Macuquina para niños
Una macuquina es un tipo de moneda antigua que se fabricaba de forma manual, golpeando el metal con un martillo. Este método se usó mucho en España y en las tierras americanas bajo el dominio español desde el siglo XVI hasta mediados del siglo XVIII. Hay varias ideas sobre de dónde viene la palabra "macuquina". Algunos creen que viene de una palabra árabe que significa 'aprobado', mientras que otros piensan que viene de una palabra quechua que se refiere a su forma de fabricación a martillazos. También podría venir de una lengua africana, donde "Makukin" significa 'galleta', lo que describe su forma irregular.
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¿Por qué se crearon las macuquinas?
Aunque la forma de hacer monedas a martillo es muy antigua, usada desde hace miles de años, en América se siguió usando por una razón especial. A pesar de que los pueblos originarios como los mexicas e incas ya trabajaban el oro y la plata con gran habilidad, la falta de máquinas modernas para acuñar monedas, que se fabricaban en Europa, y la gran necesidad de dinero para el comercio en América, hicieron que las macuquinas fueran muy importantes.
Desde principios del siglo XVI, se necesitaban muchas monedas en América. Por eso, se abrieron casas de moneda, como la de México en 1536, la de Lima en 1565 y la de Potosí antes del año 1600. El objetivo era usar la gran cantidad de plata y oro de América para hacer monedas. Estas monedas eran necesarias para pagar impuestos a la Corona española y para el comercio en las colonias.
En Europa, ya se usaban máquinas llamadas "prensas de volante" para hacer monedas más redondas y uniformes. Estas máquinas eran grandes y difíciles de transportar, por lo que no llegaron a América hasta principios del siglo XVIII. Por eso, durante los primeros siglos de la colonización española, las macuquinas fueron las monedas principales.
¿Cómo se fabricaban las macuquinas?
Para hacer una macuquina, se seguían estos pasos:
- Primero, el metal se derretía y luego se convertía en láminas delgadas a golpes de martillo.
- Después, se cortaban a mano unas piezas redondas u ovaladas llamadas "cospeles".
- Sobre cada cospel, se grababan a mano los diseños de la moneda, las iniciales del ensayador (la persona que garantizaba el peso y la pureza del metal) y la fecha.
- Otra forma era poner una lámina de metal entre dos moldes (cuños) y golpear el molde de arriba con un martillo para grabar una imagen. Luego se hacía lo mismo en el otro lado. Después, se cortaban a mano las piezas, que quedaban con bordes muy irregulares.
A veces, también se cortaban trozos de una barra de metal con un martillo para obtener los cospeles, que luego se golpeaban para estampar el diseño.
Los encargados de hacer los moldes en cada casa de moneda seguían los modelos que venían de España. Sin embargo, a veces los moldes no eran perfectos o el metal de la moneda no era puro. Debido a la mala calidad de los moldes y a que se hacían a mano, a veces las iniciales del ensayador o la fecha no aparecían bien en la moneda. Esto hacía difícil saber quién era el responsable si había algún problema con la pieza.
Además, las macuquinas casi nunca eran perfectamente redondas. Muchas tenían formas de corazón, rombo o cuadrado. Por eso, el borde decorado de la moneda (la gráfila) no siempre se veía completo. Esto facilitaba que algunas personas cortaran pequeños trozos de plata u oro de las monedas sin que se notara mucho. Como todas las monedas eran de plata u oro, cortarles un pedacito era muy rentable, pero dañaba el valor real de la moneda, que dependía de la cantidad de metal precioso que contenía.
El fin de las macuquinas en América
Cortar trozos de las monedas era una práctica común en la historia. Esto causaba un gran problema para la economía, porque la gente no podía confiar en el valor de las monedas. Las macuquinas no siempre tenían el valor que decían tener (por ejemplo, un real, dos, cuatro u ocho reales en el caso de las monedas de plata). Sin embargo, como eran hechas a mano, no se necesitaban máquinas complicadas ni talleres especiales, y se ahorraba combustible.
La gran cantidad de monedas de plata y oro que llegaban a España desde América, tanto por impuestos como por comercio, empeoraba el problema. El valor de las monedas españolas en Europa se veía afectado. Además, en las casas de moneda de América, la macuquina era la única moneda oficial. Incluso en Venezuela, una compañía privada hizo sus propias macuquinas de plata en el siglo XVIII, que eran de muy mala calidad.
Por todo esto, la Corona española ordenó desde mediados del siglo XVI que todas las casas de moneda en España usaran máquinas. España empezó en Segovia en 1585 con la "acuñación a rodillo", y luego en el siglo XVII se usó la "prensa de volante". Este método llegó a las casas de moneda en América a partir de 1730, empezando por la Casa de Moneda de México, para dejar de hacer macuquinas. Esto fue a pesar de la oposición de algunos funcionarios que se beneficiaban de las macuquinas, ya que eran fáciles de alterar.
La enorme riqueza de las minas de plata en América significaba que se hacían muchísimas monedas. Esto también era un incentivo para que algunos funcionarios se aprovecharan ilegalmente, alterando las macuquinas y retrasando las órdenes del Rey. Un ejemplo fue un problema en Potosí (actual Bolivia) a mediados del siglo XVII, donde funcionarios de la casa de moneda alteraron muchas monedas durante años, poniendo menos plata de la que debían.
A pesar de estos problemas, el nuevo sistema se adoptó en todas las colonias españolas. Finalmente, en 1767, después de mucha resistencia y retrasos, la Real Casa de Moneda de Potosí acuñó las últimas macuquinas del imperio español, dando paso a la fabricación de monedas con máquinas.
Hoy en día, las macuquinas son muy buscadas por los coleccionistas, aunque es difícil encontrarlas en perfecto estado.