Panchito Gómez Toro para niños
Datos para niños Francisco Gómez Toro |
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Información personal | ||
Nacimiento | 11 de marzo de 1876 Jatibonico, Cuba |
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Fallecimiento | 7 de diciembre de 1896 San Pedro, Cuba |
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Causa de muerte | Muerte en combate | |
Nacionalidad | cubana | |
Familia | ||
Padres | Máximo Gómez Báez y Bernarda Toro Pelegrín | |
Información profesional | ||
Ocupación | Mambí | |
Francisco Gómez Toro, conocido como "Panchito", fue un joven militar cubano que participó en la Guerra de Independencia de Cuba de 1895. Nació el 11 de marzo de 1876 en Jatibonico, Cuba, y falleció en combate el 7 de diciembre de 1896 en San Pedro, Cuba. Alcanzó el rango de teniente en el ejército cubano.
Contenido
¿Quién fue Francisco Gómez Toro?
Sus primeros años y familia
Francisco Gómez Toro fue el cuarto de nueve hijos de Máximo Gómez Báez, un importante líder militar dominicano, y Bernarda Toro Pelegrín, conocida como Manana, de origen cubano.
Su padre, Máximo Gómez, estaba muy ocupado con la lucha por la independencia de Cuba, por lo que no pudo estar mucho tiempo con Panchito en sus primeros meses. La familia tuvo que mudarse a Jamaica y no fue hasta marzo de 1878 que pudieron reunirse todos.
Desde pequeño, Panchito demostró ser muy responsable. Ayudaba en las tareas de la casa, incluso cuando la familia pasaba por dificultades económicas. Admiraba mucho a su padre y, al mismo tiempo, mostraba un gran cariño por su madre y sus hermanos.
La vida en el exilio
Después de que terminaran las primeras luchas por la independencia cubana en 1878, la familia Gómez Toro vivió un período difícil. Se mudaron a varios países como Jamaica, Honduras, Estados Unidos y Haití. Finalmente, en 1888, llegaron a Santo Domingo, la tierra natal de su padre. Allí se establecieron en una finca llamada La Reforma.
Durante este tiempo, la familia enfrentó muchos desafíos. Algunos de los hermanos de Panchito enfermaron y fallecieron, las cosechas se perdieron y pasaron por momentos de necesidad económica. A pesar de todo, nunca se rindieron.
En 1892, en Montecristi, Francisco Gómez Toro trabajaba en la casa Jiménez. Fue allí donde José Julián Martí Pérez, otro gran líder cubano, lo buscó para que lo llevara a La Reforma, donde estaba su padre. Este primer encuentro entre Panchito y Martí fue muy importante y marcó el inicio de una amistad que duraría hasta la muerte de Martí.
Panchito estaba muy comprometido con la situación de Cuba y creía firmemente en la necesidad de luchar nuevamente por la independencia. Participó en varias reuniones secretas junto a Martí, Antonio Maceo y Grajales, su padre y otros líderes.
A pesar de su juventud, Panchito era maduro, trabajador y muy responsable. Su padre, Máximo Gómez, confiaba plenamente en él. Cuando Gómez partió hacia Cuba para continuar la lucha, dejó a Panchito y a su hermano Maxito a cargo de los asuntos familiares. Panchito asumió esta gran responsabilidad, aunque deseaba estar combatiendo en Cuba.
En septiembre de 1896, Panchito se embarcó en el vapor Three Friends como parte de una expedición liderada por el General Juan Rius Rivera. Su objetivo era desembarcar en el occidente de Cuba y unirse a las fuerzas de Maceo.
El sacrificio de Panchito Gómez Toro
La unión con Antonio Maceo
El General Antonio Maceo y Grajales recibió a Panchito como si fuera su propio hijo y siempre lo mantuvo cerca. Sabía que al tenerlo en su tropa, tenía una gran responsabilidad con Máximo Gómez. Juntos participaron en varias batallas.
El 7 de diciembre de 1896, Panchito y Maceo fallecieron juntos en combate durante la Batalla de San Pedro.
Los últimos momentos de Maceo y Panchito
En el otoño de 1896, había algunas diferencias entre el gobierno provisional de la República en Armas y el general Máximo Gómez. Gómez había convocado a Maceo para reunirse en Las Villas, con la intención de renunciar a su cargo.
Maceo, conocido como el Titán de Bronce, estaba en Pinar del Río, luchando sin recibir mucha ayuda. A pesar de esto, no le daba tregua al general español Valeriano Weyler. En la segunda mitad del año, Maceo había logrado reactivar la campaña gracias a la llegada de nuevas expediciones con armas y municiones. Entre los expedicionarios estaba Panchito Gómez Toro, el hijo de Gómez. Panchito tenía 20 años y Maceo lo recibió con gran afecto.
El 2 de noviembre, Maceo recibió la nota de Gómez. Preocupado, acudió de inmediato al llamado del Generalísimo, aunque su presencia en Pinar del Río era muy importante.
Para llegar a Las Villas, Maceo intentó varias veces cruzar una línea de defensa española de 32 kilómetros. En uno de esos intentos, se cayó de su caballo. Dijo que había sido un mareo, pero algunos creen que pudo haber sido un mal presentimiento.
Finalmente, el 4 de diciembre, Maceo logró cruzar con 20 compañeros en un bote por la boca del Mariel. Dejó atrás a su escolta y a 150 hombres. Continuó su camino en la oscuridad, sin saber que del otro lado lo esperaba un comandante español.
El 7 de diciembre de 1896, alrededor de las 9:00 de la mañana, Maceo llegó a la finca de San Pedro de Punta Brava. Estaba enfermo y con fiebre. Mientras descansaba en su hamaca, planeaba atacar algunos lugares cercanos a la capital. Alrededor de las 2:55 de la tarde, fueron sorprendidos por un ataque.
Maceo intentó levantarse de su hamaca, pero no pudo. Pidió ayuda y trató de organizar a sus hombres. Después de unos minutos, logró vestirse y montar su caballo.
Las fuerzas enemigas se protegieron detrás de unas cercas de piedra y comenzaron a disparar. Maceo decidió rodearlos para desalojarlos. Mientras intentaban cortar una cerca de alambres, fueron descubiertos y una lluvia de balas cayó sobre ellos. Una bala impactó en el rostro de Maceo, causándole una herida mortal. Cayó de su caballo y falleció en apenas un minuto.
Varios oficiales cubanos se acercaron, pero la situación era muy peligrosa. Algunos se retiraron buscando refuerzos que nunca llegaron.
Alberto Nodarse, quien ya había sido herido varias veces, junto con Juan Manuel Sánchez, lideraron la resistencia para intentar recuperar el cuerpo de Maceo. A pesar de sus esfuerzos y de ser heridos, no pudieron mover el cuerpo debido al intenso fuego enemigo. Después de más de dos horas de combate, la posición se volvió insostenible y los últimos soldados cubanos se retiraron gravemente heridos.
Al enterarse de la tragedia, Panchito, con un brazo herido, se acercó al lugar. Dijo que iba "a morir al lado del general".
Al caer la tarde, en medio de la confusión, el teniente coronel Juan Delgado preguntó qué hacer. Le respondieron que los generales se habían ido y que su responsabilidad había terminado. Indignado, Delgado animó a los presentes: "Es una vergüenza que los españoles se lleven el cadáver del general Maceo sin que hagamos nada por rescatarlo. Prefiero la muerte".
Dieciocho valientes, incluyendo a Ricardo Sartorio y Alberto Rodríguez Acosta, se unieron a Delgado para recuperar los cuerpos de Maceo y Panchito del territorio enemigo. Su ataque fue tan fuerte que los soldados españoles que estaban despojando los cuerpos huyeron. Esa noche, los cubanos lavaron los cuerpos de los dos héroes y los velaron. Decidieron esconderlos en la finca Cacahual, propiedad de Pedro Pérez, tío de Juan Delgado.
Caballaron toda la noche y llegaron a Santiago de las Vegas. Delgado le entregó los dos cuerpos a su tío Pedro Pérez, pidiéndole que los enterrara en secreto antes del amanecer y que no dijera a nadie dónde estaban hasta que terminara la guerra. Pedro Pérez cumplió su promesa y guardó el secreto con gran cuidado.
La muerte de Maceo y Panchito fue un golpe muy duro para Máximo Gómez. En poco tiempo, la revolución había perdido a varios de sus líderes más importantes. Gómez quedó destrozado por la muerte de su hijo y de su viejo compañero de lucha. En su diario, el 16 de diciembre, escribió: "Otra gran desgracia, la más terrible que podía caer sobre mí". Y el 28 de diciembre, expresó su profundo dolor: "¡Triste, muy triste, más que triste desgraciado ha sido para mí el año 96!".
Panchito no había cumplido 21 años cuando falleció en combate. Días después, la noticia de su muerte llegó a su padre, sumiéndolo en una profunda tristeza. Máximo Gómez escribió sobre su hijo:
"Murió mi Panchito amado muy lejos de mí; mis brazos se quedaron abiertos, esperándole, porque así lo dispuso el destino (...) Descansa en paz héroe feliz, flor de un día que esparció sus perfumes entre los suyos (...) siempre te estaremos llorando (...) en el hogar que tu eterna ausencia ha dejado desolado y triste, eterno será tu duelo".