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Canciller de contenciones para niños

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El canciller de contenciones era un cargo especial en la antigua Corona de Aragón. Era un sacerdote o religioso que el rey nombraba para resolver problemas o desacuerdos entre los tribunales del rey (la justicia real) y los tribunales de la Iglesia (la justicia eclesiástica).

Hace mucho tiempo, en Aragón, si un juez de la Iglesia se metía en asuntos que no le correspondían, o no seguía las reglas en los juicios, o afectaba la libertad o las propiedades de las personas, tenía que presentarse ante un tribunal del rey llamado "banco regio". Allí debía explicar su comportamiento y corregir lo que había hecho mal.

Pero en tiempos del rey Pedro IV de Aragón, para evitar problemas en su reinado, se llegó a un acuerdo importante en el año 1372. Este acuerdo fue entre la reina Leonor de Portugal (esposa del rey Pedro) y un representante del Papa. Se decidió que, cuando hubiera un conflicto entre la justicia del rey y la de la Iglesia, se nombrarían dos personas para intentar resolverlo. Si no se ponían de acuerdo, un canciller eclesiástico, nombrado por el rey, decidiría el asunto en un plazo de treinta días. Si el canciller no decidía en ese tiempo, se entendía que la decisión favorecía a la justicia de la Iglesia.

¿Cómo funcionaba el canciller de contenciones?

Cuando surgía un problema entre los dos tipos de justicia, el juez que iniciaba el desacuerdo enviaba una carta al otro juez. En esa carta, nombraba a una persona para que ayudara a resolver la duda. El juez que recibía la carta tenía tres días para nombrar a otra persona.

El papel de los árbitros y el canciller

Estas dos personas, llamadas árbitros, debían intentar resolver el problema en cinco días. Su decisión era final y no se podía apelar. Si los árbitros no se ponían de acuerdo, el caso pasaba al canciller de contenciones. El canciller tenía treinta días para decidir a qué tipo de justicia le correspondía el caso. Su decisión también era final. Si el canciller no decidía en esos treinta días, el caso se consideraba resuelto a favor de la justicia de la Iglesia.

Si el juez que recibía la carta inicial no respondía en tres días, se le enviaba otra advertencia. Si tampoco respondía a esta segunda advertencia en otros tres días, se declaraba que el caso iba en su contra. Si el canciller no podía trabajar por alguna razón, la justicia del rey debía nombrar a otro sacerdote importante para que hiciera su trabajo. Si no lo nombraba en cuatro días, el plazo de treinta días para decidir seguía corriendo.

¿Por qué era importante este cargo?

Esta forma de resolver los conflictos, aunque buscaba la paz, a veces disminuía el poder del rey. Hacía que la justicia del rey dependiera en cierta medida de la justicia de la Iglesia. También podía ser un poco complicado para los tribunales del rey, ya que su autoridad se veía afectada.

Cuando los dos tipos de justicia discutían sobre un caso, los abogados de cada parte actuaban como árbitros. Pero casi nunca se ponían de acuerdo. Por eso, los casos casi siempre terminaban en manos del canciller eclesiástico. A menudo, una parte del tribunal del rey tenía que ir a la casa del canciller para ayudarle, pero el canciller solía decidir por sí mismo, incluso si su opinión era diferente a la del tribunal.

Este cargo de canciller de contenciones dejó de existir por una ley del rey el 31 de octubre de 1835.

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