La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Arabia Saudita, , cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 8 de abril de 2015, ha presentado los siguientes sitios:
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La cetrería, un patrimonio humano vivo |
Bien inmaterial inscrito en 2011 (ampliado en 2012 y 2016). |
Este elemento es compartido con Alemania Alemania, Austria Austria, Bélgica Bélgica, Catar Catar, Corea del Sur Corea del Sur, Emiratos Árabes Unidos Emiratos Árabes Unidos, España España, Francia, Hungría Hungría, Italia Italia, Kazajistán Kazajistán, Marruecos Marruecos, Mongolia, Pakistán Pakistán, Portugal, República Checa República Checa y Siria Siria |
La cetrería es una actividad tradicional consistente en criar y amaestrar halcones u otras aves rapaces para cazar presas en su entorno natural. Utilizada en otros tiempos para procurarse alimento, la cetrería ya no está vinculada a la obtención de medios de subsistencia, sino más bien al espíritu de compañerismo e intercambio. La cetrería se encuentra principalmente a lo largo de las rutas y corredores migratorios, y es practicado por aficionados y profesionales de todas las edades y géneros. Los cetreros desarrollan una fuerte relación y un vínculo espiritual con sus aves, y adquieren el compromiso de criar, entrenar, manejar y volar los halcones. El arte de la cetrería es una tradición cultural que se transmite de generación en generación mediante el aprendizaje y la instrucción en el seno de la familia. En los países cálidos, los cetreros llevan a sus hijos al desierto para enseñarles a manejar el ave y establecer una relación de confianza mutua. Aunque los cetreros son de culturas diferentes, comparten valores comunes, tradiciones y prácticas tales como los métodos de entrenamiento y el cuidado de las aves, el equipo utilizado y la vinculación afectiva. La cetrería es la base de un patrimonio cultural más amplio, que incluye la vestimenta tradicional, la comida, las canciones, la música, la poesía y la danza, sostenido por las comunidades y los clubes que lo practican. (UNESCO/BPI)
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El majlis, un espacio cultural y social |
Bien inmaterial inscrito en 2015. |
Este elemento es compartido con Catar Catar, Emiratos Árabes Unidos Emiratos Árabes Unidos y Omán Omán |
El majlis –que literalmente significa “lugar para sentarse”– es un sitio en el que se reúnen los miembros de las comunidades para discutir eventos y temas locales, intercambiar noticias, recibir invitados, entablar amistades y divertirse. Suele ser un vasto lugar de reunión comunitario, cubierto de alfombras y con cojines adosados a las paredes, donde se resuelven problemas, se presentan pésames y se celebran bodas. También suele tener un hornillo o cocina para preparar café u otras bebidas calientes. El majlis tiene sus puertas abiertas a todos y pueden acudir a él las familias, tribus y vecinos del mismo barrio, o incluso de otros barrios distantes. Se considera que los verdaderos depositarios de este elemento del patrimonio cultural inmaterial son las personas de más edad de la comunidad, especialmente los que poseen amplios conocimientos sobre la naturaleza, la genealogía y la historia tribal. Los jueces y jeques religiosos son personalidades de particular importancia en el majlis porque arbitran litigios y esclarecen las cuestiones relacionadas con los derechos y obligaciones de índole política, social y religiosa. Las mujeres tienen sus propios majlis, aunque hay mujeres importantes que acuden a otros que no están reservados a un público exclusivamente femenino y que tienen un carácter más intelectual y literario. Los majlis desempeñan un papel prominente en la transmisión del patrimonio cultural oral: cuentos, canciones populares, poemas nabateos, etc. Al estar abiertos estos espacios culturales y sociales a todos los grupos de edad, los conocimientos se transmiten principalmente de manera informal a los niños, cuando éstos acompañan a miembros adultos de la comunidad en sus visitas a los majlis. Los jóvenes, por su parte, adquieren los valores y la ética de la comunidad y aprenden a escuchar, dialogar y respetar las opiniones ajenas, observando el comportamiento de sus mayores en los majlis. (UNESCO/BPI)
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El café árabe, un símbolo de generosidad |
Bien inmaterial inscrito en 2015. |
Este elemento es compartido con Catar Catar, Emiratos Árabes Unidos Emiratos Árabes Unidos y Omán Omán |
Servir un café árabe es un elemento importante de la hospitalidad en las sociedades arábigas y se considera un acto ritual de generosidad. El café se prepara tradicionalmente en presencia de los invitados. Los preparativos comienzan con la selección de los granos, que se tuestan ligeramente en una sartén plana antes de triturarlos en un mortero de cobre con un mazo del mismo metal. Luego se ponen los granos así molidos en una gran cafetera –también de cobre– que se llena de agua y se pone al fuego. Cuando la infusión está lista, se echa en una cafetera de dimensiones más reducidas y se sirve a los invitados en tazas pequeñas. El primer servido es el invitado más importante, o el más anciano. Las tazas de los invitados sólo se llenan hasta un cuarto de su capacidad, y así se puede volver a servir café varias veces más. La costumbre exige que cada invitado beba una taza por lo menos, pero no más de tres. El café árabe lo preparan hombres y mujeres de toda condición social, especialmente en el hogar familiar. Se considera que los principales depositarios de esta práctica cultural son los jeques y jefes tribales que sirven café en los sitios donde se reúnen, los hombres y mujeres de mayor edad de la comunidad beduina y los propietarios de negocios de café. La transmisión de los conocimientos y usos tradicionales vinculados al café árabe se efectúa en el seno de las familias, mediante la observación y la práctica. Los jóvenes acompañan a los mayores de sus familias al mercado para aprender a seleccionar los mejores granos. (UNESCO/BPI)
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Alardah Alnajdiyah, espectáculo de danzas, músicas de tambores y poemas cantados en Arabia Saudita |
Bien inmaterial inscrito en 2015. |
El alardah es un espectáculo tradicional con danzas, músicas de tambores y poemas cantados, que marca el principio y el fin de acontecimientos especiales como fiestas religiosas, bodas, nacimientos, titulaciones académicas y diversos eventos de importancia local o nacional. Las comunidades que representan el alardah lo consideran un componente fundamental de sus expresiones culturales. Sus intérpretes son bailarines, tamborileros y poetas. Armados con sables livianos, los bailarines se colocan hombro contra hombro, formando dos hileras situadas una enfrente de otra y dejando suficiente espacio entre ellas para los tamborileros. Un bailarín, vestido a la usanza tradicional de pies a cabeza, enarbola una bandera. Un poeta entona versos relacionados con el motivo de la fiesta celebrada, que los participantes retoman cantándolos a su vez a modo de antífona. Luego, los tamborileros hacen resonar primero las cajas más grandes y, a continuación, las más pequeñas. Mientras cantan, los bailarines se balancean juntos de atrás hacia adelante, levantando y bajando los sables al compás de los tambores y de la recitación poética. Cuando finaliza la declamación del poeta, todos ellos se agrupan en torno a la bandera. En la representación del alardah pueden participar hombres de cualquier edad, condición social y profesión. Las mujeres participan también en esa representación confeccionando los trajes utilizados en ella. Este elemento del patrimonio cultural fomenta el respeto mutuo y consolida la cohesión social. En la práctica del alardah, así como en su enseñanza, divulgación y transmisión intervienen no sólo los grupos de ejecutantes, sino también ciudadanos, escuelas y comunidades provinciales y locales. (UNESCO/BPI)
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“Almezmar”, danza con bastones al compás de tambores |
Bien inmaterial inscrito en 2016. |
La representación tradicional en grupo denominada almezmar es una práctica cultural de la comunidad hiyazí de Arabia Saudita, que tiene lugar con motivo de celebraciones familiares, fiestas nacionales o religiosas y diversos eventos públicos. La representación comienza cuando unos 15 a 100 bailarines, vestidos con largas túnicas blancas, se colocan en dos filas frente a frente. Los jefes de cada fila interpretan al son de tambores cantos de galantería, generosidad o amor, mientras tocan palmas con las manos. Los componentes de la primera fila repiten la canción dando palmas también y a continuación los de la segunda fila cantan en eco. Luego, entre las dos filas salen a danzar dúos de bailarines que giran a veces en torno una hoguera o un objeto situados en el centro, blandiendo al mismo tiempo sendos bastones con movimientos gráciles y rápidos. Las mujeres participan en esta práctica cultural confeccionando las túnicas utilizadas en ella, y a veces pueden cantar y bailar cuando la representación tiene lugar en fiestas privadas. Los tambores y los bastones utilizados son fabricados por artesanos locales. Transmitida esencialmente por los grupos que actúan y por centros del patrimonio cultural a las generaciones más jóvenes mediante la observación y la práctica, la expresión cultural denominada almezmar forma parte de la identidad comunitaria, agrupa a personas de orígenes diversos, constituye un motivo de entretenimiento y contiene una serie de conocimientos comunes que forman parte integrante de la memoria colectiva de la comunidad hiyazí. (UNESCO/BPI)
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