Manuel (Manolo) Urbina para niños
Manuel Urbina (1931-2010) fue un pintor español nacido en Logroño. Conocido como "Manolo" por sus amigos, se destacó por su estilo artístico único, especialmente en la pintura de paisajes.
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¿Quién fue Manuel Urbina?
Manuel Miguel Ángel Evaristo Urbina nació en Logroño el 26 de octubre de 1931. Desde pequeño, no le gustaba mucho la escuela. Prefería dibujar durante los recreos en lugar de jugar con sus compañeros. Era un niño solitario, y el dibujo se convirtió en su pasatiempo favorito.
En 1949, cuando tenía 18 años, Manuel sufrió un accidente grave cerca de La Póveda de Soria. Este accidente le dejó algunas secuelas que lo acompañaron toda su vida, afectando su equilibrio y haciendo que necesitara usar un bastón.
Sus primeros años y el arte
Alrededor de 1950, Manuel Urbina conoció a Fernando Trevijano Díaz, un pintor de Logroño que se convirtió en su maestro. Manuel, o "Manolo" como le decían sus amigos, empezó a pintar desde el principio con un estilo conocido como arte naif. Este estilo se caracteriza por ser sencillo, espontáneo y a menudo con una perspectiva un poco infantil, lo cual encajaba muy bien con su personalidad tranquila e introvertida.
Tanto el maestro como el alumno pintaban al óleo. Sus temas favoritos eran los paisajes de La Rioja, la región donde vivían. Estos paisajes son famosos por sus colores cálidos en la tierra y sus cielos soleados. A veces, el cielo se cubre rápidamente con nubes espectaculares que se mueven muy deprisa y luego desaparecen, dejando el cielo despejado de nuevo. Esta característica de los paisajes riojanos, con su constante cambio y movimiento, se reflejaba mucho en las obras de ambos pintores.
Lamentablemente, el pintor Trevijano falleció a finales de los años 1950. Su muerte afectó tanto a Manuel Urbina que dejó de pintar por completo durante muchos años.
Un nuevo comienzo en la pintura
En 1975, Manuel Urbina conoció al director de una galería de arte que acababa de abrir en Logroño. El director notó el gran interés con el que Urbina observaba las obras expuestas. Al preguntarle, Manuel le dijo que él también era pintor, pero que no le gustaba cómo se pintaban los cuadros en ese momento. "¡No tienen color!", afirmó con decisión.
El director, sorprendido, se interesó por su trabajo. Aunque Urbina le mostró sus cuadros con cierta desgana, la pequeña colección que tenía de la época en que pintaba con su maestro Trevijano impresionó mucho al director. Se dio cuenta de que eran obras de un verdadero pintor naif, con un excelente sentido del color y, lo más importante, con una energía y movimiento que no era común en otros artistas de ese estilo.
Por eso, el director de la galería animó a Manuel a volver a pintar. Dejando a un lado su tristeza, Urbina regresó a la pintura con mucho entusiasmo. Logró pintar entre uno y dos cuadros por semana. Sin embargo, su estilo había cambiado un poco. Ahora usaba empastes más gruesos, que son capas de pintura muy densas que crean relieve en el cuadro. Esto le daba a sus obras un toque expresionista, casi abstracto, tanto en la tierra como en el cielo.
Otro pintor, Ramón Lapayese, que expuso en esa misma galería, también admiró el colorido y el dinamismo de la obra de Urbina. Pero le sugirió que incluyera figuras humanas en sus paisajes, algo que Manuel no solía hacer. Al principio, Urbina aceptó a regañadientes, ya que nunca le había gustado pintar personas. Sin embargo, el resultado fue excepcional. Con solo unas pocas pinceladas, sin detallar demasiado las figuras, logró integrarlas en el paisaje de forma casi imperceptible. Así, las figuras se convirtieron en parte del paisaje, con la misma importancia que las piedras, las casas, los árboles y los ríos.
Últimos años y legado
En 1979, la galería de arte donde Manuel Urbina exponía regularmente cerró, y perdió el contacto con el director. Sin embargo, continuó pintando gracias al apoyo y la amistad de Jesús Ruiz Álvarez, un experto en Historia del Arte.
Con el paso de los años, el ritmo rápido con el que había pintado fue disminuyendo. Hacia el año 2000, prácticamente dejó de pintar. Manuel Urbina falleció el 30 de agosto de 2010, dejando un legado de obras llenas de color y movimiento que capturan la esencia de los paisajes riojanos.