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Ñuñorco Grande para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Ñuñorco Grande
Localización geográfica
Continente América
Cordillera Cumbres de Tafí
Coordenadas 26°58′52″S 65°42′54″O / -26.981027777778, -65.714916666667
Localización administrativa
País Bandera de Argentina Argentina
División Provincia de Tucumán
Características generales
Altitud 3.320 msnm
Mapa de localización
Ñuñorco Grande ubicada en Provincia de Tucumán
Ñuñorco Grande
Ñuñorco Grande
Ubicación en Provincia de Tucumán.

El Ñuñorco Grande es un cerro importante que se encuentra en las Cumbres de Tafí, al sur del Valle de Tafí, en la provincia de Tucumán, Argentina. Este cerro tiene una altura de 3.320 metros sobre el nivel del mar.

¿Qué significa el nombre Ñuñorco?

El Ñuñorco Grande es un cerro con forma de cono. Está rodeado por dos grandes quebradas: la del Portugués y la de Los Sosa. Funciona como una barrera natural para el Valle de Tafí.

Junto a él, se encuentra el Ñuñorco Chico, que es más pequeño y mide 2.890 metros.

Antiguamente, el cerro se llamaba Panaqhao en el idioma cacano. Luego, con la influencia del quechua, su nombre cambió a Ñuñorco. Esta palabra viene de ñuñ (seno) y orco (cerro), lo que significa "cerro con forma de seno". Si miras desde la parte baja de Tucumán, puedes ver la forma de estos cerros, que parecen senos.

Historia de la Estancia El Mollar

Después de que los jesuitas se fueron en 1767, el cerro Ñuñorco pasó a formar parte de una propiedad llamada Potrero del Rincón. Esta tierra fue vendida varias veces a lo largo de los años.

En 1816, el gobernador José Manuel Silva la compró. Antes de morir, la dividió en dos estancias: El Rincón o Mollar y Casa Grande. La Estancia del Mollar incluía los cerros Ñuñorco Grande y Chico, y gran parte de la Quebrada del Portugués.

En 1973, la Estancia de El Mollar se convirtió en propiedad del Estado Provincial. Años antes, la zona ya se había declarado Reserva Provincial Los Ñuñorcos. Hoy en día, una parte de esta área forma parte del Parque Nacional Aconquija, creado por la ley n.º 27.451.

¿Cómo se sube al Ñuñorco Grande?

Hay varias rutas para subir al Ñuñorco. Las más usadas comienzan en el lado sur (la senda de La Angostura), en el centro (camino de El Mollar) y en el oeste (en El Rincón). Todas son caminos exigentes porque suben por la ladera empinada del cerro. Esta ladera tiene muchas rocas y poca vegetación hacia el Valle de Tafí.

Los bosques en esta ladera son pequeños grupos de árboles como alisos y queñoas. También hay muchos arbustos como suncho, micuna, azafrán y cortadera. Por encima de los 2.600 metros, abundan los pastizales de aibe y flechilla.

La ladera sur, que mira hacia la llanura de Tucumán, es muy diferente. Recibe mucha humedad, lo que crea una gran variedad de paisajes según la altura. Desde la selva de yunga tropical en la base del cerro hasta los bosques de aliso y pastizales en la cima. Esta cara del cerro siempre está cubierta de un verde intenso.

La senda de La Angostura es muy bonita porque te permite ver muchos paisajes diferentes. A veces pasas por la cara seca del norte y otras por la ladera húmeda del sur.

El camino comienza a 1.860 metros de altura, cerca del río Los Sosa. Al cruzar el río, empieza la senda que sube en zigzag. Es importante subir despacio para que el corazón se acostumbre al esfuerzo.

Subiendo poco a poco, se llega a una zona más alta. El cansancio disminuye a medida que te acostumbras al ritmo del cerro. La planta muña muña, que crece mucho de noviembre a marzo, ayuda a combatir el mal de altura.

Al subir más, se encuentran restos de antiguas construcciones indígenas. Después de pasar por una meseta donde hubo dos puestos, se llega a unas antenas.

Desde este punto, a 2.500 metros de altura, puedes hacer una pausa y disfrutar del paisaje. Hacia el norte, se ve el amplio Valle de Tafí. Abajo está El Mollar, a la derecha el dique de la Angostura y las cumbres de Matadero y Mala Mala. A la izquierda, el Cerro Pelado y el cerro Muñoz. Más al norte, la villa de Tafí y los cerros Pabellón, Bayo y Negrito. El valle brilla bajo el sol de la mañana, y el azul de los cerros contrasta con el turquesa del cielo.

El viento del sur sopla suavemente, y el aire huele a hierba y humedad. Verás vacas y caballos pastando. A lo lejos, se puede ver una chuña y teros volando bajo. Sus gritos fuertes te avisan que hay nidos en el suelo.

Hacia el sur, se ve la Quebrada de los Sosa y las laderas del sur de las Cumbres de Tafí, cubiertas por un bosque denso.

La Cañada del Ñuñorco y El Pucará

El camino sigue y se desvía hacia el lado sur del cerro. Sube de forma empinada entre pastizales densos y pequeños bosques de alisos. Así se llega a una gran cañada. Al fondo, se ven los restos de un antiguo puesto y grandes corrales de piedra.

A esta altura (2.900 metros), las nubes entran desde el sur. Se forman rápidamente, el viento las mueve y a veces las dispersa. Pero luego vuelven de golpe, dejando pequeñas gotas de humedad en los pastizales. De repente, puede formarse una tormenta, el cielo se oscurece y, tan pronto como llueve, las nubes desaparecen y el sol vuelve a brillar. El viento sigue soplando fuerte, moviendo los pastizales y esparciendo las gotas de agua. La lluvia intensifica el olor fresco de la planta arca yuyo.

En la parte alta de la cañada, se encuentra un Pucará. Esta fortaleza, construida en un lugar estratégico, permitía a los antiguos habitantes de Tafí vigilar toda la llanura del este de Tucumán y controlar el valle. Desde aquí, se podía dominar la entrada por la Quebrada de los Sosa y proteger la salida del valle hacia los bosques del este. También se veían las lejanas cumbres nevadas del Aconquija.

Llegar a este lugar es difícil porque está escondido en la cima de un cerro rodeado de precipicios. Allí se encuentran terrazas bien hechas y muros de piedra de la fortaleza. La altura de 2.900 metros hace que el aire sea más escaso, y esto, junto con lo difícil del camino, ha ayudado a mantener el lugar conservado.

Los guaipos se esconden entre las piedras y los pastizales. De repente, pueden volar, sorprendiendo a quien camina.

La cima del Ñuñorco

El camino continúa y parece no terminar nunca. Al salir de la cañada, se ve la cima, que parece estar muy cerca. Pero aún falta más de un tercio del camino para llegar al punto más alto del cerro.

El paisaje cambia mucho. Solo hay piedras y pastizales. Los alisos ya quedaron abajo. A esta altura, casi no hay ganado. Algunos zorros, que se camuflan con el paisaje, se esconden rápidamente al sentir la presencia de personas.

Entre las rocas, un par de vizcachas curiosas observan. En ese momento, los cóndores, aves majestuosas de los Andes, aparecen volando en círculos. El sonido de sus alas avisa a las vizcachas, que se esconden entre las rocas. Los cóndores siguen su camino buscando comida en otro lugar.

Mientras tanto, la senda se vuelve más difícil. Los pies cansados tropiezan con muchas rocas sueltas.

A 3.200 metros de altura, solo quedan los últimos 500 metros. Con cada paso, el paisaje se vuelve más espectacular. El corazón se acelera, y las ganas de llegar a la cima hacen olvidar el cansancio.

Finalmente, se llega a un montón de grandes rocas donde hay una antena (3.330 metros). Más atrás, hay un hito oxidado. El paisaje desde allí es increíble.

El viento helado sopla por todos lados. Hacia el sur, abajo, se ve un inmenso mar de nubes, y de entre ellas sobresale un pico pequeño: el Ñuñorco Chico. Más allá, el Aconquija con su azul profundo y sus cumbres nevadas. Hacia el oeste, en la profundidad, la Quebrada del Portugués, y por encima, la Cumbre de Las Ánimas y el Muñoz, que se extiende hasta el norte del valle de Tafí.

En la cima, la luz del sol es muy intensa, pero el viento disimula el calor. El sol quema, pero no calienta.

En la roca más alta, hay una imagen de la Virgen María.

La cima del Ñuñorco es un lugar para reflexionar. Frente a la grandeza del paisaje, uno puede sentirse pequeño y pensar en la vida.

El regreso

En la cima, uno quiere quedarse. Pero el tiempo no se detiene. El sol está en lo más alto, y es hora de regresar.

La bajada es empinada y tan difícil como la subida. La senda estrecha tiene muchos obstáculos. Es un camino largo y agotador.

Existe el peligro de que las nubes cubran el camino y de perderse, ya que la perspectiva al bajar es diferente a la de subir.

Una ligera melancolía aparece al saber que la aventura está terminando.

Después de dos horas, se llega al punto de partida. Mágicamente, el cansancio físico desaparece, y una extraña sensación de alegría invade todo el cuerpo.

Se recorrieron 16 kilómetros en 7 horas.

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