Juan Álvarez (oidor) para niños
Juan Alonso Álvarez fue un abogado español que vivió en el siglo XVI. Nació en Valladolid, España, y falleció en Quito en 1546. Fue uno de los primeros cuatro jueces, llamados oidores, de la primera Real Audiencia de Lima, una importante institución de gobierno en el Virreinato del Perú.
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Juan Alonso Álvarez: Un Oidor en el Virreinato del Perú
¿Quién fue Juan Alonso Álvarez?
Juan Alonso Álvarez era un licenciado en leyes, lo que significa que había estudiado para ser abogado. Su trabajo lo llevó a formar parte de una de las instituciones más importantes de la época colonial española en América: la Real Audiencia. Esta era como un tribunal de justicia y un consejo de gobierno.
Su Viaje al Perú y Primeros Desafíos
Antes de viajar a América, Juan Alonso Álvarez trabajaba como abogado en la Real Audiencia de Valladolid, en España. En 1543, fue nombrado oidor de la recién creada Real Audiencia de Lima. Viajó al Perú junto con el primer virrey, Blasco Núñez Vela.
Desde el principio, Álvarez mostró una actitud que causó controversia. En la región conocida como Provincia de Tierra Firme, el virrey lo reprendió severamente por su comportamiento. A pesar de las críticas, Álvarez continuó con sus acciones.
Conflictos con el Virrey Blasco Núñez Vela
Una vez que la Real Audiencia se estableció en Lima, Álvarez fue testigo de un evento muy grave: la muerte del funcionario Illán Suárez de Carbajal a manos del propio virrey. Aunque el virrey acusó a Carbajal de traición sin pruebas claras, Álvarez aceptó iniciar un proceso legal póstumo contra él, declarándolo culpable.
Dentro de la Real Audiencia, Álvarez comenzó a generar descontento contra el virrey. Esto ocurrió justo cuando se acercaba Gonzalo Pizarro, líder de un grupo de colonos que se habían rebelado. Estos colonos estaban en contra de las Leyes Nuevas, que eran normas que buscaban proteger a los pueblos indígenas y limitar el poder de los colonos.
Álvarez, junto con otros oidores como Diego Vásquez de Cepeda y Juan Lissón de Tejada, planeó destituir al virrey y enviarlo de regreso a España. Su objetivo era que el poder recayera en la Audiencia, lo que aumentaría su propia influencia.
La Destitución del Virrey y sus Consecuencias
El virrey sospechó de la deslealtad de Álvarez y lo confrontó. Sin embargo, Álvarez juró que las acusaciones eran falsas. El 18 de septiembre de 1544, el virrey fue arrestado. Cepeda fue nombrado presidente de la Audiencia.
Álvarez se encargó de preparar los informes sobre la conducta del virrey para presentarlos al Rey de España. Incluso recibió una gran suma de dinero para custodiar al virrey en su viaje de regreso. Sin embargo, durante el viaje por mar, cerca de Tumbes, el virrey convenció a Álvarez para que lo liberara. Otra versión dice que el virrey le ofreció una valiosa esmeralda a cambio de su libertad.
Lo cierto es que Álvarez se reconcilió con el virrey. Juntos desembarcaron en Tumbes y comenzaron una campaña contra Gonzalo Pizarro. Pizarro ya había tomado Lima y había sido proclamado Gobernador del Perú por los demás oidores.
Álvarez se ganó la confianza del virrey y lo apoyó en todo. Realizó las funciones de la Audiencia, firmando documentos importantes. El virrey lo consideró su consejero y le permitió participar en las reuniones con los capitanes.
El Final de su Historia en Quito
Álvarez acompañó al virrey en todos sus movimientos, incluyendo su retirada a Popayán. Finalmente, bajó a Quito con el virrey y participó en la batalla de Iñaquito el 18 de enero de 1546. En esta batalla, sufrió tres heridas graves en la cabeza. Cayó de su caballo y fue tomado prisionero, siendo llevado a Quito.
A pesar de la gravedad de sus heridas, se recuperó de forma sorprendente. Sin embargo, el oidor Cepeda, quien lo odiaba por haberse reconciliado con el virrey, lo invitó a una cena. Álvarez asistió sin sospechar nada. Durante la cena, se sintió mal y se retiró con síntomas de haber sido envenenado. Otra versión dice que al final de la cena le ofrecieron un dulce que estaba envenenado.
Lo cierto es que Juan Alonso Álvarez murió después de una dolorosa agonía. Fue sepultado en Quito, sin los honores que correspondían a su importante cargo.