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Golpe de Estado de julio de 1822 para niños

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El intento de cambio de gobierno de julio de 1822, también conocido como el intento del 7 de julio, fue un esfuerzo fallido por cambiar el gobierno por la fuerza en España durante el Trienio Liberal. Su objetivo era terminar con el sistema de gobierno basado en una Constitución, que había sido establecido después de la Revolución de 1820, y restaurar la monarquía absoluta, donde el rey tenía todo el poder.

Este evento fue el intento más serio de los que querían un rey con poder absoluto. Su centro principal fue el Palacio Real de Madrid, pero también tuvo conexiones en otras partes del país, lo que muestra que había un plan bastante grande y bien pensado. Este suceso marcó un antes y un después en el Trienio Liberal, cambiando el rumbo del gobierno constitucional.

Según algunos historiadores, la idea de este intento surgió de una conversación secreta entre el rey Fernando VII y el embajador francés a principios de mayo de 1822. Ambos pensaron en seguir un modelo similar al de Napoleón en el pasado. El plan final se desarrolló en el círculo cercano a Fernando VII. La ejecución del plan estaría a cargo de grupos que apoyaban al rey absoluto, financiados y dirigidos desde el Palacio Real. La Guardia Real (los soldados que protegían al rey) sería la encargada de iniciar la acción. Un testigo de la época escribió que "el rey fue el alma y el motor principal de la insurrección". El 4 de julio, el embajador francés informó a su gobierno que "el rey está completamente involucrado y es quien ordena las cosas".

El 1 de julio, la Guardia Real se levantó. Fernando VII estuvo a punto de unirse a ellos para liderar el movimiento, pero el gobierno, liderado por Francisco Martínez de la Rosa, le aconsejó no hacerlo porque era muy arriesgado. Los miembros del gobierno estuvieron prácticamente prisioneros en el Palacio Real durante varios días. Durante una semana, el palacio fue el centro de esta ambiciosa acción. Madrid quedó bajo el control de las fuerzas de la Guardia Real, y el rey, con su actitud incierta, impidió que el gobierno tomara medidas, dejando la iniciativa a los rebeldes. Finalmente, la Guardia Real fue derrotada el 7 de julio por las fuerzas que apoyaban la Constitución, lideradas por la Milicia Nacional.

¿Qué pasó antes del intento de julio de 1822?

Archivo:Fernando VII a caballo
Retrato del rey Fernando VII a caballo, pintado en 1821.

En la primavera de 1822, aumentaron las acciones de grupos que apoyaban al rey absoluto en varias regiones de España. También hubo algunos intentos de levantamientos, siendo el más importante el de Valencia el 30 de mayo de 1822. Ese día, los artilleros de la Ciudadela se levantaron en nombre del rey absoluto. La acción solo duró un día, ya que las fuerzas que apoyaban la Constitución tomaron la Ciudadela. El general Elío, quien había liderado un intento similar en 1814, fue juzgado y condenado a muerte.

Ese mismo 30 de mayo, día del santo del rey, una multitud se reunió cerca del Palacio de Aranjuez para aclamar a Fernando VII con gritos como "¡Viva el Rey solo!" y "¡Viva el rey todo absoluto!". Hubo momentos de tensión entre la Guardia Real, que apoyaba al rey absoluto, y la Milicia Nacional. Se pensó que este movimiento no era espontáneo, sino una acción planeada para proclamar al rey con poder absoluto.

Al mes siguiente, la Brigada de Carabineros se rebeló en Castro del Río, creyendo que el infante don Carlos (hermano del rey) lideraría el levantamiento. Esta brigada, junto con la Guardia Real, era uno de los cuerpos militares menos leales al gobierno constitucional. La rebelión de los carabineros fue el inicio de la sublevación de la Guardia Real y casi coincidió con la toma de la Seo de Urgel el 21 de junio por los grupos que apoyaban al rey. Desde ese momento, los que se oponían al gobierno constitucional tuvieron un punto de apoyo en territorio español. Un historiador de la época escribió que España ofrecía el "horrible espectáculo de un sangriento conflicto interno" justo antes del 7 de julio.

El intento de cambio de gobierno

La sublevación de la Guardia Real

Archivo:Anónimo español Vista del monte y palacio de El Pardo, 1820
Vista del monte y palacio de El Pardo, donde se dirigieron cuatro batallones de la Guardia Real en la madrugada del 1 al 2 de julio, iniciando el intento de cambio de gobierno.

El 30 de junio de 1822, cuando el rey regresaba a Madrid, cerca del Palacio Real, grupos de ciudadanos gritaron "¡Viva la Constitución!", a lo que la Guardia Real respondió con "¡Viva el rey absoluto!". Hubo un enfrentamiento en el que murió un miembro de la Milicia Nacional y el teniente Mamerto Landaburu de la Guardia Real, quien fue asesinado por sus propios compañeros en el patio del palacio. El teniente Landaburu, conocido por sus ideas liberales, había intentado poner orden a sus subordinados, quienes lo insultaron. La noticia de su asesinato y la actitud desafiante de la Guardia Real se extendieron rápidamente por Madrid.

Ante estos hechos, el Ayuntamiento de Madrid y la Diputación Permanente de Cortes tomaron la iniciativa. Movilizaron a la Milicia Nacional y exigieron al gobierno que castigara a los responsables. También le dijeron al rey que Madrid estaba "en alarma general" y que había una "conspiración constante" contra las libertades.

En la noche del 1 al 2 de julio, cuatro batallones de la Guardia Real, unos 1500 hombres, salieron de sus cuarteles y se dirigieron a El Pardo, mientras los otros dos se quedaron custodiando el Palacio Real. Este movimiento fue el primer paso de una operación para cambiar el orden constitucional. Se esperaba que Fernando VII y su familia fueran a El Pardo para ser proclamados allí como reyes absolutos, pero el rey no se atrevió a salir de Madrid e intentó controlar todo desde el palacio.

Debido a la inacción del gobierno, el Ayuntamiento de Madrid asumió el control y organizó la resistencia de la capital. A los milicianos se unieron la guarnición local, otros generales y un grupo de oficiales y ciudadanos que formaron el "Batallón Sagrado". Madrid se convirtió en un campamento, con la Plaza de la Constitución defendida por la Milicia y artillería. Un periódico de la época se preguntaba sobre la Guardia Real sublevada: "¿Esperan acaso que los habitantes de la capital, su valerosa guarnición, su valiente milicia y tantos patriotas valientes que están armados, se humillarán y aceptarán las órdenes de un grupo de soldados indisciplinados?".

Archivo:Francisco Martínez de la Rosa. (Museo del Prado)
Francisco Martínez de la Rosa, líder del Gobierno, cuyos miembros quedaron recluidos en el Palacio Real.

El rey había llamado al gobierno de Francisco Martínez de la Rosa al Palacio con el pretexto de buscar una solución a la crisis. Una vez allí, los ministros quedaron encerrados en una sala del palacio. El embajador francés, que también estaba presente, contó que los ministros se negaron a apoyar el intento de cambio de gobierno y fueron tratados de forma ofensiva. El gobierno, encerrado, no declaró en rebeldía a los batallones de la Guardia Real que se habían ido a El Pardo, y no apoyó las iniciativas del Ayuntamiento. Parecía que el gobierno tenía una posición incierta, lo que llevó a algunos a pensar que eran cómplices.

Mientras tanto, Fernando VII había enviado una carta a Luis XVIII el 2 de julio, pidiéndole que interviniera. El 6 de julio, el rey no aceptó la dimisión del gobierno, lo que mostraba su complicidad con los sublevados. En el palacio, los que apoyaban el cambio de gobierno discutían si el rey debía aceptar una monarquía con menos poder o volver al absolutismo puro. Finalmente, se impuso la idea del absolutismo total.

La «Jornada del 7 de Julio»

Archivo:1806-1820, Voyage pittoresque et historique de l'Espagne, tomo II, Vista de la Puerta del Sol y de la Casa de Correos (cropped)
Vista de la Puerta del Sol en 1820.

En la madrugada del 7 de julio, los cuatro batallones de El Pardo entraron silenciosamente en Madrid por sorpresa. Se dividieron en tres grupos que se dirigieron a diferentes puntos de la ciudad, incluyendo la Plaza de la Constitución, defendida por la Milicia. La columna que iba a la Plaza de la Constitución fue enfrentada por la Milicia Nacional, grupos de ciudadanos armados por el Ayuntamiento y el "Batallón Sagrado". Los guardias reales tuvieron que retroceder hacia la Puerta del Sol, donde hubo los combates más fuertes, y luego hacia el Palacio Real, donde se refugiaron para escapar. A diferencia de lo que esperaban, la Guardia Real no tuvo apoyo popular, a pesar de que se había repartido dinero en los barrios más pobres.

La participación del rey en el levantamiento se hizo aún más evidente cuando, según un testigo, los oficiales de la Guardia Real que se preparaban para huir se despidieron de la familia real como si fueran a una muerte segura. La reina estaba muy nerviosa, el rey conmovido y las infantas muy tristes. Los guardias reales fueron perseguidos en su huida por el ejército y los milicianos. Muy pocos lograron unirse a los grupos que apoyaban al rey. Algunos historiadores señalan que los ministros, al permanecer en silencio, ayudaron a ocultar la implicación del rey. El rey actuó como si no tuviera nada que ver con lo sucedido. Felicitó a las fuerzas que defendieron la libertad, inició una investigación sobre la guardia y expulsó de su lado a los cortesanos más relacionados con la conspiración.

Archivo:Alegoría del 7 de julio
Alegoría del 7 de julio, una litografía que celebra la victoria de las fuerzas constitucionales.

La victoria fue para los milicianos y los voluntarios, quienes lograron derrotar a los guardias reales. Los gritos de "¡Viva la Constitución!" se extendieron por toda la capital. El 7 de julio se convirtió en un día heroico para la historia del liberalismo, ya que se creó la idea de que el "pueblo" de Madrid había derrotado al absolutismo y salvado la Constitución. Un periódico de la época publicó que "el aniversario del 7 de julio de 1822 será celebrado por nuestros descendientes" como muestra de que "no hay fuerza humana que resista la voluntad de un gran pueblo que ha decidido morir o vivir libre". La "gesta heroica" fue recordada en grabados y se celebró un funeral solemne para un miliciano caído.

Algunos historiadores actuales coinciden en que la victoria fue del pueblo, que tuvo una actuación heroica. Destacan el papel de la Milicia Nacional, especialmente de los sectores populares. Sin embargo, otros historiadores no están de acuerdo con esta visión, señalando que la participación de los ciudadanos comunes en los combates fue limitada y que la representación de los trabajadores y artesanos en la milicia fue menor de lo que se pensaba.

También se ha señalado que, a pesar de los apoyos con los que contaba el levantamiento (el rey, la familia real, el gobierno, altos cargos del ejército y la Iglesia), fracasó por la falta de unidad en los objetivos de los sublevados. Algunos querían introducir una segunda cámara en el parlamento para frenar las ideas más "radicales", mientras que otros querían simplemente el regreso al absolutismo. También actuaron con prisa y torpeza.

¿Qué pasó después del intento de julio de 1822?

Archivo:Calle del 7 de Julio (Madrid)
Placa de la calle del 7 de julio en Madrid, dedicada a la «Jornada del 7 de julio» de 1822.

El proceso judicial sobre lo ocurrido fue complicado. No se pudo juzgar al rey porque la Constitución decía que era inviolable. Algunos de los implicados huyeron al extranjero. Finalmente, el caso se cerró y solo unos pocos fueron castigados. El rey, con una actitud sorprendente, felicitó al Ayuntamiento y a la Diputación Permanente por su actuación y culpó a sus ministros. A principios del año siguiente, se aprobó un informe que elogiaba al Ayuntamiento de Madrid y a la milicia, y destacaba la debilidad del gobierno y su complicación indirecta, pero no acusaba directamente al rey debido a su inviolabilidad. Así, se impuso la explicación oficial de que Fernando VII había sido engañado por "consejeros malvados".

El fracaso del intento del 7 de julio de 1822 marcó un antes y un después en el Trienio Liberal: después de ese día, el poder pasó de los liberales más moderados a los más radicales. Además, los enemigos del liberalismo se dieron cuenta de que no podían derrocar al gobierno constitucional por sus propios medios. Esto hizo que, a partir de entonces, la presión sobre el gobierno viniera principalmente del exterior. Fernando VII fue el primero en darse cuenta de esto. El mismo 7 de julio, los embajadores extranjeros advirtieron al gobierno español que la relación de España con el resto de Europa dependería de cómo trataran al rey, y que cualquier ofensa a la majestad real sumergiría a la Península en grandes problemas.

Durante el intento de cambio de gobierno, tanto el Ayuntamiento de Madrid como la Diputación Permanente habían exigido al rey que cumpliera con su papel constitucional, incluso amenazando con nombrar una Regencia (un gobierno provisional). Una vez que el intento absolutista fracasó, ambas instituciones insistieron en que el rey siguiera el camino constitucional, además de exigir el castigo de los culpables, la limpieza de los servidores del Palacio y el nombramiento de un nuevo gobierno. El 18 de julio, la Diputación Permanente le reiteró al rey: "Muestre Su Majestad de forma firme y decidida su apoyo al sistema constitucional: acompañe las palabras con hechos, y la tranquilidad y confianza mutua se restablecerán muy pronto".

Archivo:Casa de la Panaderia
Casa de la Panadería, en la Plaza Mayor de Madrid. Desde sus balcones, las autoridades y los familiares de los caídos presidieron el desfile de las fuerzas victoriosas.

Como los liberales moderados quedaron muy desacreditados por su actitud incierta durante el intento de cambio de gobierno, el rey se vio obligado a nombrar el 5 de agosto un nuevo gobierno formado por liberales más radicales. El hombre fuerte de este nuevo gobierno era el general Evaristo San Miguel, uno de los héroes del 7 de julio.

El 24 de septiembre se celebraron en Madrid los actos para recordar la "Jornada del 7 de julio" con un desfile de todas las fuerzas que habían vencido a la Guardia Real sublevada. Durante una comida militar, el nuevo jefe político Juan Palarea pronunció un discurso en homenaje a "los que defendieron su libertad en las plazas y calles de esta capital". Luego, los "héroes del 7 de julio" fueron llevados en hombros, entre vítores y la música del Himno de Riego. La celebración terminó por la noche en el teatro y continuó en la Plaza de la Constitución con música.

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