Santo Niño de La Guardia para niños
Se conoce como Santo Niño de La Guardia a una historia falsa que se difundió a finales del siglo XV en España. Esta historia acusaba a personas judías y a otras que se habían convertido al cristianismo (llamadas judeoconversos) de haber asesinado a un niño en la localidad de La Guardia, en Toledo.
A pesar de que nunca se encontró el cuerpo del niño ni se denunció su desaparición, varias personas fueron condenadas y ejecutadas en 1491. Estas condenas se basaron en el prejuicio y las acusaciones falsas que existían en esa época contra los judíos y los conversos. La Iglesia católica conmemora esta festividad el 25 de septiembre.
La Inquisición, un tribunal de la época, procesó a varios conversos, y las autoridades civiles hicieron lo mismo con dos judíos. Todos ellos fueron ejecutados en Ávila el 16 de noviembre de 1491. Se conservan algunos documentos de este proceso. La mayoría de los historiadores cree que el "niño de La Guardia" nunca existió. Sin embargo, este caso creó un ambiente de gran tensión y empeoró la relación entre los cristianos antiguos y las comunidades judías y conversas.
Este supuesto crimen fue uno de los factores que impulsaron la decisión de expulsar a los judíos de España, un decreto que se emitió solo unos meses después, en marzo de 1492. España fue uno de los últimos reinos europeos en tomar esta medida.
Durante el siglo XVI, se desarrolló una leyenda sobre el Santo Niño, y su culto se sigue celebrando en La Guardia. En 2015, la Archidiócesis de Madrid publicó un texto que afirmaba la existencia del niño y su muerte a manos de "once personas; cinco eran judíos y seis judaizantes", quienes, según el Arzobispado, lo crucificaron y le sacaron el corazón. Esta publicación estaba disponible en línea en 2022.
Contenido
Contexto histórico de las acusaciones falsas
Durante la Edad Media en Europa, eran comunes las acusaciones falsas contra los judíos, conocidas como "libelos de sangre". Estas historias inventadas afirmaban que los judíos realizaban rituales que incluían el uso de sangre de niños cristianos.
Creencias populares en España
En España, las leyes de la época, como las "Siete Partidas" del rey Alfonso X el Sabio, mencionaban estas creencias populares. Por ejemplo, se decía que en Viernes Santo, los judíos recordaban la muerte de Jesús de forma burlona, secuestrando niños o usando figuras de cera para crucificarlos. Si se comprobaba que alguien había hecho esto, se le castigaba severamente.
Se creía que varios episodios similares habían ocurrido en España. Uno de los más conocidos fue la supuesta crucifixión del niño Santo Dominguito del Val en Zaragoza en el siglo XIII, o la del niño de Sepúlveda en 1468. Este último caso resultó en la ejecución de dieciséis judíos y un ataque violento a la comunidad judía de Sepúlveda, que causó más víctimas.
En 1449, un fraile converso llamado Alonso de Espina publicó un libro donde listaba muchos crímenes atribuidos a los judíos, incluyendo varios relatos de crucifixiones de niños, que él presentaba como verdaderos.
El proceso judicial
Según los documentos que se conservan, las primeras detenciones en el caso del Santo Niño de La Guardia no fueron el resultado de la investigación de un crimen. No se había encontrado ningún cuerpo ni se había reportado la desaparición de un niño. Los primeros detenidos, que eran conversos, fueron acusados solo de practicar el judaísmo en secreto. Fue durante los interrogatorios en prisión que surgió la idea de que habían cometido un crimen ritual.
Primeras detenciones y confesiones
En junio de 1490, un converso llamado Benito García, originario de La Guardia, fue detenido en Astorga. Se sospechaba que robaba hostias consagradas para realizar actos sacrílegos. Fue interrogado y, bajo métodos de interrogatorio muy duros, acusó a otros conversos de practicar el judaísmo en secreto.
La confesión de Benito García, del 6 de junio de 1490, indica que solo se le acusaba de practicar el judaísmo en secreto. Él explicó que en 1485 había regresado en secreto a la religión judía, animado por otro converso de La Guardia, Juan de Ocaña, y por un zapatero judío de Tembleque, de apellido Franco. Este zapatero fue detenido por la Inquisición y encarcelado en Segovia, lo cual era inusual, ya que la Inquisición no tenía autoridad sobre los judíos.
Según algunos historiadores, hubo una confusión. Los que habrían influido en Benito García para practicar el judaísmo en secreto habrían sido miembros de una familia conversa, no judía, de apellido Franco. Benito García habría conocido al zapatero judío, Yosef Franco, cuando fue trasladado a la prisión de la Inquisición en Segovia. La presencia de un judío en una cárcel de la Inquisición es un misterio, ya que la Inquisición solo tenía jurisdicción sobre las personas bautizadas.
La confesión de Yosef Franco
El 19 de julio de 1490, el judío Yosef Franco, al sentirse enfermo, pidió ver a un rabino. En su lugar, un fraile disfrazado de judío se presentó como "Abrahán". Yosef le dijo al falso rabino que estaba preso por la muerte de un muchacho que había servido "a la manera de aquel hombre" (una forma de referirse a Jesús).
Según el historiador Joseph Pérez, Yosef Franco confesó que, unos quince años antes, en un Viernes Santo en La Guardia, había participado en un crimen ritual: un niño había sido muerto por crucifixión. Luego, la sangre y el corazón de la víctima se habrían mezclado con una hostia consagrada para realizar un acto de hechicería, con el fin de causar una epidemia en la región. Después de que el falso rabino (posiblemente un informante de la Inquisición) lo delatara, Franco se retractó, diciendo que no había participado en el crimen, sino que había oído hablar de él a un converso. Sin embargo, bajo presión, Yosef Franco volvió a confesar su participación.
Las declaraciones posteriores de Yosef implicaron a otros judíos y conversos. El 27 de agosto de 1490, el inquisidor general, Tomás de Torquemada, ordenó que los prisioneros de Segovia fueran trasladados a Ávila para ser juzgados allí. Esta decisión también es un misterio, ya que La Guardia estaba en el distrito de Toledo, no de Ávila.
Los inquisidores encargados del proceso eran hombres de confianza de Torquemada. El proceso contra Yosef Franco comenzó el 17 de diciembre de 1490. Se le acusó de intentar que los conversos volvieran al judaísmo y de haber participado en la crucifixión ritual de un niño cristiano en Viernes Santo.
Contradicciones y condenas
Antes del juicio, ya se habían obtenido confesiones de Benito García y Yosef Franco, este último bajo presión. Parece que los acusados confesaron con la esperanza de liberarse.
Cuando se leyó la acusación, Yosef Franco afirmó que era "la mayor falsedad del mundo". Sus confesiones, obtenidas bajo presión, al principio solo mencionaban conversaciones en la cárcel con Benito García. Pero luego, empezó a hablar de un acto de hechicería realizado unos cuatro años antes, en el que se habría usado una hostia consagrada robada de una iglesia y el corazón de un niño cristiano. Las declaraciones de Yosef Franco daban más detalles, incriminando principalmente a Benito García. Las declaraciones de Benito García, también obtenidas bajo presión, eran contradictorias con las de Franco. Incluso se realizó un careo (un encuentro para confrontar testimonios) entre ellos, y se dijo que sus declaraciones coincidían, lo cual es sorprendente dada su contradicción previa.
En octubre, uno de los inquisidores consultó a expertos juristas y teólogos en Salamanca, quienes declararon culpables a los acusados. En la fase final del proceso, se hicieron públicos los testimonios, y Yosef Franco intentó refutarlos sin éxito. Sus últimas declaraciones, obtenidas bajo presión en noviembre, añadieron más detalles a los hechos, muchos de los cuales, según los historiadores, provenían de la literatura de la época que tenía prejuicios contra los judíos.
Como dos de los condenados eran judíos y la Inquisición no tenía autoridad sobre ellos, el caso fue transferido a la justicia civil de Ávila, que confirmó la sentencia de muerte.
El 16 de noviembre de 1491, en Ávila, todos los procesados fueron ejecutados. Fueron ocho personas: dos judíos, Yosef Franco y Moshe Abenamías, y seis conversos, Alonso, Lope, García y Juan Franco, Juan de Ocaña y Benito García. Se conservan las sentencias de Yosef Franco y Benito García.
Según otros historiadores, solo fueron cinco personas (dos judíos y tres conversos) las condenadas a muerte y ejecutadas ese día. Cuatro meses y medio después, se decretó la expulsión de los judíos de España. Se cree que el caso del Santo Niño de La Guardia, al que se le dio mucha publicidad, "contribuyó poderosamente a crear el ambiente propicio para la expulsión".
Los bienes confiscados a los condenados se usaron para financiar la construcción del monasterio de Santo Tomás de Ávila, que se terminó en 1493.
Opiniones de los historiadores sobre el proceso
El historiador francés Joseph Pérez opina que "Todo, en este proceso, suena a falso". No se sabe el nombre del niño ni quiénes eran sus padres, y no presentaron ninguna denuncia. Las declaraciones y confesiones están llenas de inconsistencias. Las investigaciones actuales no aclaran el misterio. Parece que fue una situación creada por algunos inquisidores, quizás para aumentar el sentimiento negativo contra judíos y conversos. Sin embargo, las inconsistencias en las confesiones fueron evidentes para la gente de la época. Los Reyes Católicos tampoco mencionaron este episodio en el decreto de expulsión de los judíos, lo que llama la atención.
El historiador español Luis Suárez Fernández señala que las declaraciones, obtenidas en su mayoría bajo amenazas o presión, llevaron al tribunal a considerar como hechos probados que judíos y conversos habían conspirado para realizar actos de hechicería usando una hostia consagrada y el corazón de un niño sacrificado. Para entender cómo estas acusaciones podían ser tomadas en serio, hay que recordar que a finales del siglo XV, las creencias en hechicería y brujería estaban muy extendidas y eran aceptadas. Por eso, aunque los hechos alegados en este caso fueran falsos, los jueces los aceptaron con plena convicción.
La leyenda del Santo Niño
Durante el siglo XVI, se fue creando una leyenda que decía que la muerte del Santo Niño fue similar a la de Jesucristo. Incluso se destacaron parecidos entre el pueblo de La Guardia y Jerusalén.
Desarrollo de la leyenda
En 1569, Sancho Busto de Villegas, miembro de la Inquisición, escribió una "Relación autorizada del martirio del Santo Inocente" basándose en los documentos del proceso. En 1583, se publicó la "Historia de la muerte y glorioso martirio del santo inocente que llaman de Laguardia" de fray Rodrigo de Yepes. Más tarde, en el siglo XVIII, aparecieron otras obras que contaban la historia del Santo Niño.
La leyenda, construida con estas historias, dice que algunos conversos, después de asistir a un acto de fe en Toledo, planearon vengarse de los inquisidores usando hechicería. Para su conjuro, necesitaban una hostia consagrada y el corazón de un niño inocente. Juan Franco y Alonso Franco secuestraron al niño cerca de la catedral de Toledo y lo llevaron a La Guardia. Allí, en Viernes Santo, simularon un juicio. El niño, al que en la leyenda se le llama Juan (o Cristóbal en otras versiones), fue azotado, coronado de espinas y crucificado, de forma similar a Jesús. Le arrancaron el corazón para el conjuro. En el momento de su muerte, su madre, que era ciega, recuperó la vista milagrosamente.
Después de enterrar al niño, los supuestos asesinos robaron una hostia consagrada. Benito García iba hacia Zamora llevando la hostia y el corazón para pedir ayuda a otros, pero fue detenido en Ávila porque la hostia consagrada, que había escondido en un libro de rezos, emitía resplandores. Gracias a su confesión, se detuvo a los otros participantes en el supuesto crimen. A la muerte del Santo Niño, también se le atribuyen varias curaciones milagrosas.
La hostia consagrada se conserva en el monasterio de Santo Tomás en Ávila. Se dijo que el corazón y el cuerpo del niño habían desaparecido milagrosamente, por lo que se creyó que, como Jesús, había resucitado.
La leyenda en el arte y la literatura
Existía un retablo (una obra de arte en un altar) en la ermita del Santo Niño de La Guardia, hoy perdido, que mostraba escenas del secuestro, acusación, castigo y crucifixión del niño, así como la detención y ejecución de sus supuestos asesinos. La parte central de este retablo mostraba la crucifixión y la extracción del corazón del niño.
En el Archivo Histórico Nacional se conserva una pintura del siglo XVI que representa esta misma escena, lo que demuestra la antigüedad del culto al Santo Niño de La Guardia.
En la catedral de Toledo, en la puerta llamada "del Mollete", todavía se conserva un mural atribuido a Bayeu que representa la crucifixión del Santo Niño de La Guardia.
El famoso escritor Lope de Vega escribió una obra de teatro inspirada en la leyenda del Santo Niño, titulada El niño inocente de La Guardia. Esta obra, que era una defensa de la Inquisición, mostraba de forma muy intensa el sufrimiento del niño protagonista.
La historia del Santo Niño de La Guardia también se usó como argumento para exigir la "limpieza de sangre" (demostrar que no se tenían antepasados judíos o musulmanes) a quienes querían formar parte del clero en la archidiócesis de Toledo.
En una de las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, llamada La Rosa de Pasión, una mujer judía llamada Sara se enfrenta a su padre por su odio a los cristianos. La historia termina con la muerte de Sara en un ritual muy parecido al del Santo Niño de La Guardia.
Véase también
En inglés: Holy Child of La Guardia Facts for Kids
- Profanación de la hostia