Arcediano de Écija para niños
Fernando Martínez, también conocido como Ferrán Martínez, fue un importante clérigo español del siglo XIV. Se le conocía por su cargo de arcediano de Écija. Fue un predicador muy influyente que, a través de sus discursos, generó conflictos contra la comunidad judía de su tiempo. Sus palabras fueron un factor importante en los disturbios que ocurrieron en 1391.
Aunque era arcediano en Écija, vivía en Sevilla. Allí trabajaba como vicario general para Pedro Gómez Barroso Albornoz, quien fue el primer cardenal-arzobispo de Sevilla.
Comienzo de los conflictos: 1376-1390
Ferrán Martínez creía tener autoridad sobre los judíos de la región de Sevilla. Inició una campaña contra ellos, argumentando que los cristianos no debían permitir su presencia. Incluso pidió a las autoridades de lugares como Alcalá de Guadaíra y Écija que los expulsaran.
La comunidad judía de Sevilla, que era muy grande e importante en la Corona de Castilla, pidió ayuda al rey Enrique II de Castilla. El rey le envió una carta a Ferrán Martínez en 1378, pidiéndole que no se metiera en los asuntos de los judíos y que no incitara a la gente contra ellos. También le recordó que los funcionarios del rey debían proteger a los judíos.
Cuatro años después, la queja se repitió al rey Juan I de Castilla. Este rey también reprendió a Ferrán Martínez en 1382 y 1383, ordenándole que dejara su actitud o enfrentaría castigos severos.
En 1383, la comunidad judía de Sevilla lo denunció ante las autoridades. Ferrán Martínez respondió por escrito que seguiría predicando, pues creía que lo hacía por el bien de la Iglesia y del rey.
La reina Leonor de Aragón, quien tenía a Ferrán Martínez como su consejero espiritual, influyó para que el rey lo apoyara. Ella dijo que el asunto no necesitaba una decisión rápida y que el entusiasmo del clérigo era bueno, aunque los judíos debían ser protegidos.
El arzobispo Barroso formó una comisión de expertos para hablar con Ferrán Martínez. Él se negó a presentarse, por lo que se le prohibió seguir con sus funciones religiosas y tomar decisiones judiciales.
Su momento de mayor influencia: 1390-1391
En 1390, tanto el rey como el arzobispo fallecieron. El nuevo rey, Enrique III de Castilla, tenía solo once años, por lo que su madre gobernó en su lugar. El grupo de clérigos de la catedral (llamado cabildo catedralicio) nombró a Ferrán Martínez como vicario general.
Con este nuevo poder, el 8 de diciembre de 1390, Ferrán Martínez ordenó a todos los sacerdotes de su diócesis que destruyeran las sinagogas (lugares de culto judíos) en sus parroquias. También les pidió que enviaran a Sevilla todos los objetos religiosos judíos que encontraran. Los primeros en obedecer fueron los de Écija y Alcalá de Guadaira.
Los judíos de Sevilla volvieron a quejarse al rey el 15 de diciembre de 1390. El rey envió una carta al cabildo catedralicio, haciéndolos responsables de los daños y ordenándoles reconstruir las sinagogas. También les pidió que quitaran a Ferrán Martínez de sus cargos. Aunque el cabildo parecía dispuesto a obedecer, Ferrán Martínez se impuso, diciendo que en asuntos de la Iglesia no estaban sujetos al rey. Contaba con el apoyo de la gente de Sevilla.
En marzo de 1391, hubo un primer levantamiento que causó varias muertes. El conflicto más grande ocurrió el 6 de junio, cuando la judería de Sevilla (el barrio donde vivían los judíos) fue atacada. Miles de judíos sufrieron ataques violentos o fueron forzados a cambiar de religión. Los seguidores de Ferrán Martínez fueron los protagonistas de estos disturbios. El movimiento se extendió por toda la Corona de Castilla y la Corona de Aragón.
Últimos años
La sede del arzobispado de Sevilla estuvo sin ocupar hasta 1394. Con un nuevo arzobispo, Gonzalo de Mena y Roelas, y con el rey Enrique III ya gobernando por sí mismo (desde 1393), Ferrán Martínez fue encarcelado en 1395, pero fue liberado poco después.
Antes de morir, Ferrán Martínez donó toda su fortuna al Hospital de Santa Marta de Sevilla, que él mismo había fundado. Después de su muerte, algunas personas lo consideraron un santo.