Rebelión de los pericúes para niños
La rebelión de los pericúes fue un importante levantamiento de este pueblo indígena que ocurrió entre los años 1734 y 1737. Durante este tiempo, los pericúes lucharon por su libertad contra los misioneros españoles. Atacaron continuamente las misiones de Santiago de Aiñiní, San José del Cabo Añuití, Todos Santos y La Paz de Airapí. Todas estas misiones estaban en el territorio pericú, en lo que hoy es el estado de Baja California Sur en México.
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¿Quiénes eran los pericúes?
Los pericúes eran un pueblo indígena nómada que vivía en el extremo sur de la península de California, en la zona de Los Cabos. Esta región es semidesértica. Su forma de vida se basaba en la caza y la recolección, obteniendo alimentos tanto de la tierra como del mar.
Primeros encuentros con los europeos
Los primeros contactos entre los pericúes y los conquistadores españoles ocurrieron durante el siglo XVI. Estos encuentros se hicieron más frecuentes cuando los jesuitas establecieron misiones a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII. En los documentos de esa época, los europeos describían a los indígenas de California de una manera que reflejaba su falta de comprensión sobre su estilo de vida y su cultura. Por ejemplo, el historiador Francisco Javier Clavijero los describió basándose en lo que le contaron los misioneros.
El contacto entre los pericúes y los misioneros españoles tuvo grandes cambios en la vida de este pueblo. Significó que se intentara cambiar su sistema de creencias, que los grupos nómadas tuvieran que vivir en lugares fijos cerca de las misiones y que su cultura se modificara. Sin embargo, también se introdujeron nuevas herramientas y la agricultura, que no se conocía en la mayor parte de la península de California. Investigaciones recientes, como las de Harumi Fujita, muestran que, aunque los pericúes no vivían en un solo lugar, tenían una vida social, económica y cultural muy organizada. Esto se ha descubierto gracias a los hallazgos en la región de Los Cabos. Alfonso Rosales-López señala que a menudo se ha juzgado a las culturas nómadas del norte de México de forma injusta, comparándolas con la vida sedentaria moderna.
¿Por qué se rebelaron los pericúes?
El historiador Antonio Ponce Aguilar explica que la rebelión se debió a los malos tratos que los conquistadores daban a los indígenas. A pesar de que los sacerdotes intentaban protegerlos, los soldados y aventureros los explotaban y les causaban daño.
Incidentes que provocaron el conflicto
Estos problemas, aunque eran considerados delitos por las leyes, a menudo quedaban sin castigo. Esto se debía a que había pocos soldados y los territorios eran muy grandes. Los líderes espirituales indígenas, llamados "guamas" o "doctores de los gentiles", eran muy respetados y temidos en sus comunidades. Ellos defendían su poder y trataban de que su gente rechazara a los misioneros, conspirando contra ellos y atacándolos a menudo.
Un ejemplo de estos conflictos ocurrió en 1702. Una joven indígena cristiana, casada con un soldado español, asistió a una celebración indígena sin el permiso de su esposo. Era la "fiesta de las pitahayas", una reunión para celebrar que el fruto de un cactus estaba maduro y listo para comer. Cuando el soldado se enteró, salió enojado y armado con su arcabuz a buscar a su esposa. En el camino, se encontró con un anciano indígena que intentó calmarlo, pero el soldado le disparó y lo mató. Al saber lo ocurrido, los indígenas mataron al soldado. Más tarde, en abril de 1703, atacaron la misión de San Javier de Viggé Biaundó.
Los pericúes fueron de los pueblos más resistentes. Como vivían en la parte más al sur de la península, sufrieron los abusos de los europeos desde los primeros desembarcos. Por ejemplo, el navegante español Fortún Jiménez murió a manos de los indígenas en La Paz después de que él y su tripulación causaran problemas a las mujeres y a los hombres indígenas.
El comienzo de la rebelión
En 1733 o 1734, el líder indígena pericú llamado Botón, que vivía cerca de la misión de Santiago, fue reprendido públicamente por el misionero Lorenzo Carranco. El misionero lo regañó por tener varias esposas y por su comportamiento, que consideraba inapropiado. Además, Botón fue despojado de su cargo como líder indígena. Este hecho fue la chispa que encendió la rebelión.
Las historias españolas cuentan que Botón, queriendo vengarse, fue a Yenecá en busca de un hombre llamado Chicorí, quien había llevado a una joven cristiana de la misión de Añuití. Compartiendo su descontento con los misioneros, Botón y Chicorí se unieron para intentar revertir los cambios que la colonización europea había traído a sus tierras. El plan de los indígenas era primero matar a los soldados y luego a los misioneros y a los indígenas que se habían convertido al cristianismo, y destruir las misiones. Para enfrentar a los indígenas, la Corona española solo tenía cinco soldados en las misiones de Todos Santos, Aiñiní y Airapí.
Las primeras víctimas
En septiembre de 1734, los pericúes mataron a un soldado de la misión de Todos Santos y luego a otro que protegía la misión de Airapí. Por esos días, un soldado de la misión de Loreto estaba en el lugar para ayudar a Tamaral y encontró a su compañero asesinado. Temiendo por su vida, huyó a refugiarse en la misión de Chillá, donde informó a Guillén lo que había visto. Sin embargo, Guillén no pudo comunicarse con las misiones del sur de la península.
Mientras tanto, Carranco había enviado un grupo de indígenas conversos para que acompañaran a Tamaral desde la misión de San José hasta la misión de Santiago de los Coras. El sacerdote rechazó la ayuda, y el grupo de indígenas conversos que Carranco había enviado de buena fe se unió a los rebeldes a su regreso.
La muerte de Carranco
El 1 de octubre de 1734, los indígenas pericúes atacaron la Misión de Santiago. Sabían que el Padre Carranco estaba solo porque los dos soldados que lo acompañaban habían salido de la misión a buscar ganado. Los indígenas entraron en su habitación, lo sacaron al patio y lo mataron con flechas y pedradas. Al indígena converso que lo ayudaba y que no dejaba de llorar, también lo mataron de la misma forma. Lo mismo hicieron con los soldados cuando regresaron. Hicieron una hoguera y arrojaron al fuego los cuerpos de los cuatro, sus pertenencias y las imágenes religiosas.
La muerte de Tamaral
El 3 de octubre, los indígenas rebeldes llegaron a la Misión de San José del Cabo. Allí tomaron al padre misionero Javier Nicolás Tamaral y lo mataron de la misma manera. El misionero Segismundo Taraval fue avisado en la Misión de Todos Santos por los indígenas conversos de lo que había pasado con los otros sacerdotes. Huyó a refugiarse en la misión de La Paz, luego se fue a la Isla del Espíritu Santo y finalmente viajó a la misión de Dolores. Desde allí, avisó al padre superior Clemente Guillén de Castro, que estaba en la Misión de Loreto, sobre la muerte de los sacerdotes y de 27 indígenas conversos en la misión de Todos Santos.
La rebelión se extiende
El padre Guillén informó al virrey sobre el levantamiento indígena y ordenó a todos los misioneros que se reunieran en la Misión de Loreto para proteger sus vidas. El capitán Esteban Rodríguez Lorenzo decidió concentrar las pocas fuerzas que tenía en la misión de San Ignacio, previendo un levantamiento de los cochimíes.
El padre misionero Jaime Bravo pidió ayuda al gobernador de Sinaloa, quien se trasladó a la península con sus tropas, además de 60 yaquis que fueron traídos desde Sonora para apoyar a los soldados que se refugiaron en la misión de Dolores.
En 1734, el galeón de Manila llegó en su viaje anual a las costas de San Bernabé. Un año antes, habían recibido ayuda del padre Tamaral cuando llegaron enfermos y sin provisiones. Esta vez, todo fue diferente: el capitán del barco envió a 13 marineros a tierra y todos fueron asesinados por los indígenas pericúes.
Pasaron años hasta que la región se calmó. La Corona española estableció un fuerte en San José del Cabo en 1737 para controlar los levantamientos indígenas. Se asignaron 30 soldados a este nuevo grupo con la orden de que funcionara de forma independiente y sin la influencia de los misioneros. Esto causó muchos problemas, como el maltrato a los indígenas por parte de los soldados y un gran retraso en la colonización. Por ello, esta orden fue revocada más tarde.
En los años siguientes, las enfermedades traídas por los europeos, para las cuales los indígenas no tenían defensas naturales, redujeron drásticamente la población hasta el punto de casi desaparecer.