Vía del Capsacosta para niños
La Vía del Capsacosta, llamada por los romanos Vía Annia, fue un camino muy antiguo que sirvió durante mucho tiempo para conectar de forma natural varias regiones: La Plana del Ampurdán, La Garrocha, El Ripollés y El Vallespir. Originalmente, era una ruta secundaria que se desprendía de la Vía Augusta. Desde Figueras, se dirigía hacia el valle de Bianya, subía por Capsacosta y se unía al collado de Ares. Desde allí, ya en la Galia (la antigua Francia), se conectaba de nuevo con la vía Domitia, que era una continuación de la Vía Augusta.
Este mismo camino se mantuvo a lo largo de los años. En la Edad Media, se convirtió en el Camino Real que unía el Ampurdán con el valle de Camprodon.
En tiempos más recientes, siguió siendo una vía importante para comunicar estas tierras y también se usó como camino para el correo (camino de posta) hasta principios del siglo XX.
Desde el siglo XVII hasta principios del Siglo XIX, esta vía fue muy importante en varias ocasiones para el paso de tropas.
Un tramo de la Vía del Capsacosta que aún conserva partes del suelo original y algunas construcciones, se encuentra entre Sant Pau Vell, en el municipio de San Pablo de Seguríes, y el Pas dels Traginers, en la Vall de Bianya. Este tramo mide 7,5 kilómetros de largo.
La existencia de estos restos bien conservados en una longitud considerable permite estudiarlos, protegerlos y darlos a conocer. Esto hace que este tramo sea único y se considere uno de los sitios arqueológicos más importantes del patrimonio cultural de Cataluña.
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¿Cómo se construyó la Vía del Capsacosta?
Aunque las obras de ingeniería más grandes probablemente se hicieron en el Ampurdán, los primeros tramos empedrados de la Vía del Capsacosta que aún se conservan aparecen en el valle de Bianya.
El tramo más impresionante
El tramo más interesante de la Vía atraviesa el collado de Capsacosta. Va desde Hostalets de Capsacosta (cerca de San Salvador de Bianya, en la Garrocha) hasta la carretera moderna, poco antes de llegar a San Pablo de Seguríes, en el Ripollés. En esta parte, la Vía está bastante bien conservada.
Entre Hostalets y la cima de la montaña se encuentra la sección más espectacular. Debido a la gran inclinación del terreno (entre el 10 y el 20 por ciento), los constructores hicieron el camino en forma de zigzag, con tramos rectos y cortos. Para ello, usaron plataformas sólidas y muros de contención hechos con grandes piedras colocadas en seco, es decir, sin usar argamasa (una especie de cemento).
Algunas de estas plataformas llegan a medir 4 metros de altura. Algunas de las piedras, especialmente en las plataformas de las curvas y en los bordes superiores, miden 2 metros de largo por 75 centímetros de ancho. Esto era necesario porque las curvas eran muy cerradas, y los carros debían apoyar todo su peso en la parte exterior de estas plataformas cuadradas.
Las plataformas están separadas por dos escalones de 25 centímetros de las partes superior e inferior del camino. En los escalones, hay marcas (roderas) que siguen las plataformas. Esto permitía que las ruedas de los carros pasaran sin caer por el precipicio, a pesar del desgaste de más de veinte siglos. Las curvas eran tan cerradas para que los carros pudieran girar apoyándose en una sola rueda.
Detalles de la construcción y el drenaje
En este tramo de gran pendiente, el ancho de la Vía es uniforme. Mide unos 555 centímetros por el exterior de los bordes y 430 centímetros por el interior. La superficie del camino tiene forma de arco, lo que ayudaba a que el agua de lluvia se escurriera hacia los lados.
En la parte de la montaña, hay una zanja (cuneta) de unos 40 centímetros de ancho. Esta zanja servía para llevar el agua de lluvia hasta las curvas, donde se vertía por el lado de la montaña. En cada tramo, comenzaba una nueva zanja de desagüe hasta la siguiente curva.
Todavía se conservan dos desagües que pasan por debajo del camino. Estos se usaban para evacuar el agua cuando el tramo era muy largo, y el agua salía por la parte baja del muro de contención. En los tramos donde el muro de contención es muy alto, hay pilares de piedra (pilones guardarruedas) de 50 a 75 centímetros de altura, separados entre sí unos dos metros. Estos pilones protegían las ruedas de los carros para que no cayeran.
En la parte alta, el camino no es tan empinado. Aunque se han destruido unos 600 metros, se puede observar el resto, que mide unos 300 centímetros de ancho. Está formado por dos hileras de piedras cuadradas o rectangulares, bien cortadas, en los lados exteriores. En el interior, las piedras eran más pequeñas y de tamaño regular, aunque la mayoría han desaparecido.
Caminos similares y materiales
En Cataluña, solo hay otros dos caminos con características similares a la Vía del Capsacosta. Uno es el del collado de Parpers, que conectaba Caldes de Montbui (conocida como Aquae Calidae en la antigüedad) y la Vía Augusta con la vía de la costa por Mataró. El otro es el que unía la Vía Augusta con el Camino de Ampurias, cerca de las localidades de Gaüses, Rupiá y Corsá.
Todas las piedras usadas para construir la Vía del Capsacosta provienen de lugares cercanos, aunque no se han encontrado las canteras exactas de donde se extrajo el material.
La Vía del Capsacosta en la actualidad
La Vía del Capsacosta se siguió usando hasta que, entre 1926 y 1927, se construyó la carretera C-153. A partir de entonces, la Vía se usó principalmente como camino para el ganado.
Cuando se construyeron los túneles de Capsacosta entre 1992 y 1994, la empresa encargada de la obra tuvo la obligación de invertir un porcentaje de su presupuesto en bienes culturales. Gracias a esto, se repararon algunos tramos de la antigua Vía del Capsacosta, ayudando a preservar este importante patrimonio.