Sucesos de Yeste para niños

Los Sucesos de Yeste fueron un trágico enfrentamiento entre campesinos y agentes de la Guardia Civil que ocurrió en el municipio de Yeste, en la provincia de Albacete, el 29 de mayo de 1936. Este incidente sucedió en un momento de mucha tensión social y política en España, justo antes del inicio de un gran conflicto nacional.
Durante el enfrentamiento, un guardia civil perdió la vida y otros 14 resultaron heridos. Esto ocurrió cuando una multitud de personas intentó liberar a seis trabajadores del campo que habían sido detenidos. Estos trabajadores se habían resistido a dejar de cortar árboles y cultivar tierras que, aunque antes eran de uso común, ahora eran propiedad privada. En respuesta, los guardias civiles dispararon, causando la muerte de 17 personas, incluyendo a dos concejales, y dejando a 13 más heridas.
Este suceso recordó a muchas personas otros eventos difíciles que habían ocurrido antes en el país. Según el historiador Francisco Espinosa Maestre, los sucesos de Yeste fueron el último incidente de este tipo con campesinos antes de un importante cambio militar en el país.
El incidente puso de manifiesto un tema muy importante: la discusión sobre si las tierras que antes eran de uso común debían seguir siendo propiedad privada. Después de lo ocurrido, se aceleró la discusión en el Parlamento sobre una ley para que estas tierras volvieran a ser de los ayuntamientos. Algunos historiadores señalan que la Guardia Civil actuó con gran dureza, de forma similar a otros incidentes previos.
El escritor Juan Goytisolo mencionó los sucesos de Yeste en su novela Señas de identidad.
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¿Qué pasó antes de los sucesos de Yeste?
A principios de los años treinta, Yeste tenía más de diez mil habitantes. La mayoría vivía en pequeñas aldeas y casas de campo, ya que el municipio es muy grande y montañoso. La economía de la zona dependía principalmente de la agricultura y de la tala de árboles.
Sin embargo, la construcción de una presa llamada Fuensanta redujo la cantidad de tierra cultivable en el municipio. También impidió que la madera se transportara por los ríos Segura y Tus, y no se construyeron los caminos prometidos para llevar la madera de otra forma. Además, no se regaron las tierras que se habían prometido.
Todo esto, junto con el hecho de que pocas personas poseían la mayor parte de la tierra cultivable y una ley que dificultaba que los trabajadores de Yeste encontraran empleo en otros municipios, empeoró la situación de los habitantes después de que la presa se terminara en julio de 1933.
En ese mismo mes, los dueños de los montes que quedaron aislados por la presa se negaron a pagar impuestos. Las autoridades municipales renunciaron a sus cargos, los trabajadores declararon una huelga el 22 de julio y algunos de los más molestos cortaron la línea telefónica. Incluso pensaron en destruir las compuertas de la presa con explosivos.
Una de las aldeas más afectadas por la presa fue La Graya. Allí, la vida de unas mil familias dependía mucho de la tala de árboles y otras actividades en la zona que quedó bajo el agua. Los demás bosques en las colinas no podían usarse de forma rentable porque estaban muy lejos del agua para transportar los troncos.
Después de que un grupo político llamado Frente Popular ganara las elecciones en febrero de 1936, las nuevas autoridades de izquierda en Albacete permitieron que los trabajadores locales usaran algunas tierras públicas pequeñas para cortar madera. Pero esto no resolvió el grave problema del desempleo. Por eso, en la primavera, algunos grupos de trabajadores sin empleo comenzaron a entrar en propiedades privadas para talar árboles y cultivar la tierra. Los dueños se quejaron y la Guardia Civil intervino para detener estas actividades.
¿Cómo ocurrieron los hechos?
Los problemas sociales en Yeste no se habían resuelto debido a los cambios en los gobiernos. Además, la gente del pueblo estaba molesta por el uso indebido de las tierras que antes eran de uso común por parte de algunas personas poderosas de la zona. En este contexto, ocurrieron los dramáticos sucesos de mayo de 1936.
El historiador Paul Preston cuenta que el 28 de mayo, un grupo de trabajadores sin empleo de La Graya, junto con sus familias, habían cortado árboles para hacer carbón y luego comenzaron a arar la tierra en una finca. Esta tierra, que antes era de uso común, ahora pertenecía a una persona influyente de la zona. Esta persona llamó a 22 guardias civiles.
La mayoría de los aldeanos huyeron, pero seis se quedaron. Después de ser tratados con dureza, los agentes los llevaron a La Graya, donde continuaron los malos tratos. A la mañana siguiente, una multitud de trabajadores de aldeas cercanas se reunió. Cuando los prisioneros iban a ser trasladados al pueblo de Yeste, la multitud los siguió para evitar que se les hiciera daño. La multitud creció y, al llegar a Yeste, se acordó que los prisioneros serían liberados bajo la custodia del alcalde.
Cuando la multitud avanzó para dar la bienvenida a los liberados, uno de los agentes se asustó y disparó. En la confusión que siguió, un guardia civil murió. Sus compañeros abrieron fuego contra los habitantes y persiguieron a los campesinos que huyeron hacia las montañas, matando a un total de 17 personas, incluyendo al teniente de alcalde, e hiriendo a muchos más. Por miedo a que los guardias civiles regresaran y causaran más daño en La Graya, los aldeanos se refugiaron en las aldeas cercanas. Cincuenta miembros de una organización de trabajadores fueron arrestados, entre ellos el alcalde de Yeste.
Otros historiadores, como Stanley G. Payne y Luis Romero, tienen algunas diferencias en su relato. Romero asegura que la multitud de campesinos, que llevaban herramientas, rodearon y agredieron a los guardias civiles, causando la muerte de uno y varios heridos. Esto provocó una reacción muy fuerte de los guardias, que comenzaron a disparar. Romero también dice que no fue la persona influyente de la zona quien llamó a la Guardia Civil, sino que la denuncia la presentó una autoridad regional por el peligro de la tala de pinos.
El general de la Guardia Civil Francisco Aguado Sánchez, en su libro de 1985, dio otra versión. Él dijo que la comisión que autorizó el uso del monte público no tenía permiso legal para hacerlo. Calificó la actuación de los trabajadores en los montes privados como un "desmán" (un acto excesivo). También mencionó que los campesinos tenían una actitud agresiva y que algunas mujeres provocaban a los guardias. Afirmó que las versiones escritas sobre el incidente han sido muy inexactas.
Según su relato, la Guardia Civil actuó en defensa propia y siguiendo órdenes. Un cabo y seis guardias civiles fueron enviados a La Graya para detener la tala de pinos. La gente del pueblo no los recibió bien. El cabo, preocupado, envió un mensaje a Yeste, pero el mensajero fue secuestrado.
El 27 de mayo, el jefe de puesto de Yeste, Félix Velando, fue a La Graya con el alcalde. El alcalde aconsejó a los leñadores que esperaran la autorización para la tala. Esa noche, la casa donde se alojaban los guardias fue rodeada por campesinos con herramientas. Los guardias dispararon al aire para dispersarlos.
Para evitar más problemas, llegaron más guardias civiles, sumando un total de diecisiete. Detuvieron a seis de los trabajadores más problemáticos. El 28 de mayo transcurrió con normalidad. Pero el 29 de mayo, unos dos mil campesinos, con herramientas, ocuparon la aldea y el camino a Yeste. El sargento decidió trasladar a los detenidos a Yeste.
Mientras se alejaban de la aldea, los dos mil campesinos los siguieron, gritando amenazas. La tensión era enorme. En Yeste, el jefe Velando fue informado y pidió ayuda, pero tardaría en llegar. Intentó que el presidente de la comisión gestora intercediera, pero este se negó a menos que los detenidos fueran liberados. Finalmente, se acordó liberar a los detenidos bajo la promesa de que se presentarían al día siguiente.
Cerca de Yeste, los guardias civiles, con las armas listas, se detuvieron. La multitud seguía insultándolos. El jefe Velando llegó y anunció la liberación de los detenidos. Los guardias se dirigieron a Yeste, pero al doblar una curva, oyeron gritos de "¡a por ellos!". En el primer ataque, diez guardias civiles fueron derribados; uno murió y otros nueve resultaron heridos. La confusión fue enorme. Rodeados por unos dos mil campesinos, solo tres guardias lograron escapar y disparar sus armas. El jefe Velando, herido, fue rescatado por su hijo.
Aunque las armas de los guardias quedaron en el suelo o en poder de los campesinos, estos no pudieron hacer frente a los tres guardias, que lograron despejar el área. La gente huyó en pocos minutos. Varios guardias lograron recuperarse, tomar sus armas y apoyar a sus compañeros. Recogieron el cuerpo de su compañero fallecido, ayudaron a los heridos y continuaron hacia Yeste. Hubo un nuevo ataque a la entrada del pueblo.
A las tres de la tarde, el último atacante cayó, sumando diecisiete víctimas, mientras entraban en Yeste. El total de heridos fue de treinta y cinco. La Guardia Civil tuvo un guardia muerto y quince heridos.
¿Qué consecuencias tuvieron los sucesos?
Al día siguiente de los sucesos de Yeste, el Gobierno se reunió para manejar las consecuencias políticas, y se prohibió a la prensa local informar sobre ello. Sin embargo, no hubo una gran crisis de gobierno. Se temía que una crisis fuera aprovechada por el Ejército y la derecha, que denunciaban un clima de desorden. Un político socialista culpó de los sucesos a la pobreza de los campesinos y al trato duro de algunas autoridades.
Debido al miedo de la población, dos días después, tres diputados (dos socialistas y un comunista) fueron a Yeste para obtener información. Después de ser detenidos y registrados por la Guardia Civil, uno de los diputados pidió que los guardias civiles de Yeste fueran reemplazados por otros agentes. La Guardia Civil se negó y solo aceptó que seis agentes adicionales se unieran, pero bajo sus órdenes. Esta desobediencia ha llevado a algunos historiadores a pensar que la Guardia Civil de Yeste ya estaba involucrada en un futuro levantamiento militar contra el gobierno.
Los tres diputados hicieron un informe para el Parlamento. En él, señalaron que el problema de fondo era la pérdida de tierras de uso común, el poder de algunas personas influyentes y la construcción de la presa, que había dejado a muchas familias sin trabajo. Lo más grave del informe era que la mayoría de las víctimas habían muerto después del choque inicial con la Guardia Civil, cuando ya estaban a salvo o heridas. El informe señalaba como principal responsable al jefe que dirigía a los guardias civiles.
Quince diputados socialistas y comunistas pidieron al Gobierno que informara sobre lo ocurrido en Yeste. El tema se debatió en el Parlamento el 5 de junio. El ministro del Interior aseguró que los altos mandos de la Guardia Civil estaban de acuerdo en que se debía castigar a los agentes que hubieran cometido excesos. El debate sobre Yeste duró menos de una hora, a diferencia de otros incidentes. Esto se debió a que la oposición de derecha no quería criticar a la Guardia Civil, y la izquierda no quería provocar una crisis de gobierno.
Un periodista conocido publicó un artículo en el que decía que la responsabilidad no era solo de algunos mandos, sino de la forma habitual de actuar de las fuerzas de seguridad.
El general de la Guardia Civil Francisco Aguado Sánchez, en su libro de 1985, dio una versión diferente. Él afirmó que la Guardia Civil actuó correctamente, en defensa propia y siguiendo órdenes. Según él, el gobierno del Frente Popular permitió una "campaña de desprestigio" contra la Guardia Civil. Dijo que los partidos de izquierda intentaron sacar provecho de lo ocurrido, pero no encontraron argumentos sólidos. Interpretó que la visita de los diputados a Yeste fue para dar a sus seguidores la "versión adecuada". El general negó que hubiera excesos por parte de los guardias civiles y afirmó que su actuación fue un "derroche de valor".