Encasillado para niños
El encasillado fue un sistema que se usó en España durante un periodo llamado la Restauración borbónica en España. Su objetivo era decidir de antemano quiénes serían los diputados en el Parlamento, incluso antes de que se celebraran las elecciones. Luego, se aseguraban de que esos resultados se cumplieran.
Esto se lograba gracias a la gran influencia del gobierno y a una red de personas poderosas en cada lugar, conocidas como caciques. El nombre "encasillado" viene de la idea de "encajar" a los candidatos en los puestos disponibles, como si fueran casillas en un tablero.
Los dos partidos principales de la época, el Conservador y el Liberal, se turnaban en el poder. El ministro de la Gobernación del nuevo gobierno era el encargado de hacer el "encasillado". Así, se aseguraba que su partido tuviera una gran mayoría de asientos en el Parlamento. Es importante saber que, en ese tiempo, los gobiernos cambiaban antes de las elecciones, no después como ocurre en los sistemas parlamentarios actuales.
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¿Cómo funcionaba el encasillado?
El encasillado era el primer paso y el más importante en el sistema que se usaba para controlar las elecciones durante la Restauración borbónica en España. Este sistema era más fácil de aplicar gracias a que los distritos electorales eran pequeños y elegían un solo diputado.
El reparto de escaños
El objetivo principal era repartir los asientos del Parlamento de forma pacífica entre el partido que iba a gobernar y el que pasaba a la oposición. El partido que formaba gobierno obtenía la mayoría de los diputados. El partido de la oposición conseguía menos asientos, pero suficientes para actuar como una "oposición leal".
El historiador José Varela Ortega explicó que el encasillado era el proceso por el cual el ministro de la Gobernación "fabricaba" las elecciones. Esto lo hacía colocando en cada distrito los nombres de los candidatos que el gobierno quería apoyar o permitir.

El "Gran Elector" y las negociaciones
Las reuniones para hacer el "encasillado" se realizaban en el Ministerio de la Gobernación. Por eso, para un candidato, la elección se decidía en los pasillos de este ministerio. El ministro se convertía en "el Gran Elector". Uno de los más conocidos fue Francisco Romero Robledo, quien era muy hábil para manejar las cosas desde el ministerio y conseguir los resultados deseados.
El ministro y un representante del partido que dejaba el gobierno acordaban el reparto de los distritos. A veces, también incluían distritos para partidos que no eran de los dos principales. Por ejemplo, siempre se respetó el asiento de Gumersindo de Azcárate por León.

Tipos de distritos y candidatos
En estas negociaciones, también participaban los caciques locales y los líderes de los partidos. Se decidía sobre los distritos "disponibles", donde los candidatos no tenían un fuerte vínculo con el lugar. A estos candidatos se les llamaba "cuneros" o "trashumantes".
Por otro lado, estaban los distritos "propios". En estos, un diputado ya tenía asegurada su elección gracias a las redes de apoyo que había creado allí. Estos diputados eran como los "oligarcas locales" o "grandes caciques". Era muy difícil que otro candidato los derrotara. A estos diputados se les llamaba "cangrejos ermitaños", porque una vez que entraban en un distrito, era muy difícil sacarlos.

La evolución del sistema
Con el tiempo, el número de distritos ocupados por "cangrejos ermitaños" fue aumentando. Esto significaba que había menos distritos "libres" para que los gobiernos pudieran colocar a sus diputados en el "encasillado". Aunque el partido que convocaba las elecciones siempre las ganaba, la diferencia de asientos con el otro partido se hizo cada vez menor a principios del siglo XX.
Hubo muchos diputados que repitieron su cargo diez o más veces durante la Restauración. Algunos ejemplos son Antonio Maura (diecinueve veces diputado por Palma de Mallorca) y el conde de Romanones (diecisiete veces por Guadalajara). También existieron familias de políticos, donde varios miembros eran diputados, como las familias de Cánovas o Sagasta. A veces, los hijos "heredaban" los distritos de sus padres.
La Ley electoral de 1907
El artículo 29 de la Ley electoral de 1907, impulsada por Antonio Maura, simplificó el "encasillado". Esta ley decía que si en un distrito solo se presentaba un candidato, este sería elegido sin necesidad de votar. Esto es una paradoja, ya que la ley, por primera vez, establecía el voto como un deber.
Este artículo estuvo vigente en siete elecciones. En ellas, 734 asientos, una cuarta parte del total, se cubrieron sin votación. En las elecciones de 1916 y 1923, un tercio de los diputados obtuvieron su asiento sin pasar por las urnas. Esto significaba que muchos ciudadanos no podían votar. Los partidos y candidatos preferían evitar las votaciones para ahorrarse problemas, gastos y la necesidad de atender muchas peticiones de los votantes.