Caza de brujas en Tarrasa para niños
La Caza de mujeres acusadas de brujería en Tarrasa (1615-1619) fue un evento histórico en el que seis mujeres de la ciudad de Tarrasa fueron acusadas de practicar brujería. Lamentablemente, fueron condenadas a muerte el 27 de octubre de 1619.
Este suceso fue documentado por Francesc Maspons Labrós en la revista Lo Gay Saber en 1880, en un artículo llamado Las Bruixas.
Contenido
¿Por qué ocurrieron las acusaciones de brujería en Tarrasa?
En el año 1619, cuando estas mujeres fueron juzgadas en Tarrasa, la región de Cataluña vivía momentos difíciles. Había mucha pobreza y la gente sentía que las autoridades actuaban de forma injusta. En este ambiente, y debido a cambios en las ideas de la Iglesia, la gente empezó a culpar a las supuestas brujas por problemas como sequías, heladas o la muerte de niños y animales.
Aunque en España hubo menos víctimas de la caza de brujas que en otras partes de Europa, ya a principios del siglo XVII muchos habitantes de Tarrasa estaban preocupados. Creían que estaban rodeados de brujas.
Las leyendas locales de la época contaban que grupos de mujeres de Tarrasa se reunían con el diablo en el bosque de Can Palet de la Cuadra. Se decía que en estos encuentros, las mujeres bailaban de forma descontrolada.
Algunos historiadores creen que si estas reuniones de mujeres realmente ocurrieron, podrían haber sido para compartir conocimientos. Quizás buscaban soluciones a problemas de la vida diaria o temas de salud. Esto se debe a que ciertos saberes, especialmente los relacionados con la salud femenina, no eran parte de la medicina oficial, que era practicada casi solo por hombres.
¿Cómo se desarrolló el proceso de la caza de brujas?
En medio de este ambiente de miedo, en 1615, Joana Ferré y otras diez mujeres fueron acusadas de brujería en Tarrasa. El 2 de julio de 1615, las autoridades de Barcelona pidieron que las mujeres fueran llevadas a la capital. De las once, solo tres fueron encarceladas: Margarita Cotilla, Micaela Casanovas "Esclopera" y Guillermina Font "Miramunda". Las demás fueron liberadas y regresaron a Tarrasa o huyeron a otras ciudades.
Sin embargo, las mujeres liberadas seguían siendo vistas con sospecha por los vecinos de Tarrasa. La gente las acosaba, incluso les lanzaban piedras en público.
Debido a la gran hostilidad en la ciudad, el 26 de diciembre de 1618, el ayuntamiento de Tarrasa pidió ayuda a Joan Font, un experto en identificar brujas de Sellent. Se acordó que los gastos de los juicios serían pagados por la ciudad. Con su ayuda, el 23 de mayo del año siguiente, un tribunal civil detuvo y condenó a seis mujeres. Algunas de ellas ya habían sido liberadas por la Inquisición años antes. Estas mujeres eran: Margarita Cotilla, Joana de Toy, Joana Sabina, Micaela Casanovas, Eulàlia Totxa y Guillermina Font, "Miramunda".
La primera en ser encarcelada y sometida a interrogatorio fue Margarita Cotilla. Su propio hermano la acusó de haber "embrujado" a su esposa para que no pudiera tener hijos. Bajo presión, Margarita Cotilla mencionó el nombre de Joana de Toy. Con más declaraciones y acusaciones de los vecinos, se detuvo y se interrogó al resto de las mujeres.
Las acusadas fueron encerradas en el Castillo de Tarrasa. Permanecieron allí esperando un juicio civil, ya que el Tribunal de la Inquisición no podía repetir un juicio. Finalmente, después de ser juzgadas y de que se leyera su condena en público, las mujeres fueron ejecutadas en la Piedra Blanca, cerca del puente de las Eimerigues, el 27 de octubre de 1619.
¿Qué se dijo durante el proceso?
Las primeras declaraciones de los acusadores y testigos fueron muy llamativas. Por ejemplo, el hermano de Margarida Tafanera afirmó que su hermana era una bruja. Dijo que ella los había "hechizado" a él y a su esposa para que no tuvieran hijos y así ella pudiera quedarse con sus bienes. Otro vecino, Antoni Ubres, contó que las mujeres se reunían los jueves por la noche junto a un viejo pino en la finca de la masía de Can Palet de la Cuadra. Allí, según él, las esperaba el diablo, vestido de terciopelo rojo. Se decía que una por una se acercaban a besarle la mano. Después de una cena, el diablo tocaba la flauta.
A estas mujeres y a otras se les acusó de sacrificar animales, de "embrujar" a personas, de causar granizo y de muchas otras acciones negativas.
Joan Font, quien viajaba por Cataluña buscando brujas, aseguró ante el alcalde y los consejeros de Tarrasa que había encontrado una "marca del diablo" en Joana Toy y Margarida Tafanera después de lavarles la espalda. En su declaración, Margarida Tafanera confesó que era bruja (probablemente bajo presión). Dijo que una francesa llamada Joana Ferres le había enseñado y que se reunían a menudo en casa de Joana Toy. También explicó que se frotaban ciertas partes del cuerpo y salían volando para reunirse bajo un pino con el demonio.
Cuando interrogaron a Joana Toy, ella confesó que era francesa, de la localidad de Aux, y hermana de Joan de la Boqueria. Sin embargo, negó ser bruja o conocer a las otras mujeres presas. Al negarse a confesar, fue sometida a interrogatorios. Después de esto, Joana Toy confirmó la declaración de Margarida Tafanera y añadió que otra francesa llamada Perona, que vivía en Martorell, le había enseñado.
Margarida Tafanera negó todas las acusaciones. A pesar de la presión, dijo no saber nada de lo que la acusaban. En un momento, le dijo al juez: "Matadme, que bien tendréis que rendir cuentas a Dios".
¿Qué pasó con las mujeres acusadas?
Margarida Tafanera, Eulalia Totxa, Joana Sabina, Guillermina Font (también conocida como Miramunda) y Miquela Casanovas (alias Esclopera) fueron ejecutadas el 27 de octubre de 1619. Esto ocurrió en un lugar llamado Piedra Blanca, cerca del puente de los ferrocarriles de las Aimerigues. Sin embargo, hasta el día de hoy no se sabe qué le ocurrió a Joana Toy.
Véase también
En inglés: Terrassa witch trials Facts for Kids
- Caza de brujas
- Aquelarre
- Caza de brujas en Cataluña
- Juicios de las brujas vascas