Historia de Carmona para niños
La historia de Carmona, una ciudad en la provincia española de Sevilla, es muy antigua. Comienza con los primeros grupos de cazadores-recolectores que vivieron en la zona durante el Paleolítico. Después, hubo asentamientos de la época Neolítica y de la Edad de los Metales, y la vida en Carmona ha continuado sin interrupciones hasta hoy.
Contenido
- Orígenes: Carmona prehistórica
- Inicios de la metalurgia en Carmona: Calcolítico
- Edad del Bronce
- Carmona y Tartessos: Bronce Final y Primer Hierro
- Hierro II: etapa turdetana
- Tras la conquista romana
- Durante el Imperio Romano
- Épocas tardorromana y visigoda
- Carmona musulmana
- Baja Edad Media: Carmona bajo el dominio de los reyes cristianos
- De los Trastámara a los Reyes Católicos
- De los Austria a los Borbones: Carmona en la Edad Moderna
- Carmona contemporánea: Siglos XIX y XX
- Véase también
- Autorización
Orígenes: Carmona prehistórica
Desde hace al menos un millón de años, el territorio donde hoy se encuentra Carmona ha estado habitado por seres humanos. En el Paleolítico, estos grupos se dedicaban a la caza y a recolectar alimentos. Solían vivir cerca de los ríos, donde había más animales para cazar y donde encontraban materiales para sus herramientas.
Con la llegada del Neolítico, la agricultura y la ganadería cambiaron la forma de vida. Las comunidades agrícolas empezaron a vivir en poblados fijos, cerca del agua y de las tierras de cultivo. A medida que la población crecía, también aumentaba la necesidad de proteger los alimentos. Por eso, al final del Neolítico y al principio del Calcolítico, los poblados se construyeron en lugares fáciles de defender.
Inicios de la metalurgia en Carmona: Calcolítico
Hace unos 4500 años, durante el Calcolítico, la zona de Los Alcores y La Campiña se volvió ideal para la agricultura y la ganadería. El asentamiento más antiguo en lo que hoy es Carmona se encontró en Campo Real, una elevación al suroeste del centro histórico. Allí, en 1898, se descubrieron 42 silos (pozos para almacenar grano) excavados en la roca, algunos con restos de enterramientos.
Dentro de la actual Carmona, el primer poblado surgió en el Calcolítico Pleno. Se extendió por toda la meseta, ocupando las partes más altas y las laderas. Se han encontrado restos de esta época en lugares como el Alcázar del rey D. Pedro y el barrio de San Blas.
Las excavaciones en la calle Dolores Quintanilla han revelado cómo era este poblado. Estaba formado por cabañas circulares de unos 2 a 2.5 metros de diámetro, parcialmente excavadas en la roca, con paredes de piedra y techos de ramas cubiertos de barro. Cerca de las cabañas había silos circulares, también excavados en la roca, para guardar el grano. Cuando los silos dejaban de usarse, se llenaban de objetos como cerámicas hechas a mano, herramientas de piedra y hueso, y restos de cobre.
Las personas de esta época enterraban a sus muertos en sepulcros colectivos llamados dólmenes. A principios del siglo XX, se encontró un dolmen con un largo corredor y una cámara circular bajo el Ayuntamiento actual.
El final del Calcolítico, entre el 2500 y el 2000 a.C., se caracteriza por un nuevo tipo de cerámica llamada campaniforme, por su forma de campana. Estas vasijas estaban muy decoradas con dibujos. Aunque se encontraron muchos vasos campaniformes cerca de Carmona, no hay pruebas suficientes para decir que este estilo se originó aquí.
Edad del Bronce
Después del Calcolítico, llegó la Edad del Bronce, llamada así por el uso de una nueva aleación de cobre y estaño para fabricar herramientas. Esta etapa trajo grandes cambios en la cultura y la organización social.
La Edad del Bronce se divide en tres partes: Inicial, Medio y Final.
Bronce Inicial
La primera fase del Bronce, entre el 1800 y el 1500 a.C., vio cómo las comunidades se volvían más sedentarias y la población se concentraba en lugares como Carmona. Los poblados importantes se situaban en lugares estratégicos y se amurallaban. Las cabañas circulares fueron reemplazadas por construcciones rectangulares. La economía seguía siendo agrícola y ganadera, con un aumento de las actividades metalúrgicas.
En esta fase, se encontraron tres tumbas de pozo y covacha en la Ronda de San Francisco. Dos de ellas estaban dañadas, pero una conservaba restos humanos en posición fetal, junto con tres vasijas. También se encontró la tumba de un niño de dos años, con un vaso de ofrendas.
El poblado de esta época se situaría en la zona este y sur de la actual ciudad. La necrópolis (cementerio) de este poblado probablemente estaba en la Ronda del León de San Francisco.
Bronce Medio
A mediados del segundo milenio a.C. (entre el 1400 y el 1100 a.C.), hubo un cambio importante. Muchos asentamientos cercanos a Carmona fueron abandonados. Aparecieron comunidades de pastores nómadas de la Meseta, que reemplazaron a las poblaciones anteriores. Las razones de este cambio no se conocen bien, pero podrían estar relacionadas con un cambio climático.
Los restos arqueológicos de esta etapa son escasos y dispersos, lo que sugiere que los asentamientos eran menos estables o incluso estacionales. Las estructuras de las viviendas eran de materiales poco resistentes, como madera y barro.
El final de este período es alrededor del 1100 a.C. Después de esta fecha, hay un vacío de información, lo que significa que no se han encontrado pruebas de presencia humana hasta el Bronce Final.
Carmona y Tartessos: Bronce Final y Primer Hierro
El inicio del primer milenio a.C. trajo una época de gran desarrollo para esta región, con el surgimiento y la caída de Tartessos. Tartessos fue una cultura que nació del contacto entre las comunidades locales y los colonizadores de Oriente, principalmente los fenicios, que llegaron a las costas de la península ibérica a mediados del siglo VIII a.C.
Carmona tuvo un papel muy importante en este período debido a su ubicación estratégica, que controlaba las rutas del bajo Guadalquivir, y a sus defensas naturales. Entre los siglos X y IX a.C., estos grupos ya ocupaban la meseta de Carmona. Construían cabañas circulares con zócalos de piedra y paredes de adobe y ramas. Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería.
Se sabe poco de sus costumbres funerarias, ya que no se han encontrado cementerios de esta época en el bajo Guadalquivir. Sin embargo, se han hallado armas y objetos metálicos en los ríos, lo que podría indicar que eran ofrendas funerarias.
Alrededor del siglo VIII a.C., los fenicios, especialmente los de Tiro, llegaron a las costas andaluzas. Su objetivo principal era establecer colonias para comerciar, buscando metales y otros productos. Fundaron Cádiz y otras colonias en la costa, en islas o penínsulas, para tener acceso al interior a través de los ríos.
Aunque tradicionalmente se pensaba que los fenicios solo eran comerciantes en la costa, nuevas investigaciones muestran que también intentaron colonizar tierras agrícolas y establecieron pequeños puestos comerciales en los poblados locales, como en Carmona.
Desde mediados del siglo VIII a.C., Carmona tuvo un núcleo de población estable en el barrio de San Blas, al norte de la meseta. Este lugar, de unas 6 hectáreas, era una fortaleza natural que dominaba los caminos hacia el Guadalquivir.
Los primeros contactos entre los habitantes locales y los fenicios se ven en restos de cerámica hecha a torno del siglo VIII a.C. Más tarde, en los siglos VII y VI a.C., se construyeron edificios con técnicas claramente orientales. Por ejemplo, en 1988, se encontró un muro de 1.1 metros de ancho, construido con una mezcla de sillares y mampostería, con una técnica puramente oriental.
En 1992, se descubrieron estructuras de tres edificios superpuestos, construidos entre la segunda mitad del siglo VII y mediados del siglo V a.C., con una fuerte influencia fenicia. Uno de ellos tenía una habitación con paredes de adobe y zócalos de piedra, y en el suelo se encontraron tres tinajas decoradas con motivos de animales y plantas orientales, como grifos y flores de loto. También se hallaron copas, un plato y cucharas de marfil. La estructura y la simbología sugieren que era un complejo religioso.
La influencia fenicia en Carmona fue muy importante. El poblado de cabañas se transformó en una ciudad, probablemente debido a la presencia de un puesto comercial fenicio. Las cabañas circulares se convirtieron en casas rectangulares, construidas al estilo fenicio, con habitaciones para diferentes usos. La ciudad se organizó con un plan urbanístico y se defendió con una muralla. Este proceso culminó a mediados del siglo VI a.C., cuando la caída de Tiro afectó la estructura comercial fenicia y llevó a la decadencia de Tartessos.
Hierro II: etapa turdetana
La crisis que afectó a Tartessos dio paso a un período de cambios. Muchos asentamientos entraron en crisis o desaparecieron. Sin embargo, Carmona parece que superó esta crisis rápidamente. La ciudad turdetana siguió ocupando el mismo espacio y se expandió hacia el sur.
En la zona de San Blas, la ciudad turdetana se construyó directamente sobre la ciudad antigua, manteniendo la misma orientación. Más al sur, en la zona de expansión, la nueva ciudad turdetana tenía una orientación diferente, que coincidía con la romana.
Las construcciones se hacían con mampostería (piedras sin labrar) del lugar, revestidas y pintadas de rojo o blanco. Los suelos eran de tierra apisonada, cantos rodados o losas de piedra.
La ubicación estratégica de Carmona y la riqueza de sus recursos naturales ayudaron a que la ciudad superara la crisis rápidamente.
La conquista de la península ibérica por los cartagineses en el 237 a.C., bajo el mando de Amílcar Barca, inició una etapa de conflictos que terminó con la Segunda Guerra Púnica y la conquista romana. Carmona se convirtió en un importante punto cartaginés, con grandes obras defensivas. Para reforzar su seguridad, construyeron una muralla con fosos en forma de V. El acceso principal a la ciudad se defendió con un imponente bastión de sillares, que hoy forma parte del Alcázar de la Puerta de Sevilla. Esto hizo de Carmona una fortaleza inexpugnable, que impresionó al propio Julio César.
En el año 206 a.C., los cartagineses fueron expulsados de la Península. La decisiva batalla de Ilipa tuvo lugar, según algunos historiadores, en Carmona, el principal centro cartaginés en la Turdetania. La victoria romana decidió el futuro de Hispania.
Tras la conquista romana
Con la conquista romana, Carmona, como el resto de Hispania, comenzó un proceso de adaptación y transformación llamado romanización. Esto afectó a su cultura, organización social, economía, religión, idioma y urbanismo.
Durante la República romana (siglos II y I a.C.), Carmona mantuvo la misma estructura urbana que en el período turdetano y púnico, con pequeños cambios. Se documentó un complejo de alfarería fuera de las murallas. Las viviendas comenzaron a cambiar, con muros y cimientos de piedra y ladrillos de adobe, pero manteniendo una fuerte conexión con las tradiciones locales. Las estancias eran más grandes, reflejando una economía y sociedad más complejas.
Los efectos de la romanización se hicieron más evidentes al final del período, con el surgimiento del Imperio Romano.
Durante el Imperio Romano
En la segunda mitad del siglo I d.C., Carmona vivió un período de prosperidad económica, gracias a la agricultura, la ganadería y el comercio a larga distancia. Esto llevó a una intensa actividad constructiva y a la expansión de la ciudad de norte a sur. Carmona adoptó un plano urbano organizado alrededor de un centro, con el eje este-oeste (decumanus maximus) y el foro como elementos principales. La ciudad creció hacia el sur y el este, ocupando lo que hoy es el barrio de San Felipe. En esta ampliación, se expresaron mejor los conceptos arquitectónicos y urbanísticos romanos, con un diseño ortogonal (en forma de cuadrícula).
Se pueden analizar los elementos básicos de este esquema urbano: sus murallas y puertas, sus calles, el foro, los edificios de espectáculos, las termas, las áreas industriales, las viviendas y los cementerios.
Muralla y puertas
Carmona es una meseta elevada y fácil de defender. En época romana, estas condiciones naturales se reforzaron con una muralla que rodeaba todo su perímetro y puertas fortificadas. Aunque hoy quedan pocos restos de estas defensas, se cree que la muralla romana seguía el trazado de las murallas medievales que aún se conservan.
La muralla tenía cuatro puertas que daban salida a las dos vías principales de la ciudad. Las puertas de Sevilla y Córdoba marcaban los extremos occidental y oriental del cardo maximus, mientras que las puertas del Postigo y Morón limitaban el decumanus maximus por el norte y el sur.
Julio César, impresionado por la fortaleza de Carmona, dijo que era "con mucho la ciudad más fuerte de toda la provincia".
Puerta de Sevilla
El bastión y la Puerta de Sevilla fueron construidos por los cartagineses antes de la Segunda Guerra Púnica, pero los romanos los modificaron. Añadieron la puerta de acceso a la ciudad y una poterna (puerta pequeña) al norte del bastión, además de otras reformas. La puerta tiene dos espacios abovedados con arcos y un patio interior. La poterna tiene dos arcos de medio punto. Ambas obras datan de la primera mitad del siglo I a.C. En el bastión, se construyó un muro más alto y un templo, de los que quedan pocos restos, en la segunda mitad del siglo I a.C.
Puerta de Córdoba
La actual Puerta de Córdoba es el resultado de varias reformas sobre la puerta romana original. Se conservan partes de los muros, dos pilastras, parte de los dos torreones semioctogonales que la flanquean, la escalera y su bóveda. Por su estilo arquitectónico, se cree que fue construida en tiempos de Augusto o Tiberio (siglo I d.C.).
Puerta de la Sedía
En 1986, se encontraron restos de una antigua puerta con al menos dos arcos en la calle Torre del Oro. Por el trazado de la ciudad romana, es probable que una puerta principal romana estuviera allí o muy cerca.
Puerta de Morón
Se cree que esta puerta estaba cerca de la cuesta de San Mateo. Recientemente, se encontró una estructura de sillares similar a la Puerta de Córdoba, lo que apoya esta idea.
Calles
Cardo máximo y decumana
El urbanismo romano se basaba en un trazado de calles ortogonal (en cuadrícula). Las dos calles principales eran el cardo maximus y la decumana maximus.
El cardo maximus seguía el trazado de la Vía Augusta y se ha mantenido en el plano actual de la ciudad, pasando por las calles Prim, Plaza de Arriba, Martín López, Dolores Quintanilla y Puerta de Córdoba.
La decumana maximus partía de la Puerta de Morón y cruzaba la Plaza de Arriba para dirigirse a la puerta noroccidental, cerca del Postigo.
Las calles estaban pavimentadas con grandes losas de piedra, y debajo de ellas discurrían las cloacas.
Foro
El foro era el centro cívico, administrativo, religioso y económico de la ciudad. Allí se encontraban los templos principales, la basílica, la curia (donde se reunían los magistrados) y el mercado. Toda la vida pública giraba en torno al foro.
En Carmona, el foro estaba en la confluencia del cardo maximus y la decumana maximus, en la actual Plaza de Arriba, que ha sido el centro público de la ciudad a lo largo del tiempo. Aunque no se conoce la estructura exacta del foro, se han encontrado restos de edificios públicos importantes, como una posible vía porticada o un mercado.
Teatro y anfiteatro
El anfiteatro se encontró frente a la necrópolis, junto a la Vía Augusta, y fue excavado por G. Bonsor y J. Fernández López en 1885. Se conserva la arena (el espacio central) y parte de las gradas inferiores, que estaban labradas en la roca. La arena medía 55 metros en su eje mayor y 39 en el menor.
La existencia de un teatro en Carmona siempre ha sido debatida. Sin embargo, en 1995, en la calle General Freire, se descubrieron cimientos de un gran edificio. Sus características y ubicación sugieren que podría ser el teatro, aunque esta hipótesis aún no está confirmada.
Termas
Se creía que había baños públicos romanos cerca de la Iglesia de San Bartolomé. Las excavaciones recientes en la calle Pozonuevo descubrieron parte de una piscina y la infraestructura de calentamiento de agua, confirmando que eran las termas públicas de Carmona. También se encontró un mosaico en 1923, que hoy se conserva en el Ayuntamiento.
Vivienda
La casa romana típica en Carmona se organizaba alrededor de un patio central llamado atrium. Alrededor del patio se distribuían las diferentes habitaciones: cocina, letrinas, dormitorios y el comedor. Los tejados recogían el agua de lluvia en una piscina en el atrio, que luego se almacenaba en cisternas subterráneas. Estas cisternas, excavadas en la roca, tenían galerías para aumentar su capacidad y se impermeabilizaban con un mortero especial.
Las cimentaciones solían ser de mampostería, y los muros de sillares, piedras o ladrillos, revocados con mortero de cal y pintados con motivos figurativos, geométricos o lisos. Los colores más comunes eran el blanco, rojo, azul, verde u ocre. Los suelos más comunes eran de opus signinum (mortero con fragmentos de cerámica) y ladrillo, y más raramente mosaicos o losas de mármol.
Área artesanal
Las áreas artesanales, principalmente para la producción de cerámica, se situaban fuera de las murallas, a ambos lados de los caminos principales. Se han encontrado varios hornos para fabricar cerámica y restos de instalaciones auxiliares. Los hornos eran circulares, construidos con ladrillos de adobe, y tenían dos partes: una cámara de combustión subterránea y una superior donde se colocaban las vasijas para cocerlas.
Cementerios
Los cementerios se ubicaban fuera de la ciudad, normalmente a ambos lados de los caminos principales. La necrópolis más importante estaba junto a la Vía Augusta, en dirección a Sevilla. También se han identificado otros cementerios más pequeños en el camino hacia Axati (Lora del Río).
Necrópolis romana de Carmona | |||||||||
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Épocas tardorromana y visigoda
Después del siglo III d.C., la ciudad entró en una etapa de crisis, con cambios económicos y una sociedad más rural. La ciudad se encogió, y algunas zonas que se habían expandido durante el Imperio Romano se despoblaron. Hubo una recesión urbanística, y las estructuras existentes se reutilizaron con pocas modificaciones. Por esta razón, y porque las obras posteriores destruyeron muchas huellas, los datos arqueológicos de este período son escasos. Solo se han encontrado indicios de ocupación en el centro de la Carmona romana, relacionados con el foro, que fue dividido y reutilizado, posiblemente para fines privados.
Carmona musulmana
Reconstruir la historia de la Carmona musulmana es un desafío debido a la escasez de textos escritos y a que los restos arqueológicos son limitados.
En general, la ciudad siguió el ritmo de la historia de al-Ándalus. Se sabe que fue una de las primeras conquistas de Táriq ibn Ziyad después del desembarco del 711. La ciudad fue tomada en julio del 713 por Muza ibn Nusayr. Los musulmanes conservaron el antiguo nombre de la ciudad, adaptándolo a su pronunciación: Qarmuna.
Es probable que se firmara un tratado que permitiera a la población hispano-visigoda mantener sus leyes, instituciones, propiedades y religión, a cambio de pagar un impuesto. La élite hispano-visigoda fue reemplazada o asimilada por la nueva élite de África, y se estableció la estructura estatal islámica.
Hay pocas referencias específicas sobre Carmona. Se menciona la presencia de miembros de tribus bereberes y de personas de origen árabe.
Desde el siglo VIII hasta el final del Califato de Córdoba, Carmona fue la capital de una "cora", una división administrativa de al-Ándalus. La cora de Carmona abarcaba un vasto territorio que incluía aldeas y localidades menores.
Aunque no hay muchos datos sobre la vida política y económica de Carmona en este período, se sabe que el proceso de islamización de la población local ya era una realidad en el siglo IX.
Cuando el Califato se desintegró en varios principados, Carmona incorporó Écija a su taifa (reino pequeño), dominada por el líder bereber Mohamed ibn Abdallah. Sin embargo, en 1042, Carmona fue integrada en la taifa sevillana de los Abbadíes. A partir de entonces, la historia de la ciudad estuvo ligada a Sevilla.
En 1091, llegaron los almorávides, grupos tribales del norte de África que unificaron al-Ándalus bajo su dominio. Al mismo tiempo, el avance cristiano desde el norte provocó frecuentes incursiones militares que causaron destrucción.
El poder almohade (1148-1224) trajo un corto período de estabilidad a la ciudad, seguido de una nueva etapa de conflictos hasta la conquista cristiana en 1247.
Tenemos poca información sobre el urbanismo de Qarmuna. Las excavaciones suelen encontrar pozos negros y residuos, pero las estructuras de edificios públicos o privados son raras, ya que los muros y pavimentos que se descubren bajo la ciudad moderna suelen ser de época romana. Sin embargo, un texto del geógrafo al-Himyarí ofrece una descripción detallada de la ciudad y sus alrededores:
«Se encuentra en la ladera de una montaña y está rodeada de una muralla de piedra. Durante el periodo de paz se abrieron portillos en esta muralla, que fueron cerrados en la época de agitaciones.
Carmona es habitualmente inexpugnable por todos los lados de su contorno, excepto por su cara occidental: allí, la altura de la muralla es de 40 piedras, que equivale a 43 codos. En la muralla oeste hay una torre conocida bajo el nombre de al-Burg al-Agamm; en caso de guerra se colocan sobre esta plataforma lanzaproyectiles. En el ángulo de esta misma muralla norte hay otra más alta, que recibe el nombre de Samarmala: está cubierta por una torre de defensa y domina, al exterior, una verde pradera, cuya hierba no se seca jamás. A lo largo de esta muralla corre una fosa muy profunda, que data de la Antigüedad y cuyo terraplén se une a la muralla. Sobre el trazado de la muralla sur, se observa en cierto lugar una gran roca escarpada, levantada como un muro y tan alta que apenas se puede levantar los ojos hasta su cumbre: la muralla está construida por encima; entre ésta y el borde de la roca hay espacio suficiente para el paso de un hombre. Algunos se deslizan desde allí para ir a recoger miel y sacar los pájaros de la fisura de la roca. Esta misma muralla meridional está horadada por una puerta llamada Bab Yarni, cuyo nombre proviene del burgo Yarni, no lejos de ella.
La Puerta de Córdoba está al este de la muralla: forma una obra defensiva con torres. La Puerta de Calsena se encuentra al nordeste, y es la que hay que franquear al volver a Córdoba, pues el camino a que da acceso es fácil, mientras que el que sale de la Puerta de Córdoba es difícil y escarpado. La Puerta de Sevilla está al este: un poco retirada para el que entra a Carmona. Se encuentra una segunda puerta a cincuenta codos de la otra.
Hay en Carmona una mezquita mayor con columnas de mármol y pilastras de piedra. También hay un mercado semanal que tiene lugar los jueves. Hay baños públicos y un arsenal, que fue construido después de la incursión de los normandos para que sirviera de depósito de armas. En el interior de Carmona hay numerosas ruinas antiguas y una cantera de piedra. En los alrededores hay muchas canteras, una de ellas al norte.»al-Himyarí
Muchos de los elementos mencionados en este texto se pueden identificar hoy en día.
Varios tramos de la muralla, con bases de sillares reutilizados y el resto de tapial, datan de la época almohade. La descripción de la Puerta de Córdoba coincide con la realidad actual. La Puerta de Samarmala correspondería a la antigua Puerta de la Sedía, y la de Yarni a la Puerta de Morón. La Puerta de Sevilla se identifica con la que el geógrafo menciona como al-Agamm.
De los tres alcázares (fortalezas) de la ciudad, al menos dos estuvieron en uso durante el dominio islámico. La fortaleza de la Puerta de Sevilla sufrió importantes transformaciones, como la elevación de la torre del homenaje. El Alcázar de Arriba o Alcázar Real conserva un palacio que data de principios del siglo X.
La Mezquita Mayor ocuparía el lugar donde ahora se levanta la iglesia de Santa María. Aún se conserva parte de la estructura islámica original en el Patio de los Naranjos, que data del siglo XI.
Las canteras mencionadas por al-Himyarí son claramente reconocibles en las Cuevas de la Batida.
En este período, se reocuparon zonas que antes eran públicas. Por ejemplo, el antiguo foro romano fue dividido para construir viviendas. El trazado de las calles actuales podría ser muy similar al de la ciudad musulmana. La vía principal, el antiguo cardo romano, se mantuvo, conectando el acceso desde Sevilla con la Mezquita Mayor.
También se construyó un arsenal en la ciudad como prevención ante ataques inesperados, como el de los vikingos en Sevilla en el 844. Se cree que estaba en la zona de las calles Atarazana y Atarazanilla.
El cementerio musulmán aún no ha sido localizado, aunque se han encontrado algunas tumbas aisladas lejos de la ciudad.
Baja Edad Media: Carmona bajo el dominio de los reyes cristianos
Este período se caracteriza por dos factores: la distribución de tierras y la incorporación de Carmona a la administración del Reino de Castilla, y la continuidad de las formas de vida musulmanas a través de la población que decidió quedarse.
Después de la toma de Carmona, Fernando III de Castilla firmó un acuerdo que permitía a los musulmanes conservar sus propiedades y residencias. Otorgó un fuero municipal a la ciudad, incluyéndola en la categoría de señorío de realengo (bajo el control directo del rey).
Se conserva una copia del siglo XV del reparto de tierras de Carmona. El reparto inicial de Fernando III fue complementado por el de Alfonso X, que distinguía entre "donadíos" (para la familia real u órdenes militares) y "heredamientos" (para los pobladores). Los donadíos eran grandes extensiones de tierra, mientras que los heredamientos eran lotes más pequeños. Los principales beneficiarios fueron las órdenes de Santiago y Calatrava, y la Corona de Castilla.
El reparto de tierras muestra una sociedad con una mayoría de población musulmana sometida por una minoría de cristianos (principalmente castellano-leoneses, y en menor medida aragoneses y navarros), que controlaban la administración y el gobierno. El número de musulmanes y mudéjares (musulmanes bajo dominio cristiano) disminuyó debido a diversas circunstancias, incluyendo el incumplimiento de los acuerdos que les garantizaban libertad. Sin embargo, la arqueología muestra que la cultura material no cambió, lo que indica la permanencia de la población musulmana.
Alfonso X renovó los fueros municipales de Carmona, dándole un territorio jurisdiccional propio, mucho más grande que el actual, que incluía Fuentes de Andalucía, Mairena, El Viso y La Campana.
El período después de la muerte de Alfonso X es difícil de reconstruir en Carmona debido a la poca documentación. Su ubicación estratégica la hizo blanco de ataques, lo que causó inseguridad. Esta inseguridad también fue causada por conflictos internos en la Corona de Castilla. A pesar de este clima negativo, agravado por una grave enfermedad en 1348, el reinado de Pedro I (1350-1369) fue positivo para Carmona.
El gobierno de este rey, conocido como "El Cruel", dejó importantes obras arquitectónicas en la ciudad. Decidió restaurar el antiguo palacio musulmán del Alcázar Real, reforzándolo con una nueva barbacana (defensa exterior) y dos grandes torres cuadradas. También mandó construir otra fortificación al otro lado de la Puerta de Córdoba, el Alcázar de la Reina, que fue parcialmente derribado en 1501. El Alcázar de Abajo o de la Puerta de Sevilla se amplió con nuevas estancias. En 1992, se encontraron restos de una nueva sala de la época de Pedro I con decoraciones murales.
El rey también favoreció a la comunidad judía que vivía en el barrio de San Blas. La mayoría de las ermitas (pequeñas capillas) alrededor de la ciudad, como Nuestra Señora de la Antigua, Santa Ana, San Sebastián, San Mateo y Santa Lucía, también datan del período de Pedro I.
Tras la muerte del rey, Carmona se convirtió en el último bastión de sus seguidores, protegiendo a sus hijos y fieles y resistiendo el asedio de Enrique de Trastámara hasta la capitulación en 1371.
De los Trastámara a los Reyes Católicos
Las actas del Concejo de Carmona permiten conocer mejor los cien años anteriores al gobierno de los Reyes Católicos. El poder municipal fue monopolizado por ciertas familias de forma hereditaria. Aparecieron nuevos señoríos en el territorio, otorgados por Enrique II para asegurar el apoyo de la nobleza, en un período de luchas políticas entre la monarquía y la nobleza. Estos conflictos culminaron en una guerra civil que llevó a la destitución de Enrique IV. La situación estratégica de Carmona, importante militar y políticamente, trajo un período de desorden y conflicto para la ciudad, que solo se superó con el inicio del reinado de los Reyes Católicos.
El fin de la autonomía municipal llegó con el establecimiento del sistema de corregidores, funcionarios que dependían directamente de la Corona y que controlaban el poder local.
En esta etapa, Carmona adquirió muchos de los rasgos de su aspecto actual. Hacia 1411, se crearon las parroquias, que dieron origen a los barrios actuales: Santa María, Santiago, San Salvador, San Blas, San Felipe y San Bartolomé dentro de las murallas, y San Pedro del Arrabal y San Mateo del Arrabal fuera de ellas. En 1424, se derribó la mezquita mayor para construir la iglesia principal de la ciudad, la Prioral de Santa María. En 1463, se fundó el primer convento de Carmona, el de Santa Clara. En 1407, se menciona por primera vez la plaza de San Salvador (Plaza de Arriba), delimitada por edificios civiles y religiosos, y tiendas. El Alcázar Real se reforzó con una fortificación de artillería, el Cubete, y se autorizó la demolición del Alcázar de la Reina. Trece cofradías (asociaciones religiosas) mantenían nueve hospitales en la ciudad, a los que se sumó el de la Misericordia y Caridad, fundado en 1498. Hacia el cambio de siglo, el Arrabal de San Pedro había crecido lo suficiente como para albergar servicios que no ofrecía la Plaza de Arriba, como casas de postas y mesones, además de comercios de todo tipo, situados estratégicamente a lo largo del camino de entrada a la ciudad. El matadero se construyó en 1503 cerca de la zona de expansión de Carmona.
De los Austria a los Borbones: Carmona en la Edad Moderna
El sistema de corregidores no impidió que ciertas familias de Carmona mantuvieran parte del poder local, monopolizando los cargos de jurados y regidores, que equilibraban el poder del representante de la Corona. Familias como los Caro, los Rueda y los Quintanilla formaban un grupo cerrado, con lazos familiares, y disfrutaban de ventajas sociales y económicas, como la exención de impuestos.
La estructura social de Carmona en el siglo XVI es difícil de conocer por la falta de información. Las fuentes disponibles son los padrones fiscales, que solo distinguían entre quienes pagaban impuestos y quienes no. La realidad social era mucho más compleja.
La estructura social del siglo XVII es más conocida y probablemente similar a la del siglo anterior. El grupo más numeroso era el de los jornaleros del campo, que apenas tenían trabajo unos 120 días al año. Los artesanos estaban en mejor situación, aunque trabajaban en una economía rural con pocos intercambios. Cubrían las necesidades del mercado local, abasteciendo a la población de productos básicos y herramientas agrícolas. El sector de servicios era grande, incluyendo desde caleseros y lacayos hasta médicos y procuradores. También había un porcentaje notable de población no activa, como clérigos y rentistas.
Económicamente, Carmona era un pueblo agrícola y rico en este aspecto. Las tierras de la Vega eran famosas por el buen pan que producían. A pesar de ello, hubo muchas situaciones de escasez y desabastecimiento local. Esto se debía a que la propiedad de la tierra estaba concentrada en pocas manos, que controlaban el mercado según sus intereses. Además, gran parte de las tierras de secano pertenecían a personas de fuera de Carmona, que destinaban la producción al comercio internacional. Para enfrentar estas crisis, se creó un pósito (almacén público) de trigo en 1531.
El territorio de Carmona disminuyó durante el reinado de Felipe II debido a su política de obtener recursos. Tierras comunales y señoríos fueron vendidos a la nobleza para resolver las dificultades financieras de la Corona. Los reinados de los Austrias supusieron un esfuerzo continuo para Carmona, que debía responder a las exigencias de hombres y dinero de la Corte, siempre involucrada en conflictos militares.
En este período, la población de Carmona comenzó a crecer de forma sostenida. Aunque las crisis de mortalidad por epidemias o malas cosechas seguían apareciendo, eran menos frecuentes y menos intensas.
La imagen de la ciudad también cambió durante la Edad Moderna. Las murallas y el sistema defensivo se deterioraron, ya que la artillería los hacía ineficaces. Dañados por el terremoto de 1504, el abandono de las reparaciones llevó a su lenta destrucción, creando nuevos espacios para la población.
El siglo XVI fue el siglo de las grandes fundaciones monásticas, que ocuparon muchas parcelas antes de casas particulares. Conventos como Madre de Dios, Concepción, y la renovación de San Sebastián, son ejemplos de la arquitectura conventual de Carmona en el siglo XVI.
El urbanismo del siglo XVII se limitó a intervenciones puntuales para regularizar calles y dar forma a algunas plazas. Surgieron las plazas de Lasso y San Blas, y la fundación del convento de las Descalzas definió el espacio de la plazuela de Santa María.
Si el siglo XVI fue el de los conventos, el XVIII fue el de las grandes casas nobiliarias. La mayoría de las fachadas notables de las calles de Carmona adoptaron el estilo barroco.
El barroco dejó una profunda huella en la ciudad. Algunas iglesias, como San Bartolomé, San Blas y Santiago, abrieron nuevas puertas con la estructura y ornamentación de este estilo. Lo mismo ocurrió con los conventos. La remodelación de San Pedro y la construcción del Salvador cerraron el capítulo de la arquitectura religiosa barroca.
Del siglo XVIII también es la Alameda primitiva, inspirada en la de Sevilla, que se convirtió en un lugar de paseo para los carmonenses.
Carmona contemporánea: Siglos XIX y XX
A principios del siglo XIX, Carmona seguía siendo una ciudad principalmente agraria, con recursos basados en la explotación de la tierra y un sector de servicios débil.
La economía preindustrial contemporánea, basada en el cultivo de trigo, vid y olivo, se apoyaba en una estructura social muy cerrada, debido a cómo se distribuía la propiedad de la tierra: grandes propietarios aristocráticos y eclesiásticos, arrendatarios de tierra y pequeños propietarios, junto a un gran grupo de jornaleros agrícolas que alternaban las labores del campo con actividades de subsistencia.
El sector secundario se dedicaba a la producción de manufacturas artesanales para cubrir las necesidades básicas de la población y a la fabricación de herramientas agrícolas. El sector terciario o de servicios incluía desde caleseros y criados hasta médicos y procuradores.
En el siglo XIX, tras la desamortización de los bienes eclesiásticos (confiscación y venta de propiedades de la Iglesia), la propiedad de la tierra sufrió transformaciones. La aristocracia aumentó sus tierras, y un grupo de grandes arrendatarios compró bienes desamortizados, formando una nueva "burguesía agraria".
El grupo más numeroso seguía siendo el de los jornaleros, cuyas condiciones de vida empeoraron tras la desamortización debido a la pérdida de los terrenos comunales.
La venta de bienes de la Iglesia proporcionó a Carmona su primer mercado estable, aprovechando el espacio del convento de Santa Catalina. El convento de San José se usó para ampliar la cárcel, y el convento de Santa Ana se convirtió en el primer cementerio fuera de las murallas en la época contemporánea, prohibiéndose estrictamente los enterramientos en las parroquias en 1840. La falta de presupuesto salvó a la Puerta de Sevilla de ser demolida.
En la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del XX, Carmona alcanzó cierto grado de industrialización. Se crearon las primeras industrias relacionadas con la transformación de productos agrícolas: fábricas textiles, de aceite, panificadoras, harineras, jaboneras, etc.
El ascenso de una pequeña burguesía ilustrada a los puestos de poder local y las ideas de la Ilustración del siglo XVIII, llevaron a la creación de sociedades culturales, como la Sociedad Arqueológica de Carmona. Un grupo de eruditos, con mentalidad ilustrada, donaron sus obras o propiedades a la ciudad, destacando nombres como Bonsor, Fernández López y Vega Peláez.
En 1876, entró en servicio el ferrocarril Guadajoz-Carmona, que conectaba Carmona con la línea Madrid-Sevilla. Cuatro años después, una nueva línea férrea conectó Carmona con Sevilla. Se construyeron dos estaciones: Carmona-Alta y Carmona-Baja. Sin embargo, en la década de 1960, el ferrocarril decayó frente al transporte por carretera. La conexión con Sevilla se cerró en 1965, y el ramal de Guadajoz en 1970.
En el siglo XX, los procesos urbanísticos se aceleraron. El crecimiento de la población hizo que la ciudad se expandiera hacia el suroeste, poblando los alrededores de San Antón. Para la gran expansión de los años sesenta y la necesidad de vivienda para los 28,000 habitantes de entonces, nacieron barrios como La Guita, Virgen de Gracia y La Paz, y se ocuparon Villarrosa, el Quemadero de San Francisco y la Calera de Benítez.
Véase también
En inglés: History of Carmona, Spain Facts for Kids
- Ruta Bética Romana
- Alcázar puerta de Sevilla
- Alcázar del rey Don Pedro I El Cruel
- Población diseminada de Carmona
- Teatro Cerezo
- Bienes de interés cultural de la provincia de Sevilla