Coroza para niños
La coroza era un gorro de papel o cartón pintado en forma cónica que se ponía a los condenados por la Inquisición española —y también por la Inquisición portuguesa— y que servía de complemento al sambenito. La función de ambos era señalar al reo en el auto de fe por haber atentado contra Dios y contra su Iglesia por lo que eran símbolos de la infamia.
Historia
Las corozas, como los sambenitos, variaban según el delito y la sentencia. Los condenados a muerte (los relajados al brazo secular) llevaban una coroza roja junto con un sambenito negro con llamas y a veces demonios, dragones o serpientes, signos del Infierno. Los reconciliados con la Iglesia católica porque habían reconocido su herejía y se habían arrepentido llevaban una coroza similar al sambenito que era amarillo con dos cruces diagonales pintadas sobre él o con dos cruces de Santiago con llamas orientadas hacia abajo, lo que simbolizaba que se habían librado de la hoguera. Los sentenciados a recibir latigazos llevaban una soga al cuello con unos nudos que indicaban los centenares de latigazos que debían recibir.
Las diferentes corozas (o "caperuzas") y sambenitos se pueden apreciar en el siguiente relato de la procesión de la Cruz Blanca que inició el auto de fe celebrado en Madrid en 1680:
Tras ellos vinieron doce hombres y mujeres, con cuerdas alrededor de sus cuellos y velas en las manos, con caperuzas de cartón de tres pies de altura, en las cuales se habían escrito sus delitos, o representados de diversas maneras. Iban seguidos por otros 50, que también llevaban velas en sus manos, vestidos con un sambenito amarillo o una casaca verde sin mangas, con una gran cruz roja de San Andrés delante y otra detrás. Estos eran delincuentes; quienes (por haber sido ésta la primera vez que eran encarcelados), se habían arrepentido de sus delitos; son condenados generalmente a algunos años de cárcel o a llevar el sambenito, al que se tiene como la desgracia mayor que puede caer sobre una familia. Cada uno de estos delincuentes era llevado por dos familiares de la Inquisición.
La ceremonia duró hasta las nueve de la noche y, cuando hubo acabado la celebración de la misa, el Rey se retiró y los delincuentes [...] fueron todos ejecutados.
No se sabe con seguridad si los reconciliados que estaban obligados a llevar el sambenito durante todo el tiempo que durara la condena como señal de su infamia, debían llevar también la coroza.