monjas) dentro de la Iglesia católica en Chile. Se cree que esta institución comenzó el 17 de diciembre de 1621, cuando el gobernador Pedro Osores de Ulloa permitió a los jesuitas nombrar a estas personas. La Iglesia también dio su aprobación formal en 1688, durante el V Sínodo de Santiago de Chile. Sin embargo, algunos documentos históricos sugieren que ya existían fiscales en la Isla Grande de Chiloé desde 1611.
Este modelo de apoyo a la Iglesia surgió en los primeros años de la evangelización en América. Su idea principal era que personas de la comunidad, que no eran sacerdotes, ayudaran en la difusión de la fe. Varios expertos dicen que el Padre Luis de Valdivia lo estableció en Chile en 1595 para fortalecer la evangelización en el sur del país.
Hoy en día, los Fiscales de Chiloé siguen activos en las diócesis de Ancud y Puerto Montt. Su función principal era cuidar de las comunidades donde no había un sacerdote de forma permanente. Ellos se encargaban de "fiscalizar" o supervisar que las personas siguieran las enseñanzas de la Iglesia y no volvieran a antiguas creencias. También se aseguraban de que la gente se comportara bien y ayudaban a los enfermos, tanto en su salud como en su fe.
Contenido
¿Qué son los Fiscales de Chiloé?
Los Fiscales de Chiloé son la institución de laicos más antigua de la Iglesia católica en Chile. Su nombre viene de su función de "fiscalizar", es decir, de supervisar y cuidar la vida religiosa de las comunidades.
¿Cómo surgieron los Fiscales?
El sistema de los fiscales fue adoptado por los misioneros jesuitas porque había funcionado muy bien en otros lugares de América, como en el Virreinato de México y el Virreinato del Perú. Aunque los jesuitas no inventaron esta figura, sí la usaron en su trabajo de evangelización.
Primeras experiencias en América
La idea de que personas de la comunidad ayudaran a los sacerdotes apareció por primera vez en el I Concilio de Lima (1551-1552). En ese momento, se les llamó "alguaciles" y su tarea era llevar un registro de los cristianos y avisar al sacerdote si alguien regresaba a sus antiguas costumbres.
Más tarde, en el I Concilio de México (1555), se añadió la responsabilidad de enseñar la doctrina a estos ayudantes. Se les pedía que se aseguraran de que todos supieran las enseñanzas y que ayudaran a los niños a aprenderlas.
En el II Concilio de Lima (1567-1568), se hizo más clara la necesidad de ayudantes indígenas para los sacerdotes. Se estableció una diferencia entre los alguaciles, que reunían a la gente para la evangelización, y los fiscales, que contaban nacimientos y bautizos, cuidaban a los enfermos e identificaban comportamientos que no seguían las reglas de la Iglesia.
La figura del Fiscal en Chile
En Chile, la presencia de los fiscales se notó en varios lugares, como Aculeo (1612), Rapel (1617) y Curimón (1646).
¿Por qué fueron tan importantes en Chiloé?
La gran diferencia de los fiscales en Chiloé con respecto a otros lugares de América fue la gran autonomía y responsabilidad que tuvieron. Esto se debió a varias razones:
- La gran dispersión de los pueblos en el archipiélago. Las comunidades a menudo se quedaban sin sacerdotes por mucho tiempo, así que los fiscales, sotafiscales y patronos de capillas eran los encargados de mantener viva la misión.
- Los jesuitas usaban un sistema de misiones circulares, visitando diferentes puntos costeros donde se construían capillas. El fiscal era clave en cada una de ellas, actuando como un puente entre las culturas y manteniendo las tradiciones.
- La cantidad de sacerdotes era a menudo insuficiente para atender a todas las comunidades.
Cuando se estableció este modelo en Chile, el Padre Luis de Valdivia decidió que su insignia sería un bastón con una cruz. En Chiloé, se usaba una Cruz patriarcal, que a menudo adornaba el estandarte.
En 1771, había más de 10.000 personas en las misiones de la isla, pero solo 15 sacerdotes y 2 ayudantes. La falta de religiosos hizo que las misiones circulares y el nombramiento de fiscales locales fueran esenciales.
¿Cómo cambiaron los Fiscales con el tiempo?
Al principio, la figura del fiscal estaba pensada solo para los indígenas. Hubo algunos problemas porque a veces se les pedía que hicieran trabajos para los encomenderos (personas que tenían a cargo a los indígenas). El gobernador Pedro Osores de Ulloa intentó solucionar esto en 1621, liberando a los fiscales de trabajos personales o militares y dando a los sacerdotes el poder de nombrarlos. Sin embargo, hay indicios de que, incluso en la época de la rebelión huilliche de 1712, los fiscales seguían siendo usados en las encomiendas de Chiloé, a pesar de la oposición de los jesuitas.
El 2 de abril de 1741, llegó a Chiloé Pedro Felipe de Azúa e Iturgoyen, el primer obispo auxiliar de Concepción para esa zona. Durante su visita de ocho meses, nombró a españoles como fiscales para apoyar a su propia comunidad. Esto era importante porque hasta entonces, los españoles a veces no aceptaban la autoridad espiritual de los fiscales indígenas.
Algunas investigaciones sugieren que con la acción del obispo Azúa, se creó por primera vez la figura de un fiscal para los españoles. Sin embargo, hay registros que indican que ya en 1724, la figura del fiscal indígena era aceptada en el curato de Calbuco. Por ejemplo, un libro de bautismos de 1724 menciona un bautizo realizado por un fiscal en caso de necesidad.
La decisión del obispo auxiliar se centró en nombrar a jóvenes españoles como fiscales para atender a su propio grupo, reconociendo que la situación religiosa era diferente cuando indígenas, mestizos y españoles vivían juntos.
Reglas y normas para los Fiscales
La institución de los fiscales tiene un conjunto de reglas y normas que se aplicaron a lo largo de la historia. Algunas eran generales para Chile, y otras eran específicas para los fiscales de Chiloé.
Reglas generales
- Capítulos 7 y 9 de las normas del V Sínodo Diocesano de Santiago (1688), convocado por el Obispo de Santiago Bernardo Carrasco Saavedra.
- Títulos XIV y XIX de las normas del VI Sínodo Diocesano de Santiago (1763), convocado por el Obispo de Santiago Manuel de Alday y Aspée, que confirmaron las reglas de 1688.
Reglas específicas para Chiloé
- Título XX y sus normas del I Sínodo Diocesano de Ancud (1851), convocado por el obispo Justo Donoso.
- Una circular del obispo Francisco de Paula Solar del 2 de septiembre de 1862, que detallaba las obligaciones de los fiscales de Chiloé, sotafiscales y patronos, añadiendo la función de vigilar y denunciar comportamientos públicos que no seguían las reglas de la Iglesia.
- Una circular del vicario capitular de la diócesis de Ancud del 2 de agosto de 1883, que confirmaba las reglas de 1862.
- El "Pequeño manual del diocesano para Chiloé" escrito por el obispo Ramón Munita Eyzaguirre en 1935, que describía las obligaciones, reglas de culto y privilegios de los laicos.
- El "Manual del Diocesano y del Fiscal" escrito por el obispo Ramón Munita Eyzaguirre en 1938, que detallaba las obligaciones, reglas de culto y privilegios del fiscal de Chiloé, los sotafiscales y patronos.
¿Quiénes eran los Sotafiscales?
Además de los fiscales, existía la figura de los sotafiscales. Eran jóvenes indígenas que aún no tenían la edad para pagar impuestos y que podían llegar a ser fiscales en el futuro. Durante el Primer Sínodo Diocesano chileno de la Época Republicana (1851), que se realizó en Ancud, se dijo que los sotafiscales: "son nombrados para reemplazar a los fiscales cuando están ausentes o enfermos, y deben entonces cumplir con todas las funciones y deberes que corresponden a los fiscales."
Al principio, tanto los fiscales como los sotafiscales eran solo hombres. Sin embargo, con el paso de los siglos, esta situación ha cambiado y hoy en día muchas mujeres también desempeñan un papel importante en esta institución.
