Esfuerzo para niños
El esfuerzo, cuando lo hace una persona, es una actividad física vigorosa contra alguna resistencia, o bien una actividad intelectual intensa y prolongada (por ejemplo estudiar durante varias horas). Cuando lo recibe un cuerpo sólido se refiere a una fuerza ejercida sobre él que puede deformarlo o incluso romperlo. Esa deformación (que a veces puede ser tan pequeña que no resulta visible, aunque sí medible) variará dependiendo de cómo se aplique esta fuerza. Puede estirar el cuerpo (esfuerzo de tracción), aplastarlo (esfuerzo de compresión), doblarlo (esfuerzo de flexión), cortarlo (esfuerzo cortante, de corte o de cizallamiento), o retorcerlo (esfuerzo de torsión).
Esforzarse es «poner toda nuestra energía en la tarea que estamos realizando». Por ejemplo, en una carrera de 100 metros lisos, los atletas se esfuerzan al máximo por alcanzar la mayor velocidad. Esforzarse en una tarea intelectual implica concentrarse plenamente en ella y no permitir que la mente divague o se distraiga.
El esfuerzo es costoso. El esfuerzo físico cansa el cuerpo. El esfuerzo intelectual prolongado causa fatiga psicológica. Pero si la persona consigue aquello por lo cual se ha esforzado, normalmente solo por lograrlo obtiene una satisfacción que le compensa. Puede haber otras recompensasː un premio por ganar una carrera, un título académico que dé acceso a un buen trabajo, un descubrimiento que sea útil a la humanidad y proporcione fama, etc.
Se suele asociar el esfuerzo con la perseverancia (también llamada persistencia o constancia). Conviene diferenciarlos. El esfuerzo suele referirse a que la persona, en un momento dado, dedica todas sus energías a algo. Tiene, por tanto, un carácter puntual, a veces agónico. La perseverancia define más bien un esfuerzo, quizá no de la máxima intensidad pero sí suficiente, mantenido a lo largo de un tiempo que puede ser muy prolongado.
Véase también
- Resiliencia (psicología)