Señorío de la Villa del Cerro para niños
El Señorío de la Villa del Cerro era un territorio especial en la región de La Mancha, en España. Se encontraba en lo que hoy es el municipio de La Roda, en Albacete. Era una especie de "villa" o pueblo que tenía sus propias reglas y no dependía de otros señores.
Cerca de la antigua casa principal de El Cerro, había un trozo de una picota o rollo. Este era un símbolo que mostraba que el lugar tenía su propia autoridad y leyes. No era un lugar donde se castigaba a la gente, como a veces se cree, sino solo un símbolo de poder.
En cuanto a la iglesia, la villa de El Cerro era como una pequeña parte de la iglesia principal de La Roda. El primer sacerdote que cuidó de sus habitantes fue Julián Marqués. En los registros de La Roda, se menciona un matrimonio importante que ocurrió en la capilla de Valtenebroso el 12 de febrero de 1751. Se casaron Martín Parreño Chaves y María Jesús de Arce Ayala Valdés, quien era hija de los segundos señores de la villa. Ellos fueron los padres de Isabel Parreño Ruiz de Alarcón Arce y Valdés, quien más tarde se convirtió en marquesa de Llano al casarse con un embajador español.

Contenido
Historia: ¿Cómo nació el Señorío?
Los inicios del Señorío de El Cerro
El Señorío de la Villa de El Cerro se creó en el año 1681. El rey Carlos III vendió este territorio a Don Bernardino Valdés Girón. Él era una persona importante en el Consejo del Rey y en el Consejo de Indias. Así, la aldea de El Cerro pasó a formar parte de un "mayorazgo". Un mayorazgo era una forma de herencia que aseguraba que las propiedades no se dividieran y pasaran siempre a un solo heredero. Don Bernardino se convirtió en el primer señor de esta villa. También era dueño de Valtenebroso, otra propiedad importante.
En 1673, el rey Carlos ya había permitido a Don Bernardino Valdés y Girón cercar y delimitar sus tierras en Valtenebroso, incluyendo las casas de El Cerro. Luego, en 1681, el rey le vendió a Don Bernardino el derecho a gobernar y cobrar impuestos en la aldea de El Cerro. Por esto, Don Bernardino pagó 1.800 ducados de plata, una gran suma de dinero. Las tierras de la villa medían aproximadamente un cuarto de legua cuadrada. Se hicieron mediciones y se marcaron los límites con los pueblos vecinos, como La Roda.
Problemas por la expansión del Señorío
Dentro de estos territorios cercados, además de las propiedades de los señores, a veces había tierras de otras personas. Por ejemplo, según un antiguo registro llamado el Catastro de Ensenada, en El Cerro había tierras que pertenecían a una fundación de caridad (obra pía) y a otras personas como Ginés de Reíllo o Pedro Peinado.
Esto causaba problemas a los dueños de esas tierras. Tenían dificultades para acceder a sus fincas, y el señor del Señorío controlaba el uso de los pastos, el agua, la leña y los bosques. Era una situación injusta para ellos.
Un ejemplo de esto fue Juan Marchante de Perona. En 1676, él tenía una propiedad dentro del Señorío de El Cerro. Como le resultaba muy difícil trabajar sus tierras, que estaban rodeadas por las del señor Valdés, pidió al rey Carlos III cambiar sus tierras por otras en La Roda, que estaban más cerca y eran de mejor calidad. El rey autorizó este cambio.
A veces, los señores se aprovechaban de su poder. Se decía que los Valdés habían usado su influencia para tomar tierras que no les correspondían. Esto causaba mucho enojo entre los habitantes, que veían cómo se les quitaban sus derechos y recursos.
Hubo un desacuerdo legal (un "pleito") entre María Ana Isabel de Aguirre Álava, la esposa de Bernardino Valdés, y el sobrino de este, Diego Valdés Montoya. Bernardino había muerto sin hijos, y Diego se convirtió en el segundo señor de la villa de El Cerro. El problema era por los derechos de herencia. Al final, decidieron resolverlo de forma amistosa para evitar más gastos y conflictos.
María Ana Aguirre también fundó en 1699 una "capellanía". Esto era un fondo para que se celebrara misa en el oratorio de Valtenebroso todos los días festivos. Se tocaba una campana para que todos los habitantes supieran que era hora de ir a misa.
El fin del Señorío
En el año 1752, la villa de El Cerro tenía cinco aldeas y vivían en ella once familias. El alcalde en ese momento era Miguel Bonilla.
En 1783, el alcalde de La Roda, Leonardo José de Arce y Pando, se quejó al Gobernador de Cuenca. Dijo que el señor de la villa en ese momento, Tomás Valdés, estaba usando su privilegio sobre una extensión de tierra mucho más grande de lo que le correspondía. Había incluido propiedades que no eran suyas y había talado bosques del rey (tierras "realengas") para vender la leña.
Esta situación perjudicaba mucho a los recursos del pueblo de La Roda, ya que les quitaban tierras y derechos de paso que pertenecían a todos.
Pero el Señorío de El Cerro, al igual que todos los demás señoríos en España, llegó a su fin en 1837. Las Cortes de Cádiz (el parlamento español de la época) eliminaron los señoríos con una ley definitiva. Aunque el Señorío de la villa de El Cerro dejó de existir, los dueños pudieron conservar sus propiedades y títulos. Sin embargo, estas tierras volvieron a formar parte del municipio de La Roda, que recuperó el control total sobre este territorio después de casi 150 años.