Síndrome de Estocolmo para niños
El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica que puede ocurrir cuando una persona que ha sido retenida en contra de su voluntad, como en un secuestro, desarrolla sentimientos de cercanía y confianza hacia la persona que la retiene. Esto sucede a menudo porque la persona retenida interpreta la ausencia de violencia como un acto de amabilidad por parte de quien la retiene.
Según el FBI (Oficina Federal de Investigación de Estados Unidos), este tipo de reacción se ha observado en aproximadamente el 8% de las víctimas en casos de secuestros y situaciones similares. Las personas que experimentan el síndrome de Estocolmo suelen mostrar dos tipos de reacciones: por un lado, sienten cosas positivas hacia sus captores; por otro lado, pueden sentir miedo o enojo hacia las autoridades que intentan rescatarlos. A veces, los captores también desarrollan sentimientos positivos hacia los rehenes.
Este síndrome recibe su nombre de un evento que ocurrió en Estocolmo, Suecia. Es importante saber que el síndrome de Estocolmo no está oficialmente reconocido como una enfermedad mental en los manuales de psiquiatría más importantes, como el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Se considera más bien un efecto que puede surgir después de una experiencia muy difícil.
Contenido
¿Por qué ocurre el síndrome de Estocolmo?
Existen varias ideas sobre por qué las personas pueden desarrollar este comportamiento:
- Tanto la persona retenida como quien la retiene quieren que la situación termine sin que nadie salga herido, por lo que pueden cooperar.
- Las personas retenidas intentan protegerse en situaciones que no pueden controlar, y por eso cumplen los deseos de sus captores.
- A veces, los captores actúan de forma "amable" para evitar que la situación empeore. Esto puede hacer que las víctimas sientan agradecimiento y desarrollen un vínculo emocional.
- Una persona retenida pierde completamente el control de su vida, lo cual es muy difícil de aceptar. Para hacerlo más llevadero, la víctima puede intentar encontrarle un sentido a la situación, e incluso llegar a entender los motivos de su captor.
- Este comportamiento puede surgir debido a la presión psicológica que siente la persona retenida al sentirse aislada, sola, amenazada y quizás olvidada por la policía.
Historia del síndrome de Estocolmo
El robo de Norrmalmstorg en 1973
El 23 de agosto de 1973, un hombre llamado Jan-Erik "Janne" Olsson intentó robar un banco en Estocolmo, Suecia. Cuando se vio rodeado por la policía, tomó a cuatro empleados del banco como rehenes: tres mujeres y un hombre. Olsson exigió que le trajeran a Clark Olofsson, otro criminal que estaba en prisión.
A pesar de que Olsson amenazó sus vidas, incluso poniéndoles cuerdas alrededor del cuello, los rehenes terminaron protegiéndolo para evitar que la policía lo atacara. Durante su cautiverio, una de las rehenes dijo: "No me asusta Clark ni su compañero; me asusta la policía". Después de ser liberada, otra rehén, Kristin Enmark, declaró: "Confío plenamente en él, viajaría por todo el mundo con él".
El psiquiatra Nils Bejerot, quien asesoró a la policía sueca durante el asalto, fue quien creó el término "síndrome de Estocolmo" para describir cómo reaccionaron los rehenes ante su situación.
El caso de Patricia Hearst
Un año después, en febrero de 1974, Patricia Hearst, nieta de un famoso empresario, fue secuestrada por un grupo llamado el Ejército Simbionés de Liberación. Dos meses después de su liberación, ella se unió a sus captores y los ayudó a robar un banco. Este caso hizo que el término "síndrome de Estocolmo" se hiciera más conocido, ya que sus abogados intentaron usarlo en su defensa durante el juicio. Sin embargo, el tribunal no lo aceptó y Hearst fue condenada por el robo.
¿En qué situaciones puede aparecer?
Según el psiquiatra Nils Bejerot, el síndrome de Estocolmo es más común en personas que han vivido situaciones difíciles, como:
- Personas que han sido tomadas como rehenes.
- Miembros de ciertos grupos cerrados.
- Prisioneros de guerra.
- Prisioneros en campos de concentración.
Otros usos del término
Fuera del contexto de crímenes, una forma en que el síndrome puede aparecer es en el entrenamiento militar básico. Este entrenamiento, que puede ser un poco difícil, busca crear lazos fuertes entre los miembros de las unidades militares, para que se mantengan leales entre sí incluso en situaciones de peligro.
De manera similar, los efectos de las "novatadas" al entrar a ciertos grupos (como fraternidades o hermandades) se han comparado con este síndrome.
La lealtad hacia una persona que ejerce control, a pesar del peligro que esto representa para la víctima, es común en situaciones donde hay un desequilibrio de poder. En muchos casos, las víctimas eligen seguir siendo leales a la persona que ejerce control, incluso cuando se les ofrece ayuda. Este fenómeno ha sido estudiado por psicólogos que lo describen como una identificación psicológica con la persona que tiene el poder.
Síndrome de Estocolmo en relaciones cercanas
El síndrome de Estocolmo doméstico (SIES-d) se refiere a una situación similar que puede ocurrir en relaciones cercanas, donde una persona que vive una situación difícil con su pareja desarrolla un vínculo emocional con ella.
Este síndrome sugiere que la persona afectada se adapta a la situación difícil, desarrollando la capacidad de soportar estímulos adversos y de minimizar el dolor. Estas personas a menudo cambian su forma de pensar, lo que les permite soportar las situaciones difíciles que experimentan.
Origen del nombre
El nombre de este síndrome está relacionado con el síndrome de Estocolmo original, que surgió de un robo a un banco en Estocolmo. Un psicólogo llamado Sandor Ferenczi describió un mecanismo de defensa similar, al que llamó "identificación con el agresor". Este vínculo se crea cuando una persona se siente indefensa frente a alguien que ejerce control en una situación peligrosa. Es un mecanismo de supervivencia que se desarrolla en la mente de la víctima para poder vivir con la situación difícil. Por eso, también se le ha llamado síndrome de Estocolmo doméstico.
Este concepto fue desarrollado por Leonore Walker en Estados Unidos en 1979, para describir las consecuencias psicológicas en personas que vivían situaciones difíciles en sus relaciones. Se basa en la teoría de la "indefensión aprendida".
Esta teoría se fundamenta en experimentos realizados por Martin Seligman con perros. Los perros eran sometidos a situaciones difíciles de forma impredecible. Como resultado, los perros desarrollaron sentimientos de incertidumbre y se volvieron más dependientes del experimentador. Se estableció un paralelismo entre la conducta aprendida de estos perros y la conducta de las personas en relaciones difíciles.
¿Cómo se clasifica?
Aunque el síndrome de Estocolmo no está clasificado como un trastorno específico en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM IV), sí se reconoce como un fenómeno psicológico que surge de experiencias difíciles. Se ha propuesto que se incluya dentro de la categoría de "Trastornos disociativos no especificados".
Un experto, Montero Gómez (1999), describió el SIES-d como "un vínculo interpersonal de protección, construido entre la persona y quien ejerce control, en un ambiente difícil y de aislamiento". La persona que vive esta situación desarrollaría el síndrome de Estocolmo para proteger su propia mente y recuperar el equilibrio.
Según Dutton y Painter (1981), el síndrome de Estocolmo en el ámbito de las relaciones cercanas surge de dos factores: un desequilibrio de poder y cambios impredecibles en el trato. Esto genera un lazo difícil que une a la persona con quien ejerce control, a través de comportamientos de sumisión. Este sentimiento de dependencia puede llevar a la identificación con la persona que ejerce control, a justificar sus acciones y, finalmente, a "ponerse de su lado".
Es importante destacar que el término "doméstico" en este síndrome no se refiere solo al hogar, sino a cualquier ámbito donde pueda darse esta dinámica en una relación cercana.
Este síndrome puede afectar tanto a hombres como a mujeres.
Fases del síndrome
El síndrome se desarrolla a través de un proceso de cuatro fases psicológicas en la persona afectada:
Desencadenante: Las primeras situaciones difíciles rompen el sentimiento de seguridad y confianza que la persona tiene en su pareja. Esto causa desorientación, pérdida de referencias y tristeza.
Reorientación: La persona busca nuevas referencias, pero su aislamiento aumenta. A menudo, en esta etapa, se encuentra casi sola, con el apoyo exclusivo de la familia. Al estar aislada, la persona no tiene con qué comparar su situación ni con quién hablar.
Afrontamiento: La persona percibe la realidad de forma distorsionada, se culpa a sí misma por la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva. La persona que ejerce control la hace sentir culpable. Entra en una fase de afrontamiento donde asume la forma de pensar de su pareja, intentando manejar la situación difícil.
Adaptación: La persona proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior, y el síndrome de Estocolmo doméstico se consolida a través de un proceso de identificación con quien ejerce control.
Sobre este tema, Vallejo Rubinstein señala que el desconocimiento de estos procesos hace que a menudo las personas afectadas sean malinterpretadas. Es importante entender estos procesos para comprender mejor a las víctimas y evitar estereotipos.
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Véase también
En inglés: Stockholm syndrome Facts for Kids