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Yaáfar al-Mushafi para niños

Enciclopedia para niños

Abu-l-Hasan Yaáfar ben Uthmán al-Mushafi, conocido como Yaáfar al-Mushafi, fue un importante político en Al-Ándalus durante el siglo X. Sirvió como chambelán (un alto cargo en la corte, como un primer ministro) para los califas omeyas de Córdoba, Alhakén II y Hisham II.

¿Quién fue Yaáfar al-Mushafi?

Sus primeros años y ascenso

Yaáfar al-Mushafi nació en una familia sencilla de origen bereber que vivía en Valencia. Su padre fue maestro de Alhakén II cuando este era joven. Gracias a esta conexión, Alhakén II tomó a Yaáfar bajo su protección y lo nombró su secretario personal mucho antes de que se convirtiera en califa.

Alhakén II siempre confió en Yaáfar, valorando mucho su honestidad. Yaáfar era también un excelente poeta y una persona muy culta. El califa lo convirtió en la persona más influyente de su gobierno, lo que le ganó la envidia de otros.

Durante el reinado de Abderramán III, el padre de Alhakén II, Yaáfar fue gobernador de Mallorca. Más tarde, bajo Alhakén II, supervisó varias provincias.

Su papel como chambelán

Cómo llegó al poder

Cuando Alhakén II se convirtió en califa, Yaáfar ascendió rápidamente. Primero fue nombrado visir (un ministro) y luego jefe de la policía de la capital. Sin embargo, algunas familias árabes importantes de Córdoba no veían con buenos ojos su ascenso. Estaban acostumbradas a ocupar los puestos más altos del gobierno y consideraban a Yaáfar un recién llegado que favorecía a sus familiares.

Cuando Alhakén II enfermó, Yaáfar se hizo cargo de la dirección del gobierno. El califa le encargó proteger a su hijo y heredero, Hisham. En los últimos meses de vida de Alhakén, Yaáfar se aseguró de eliminar cualquier posible amenaza para Hisham. Esto incluyó enviar a algunos bereberes importantes a otras regiones y expulsar a los idrisíes que estaban en Córdoba.

Protegiendo el trono de Hisham II

Yaáfar fue el principal defensor de Hisham II para que fuera el siguiente califa, a pesar de que había otros parientes omeyas mayores que también querían el trono. Cuando Alhakén II falleció en octubre del año 976, Hisham II se convirtió en califa, y Yaáfar siguió siendo el chambelán. En ese momento, Almanzor también fue nombrado visir.

Yaáfar se enfrentó con éxito a un grupo poderoso de personas llamadas eslavones, gracias al apoyo de la guardia bereber que Alhakén había creado para su hijo. Ochocientos de estos eslavones fueron expulsados del palacio durante la crisis por la sucesión. Dos de sus líderes habían apoyado a un tío de Hisham, al-Mughira, para que fuera califa.

Yaáfar al-Mushafi fingió aceptar los planes de los que apoyaban a al-Mughira. Luego, reunió a los partidarios de Hisham. Sabiendo que si Hisham no era califa perderían su poder, decidieron que al-Mughira debía ser apartado. Almanzor se ofreció para llevar a cabo esta tarea. Acompañado de soldados, Almanzor fue a la casa de al-Mughira y le informó de la muerte de su hermano. Aunque al-Mughira estaba asustado, Almanzor consultó con Yaáfar si podían perdonarle la vida, pero el chambelán se negó. Por insistencia de Yaáfar, Almanzor ordenó que al-Mughira fuera apartado. De esta manera, Yaáfar cumplió la misión del califa fallecido de asegurar el trono para su hijo Hisham.

El ascenso de Almanzor y la caída de Yaáfar

Una vez confirmado como chambelán por Hisham, Yaáfar colocó a tres de sus hijos y a otros parientes cercanos en puestos importantes del gobierno. Esto molestó a las principales familias árabes que antes ocupaban esos cargos. Este nombramiento lo elevó a la posición de mayor poder en el gobierno omeya. Al mismo tiempo, Almanzor fue nombrado visir y se convirtió en la persona clave para comunicarse entre Yaáfar y el gobierno, y entre el califa y su madre, que confiaba mucho en él.

Sin embargo, Yaáfar pronto cometió un error político importante: no respondió con suficiente fuerza a los ataques de los reinos cristianos y propuso medidas defensivas que no gustaron a Subh, la madre del califa. Almanzor, por el contrario, propuso una respuesta militar y consiguió el mando de las tropas de la capital para una campaña de castigo, que comenzó en febrero del año 977. El éxito de esta campaña marcó el inicio del declive del poder de Yaáfar al-Mushafi.

A pesar de su anterior rivalidad, Yaáfar intentó ganarse la amistad del poderoso comandante de la frontera, Gálib, dándole honores y un nuevo título. Inicialmente, Gálib se unió a Almanzor contra el chambelán durante una segunda campaña en el año 977. Almanzor consiguió el control de la capital, un puesto que hasta entonces había tenido uno de los hijos de Yaáfar. Para fortalecer su posición, Yaáfar pidió la mano de una hija de Gálib, Asma, para uno de sus hijos, buscando así una alianza contra Almanzor. Aunque al principio Gálib aceptó, las presiones de la corte, impulsadas por Almanzor, hicieron que el compromiso se rompiera. Finalmente, fue el propio Almanzor quien se casó con la hija de Gálib.

Este revés y los nuevos éxitos militares de Gálib y Almanzor llevaron a que Gálib fuera nombrado segundo chambelán, algo nunca visto, por petición de Subh. Este nombramiento significó que Yaáfar perdió su poder real, aunque seguía teniendo el título de chambelán. Sus dos adversarios eran quienes realmente ejercían las funciones. A finales de ese año, Yaáfar cayó en desgracia definitivamente y Almanzor lo reemplazó en el puesto de chambelán.

Últimos años de vida

Yaáfar al-Mushafi y sus familiares fueron apartados del poder. Pasó tiempo en prisión y sufrió continuas humillaciones por parte de Almanzor y Gálib. Lo obligaron a vivir en condiciones difíciles y a acompañarlos en algunas expediciones militares. Después de pedir perdón varias veces sin éxito, falleció en el año 983. Se cree que pudo haber sido envenenado por orden de Almanzor.

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