Campeador (lexicografía) para niños
Campeador fue un sobrenombre con el que fue conocido, ya en vida (siglo XI), el caballero medieval Rodrigo Díaz, también llamado el Cid. Según las tesis más aceptadas, «campeador» es un vocablo romance que significaba 'luchador', 'batallador' o 'experto en batallas campales'. Este término vernáculo fue posteriormente adaptado en crónicas (Historia Roderici) y poemas latinos (Carmen Campidoctoris) del siglo XII utilizando neologismos cultos como «campidoctor» o «campidoctus».
Según Alberto Montaner Frutos Campidoctor es un «sobrenombre encomiástico» que proviene de un tecnicismo del ejército romano, que denominaba al instructor en jefe de una cohorte. En el siglo XII se documenta con el sentido metafórico de 'magister', habitual en la escritura patrística, y el significado de 'comandante en jefe', aunque ninguna de las dos acepciones encajan con el apelativo de Rodrigo Díaz, pues no fue instructor ni fue nombrado para un cargo militar por esta designación. Campidoctor y Campidoctus son términos latinizados como cultismos del apelativo que se dio en romance a Rodrigo Díaz, como muestra el hecho de que algunas de las fuentes árabes que preceden a estos vocablos del latín registran su sobrenombre de Campeador arabizado en الكنبيطور <alkanbīṭūr> o القنبيطور <alqanbīṭūr>. Por su parte, «Campeator», es simplemente una forma en lengua vernácula transcrita con una grafía latina. Al-Kanbīṭūr se registra en Ibn Bassam e Ibn al-Abbar, y en Al-Bayan al-Mughrib de Ibn Idari se documenta <Al-Kabīṭūr>. Al-Qanbīṭūr aparece en la Crónica anónima de los reyes de taifas y en Ibn al-Kardabūs. En estas formas no se escriben las vocales pero se adoptan usualmente las transcripciones «Alkanbiyaṭūr» y «Alqanbiyaṭūr» por basarse en el sobrenombre romance. Al-Kanbīṭūr se debió de pronunciar [ɛlkanbeˈtˁoɾ] y Al-Qanbīṭūr [ɑɫqanbˁeˈtˁʊʁ], reflejando la pronunciación cristiana de Campeador.
Al abordar la tarea de dilucidar cuál es la etimología de «campeador», nos encontramos con dos tesis apoyadas por diferentes autores. La primera, señala que el término «campeador» proviene de las locuciones latinas «campi doctor» o «campi doctus» apoyándose en diplomas coetáneos y en el mismo Carmen Campidoctoris o «campi doctus».
Esta hipótesis ha sido rebatida por otros autores, que opinan que campidoctor y campidoctus son neologismos introducidos para traducir al latín el término vernáculo asentado de «campeador» sustentándose en los siguientes argumentos: Los documentos historiográficos temporalmente más cercanos a la vida de El Cid de los que disponemos estaban escritos en un latín más o menos culto, mientras que las hazañas del héroe se habían hecho ya populares en lengua romance. En este contexto, parece razonable suponer que los pocos escritores de la época (en su mayoría clérigos) quisieran dar un lustre culto a las expresiones del latín vulgar o el romance. Aceptando esta hipótesis, los autores citados interpretan el término «campeador» como voz romance lexicográficamente derivada del teutón «kamph» (lucha) y «kampher» (luchador). La etimología de estos vocablos godos parece a su vez ser de origen latino, pero se asumieron en el romance ibérico desde su origen y acepción germánica, no latina.
Gonzalo Martínez Diez interpreta el concepto de luchador como el del guerrero o campeón que reta al enemigo en combate singular, idea en la que abunda Reinhart Dozy. Siguiendo esta línea, Levi-Provençal mantiene que: "Hay un equívoco en la interpretación de la palabra española «Campeador». En vez de intentar explicarla por sí misma se acude a los vocablos latinos eruditos «campidoctor» y «campidoctus»"; pero a pesar de su raro empleo en el Carmen Campidoctoris y en la Historia Roderici, nada prueba que estas dos palabras latinas no hayan sido escogidas arbitrariamente a causa de su parecido fonético, para representar un vocablo popular". Reuniendo estas tesis de diversa procedencia, el profesor David Porrinas parece descartar los términos «campi doctor» y «campi doctus» como origen de «campeador» para dar validez a la voz romance «campeador» o «campeator» como étimo primario del alias del héroe castellano en el sentido de «luchador, batallador».
En la misma línea se pronuncia Alberto Montaner Frutos en su «estudio preliminar» a la edición que con Ángel Escobar Chico realizó del Carmen Campidoctoris, publicado en 2001. Tras analizar el estado de la cuestión en los capítulos I. 1 y III. 1 del citado estudio, concluye que el término Campidoctor en el Carmen, cuyo significado en romance sería el de «experto en batallas campales»:
se está refiriendo a una denominación común, adoptada quizá no por cultos clérigos conocedores del poco frecuente vocablo latino, sino por los caballeros veteranos y principales (maiores). En consecuencia, todo indica que el Campidoctor del Carmen es un término erudito que recubre en realidad una voz romance bien documentada, Campeador.Montaner (2001), loc. cit., págs. 26-27.
Más adelante, en este mismo estudio (apdo. III. 1, pág. 143), Montaner resume:
En vista de que la denominación romance hubo de anteceder a la designación latina (...) parece lógico entender (...) que el término clásico es una adaptación culta del epíteto vernáculoMontaner (2001), loc. cit., pág. 143.
Finalmente, para el estudio de estos latinismos es fundamental el artículo de R. Manchón y J. F. Domínguez «Cultismo y vulgarismo en el latín medieval hispánico: a propósito de 'campidoctor, campidoctus y campeator / campiator'», que se dio a conocer en el segundo Congreso Hispánico de Latín Medieval, celebrado en la Universidad de León en 1997.