Edificio de la antigua Aduana de la Ciudad de México para niños
Datos para niños Antigua Aduana de la Ciudad de México |
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Monumento histórico | ||
Fachada
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Ubicación | ||
País | ![]() |
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División | ![]() |
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Municipio | ![]() |
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Dirección | 06029 | |
Ubicación | Calle República de Brasil No. 31 | |
Coordenadas | 19°26′14″N 99°08′01″O / 19.437225, -99.13352222 | |
Características | ||
Arquitecto | Manuel Joseph de Herrera | |
Estilo | Barroco | |
Historia | ||
Construcción | 1729 - 1735 | |
Información general | ||
Uso | Sede de la Secretaría de Educación Pública | |
Estado | Buen estado de conservación | |
Protección | ||
Declaración | Monumento histórico ![]() |
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ID | I-09-00597 | |
Planta y mapa | ||
Plano de la fachada y del edificio
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El edificio de la antigua Aduana de la Ciudad de México es un lugar histórico muy importante. Se encuentra en la calle República de Brasil número 31, justo enfrente de la Plaza Santo Domingo en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Fue construido entre 1729 y 1735.
Su propósito original era ser la sede de la institución que calculaba y cobraba los impuestos sobre la compra y venta de productos. Desde 1937, este edificio es la oficina principal de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Contenido
Historia del Edificio de la Antigua Aduana
El primer lugar donde funcionó la Real Aduana estaba en lo que hoy son las calles 5 de Febrero, en sus secciones 6ª y 7ª. En 1676, la Aduana se mudó a las casas del Marqués de Villamayor, que estaban frente a la Plaza de Santo Domingo.
¿Por qué se mudó la Aduana a este lugar?
Las casas del Marqués de Villamayor estaban un poco dañadas por una gran inundación que ocurrió en 1629. Sin embargo, eran muy grandes por dentro y su ubicación era perfecta. Permitían que las carretas con mercancías entraran y salieran fácilmente sin molestar a la gente que pasaba o a los vecinos.
En 1688, el representante del marqués quiso subir mucho el precio del alquiler. Por eso, Juan José de Veitialinaje, quien estaba a cargo de los impuestos, le escribió al rey Carlos II. Le explicó lo útil que era el lugar para la Aduana y sugirió que la Corona comprara las propiedades. La compra se hizo alrededor de 1695.
Ampliación y Nuevos Usos del Edificio
Para 1777, el rey decidió que la Aduana necesitaba más espacio. Esto se debía a que la población había crecido y, con ella, el comercio de productos. Para hacer el edificio más grande, se compraron casas cercanas que pertenecían a un convento.
En 1887, Porfirio Díaz, quien era presidente en ese momento, organizó un gran evento en este lugar. Poco después, se decidió eliminar todas las aduanas que estaban dentro de las ciudades. Así, en 1891, el edificio se usó para la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. Esta secretaría se mudó en 1911 a un nuevo edificio.
En 1897, una parte del edificio fue renovada para albergar la corte militar. Para 1903, el edificio era un centro gubernamental muy importante. Además de la secretaría de comunicaciones, también tenía oficinas de salud y de inspección de grupos rurales.
El 9 de febrero de 1931, el edificio fue declarado Monumento histórico. En 1937, se unió a otros edificios cercanos para formar parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Hasta el día de hoy, sigue siendo parte de este importante complejo.
Obras de Arte en el Edificio
El edificio de la antigua Aduana no solo es histórico, sino que también alberga importantes obras de arte.
- En la escalera principal, puedes ver el mural Patricios y patricidas (1946) de David Alfaro Siqueiros. Siqueiros usó técnicas especiales para pintar esta obra.
- También se encuentra la mural-escultura Ecuación en acero del artista Manuel Felguérez. Fue inaugurada el 29 de marzo de 2010. Mide aproximadamente 10 metros de largo y 12 metros de alto.
Una Leyenda sobre su Construcción
Existe una historia popular sobre cómo se construyó la Aduana:
Se dice que alrededor de 1730, el virrey nombró a un caballero muy rico llamado don Juan Gutiérrez Rubín de Celis para un cargo importante. A don Juan le gustaba mucho la vida social y lucir sus joyas. Se contaba que solo las perlas de su chaqueta valían una fortuna. Era una persona descuidada y no le gustaba mucho trabajar.
Un día, en una fiesta, conoció a una joven llamada doña Sara García Somera y Acuña. Quedó tan impresionado que pronto le pidió matrimonio. Doña Sara era inteligente y se dio cuenta de que la vida de ocio de don Juan no prometía un futuro feliz. Después de muchas súplicas, ella aceptó casarse con él, pero con una condición: don Juan debía terminar el edificio de la Aduana en seis meses.
La tarea parecía imposible, pero el gran interés de don Juan por casarse y su enorme fortuna lo impulsaron. Contrató a muchos trabajadores que trabajaban día y noche. También contrató a todos los canteros, herreros y carpinteros de la ciudad. Él mismo dirigió la construcción, ya que ningún arquitecto aceptó el trabajo por el poco tiempo. Sin casi descansar, este millonario, que antes era perezoso, logró terminar la obra tres días antes de la fecha límite. Después, se vistió elegantemente y fue a casa de doña Sara para entregarle las llaves del edificio. Ella, muy impresionada, cumplió su promesa y se casaron en agosto de 1734.