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El Cabril para niños

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El Cabril es el único lugar en España donde se guardan de forma definitiva los residuos radiactivos de muy baja, baja y media actividad. Está ubicado en la Sierra Albarrana, en el municipio de Hornachuelos, en la provincia de Córdoba. Las poblaciones más cercanas son del municipio de Fuente Obejuna.

Este lugar fue originalmente una mina de uranio que dejó de funcionar en 1956 porque se agotó el mineral. Algunas de sus galerías se usaron para guardar los pocos residuos radiactivos que se producían en ese tiempo. También se empezó a usar para guardar materiales radiactivos que ya no servían, usados en medicina e industria. Cuando se construyeron las centrales nucleares en España, como la de Zorita en 1968, la cantidad de residuos aumentó mucho. En 1986, la empresa ENRESA se hizo cargo del almacén. Se construyeron grandes naves y los bidones que estaban en las minas se trasladaron allí. El almacén actual empezó a funcionar en 1992. Hasta finales de 2023, en El Cabril se han guardado más de 61.800 metros cúbicos de residuos. Se espera que esta cantidad aumente mucho en los próximos años, ya que las centrales nucleares de España se irán cerrando y muchos de sus residuos se llevarán a El Cabril.

¿Cómo empezó El Cabril?

Descubrimiento de uranio y primeros usos

En la década de 1930, un ingeniero de minas llamado Antonio Carbonell Trillo-Figueroa descubrió yacimientos de uranio en Sierra Albarrana alrededor de 1935. Se estimó que había unas 800 toneladas de uranio en 1941. Años después, este lugar se convirtió en una mina de la Junta de Investigaciones Atómicas (JIA). De la JIA surgió la Junta de Energía Nuclear (JEN) en 1951, que se hizo cargo de la mina. Incluso se construyó un pequeño pueblo para los trabajadores.

La cantidad de uranio extraído fue disminuyendo y en 1956 se decidió cerrar las minas. Algunas de las galerías de la mina se usaron para guardar los pocos residuos radiactivos que se producían en el centro Juan Vigón de Madrid, principalmente de investigaciones con un reactor nuclear.

Los primeros residuos se trataron con asfalto, pero luego se decidió mezclarlos con cemento y guardarlos en bidones de 220 litros para llevarlos a algún lugar. Como no había un plan para gestionarlos, se decidió trasladarlos a El Cabril, a una parte conocida como mina 'Beta'.

Más tarde, para tratar y guardar residuos de diferentes lugares (centros de investigación, industrias, hospitales) que usaban materiales radiactivos, la JEN instaló una pequeña planta en El Cabril. Esta planta podía guardar de forma segura 900 bidones.

Como el espacio se llenó rápidamente, se decidió construir tres módulos temporales en la superficie, cada uno con capacidad para 5.000 bidones.

Cuando las centrales nucleares empezaron a funcionar en España a partir de 1969, se vio la necesidad de que estas tuvieran sus propios almacenes temporales para sus residuos, mientras se decidía un lugar centralizado y adecuado para trasladarlos.

La gestión de ENRESA

En junio de 1984, se aprobó la creación de una empresa pública para encargarse de la gestión de los residuos nucleares y radiactivos. En junio de 1985, se creó ENRESA (Empresa Nacional de Residuos Radiactivos S.A.). La JEN transfirió El Cabril a ENRESA a finales de ese año, y ENRESA empezó a gestionarlo el 1 de enero de 1986.

Después de obtener permiso, la empresa reacondicionó los residuos en nuevos bidones de 400 litros y los colocó en una celda de almacenamiento.

En 1990, se puso la primera piedra de las instalaciones actuales, que fueron inauguradas oficialmente en octubre de 1992.

Los ayuntamientos cercanos a El Cabril reciben una compensación económica a través de ENRESA. Hasta 2023, se han recibido 104 millones de euros, y se espera que reciban 231 millones de euros hasta 2073, lo que equivale a un promedio de 4,6 millones de euros al año.

Autorización y aspectos legales

El 3 de marzo de 1987, el Ministerio de Industria y Energía autorizó a ENRESA a instalar temporalmente en El Cabril 5.000 bidones de residuos de baja y media actividad, que venían de las centrales nucleares de Santa María de Garoña y Zorita. Estos bidones se colocarían bajo tierra y se cubrirían con hormigón.

En noviembre de 1987, se aprobó el primer Plan de Residuos Radiactivos. Este plan permitía ampliar El Cabril para recibir todos los residuos de media y baja actividad producidos en España hasta el año 2000. También se incluyó una planta para tratar los residuos. Ante este plan, el municipio de Hornachuelos organizó una huelga general el 21 de diciembre, que fue apoyada por todo el pueblo.

El 13 de enero de 1989, el Consejo de Ministros aprobó el segundo Plan de Residuos Radiactivos, que incluía el almacenamiento de 60.000 metros cúbicos en El Cabril.

En diciembre de 1988, una asociación ecologista solicitó el cierre de las instalaciones de El Cabril, argumentando que no cumplían con la ley para el almacenamiento de materiales nucleares. También pidieron que se cancelaran los traslados de residuos de las centrales nucleares y que no se autorizara la ampliación sin cumplir la ley. Como no hubo respuesta, la asociación presentó una demanda. Un tribunal dictó sentencia el 5 de junio de 1996, declarando que estas actuaciones eran ilegales, ya que El Cabril estaba autorizado como instalación radiactiva de tercera categoría y no como instalación nuclear. Días después, el Ministerio de Industria y Energía afirmó que El Cabril estaba legalizado y cumplía con la sentencia, basándose en órdenes ministeriales de 1989 y 1992 que autorizaban la ampliación y puesta en marcha de las nuevas instalaciones. El ministerio apeló la sentencia ante el Tribunal Supremo.

Un informe de Greenpeace de 2010 señala que las medidas de prevención demuestran que el riesgo de filtración es una preocupación real.

¿Cómo son las instalaciones de El Cabril?

Las instalaciones inauguradas en 1992 ocupan más de 1.100 hectáreas, de las cuales solo se usan veinte. Diez hectáreas se destinan a laboratorios, oficinas y una fábrica de contenedores de hormigón, y las otras diez albergan las dos zonas de almacenamiento.

Zonas y características

El almacén centralizado de El Cabril tiene dos zonas principales: la zona de edificios y la zona de almacenamiento. Esta separación ayuda a que las actividades se desarrollen de forma eficiente, facilitando el control y la seguridad.

Las instalaciones de El Cabril se caracterizan por:

  • Automatismo: Pueden funcionar desde una sala de control, lo que reduce la exposición de los trabajadores.
  • Resistencia sísmica: Están diseñadas para soportar terremotos que puedan ocurrir en la zona.
  • Solidificación: Todos los residuos se almacenan en forma sólida.

¿Qué pasa cuando se llena el almacén?

Cuando el almacén alcance su capacidad máxima (se calcula que alrededor del año 2030), se cubrirá completamente con tierra y se plantará vegetación. Toda la estructura de hormigón que quedará bajo tierra está diseñada para soportar terremotos de grado 8 en la escala de Richter.

Además, se pondrá en marcha un programa de control y vigilancia durante un máximo de 300 años. Esto asegurará que el almacenamiento sea duradero y evitará cualquier entrada no autorizada antes de que termine ese período.

¿Cómo se procesan los residuos?

Residuos de baja y media actividad

Los residuos de baja y media actividad que se generan en cualquier parte de España llegan a El Cabril y se descargan en un edificio especial o en almacenes temporales. La mayoría de estos residuos, que provienen de las centrales nucleares, ya llegan preparados. Los que vienen de hospitales, centros de investigación o industrias, se tratan y preparan en las propias instalaciones de El Cabril. Los bidones recibidos se meten en contenedores de hormigón, cada uno con capacidad para 18 bidones de 220 litros. Cuando un contenedor se llena, los bidones se fijan con un tipo de mortero. Este bloque compacto se introduce en una celda de almacenamiento, que es una estructura de hormigón armado. Una vez que una celda se llena con 320 contenedores, se construye una losa superior de hormigón armado para cerrarla y se hace impermeable. Cada una de las 28 celdas de almacenamiento tiene un sistema para detectar posibles filtraciones de agua, lo que permite solucionar cualquier problema si ocurre. Una vez que todas las plataformas estén llenas, se cubrirán con varias capas, siendo la última de tierra vegetal, para que se integren en el paisaje. En ese momento, comenzará la fase de vigilancia y control del lugar durante 300 años.

Residuos de muy baja actividad

Los residuos radiactivos de muy baja actividad son materiales sólidos, como chatarra y escombros, que tienen una mínima contaminación con isótopos radiactivos. Pueden llegar a la instalación en sacos, bidones o contenedores y se almacenan directamente en una estructura específica, o pasan primero a un área de tratamiento si es necesario. Cuando cada estructura se complete, se cubrirá con diferentes capas, siendo la última de tierra vegetal para que se integre en el entorno. En este momento, comenzará la fase de vigilancia y control del lugar durante 60 años.

Archivo:Nuclear power plants map Spain-es
Distribución de las centrales nucleares y almacenes de residuos radiactivos en España.
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