Longanimidad para niños

La longanimidad es una cualidad muy especial que nos ayuda a ser pacientes y perseverantes. Imagina que tienes una meta importante, como aprender a tocar un instrumento o mejorar en un deporte. La longanimidad te da la fuerza para seguir adelante, incluso cuando las cosas se ponen difíciles o tardan en dar resultados. Es como tener un "alma grande" que puede soportar mucho tiempo sin desanimarse.

Esta cualidad nos permite trabajar en algo por mucho tiempo sin cansarnos ni perder el entusiasmo. Es una forma de paciencia que nos ayuda a esperar con calma, sin quejarnos ni sentirnos amargados, por el tiempo que sea necesario para alcanzar nuestros objetivos.

¿Qué evita la longanimidad?

La longanimidad nos ayuda a no sentir:

• Aburrimiento cuando esperamos algo bueno.
• Tristeza por no ver resultados inmediatos.
• Desánimo por la lentitud de un proceso o por las dificultades que enfrentamos.

Confianza y perseverancia

La longanimidad nos da la seguridad de que, si nos esforzamos, luchamos y no nos rendimos, lograremos nuestras metas. Esto es cierto a pesar de los obstáculos que puedan aparecer o de nuestros propios errores.

Una persona con longanimidad se propone objetivos grandes y los persigue con mucha constancia. No confía solo en sus propias fuerzas, sino que también confía en que, con esfuerzo y dedicación, podrá superar los desafíos. Esta cualidad nos ayuda a controlarnos y a ser tolerantes, buscando siempre la paz.

Por ejemplo, si te propones ser mejor en algo durante un año, la longanimidad te ayuda a mantener el entusiasmo y el esfuerzo desde el principio hasta el final.

La longanimidad en la vida diaria

Esta cualidad es muy importante porque nos enseña que el esfuerzo diario y constante da frutos. A veces, los resultados no aparecen de inmediato, y podríamos pensar que nuestro trabajo no sirve de nada. Sin embargo, la longanimidad nos recuerda que todo esfuerzo hecho con buena intención tiene un valor y no es en vano.

Es una cualidad que nos ayuda a mantener la esperanza. Una persona que no tiene longanimidad puede ver todo de forma negativa, se desanima fácilmente y le cuesta esperar o ayudar a los demás en el momento adecuado.

Véase también

• Paciencia
• Frutos del Espíritu Santo