Complot de El Escorial para niños
El complot de El Escorial, también conocido como el proceso de El Escorial, fue un plan secreto que no tuvo éxito. Fue liderado por el príncipe de Asturias Fernando de Borbón para intentar que Manuel Godoy, el "favorito" del rey, perdiera su poder. También buscaba que la reina María Luisa de Parma, quien apoyaba mucho a Godoy, tuviera menos influencia. No está claro qué destino se planeaba para el rey Carlos IV de España.
Este plan fue descubierto el 27 de octubre de 1807, mientras la familia real estaba en el Monasterio de El Escorial. Por eso se le dio ese nombre. Casualmente, ese mismo día se firmaba el Tratado de Fontainebleau. Este tratado permitía que las tropas de Napoleón entraran en España para atacar juntos a Portugal. Sin embargo, los ejércitos franceses ya habían empezado a cruzar la frontera española desde el 18 de octubre.
Curiosamente, después de este complot, el príncipe Fernando salió fortalecido. La gente lo veía como una víctima de la ambición de su madre y de Godoy. En cambio, Godoy, la reina y el rey Carlos IV perdieron prestigio. El príncipe Fernando aprovecharía otra oportunidad para tomar el trono en marzo del año siguiente, en el Motín de Aranjuez.
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¿Cómo empezó el plan?

El plan comenzó en marzo de 1807. El príncipe Fernando, que se había mantenido un poco alejado de la política, le pidió ayuda a uno de sus hombres de confianza. Este era el canónigo Juan Escóiquiz, quien estaba desterrado en Toledo. Fernando quería que Escóiquiz pensara en formas de protegerlo de los planes de Godoy y de salvar al reino.
La preocupación de Fernando venía del nombramiento de Godoy como "Almirante General de España e Indias" y "Protector del Comercio Marítimo". Esto le daba el título de "alteza", como a los infantes. El rey Carlos IV justificó este nombramiento por las grandes cualidades de Godoy. Para el príncipe y el "partido fernandino" (un grupo de nobles y clérigos que apoyaban a Fernando), esto era un paso para impedir que Fernando llegara al trono.

Escóiquiz se puso en contacto con el duque del Infantado, un noble importante del "partido fernandino". También habló con el embajador de Francia en Madrid, François de Beauharnais. Querían conseguir el apoyo de Napoleón, quien en ese momento tenía mucho poder en Europa. Para lograrlo, pensaron que lo mejor sería que el príncipe Fernando se casara con una dama francesa de la familia imperial. Esta idea le gustó a Fernando, ya que Godoy quería casarlo con su cuñada.
Escóiquiz también escribió un documento muy importante. Este documento sería el primero que el nuevo rey publicaría al morir Carlos IV. En él, se destituía a Godoy y se nombraba al duque del Infantado como jefe supremo de todas las fuerzas militares de la corte. También se decía que quien no aceptara este documento sería considerado culpable de un delito grave contra el rey.
La carta del príncipe a Napoleón
El 12 de julio de 1807, el embajador francés escribió a su ministro de Asuntos Exteriores sobre el posible matrimonio. Le dijo que una esposa dada por el emperador de los franceses haría muy feliz al príncipe Fernando. El 30 de agosto, el embajador volvió a insistir. Dijo que Fernando "solicita de rodillas la protección de Su Majestad el emperador y solo quiere aceptar la esposa que él ofrezca".
Entonces, el embajador le pidió al príncipe Fernando, por deseo de Napoleón, que le escribiera una carta al emperador pidiendo la mano de una francesa. Fernando lo hizo el 11 de octubre, sin pedir permiso a su padre, el rey Carlos IV. En esa carta, Fernando le aseguraba a Napoleón su voluntad de no casarse con otra persona sin su consentimiento. El historiador Emilio La Parra López ha dicho que esta carta fue muy inapropiada, ya que Fernando se ponía en manos de un gobernante extranjero sin respetar a su propio padre.
Los planes del príncipe Fernando y sus seguidores llegaron a oídos de Godoy. Esto fue gracias a informes de un agente suyo en París sobre las cartas entre Fernando y Napoleón. Godoy se lo comunicó a la reina María Luisa. Además, un hombre de confianza de Godoy le informó de los contactos entre la embajada francesa y el entorno del príncipe.
Lo que hizo que el rey Carlos IV interviniera fue un papel que apareció en su escritorio el 27 de octubre de 1807. Decía que el príncipe Fernando estaba preparando un movimiento en palacio, que la corona estaba en peligro y que la reina María Luisa podía correr un gran riesgo.
El descubrimiento del plan
La misma tarde del 27 de octubre, durante la visita diaria del príncipe a sus padres, el rey le registró los bolsillos. Encontró las claves secretas que usaba en su correspondencia con Juan Escóiquiz. Luego, ordenó un registro completo del cuarto del príncipe.
Allí encontraron varios documentos que lo implicaban:
- Un cuaderno de doce hojas escrito por el príncipe para el rey. En él, criticaba duramente a Godoy y pedía su encarcelamiento inmediato.
- Un papel de cinco hojas, también escrito por el príncipe, para la reina. En él, se negaba a aceptar la propuesta de matrimonio con la cuñada de Godoy.
- Una carta de Escóiquiz.
- Una carta de un criado de confianza del príncipe que hablaba de un regalo para el embajador francés.
Godoy escribió en sus memorias que también se encontró una carta del 27 de octubre. La reina María Luisa la hizo desaparecer porque era muy comprometedora para el príncipe. En ella se revelaba el verdadero objetivo: quitarle el trono al rey Carlos IV.
Al día siguiente, 28 de octubre, el rey ordenó la detención del príncipe. Fernando quedó encerrado en su cuarto bajo vigilancia. También se detuvo a todos los sirvientes de Fernando presentes en El Escorial, un total de veintidós personas. Entre ellos estaban el marqués de Ayerbe y el conde de Orgaz. El rey también "ordenó celebrar misas en acción de gracias".
El juicio y el perdón

El 29 de octubre, el príncipe Fernando fue llevado ante los reyes. Al principio, negó toda responsabilidad y se contradijo mucho. Incluso dijo que la autora de todo era su difunta esposa, quien había muerto hacía un año y medio. Sin embargo, al día siguiente, al ser interrogado de nuevo, el príncipe lo confesó todo. Dio los nombres de los implicados y reconoció su culpa. Dijo que había sido "un hijo ingrato" y que había "faltado a sus deberes".
Luego, pidió perdón y prometió comportarse como "el más filial hijo". También prometió valorar a Godoy. Su actitud no cambió en los siguientes interrogatorios. Se convirtió en la principal fuente de información de todo el plan. Las declaraciones de los demás implicados, como Escóiquiz y el duque del Infantado, confirmaron lo que dijo el príncipe.
La reacción pública
A la sociedad española se le informó mediante dos documentos publicados en la Gazeta de Madrid el 30 de octubre y el 5 de noviembre. Pero se hizo de forma tan torpe que, al final, el príncipe Fernando, quien había iniciado el plan, resultó beneficiado. La gente lo vio como una víctima de las ambiciones de su madre y de Godoy.
En el documento del 30 de octubre, el rey Carlos IV dijo que se había descubierto "el más inaudito plan" contra él en su propio palacio. Y que por ello había ordenado la prisión de "varios culpables" y el "arresto de mi hijo en su habitación". El rey dijo que su vida había estado en riesgo y que su hijo había aceptado un plan para destronarlo.
La forma en que se contó la actuación del príncipe hizo que la acusación contra él fuera poco creíble. No se explicó cuál había sido su papel en el "plan para destronarme". Además, las dos pruebas clave contra el príncipe (el documento de nombramiento del duque del Infantado y el cuaderno con la "representación al rey") no se hicieron públicas. Por eso, la sociedad española no entendió el verdadero alcance de los planes del príncipe Fernando.
Lo mismo ocurrió con el segundo documento, del 5 de noviembre. En él, el rey perdonaba al príncipe por su "grandísimo delito", pero de nuevo no se explicó en qué había consistido. Además, se culpaba a "unos malvados" que no se identificaban. Se decía que ellos le habían hecho concebir a Fernando el "plan horrible" contra sus padres.
El perdón al príncipe Fernando se ha explicado de varias maneras. Algunos lo atribuyen al consejo del confesor del rey, mientras que otros dicen que se debió a la presión de Napoleón.
El 28 de diciembre, el fiscal del caso terminó la investigación. Exculpó al príncipe Fernando, pero pidió castigos severos para los otros acusados. Sin embargo, el 25 de enero de 1808, los jueces del caso consideraron que el fiscal no había probado los delitos. Absolvieron a todos los acusados. Esto fue un éxito para el "partido fernandino" y una humillación para Carlos IV.
La gente recibió la sentencia con alegría. Confirmaba lo que se había pensado al leer los dos documentos: que el "gravísimo delito" del que se acusaba al príncipe Fernando había sido una invención. Esta sospecha se confirmó cuando el rey Carlos IV ordenó el destierro de los acusados, a pesar de haber sido declarados inocentes. Así, el "partido fernandino" había ganado no solo en los tribunales, sino también ante la opinión pública. Un enviado de Napoleón informó que "el Príncipe de Asturias ha sido convertido en el ídolo de la nación".
El papel de Napoleón en el resultado
Napoleón se enteró de lo ocurrido en la corte española por una carta que le envió el propio Carlos IV el 29 de octubre. En ella, el rey le decía que el príncipe de Asturias "había formado el horrible designio de destronarme" y que había intentado dañar a su madre. Afirmaba que un "crimen tan atroz debe ser castigado". Incluso propuso quitarle sus derechos a la sucesión al trono. Al final de la carta, el rey le pedía ayuda a Napoleón.
El historiador Emilio La Parra López ha considerado esta carta como un error. El rey de España no solo acusaba de traición a su heredero, sino que también anunciaba a un gobernante extranjero, cuyas tropas ya estaban en España, su intención de cambiar el orden de sucesión al trono.
Cinco días después, Carlos IV le envió otra carta a Napoleón. En ella, denunciaba la participación de su embajador en Madrid, Beauharnais, en el plan. Cuando el embajador de Carlos IV en París le entregó la carta a Napoleón, este reaccionó indignado y negó cínicamente saber algo sobre la actuación de su embajador. El 13 de noviembre, Napoleón le escribió a Carlos IV reafirmando lo dicho. Pero Napoleón mentía, pues sí conocía la participación de su embajador. El problema era que si Napoleón reconocía la intervención de su embajador, su reputación ante otras cortes europeas se vería afectada.
La negación de Napoleón de que su embajador tuviera relación con el complot favoreció a los acusados. Ya no se les podía acusar de traición porque no había pruebas de contacto con una potencia extranjera. De hecho, el 20 de diciembre, el rey ordenó a los jueces que eliminaran del proceso cualquier referencia a la actuación del embajador francés. La desaparición de cualquier referencia a la intervención extranjera probablemente explica por qué los jueces declararon inocentes a los acusados. Además, el perdón y la exculpación del príncipe también los favorecieron.
Por otro lado, los problemas de la familia real española que mostró el complot de El Escorial favorecieron los planes de Napoleón respecto a España.
¿Qué se aprendió de este evento?
El historiador Emilio La Parra López describe la actuación del príncipe Fernando durante este proceso así: Fernando se comportó como era. Fue cobarde y egoísta ante el peligro, lo confesó todo y delató a sus compañeros. Fue sumiso a la autoridad, no dudó en pedir perdón a los reyes de la forma más humilde y prometió comportarse como el hijo más fiel. Además, fue adulador, asegurándole a Godoy su admiración. Se mostró grosero en su lenguaje e hipócrita. Sin embargo, ante la opinión pública española, salió de esta situación como el príncipe inocente y víctima, una imagen que le sería muy útil en el futuro.
Una opinión similar tiene Enrique Giménez López: La forma en que se resolvió el complot de El Escorial generó una fuerte desconfianza hacia Carlos IV. Pocos le creyeron, y esto terminó por fortalecer la posición del partido fernandino. La mayoría de los españoles sospechó que Godoy había inventado un plan para desacreditar e incriminar a su rival, y que los reyes lo habían apoyado.