Conflicto de las selfactinas para niños
El conflicto de las selfactinas fue un conjunto de sucesos que ocurrieron en la ciudad de Barcelona, España, en julio de 1854. Estos eventos fueron protestas contra la llegada de nuevas máquinas llamadas "selfactinas". Estas máquinas, que venían del término inglés "self-acting" (que significa "que funciona por sí misma"), eran automáticas y ayudaban a hilar el algodón. Sin embargo, muchos trabajadores pensaban que estas máquinas les quitaban sus empleos.
En España, ya había habido protestas contra la maquinaria que causaba desempleo. Por ejemplo, en Alcoy en 1821, en Camprodón en 1823, en Barcelona en 1835 y en Igualada alrededor de 1847. Las selfactinas llegaron a Cataluña hacia 1844. Cinco años después, en 1849, estas máquinas ya usaban más de 91.000 husos (partes de la máquina que hilan). Para 1854, ¡ya eran más de 200.000!
Contenido
El Conflicto de las Selfactinas en Barcelona
¿Qué eran las selfactinas y por qué causaron problemas?
Las selfactinas eran máquinas de hilar algodón muy avanzadas para su época. Eran automáticas, lo que significaba que podían hacer el trabajo de muchos obreros a la vez. Esto era bueno para los dueños de las fábricas, porque podían producir más rápido y con menos costos. Sin embargo, para los trabajadores, especialmente los hiladores, significaba que sus puestos de trabajo estaban en peligro. Temían quedarse sin empleo y sin forma de mantener a sus familias.
El inicio de las protestas obreras
El 30 de junio de 1854, comenzó un levantamiento político llamado la Vicalvarada, que dio inicio a un periodo de cambios en el gobierno. Barcelona fue la primera ciudad en unirse a este movimiento. El 14 de julio, los obreros de Barcelona iniciaron una huelga, algo que ya habían hecho antes en marzo de ese mismo año.
La Vicalvarada y la huelga de 1854
Al día siguiente, el 15 de julio, algunas fábricas que usaban las selfactinas fueron incendiadas. En uno de estos ataques, lamentablemente, algunas personas perdieron la vida.
El 16 de julio, el capitán general Ramón de la Rocha anunció que cualquiera que dañara una propiedad o a una persona sería castigado con la muerte. Al día siguiente, tres hiladores fueron ejecutados. Aunque los incendios pararon, los hiladores y tejedores continuaron su huelga de forma pacífica. Ellos pedían que se quitaran las selfactinas de las fábricas. El 18 de julio, más de cincuenta fábricas seguían sin funcionar.
Reacciones y negociaciones
El capitán general habló con Josep Barceló, uno de los líderes de los trabajadores. El 25 de julio, firmó una orden que prohibía el uso de las selfactinas. También ordenó que estas máquinas se cambiaran por otras más antiguas y menos eficientes, llamadas mule-jennies. Al mismo tiempo, los líderes obreros, como Ramón Maseras, Miquel Guilleuma, Antoni Vado, Josep Nogué y Josep Barceló, escribieron un documento explicando sus peticiones al capitán general.
Sin embargo, el conflicto no terminó ahí. Los dueños de las fábricas apelaron la prohibición al gobierno de Madrid, y los trabajadores continuaron con su huelga.
El fin del conflicto y sus consecuencias
El 8 de agosto, el nuevo capitán general, Domingo Dulce y Garay, se reunió con los líderes de las Sociedades Obreras (grupos de trabajadores organizados). De esa reunión salió un comunicado de los obreros, firmado por diecinueve sociedades, que daba por terminada la huelga. Ellos pedían que se perdonara a los obreros que habían sido juzgados y condenados, y que se abriera un tiempo para que fabricantes y obreros pudieran negociar.
El papel de los líderes obreros
Este fue el último evento importante del conflicto de las selfactinas. Durante este tiempo, las Sociedades Obreras fueron reconocidas oficialmente. Esto significaba que tenían la capacidad de representar a los trabajadores ante los dueños de las fábricas. Esto se confirmó en los meses siguientes, cuando se firmaron varios acuerdos entre ellos.
Aunque el 9 de agosto el gobierno de Madrid anuló la orden que prohibía las selfactinas, el miedo a las reacciones de los obreros hizo que esta decisión no se publicara hasta mayo de 1855.
Según el historiador Manuel Tuñón de Lara, el conflicto se resolvió cuando llegó el nuevo gobernador civil de Barcelona, Pascual Madoz. Él ayudó a que se llegara a un acuerdo provisional el 11 de agosto, lo que puso fin a la huelga. Los hiladores lograron media hora más de descanso para comer al mediodía, lo que redujo sus horas de trabajo semanales de 75 a 72.
Acuerdos y el reconocimiento de los trabajadores
Durante el conflicto, un político llamado Laureano Figuerola escribió un artículo donde decía que los obreros querían vivir sin trabajar. Él argumentaba que los fabricantes tenían derecho a reducir sus gastos. Los líderes obreros, Josep Barceló, Ramón Maseras y Antonio Gual, le respondieron. Ellos explicaron que si las máquinas los dejaban sin trabajo, no tendrían cómo alimentar a sus familias. También expresaron su preocupación de que los fabricantes pudieran usar niños para operar las selfactinas, dejando a los adultos sin empleo.
¿Qué aprendemos de este conflicto?
El conflicto de las selfactinas nos enseña sobre los desafíos que enfrentaron los trabajadores durante la Revolución Industrial. La llegada de nuevas tecnologías, como las máquinas automáticas, cambió la forma de trabajar y a veces causó problemas de empleo. También nos muestra cómo los trabajadores comenzaron a organizarse en Sociedades Obreras para defender sus derechos y negociar mejores condiciones de trabajo. Este fue un paso importante en la historia de los derechos laborales.
Véase también
En inglés: Conflict of the selfactinas Facts for Kids
- Hiladora Jenny
- Industria textil
- Lanzadera volante
- Historia de la industria del algodón en Cataluña