Repeso para niños
El Repeso era una institución muy importante en la antigua España, tanto en los reinos de Castilla como en los de Aragón. Su trabajo principal era vigilar los mercados de las ciudades para asegurarse de que los alimentos se vendieran de forma justa y con buena calidad. Hoy en día, su función sería parecida a la de las autoridades que protegen a los consumidores.
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¿Qué era el Repeso y cómo funcionaba?
El Repeso era como un equipo que, al mismo tiempo, juzgaba y actuaba. En esa época, los poderes del gobierno no estaban separados como ahora. Su misión era ayudar a la autoridad pública a mantener la paz en las ciudades. Lo hacían asegurándose de que hubiera suficiente comida para todos y de que fuera de buena calidad. También resolvían los problemas que surgían en los mercados, que eran lugares muy importantes para la vida diaria.
La función principal del Repeso
Como su nombre lo indica, la tarea más importante del Repeso era revisar que las ventas de productos al público fueran correctas. Por ejemplo, si un vendedor entregaba una cantidad de comida a un comprador, los encargados del Repeso podían volver a pesar esa mercancía para comprobar que la cantidad fuera la justa.
La persona a cargo solía ser un regidor (un tipo de concejal del ayuntamiento). Bajo su mando, uno o varios alguaciles (oficiales) eran los encargados de llevar a cabo las revisiones. Todos ellos eran funcionarios del Ayuntamiento.
El Repeso en Madrid
En Madrid, que era la capital, las responsabilidades del Repeso estaban duplicadas. Además de las autoridades municipales, también actuaba la Sala de Alcaldes de Casa y Corte. Esta Sala dependía directamente del Consejo de Castilla, que era un órgano de gobierno muy importante.
En este caso, el Repeso funcionaba como un verdadero tribunal. Un Alcalde de Casa y Corte se presentaba en la misma plaza del mercado. Allí, la gente podía hacer denuncias, ya sea por iniciativa propia o porque alguien lo pedía. El Alcalde imponía multas y castigos, que podían ser apelados ante la Sala.
Los alcaldes, escribanos y alguaciles se turnaban para servir en los diferentes puntos de Repeso. El dinero recaudado de las multas se dividía: una parte era para los funcionarios que trabajaban allí y la otra para los presos de la cárcel de la Corte. Con el tiempo, el número de puntos de Repeso en Madrid aumentó hasta ocho, ubicados en lugares clave como la Plaza Mayor o el Rastro. Existían tanto Repesos de la Corte (bajo la autoridad real) como Repesos de la Villa (bajo la autoridad municipal).
El Consejo de Castilla se preocupaba mucho por el control de los alimentos en Madrid. A pesar de sus esfuerzos, a veces había problemas graves, como las revueltas por la falta de comida. Dos ejemplos famosos fueron el "Motín de los Gatos" (en 1699) y el "Motín de Esquilache" (en 1766), que fueron momentos de gran tensión social.
¿Dónde se ubicaban los Repesos?
El Repeso ejercía su control en la Plaza Mayor, que era el lugar habitual de mercado y donde se encontraba el "Repeso Mayor". También había "Repesos Menores" en las plazuelas (pequeñas plazas) donde también se permitía la venta pública. En Madrid, varias de estas plazuelas aún existen, algunas todavía como mercados municipales, como la de Antón Martín, o con mercados cercanos, como el Mercado de San Miguel.
En estas plazas y plazuelas se instalaban las tablas o puestos autorizados donde los tablajeros (vendedores de carne, pescado, etc.) ofrecían sus productos. Si había alguna infracción, se aplicaban multas y castigos económicos. Los registros de estas actividades en Madrid se guardan hoy en el Archivo Histórico Nacional y el Archivo de la Villa de Madrid. Gracias a ellos, se puede saber cómo cambiaba el consumo de alimentos a lo largo del año.
La protección al consumidor en el Antiguo Régimen
La idea principal detrás de la política de consumo en el Antiguo Régimen era el paternalismo o proteccionismo hacia el consumidor. Esto significa que el gobierno buscaba proteger a la gente, casi como un padre protege a sus hijos. Los intentos de introducir ideas más liberales, como el libre comercio, fueron rápidamente frenados.
El comportamiento de los comerciantes estaba regulado por las costumbres y lo que la sociedad consideraba justo. Los precios de los productos debían ser aprobados por la Autoridad y se publicaban en listas llamadas aranceles. Se esperaba que los precios fueran "justos", es decir, que no permitieran a los comerciantes enriquecerse de forma deshonesta. Los comerciantes que tenían el monopolio de ciertos productos eran llamados "obligados", lo que indicaba su condición de contratistas exclusivos.
Si los precios estaban controlados, la única forma en que un comerciante podía obtener una ganancia deshonesta era alterando la cantidad del producto, es decir, midiendo o pesando mal. Aquí es donde el Repeso jugaba un papel central, controlando que no hubiera engaños en las cantidades.
Otra institución que trabajaba junto al Repeso era el fiel almotacén. Su tarea era asegurarse de que las pesas y medidas que usaban los comerciantes fueran correctas y cumplieran con la ley.