Falacia informal para niños
Las falacias informales son errores en la forma en que pensamos o argumentamos, especialmente cuando usamos el lenguaje de todos los días. A diferencia de las falacias formales, donde el error está en la estructura lógica, en las falacias informales el problema puede estar en el significado de las palabras o en el contexto en que se usan.
Aunque son incorrectas, las falacias informales a menudo parecen correctas y pueden engañarnos para que las aceptemos. Esto sucede porque a veces usamos palabras con doble sentido, frases poco claras o ideas que damos por sentadas sin decirlas en voz alta.
Existen muchas falacias informales conocidas, como la falacia del equívoco, la falacia de la anfibología, la falacia de composición y división, el falso dilema, la petición de principio, el argumento ad hominem y el argumento ad ignorantiam.
Los expertos no siempre están de acuerdo en cómo clasificar estas falacias. Una forma común de agruparlas es en:
- Falacias de ambigüedad: cuando el lenguaje es confuso.
- Falacias de presunción: cuando se usan ideas falsas o sin justificación.
- Falacias de relevancia: cuando las ideas presentadas no tienen que ver con la conclusión, aunque lo parezca.
Algunos filósofos modernos han criticado la forma tradicional de ver las falacias, diciendo que no siempre son errores. Por eso, han surgido nuevas maneras de entender los argumentos y las falacias. Por ejemplo, el enfoque dialógico ve los argumentos como parte de una conversación para convencer a alguien, y las falacias son como "trampas" que impiden que la conversación avance. El enfoque epistémico dice que los argumentos nos ayudan a aprender cosas nuevas, y las falacias son argumentos que no cumplen con este objetivo.
Estudiar las falacias nos ayuda a entender mejor cómo evaluar y criticar los argumentos. Nos enseña a distinguir entre un buen argumento y uno que no lo es.
Contenido
¿Qué son las falacias informales?
Las falacias informales son errores en los argumentos que usamos en nuestra vida diaria. Un argumento es un conjunto de ideas (llamadas premisas) que se presentan para apoyar una conclusión. En un buen argumento, las premisas realmente apoyan la conclusión.
El error en un argumento puede estar en su forma (su estructura), su contenido (lo que dicen las ideas) o su contexto (la situación en que se usa). Si el error es solo de forma, es una falacia formal. Las falacias informales pueden tener errores de forma, pero su principal problema está en el contenido o el contexto.
Como las falacias informales se usan en el lenguaje común, a veces es difícil detectarlas. Esto ocurre por palabras con varios significados, frases poco claras o ideas que se dan por sentadas sin decirlas.
¿Cómo se relacionan los argumentos y las falacias?
Solo los argumentos pueden ser falacias. Si alguien dice algo incorrecto pero no da razones para ello, no es una falacia. La idea principal de un argumento es que las ideas iniciales (premisas) apoyan la conclusión.
Los argumentos válidos son muy fuertes: si las premisas son verdaderas, la conclusión tiene que ser verdadera. Otros argumentos no son tan fuertes, pero aun así pueden ser convincentes. No todos los argumentos que no son perfectos son falacias.
Imagina que las premisas son la base de una casa y la conclusión es el techo. Hay dos cosas que pueden salir mal y convertir un argumento en una falacia:
- La base es inestable (las premisas son débiles o falsas).
- La base no sostiene el techo (las premisas no apoyan la conclusión).
Tradicionalmente, se dice que una falacia es:
- Un argumento.
- Que no es válido (o es incorrecto).
- Que parece válido.
La última parte es importante: las falacias nos engañan. No son solo errores por descuido, sino que tienen algo que nos atrae y nos hace caer en ellos.
Forma, contenido y contexto: ¿dónde está el error?
El error en un argumento puede estar en su forma, su contenido o su contexto.
La forma es la estructura del argumento. Por ejemplo, una regla lógica muy conocida es el modus ponens: "Si pasa A, entonces pasa B. Pasa A. Por lo tanto, pasa B". Esta estructura es válida sin importar de qué traten A y B.
El contenido de un argumento son las ideas que expresa. Muchas falacias informales tienen una idea inicial (premisa) que es falsa. Por ejemplo, un falso dilema es una falacia porque presenta solo dos opciones cuando en realidad hay más.
El contexto es la situación en la que se usa el argumento. Un argumento puede ser una falacia si no cumple su función en ese contexto. Por ejemplo, la falacia del hombre de paja ocurre cuando alguien ataca una versión débil o incorrecta de la idea de su oponente, en lugar de la idea real. El ataque puede ser lógico, pero es un error en el contexto porque el oponente nunca dijo eso.
Lenguaje natural y falacias formales
Las falacias formales son argumentos que son incorrectos por su estructura lógica. Son estudiadas en la lógica formal. Sin embargo, muchas falacias que usamos en el día a día, como en la publicidad o la política, son informales. Por ejemplo, un falso dilema o una petición de principio pueden ser lógicamente válidos, pero aun así son falacias.
Analizar las falacias informales es difícil porque su estructura no siempre es clara en el lenguaje común. A veces, palabras como "porque" o "por lo tanto" nos indican qué son las premisas y la conclusión, pero otras veces no. Muchos argumentos informales también tienen ideas que no se dicen en voz alta, sino que se dan por supuestas.
Algunos expertos creen que todas las falacias son, en el fondo, falacias formales con ideas ocultas. Pero no todos están de acuerdo. Traducir un argumento del lenguaje común a la lógica formal a menudo significa perder detalles importantes.
Otros enfoques para entender las falacias
La forma tradicional de ver las falacias ha sido muy debatida. Algunos dicen que ciertas "falacias" no son errores en todos los casos. Por eso, se han propuesto otras maneras de entender los argumentos y las falacias.
Enfoque dialógico: el argumento como un juego
El enfoque dialógico ve los argumentos no solo como ideas, sino como parte de una conversación (un diálogo) cuyo objetivo es convencer a la otra persona de tu punto de vista.
Imagina que es un juego entre dos jugadores. Cada jugador tiene ideas y una conclusión que quiere probar. Gana quien logra convencer al otro. Los jugadores hacen "movimientos" que cambian lo que cada uno acepta. Los argumentos son esos movimientos, donde usas las ideas del oponente como base para llegar a tu conclusión.
Desde esta perspectiva, las falacias son como "trampas" o "violaciones de las reglas" de este juego de diálogo. Son argumentos que parecen buenos pero que impiden que la conversación avance. Por ejemplo, la falacia del hombre de paja es un error dialógico porque atacas una idea que tu oponente no tiene.
A veces, un mismo "movimiento" puede ser una falacia o no, dependiendo del juego. Por ejemplo, el argumento tu quoque (también conocido como "tú también" o "apelación a la hipocresía") intenta desacreditar a alguien diciendo que su comportamiento no concuerda con lo que dice. Esto no siempre es una falacia; a veces puede mostrar una debilidad en la posición del oponente. Pero sí es una falacia si solo se usa para evitar responder a un argumento.
Enfoque epistémico: el argumento para aprender
La idea principal del enfoque epistémico es que los argumentos nos ayudan a aprender y a aumentar nuestro conocimiento. Nos permiten pasar de ideas que ya sabemos que son ciertas a ideas nuevas que aún no hemos justificado. Las falacias son argumentos que no logran este objetivo porque rompen alguna regla para justificar el conocimiento.
Por ejemplo, la petición de principio es una falacia desde esta perspectiva porque no nos ayuda a aprender nada nuevo. La conclusión ya está incluida en una de las ideas iniciales. Un enfoque puramente lógico no podría explicar por qué es una falacia, ya que el argumento es lógicamente válido.
El enfoque bayesiano es una forma especial del enfoque epistémico. Aquí, la fuerza de nuestras creencias se mide con probabilidades. Razonar con un argumento es como cambiar la fuerza de nuestras creencias cuando recibimos nueva información. Las falacias son argumentos que son "débiles" en términos de probabilidad. Lo que es una falacia para una persona puede no serlo para otra, dependiendo de sus creencias iniciales.
Este enfoque ayuda a entender por qué algunos argumentos del efecto dominó son falacias y otros no. Estos argumentos dicen que una propuesta llevará a una cadena de eventos que terminará mal. Aunque cada paso de la cadena sea probable, la probabilidad de que todos ocurran juntos puede ser muy pequeña. Si es así, el argumento es una falacia. Pero si las probabilidades son altas, el argumento puede ser válido.
Tipos de falacias informales
Hay muchos tipos de falacias informales, y los expertos debaten si un argumento es siempre una falacia o cómo agruparlas. Aquí las clasificamos en tres grupos principales, que son comunes en los estudios: falacias de ambigüedad, falacias de presunción y falacias de relevancia.
Falacias de ambigüedad: cuando el lenguaje confunde
El error en estas falacias viene del uso del lenguaje. Esto ocurre porque muchas palabras o frases tienen varios significados (son ambiguas) o no son claras (son vagas). Las falacias de ambigüedad a menudo causan discusiones donde las personas no se entienden porque están hablando de cosas diferentes sin darse cuenta.
Para evitar estas falacias, es útil aclarar el lenguaje, por ejemplo, definiendo bien los términos o haciendo distinciones nuevas.
La falacia del equívoco es un buen ejemplo. En ella, una misma palabra se usa con dos significados diferentes en el mismo argumento. Por ejemplo:
- Los veleros usan velas.
- Las velas están hechas de cera.
- Por lo tanto, los veleros usan cera.
El error está en la palabra "vela", que primero se refiere a la tela de un barco y luego a la de cera. Es más difícil detectar esta falacia cuando los dos significados están muy relacionados.
La falacia de la anfibología también tiene que ver con la ambigüedad, pero no de una palabra, sino de una frase entera por su estructura. Por ejemplo:
- "La policía recibió la orden de parar el consumo de alcohol en el campus después de la medianoche.
- Por lo tanto, ahora son capaces de responder a las emergencias mucho mejor que antes."
Una interpretación es que la policía no puede beber alcohol. Otra es que su trabajo es impedir que otros beban. El argumento parece lógico con la primera interpretación, pero no con la segunda.
Las falacias de división y composición se deben a la ambigüedad de palabras como "todos". Esta palabra puede significar "todos juntos" (colectivo) o "cada uno individualmente" (distributivo).
- La falacia de división ocurre si de una idea sobre un grupo se concluye algo sobre un individuo de ese grupo. Por ejemplo, si "todos los estudiantes de esta clase son inteligentes" (como grupo), no significa que "cada estudiante individualmente es inteligente".
- La falacia de composición es lo contrario: si de una idea sobre cada miembro de un grupo se concluye algo sobre el grupo entero. Por ejemplo, "cada miembro del equipo de investigación era un excelente investigador", por lo tanto, "era un excelente equipo de investigación". No siempre un grupo de excelentes individuos forma un excelente equipo.
Falacias de presunción: ideas iniciales falsas o sin base
Las falacias de presunción tienen una idea inicial (premisa) que es falsa o no está justificada, aunque el argumento en sí pueda parecer válido. Esta premisa problemática puede ser de diferentes tipos.
Un falso dilema es una falacia de presunción que presenta solo dos opciones, simplificando demasiado la realidad y dejando fuera otras posibilidades. Por ejemplo, decir: "Stacey habló en contra del capitalismo, por lo tanto, debe ser comunista". Se ignora que Stacey podría no ser ni comunista ni capitalista.
En las falacias de generalización, la premisa falsa se debe a una generalización incorrecta.
- La generalización indiscriminada ocurre cuando se aplica una regla general a un caso que es una excepción. Por ejemplo, "toda persona tiene derecho a su propiedad. Por lo tanto, aunque Jones había sido declarado loco, usted no tenía derecho a quitarle su arma". Aquí se ignora que la locura es una excepción a los derechos de propiedad.
- La generalización apresurada es el error opuesto: sacar una conclusión general basándose en muy pocos casos. Por ejemplo, "he conocido a dos personas en Nicaragua hasta ahora, y ambas fueron amables conmigo. Por lo tanto, todas las personas que conoceré en Nicaragua serán amables conmigo".
La petición de principio es un tipo de razonamiento circular donde la conclusión ya está asumida en las ideas iniciales. Por eso, las ideas iniciales no dan un apoyo real a la conclusión. Por ejemplo, la frase "El verde es el mejor color porque es el más verde de todos los colores" no da una razón nueva para su conclusión. Es difícil detectar esta falacia en argumentos largos y complejos.
Falacias de relevancia: cuando las ideas no importan
Las falacias de relevancia usan ideas que no tienen nada que ver con la conclusión, aunque parezca que sí. A menudo, logran convencer a la gente porque apelan a las emociones, como el miedo o la compasión.
Los argumentos ad hominem son un tipo importante de falacia de relevancia. En ellos, la persona que argumenta ataca a la persona que presenta una idea, en lugar de atacar la idea en sí. Por ejemplo, rechazar una teoría científica porque su autor tiene cierta nacionalidad es un argumento ad hominem falaz.
Sin embargo, no todos los argumentos ad hominem son falacias. En un juicio, por ejemplo, es común y razonable cuestionar la credibilidad de un testigo. La diferencia entre un argumento ad hominem falaz y uno justificado depende de si el carácter de la persona atacada es relevante para la idea en cuestión. La nacionalidad de un científico no suele ser relevante para la validez de una teoría, pero la credibilidad de un testigo sí es muy relevante para su testimonio. El whataboutism es una forma especial de falacia ad hominem que intenta desacreditar la posición de un oponente acusándolo de hipocresía, sin refutar su argumento.
El argumento ad ignorantiam es otra falacia de irrelevancia. Se basa en la idea de que no hay pruebas para una afirmación, y de ahí se concluye que la afirmación debe ser falsa. Por ejemplo, "nadie me ha demostrado nunca que exista un Dios, así que sé que no existe". Otra versión de esta falacia concluye que una afirmación debe ser verdadera porque no hay pruebas en su contra.
Los argumentos por analogía también pueden caer en falacias de relevancia. Una analogía es una comparación entre dos cosas que son similares. Los argumentos por analogía usan lo que sabemos de una cosa para inferir algo sobre otra cosa similar. Por ejemplo: "Si un niño recibe un juguete nuevo, querrá jugar con él; por lo tanto, si una nación recibe armas nuevas, querrá usarlas". La fuerza de estos argumentos depende de si la similitud es realmente relevante para la característica que se infiere. Si no hay relevancia, el argumento es una analogía errónea o falsa.
Véase también
En inglés: Informal fallacy Facts for Kids