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Mercurio y Argos para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Mercurio y Argos
Fábula de Mercurio y Argos, by Diego Velázquez.jpg
Año ca. 1659
Autor Diego Velázquez
Técnica Óleo sobre lienzo
Estilo Barroco
Tamaño 128 cm × 250 cm
Localización Museo del Prado, Madrid, España
País de origen España

Mercurio y Argos es un óleo de asunto mitológico pintado por Diego Velázquez para el Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid hacia 1659, tratándose de una de sus últimas obras. Salvado del incendio de 1734, pasó al Palacio del Buen Retiro y luego al Palacio Nuevo, donde al ser inventariado en 1772 se advertía del acrecentamiento de la tela, por el añadido de dos bandas, siendo especialmente visible la que afecta a su parte superior de aproximadamente 25,5 cm. En 1819 ingresó en las colecciones del Museo del Prado.

Historia del cuadro

Tras su nombramiento como superintendente de obras en 1643 Velázquez desempeñó tareas de tracista o arquitecto en la definición de espacios interiores del Alcázar. En la última de esas intervenciones, en 1658, se encargó de la decoración del Salón Grande o de los Espejos, sobre la puerta principal, para la que según Antonio Palomino proporcionó «la planta del techo con las divisiones, y forma de las pinturas, y en cada cuadro escrita la historia, que se había de ejecutar». Agostino Mitelli y Angelo Michele Colonna, traídos por Velázquez de Italia, se encargaron del ornato arquitectónico, ocupándose de sus historias, dedicadas a la fábula de Pandora, Juan Carreño y Francisco Rizi. El propio Velázquez se reservó en esas tareas una obra aparentemente menor, la realización de cuatro pinturas de formato apaisado y asunto mitológico destinadas a las entreventanas, olvidadas por Palomino en su extensa descripción de los trabajos al óleo y al fresco que en el salón se hicieron y que, según decía, complacían tanto a los reyes que con frecuencia subían a ver trabajar a los pintores en ellas.

Los asuntos de los óleos velazqueños se conocen por el inventario de 1686, en el que el Mercurio y Argos se menciona junto a otros tres lienzos perdidos en el incendio del Alcázar: Apolo desuella a un sátiro (presumiblemente Marsias), Psique y Cupido y Adonis y Venus. Para Fernando Marías los cuatro lienzos podrían tener en común una «reflexión sobre la visión y su ausencia», culminando en la ceguera del gigante de cien ojos Argos tras el sueño que le provoca el dios Mercurio con su música encantadora.

Su realización se sitúa casi unánimemente en 1659, fecha en que la decoración del salón quedó concluida. Para la figura de Argos se han propuesto como modelos el Gálata moribundo de los Museos Capitolinos, uno de los mármoles clásicos -entonces en la colección Ludovisi- de los que Velázquez encargó en su segundo viaje a Italia la realización de un vaciado, combinado según Charles Tolnay con el broncíneo sobre Ezequías en los frescos de Miguel Ángel en la capilla Sixtina. La misma escultura helenística habría inspirado según Enriqueta Harris la figura de Mercurio en lo que a los brazos y la posición de los hombros se refiere. Marías por su parte señala cierta relación de dependencia entre esta obra y El sueño de san José de Giovanni Lanfranco que Velázquez pudo ver surante su estancia en Roma.

Contenido de la fábula

La fuente literaria son Las Metamorfosis de Ovidio (1, 688-721): Júpiter para poder amar a Ío ocultamente extiende sobre la tierra una extensa neblina, pero Juno celosa sospecha y la disipa. Júpiter para evitar ser descubiertos no puede hacer otra cosa que transformar a Ío en una hermosa ternera. Juno, escamada, se la reclama y coloca como su guardián a Argos, el gigante de cien ojos que nunca dormía, pues siempre alguno de sus ojos velaba. Pero Júpiter envía a Mercurio para rescatarla y el mensajero del dios consigue con la dulce música de su flauta que cierre los cien ojos, momento representado en el cuadro de Velázquez, dándole muerte a continuación y rescatando a la ternera.

Técnica

Velázquez empleó en su ejecución pinceladas muy fluidas, en las que el pigmento se acumula en los extremos del trazo. Toda la superficie ha sido tratada de forma semejante, y así también las cabezas parecen desdibujadas, a causa de la forma rápida y ligera de su ejecución, apuntándose sólo los rasgos faciales mediante breves pinceladas marrones. El empleo de aglutinante en gran cantidad hace que esas pinceladas resulten además casi transparentes, especialmente en los fondos, trasluciendo las capas de color inferiores y la propia base.

Las variaciones introducidas, los célebres pentimentos de Velázquez, afectan principalmente a la vaca Ío, que en una primera solución se pintó con la cabeza mirando en dirección opuesta a la definitiva, lo que sólo puede observarse en este caso por reflectografía infrarroja a causa de la ligerereza de la capa de color empleada en su realización. En cuanto al color, sobre una base ligeramente marrón, además del blanco y el negro, con los que delimitó los contornos, empleó lapislázuli para el celaje, azurita para los azules grisáceos del vestido de Argos, mezclándola con negro, y bermellón de mercurio con óxido de hierro, blanco de plomo y esmalte en diferentes cantidades en las carnaciones y en la capa roja de Mercurio, acabada con un estrato de laca roja.

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Mercurio y Argos para Niños. Enciclopedia Kiddle.