Retablos dorados de Nueva España para niños
Los Retablos dorados de Nueva España son los altares de los templos católicos que se encuentran en México, Guatemala y Honduras. Fueron creados durante el periodo colonial, entre los siglos XVI y XVIII. Estos altares, especialmente los del periodo final o Barroco mexicano, se distinguen por tener muchos adornos y por una nueva forma decorativa llamada pilastra estípite.
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¿Qué son los retablos dorados y para qué servían?
Un retablo es una estructura grande que combina arquitectura, pintura y escultura. Se coloca detrás del altar en las iglesias católicas. Aunque pueden hacerse de varios materiales, en la Nueva España se usaba mucho la madera dorada. Se apoyan en la pared detrás del altar y muestran esculturas o pinturas con imágenes religiosas.
Para hacer un retablo, se necesitaba el trabajo de muchos artesanos: carpinteros, escultores, pintores y doradores. Por eso, su fabricación era muy costosa. Por ejemplo, el Retablo de los Reyes en la Catedral Metropolitana costó una gran cantidad de dinero para su época.
Los retablos en la Nueva España tenían dos funciones principales:
- Decorativa: Hacían que las iglesias se vieran más bonitas y grandiosas.
- Didáctica: Enseñaban historias de la Iglesia. Sus esculturas y pinturas contaban relatos importantes.
Al principio de la colonia, se usaban pinturas en las paredes (murales), pero los retablos las reemplazaron. Los primeros retablos eran más sencillos, pero los del estilo barroco se volvieron muy adornados y lujosos.
Partes de un retablo: ¿Cómo se estructura?
Un retablo tiene varias partes que lo forman, como si fuera un edificio en miniatura:
- Remate o ático: Es la parte más alta del retablo.
- Banco: Es la base o parte inferior del retablo. A veces, la parte de abajo del banco se llama «sotabanco» o «predela».
- Cuerpo: Son las divisiones horizontales, como los pisos de un edificio.
- Calle: Son las divisiones verticales. Están separadas por partes más estrechas llamadas «entrecalles».
- Casa: Son los espacios cuadrados o rectangulares que se forman por los cuerpos y las calles. Aquí es donde se colocan las esculturas o pinturas.
- Entrecalles: Son las secciones verticales más delgadas que separan las calles.
- Guardapolvo: Es una pieza que enmarca el retablo por los lados o por arriba. También se le llama «polsera».
Historia de los retablos dorados
La palabra "retablo" viene del latín retro (detrás) y tabula (mesa o altar). Los primeros retablos aparecieron en el siglo V. Se ponían detrás del altar en las primeras iglesias cristianas.
Durante la Edad Media, los retablos empezaron a tener más adornos. Pero fue en el periodo barroco cuando alcanzaron su máximo esplendor, llenándose de detalles y oro.
Los retablos de España, especialmente los de Castilla y Andalucía de los siglos XVI y XVII, fueron una inspiración para los retablos mexicanos. Los arquitectos que llegaron a la Nueva España para construir iglesias venían de regiones como Valencia, Andalucía, Extremadura y Castilla.
En los retablos barrocos españoles, se empezaron a representar figuras importantes del catolicismo, como Santo Domingo, San Francisco, San Ignacio y Santa Teresa.
Según el experto Francisco De La Maza, los retablos dorados del siglo XVIII en la Nueva España son el verdadero ejemplo del Barroco Mexicano.
Los primeros retablos en Nueva España
Cuando los españoles llegaron a México, hicieron el primer altar en las playas de Veracruz. Era una mesa sencilla adornada con ramas y flores, donde se celebró la primera misa. A medida que se fundaban ciudades, se construían templos y se necesitaba crear arte religioso. En la elaboración de todos los retablos participaban artistas indígenas, quienes eran guiados por frailes. El Colegio de San José de Belén de los Naturales, dirigido por fray Pedro de Gante, ayudó mucho en esto.
A partir de 1550, las iglesias se hicieron más grandes, con una sola nave y un gran retablo al fondo que llegaba hasta el techo. Muchos de estos primeros retablos fueron destruidos más tarde, durante el periodo neoclásico.
Tipos de retablos novohispanos
Los retablos de la Nueva España se pueden clasificar en dos grandes grupos, según el tipo de columnas que usaban:
- Renacentistas: Son los creados en el siglo XVI y principios del XVII. Tienen un estilo más clásico y equilibrado.
- Barrocos: Son los de la segunda mitad del siglo XVII y el siglo XVIII. Son más elaborados, con columnas salomónicas (en espiral) y estípites.
Los retablos principales de las iglesias se llaman "Colateral Mayor". Los que están en los lados o en otras partes de la iglesia se llaman "colaterales".
También hay retablos "anástilos" (sin elementos de soporte) y "neóstilos" (que vuelven a usar columnas en el siglo XVIII).
Otra forma de clasificar los retablos es por su historia:
- Los pocos retablos que se conservan del siglo XVI cuentan una historia a través de sus pinturas alrededor de las imágenes centrales.
- Los retablos del siglo XVII también solían tener ciclos de historias.
- Sin embargo, los retablos estípites del siglo XVIII eran más "icónicos". Es decir, eran una colección de imágenes para ser veneradas, casi siempre esculturas, que tenían una relación entre sí, pero no contaban una historia completa.
Retablos del siglo XVI y principios del XVII
Quedan pocos retablos del siglo XVI. Algunos se encuentran en los conventos de Huejotzingo, Xochimilco, Huaquechula y Cuauhtinchan. La mayoría fueron destruidos con el tiempo.
Retablo del Convento de Huejotzingo
El retablo del convento de Huejotzingo se construyó después de 1580. El pintor Simón Pereyns firmó las pinturas en 1586, y las esculturas fueron hechas por Pedro de Requena. Este retablo tiene tres cuerpos (divisiones horizontales) y un remate. Cada cuerpo tiene columnas de diferentes estilos, adornadas con ángeles y querubines.
Los retablos de esta época, como el de Huejotzingo, tenían un diseño renacentista y plateresco, con una clara influencia española. Su objetivo era glorificar a la Iglesia Católica. En el retablo de Huejotzingo, la base muestra medallones de los apóstoles, que simbolizan los cimientos de la iglesia. Más arriba, están los escritores de la iglesia y los fundadores de las primeras órdenes religiosas, como San Antonio de Padua y Santo Domingo de Guzmán.
También se ven escenas de martirios y penitencias, que servían para difundir la idea del sacrificio en la religión católica. Las pinturas del retablo narran momentos importantes de la vida de Cristo, desde su nacimiento hasta su ascensión. La figura de Cristo crucificado aparece en la parte más alta.
Otros retablos importantes
El retablo de Xochimilco es muy parecido al de Huejotzingo y está dedicado a San Bernardino. Los de Huaquechula y Cuauhtinchán no tienen esculturas, solo pinturas que cuentan la vida de Cristo, enmarcadas por adornos platerescos. El retablo de Cuauhtinchán fue obra de Juan de Arrué. En Maní, Yucatán, hay retablos con figuras de mujeres en lugar de columnas, llamadas cariátides.
En el siglo XVII, se siguieron creando retablos renacentistas, como el del altar de Santiago Tlatelolco, que fue destruido en 1861.
Retablos de la segunda mitad del siglo XVII y siglo XVIII
Los retablos de esta época pertenecen al barroco novohispano. A diferencia del barroco europeo, este estilo reflejaba los sentimientos religiosos de los habitantes de la Nueva España, incluyendo a indígenas y mestizos, quienes empezaban a sentir un patriotismo especial por sus imágenes religiosas.
En los retablos barrocos, las líneas y volúmenes se vuelven más complejos, la simetría se relaja un poco y los adornos son muy abundantes. Las columnas también cambian, dividiéndose en tercios y decorándose mucho en la primera parte. Más tarde, las columnas empiezan a ondularse y quebrarse, dando lugar a la columna salomónica, muy característica del barroco novohispano.
En estos retablos barrocos, las figuras de vírgenes y santos cobran mayor importancia. Si el retablo es de la Virgen de Guadalupe, ella aparece en el centro, con escenas de sus apariciones a los lados. Si es de San Francisco, sus amigos y discípulos lo acompañan para honrar a su orden religiosa. Por ejemplo, en el retablo mayor del Templo de Santo Domingo en Puebla, destacan los hábitos blancos de la orden dominica sobre un fondo de columnas doradas.
Un retablo importante de finales del siglo XVII es el del Templo de Meztitlán, creado por Salvador de Ocampo en 1696. Tiene seis columnas salomónicas que forman cinco calles. Está hecho de madera de cedro blanco y ayacagüite, y está cubierto con oro.
Algunos de los retablos barrocos más destacados son los del Templo franciscano de Tlalmanalco, el de la Tercera Orden en Tlaxcala, el del Templo de Ozumba y los de la Capilla de los Ángeles en la Catedral Metropolitana.
La pilastra estípite
La pilastra estípite fue una innovación del barroco novohispano que se usó tanto en las fachadas de las iglesias como en los retablos del siglo XVIII. Este elemento decorativo tiene una forma particular: una base sobre la que se eleva una pirámide invertida. Detrás de ella, hay un cubo con medallones que enmarcan santos, ángeles o flores. Luego, más adornos y molduras suben hasta el capitel, que casi siempre es de estilo corintio.
Los arquitectos Jerónimo de Balbás y Lorenzo Rodríguez desarrollaron este elemento. Los primeros tres retablos con pilastras estípites en México, creados por Balbás, fueron el del Perdón, el de los Reyes y el Mayor de la Catedral de la Ciudad de México. En estos retablos, el soporte principal ya no es la columna tradicional, sino este tipo de pilastra.
La pilastra estípite siguió evolucionando, especialmente en la región del Bajío, donde adquirió formas aún más complejas y sorprendentes.
El Templo de San Agustín en Salamanca también muestra el gran esplendor barroco que alcanzaron los retablos novohispanos. Los retablos de los cruceros parecen escenarios de teatro, donde las esculturas logran efectos que antes solo se veían en la pintura.
Retablos del Templo de San Francisco Javier, Tepotzotlán
En el Templo de San Francisco Javier en Tepotzotlán, que desde 1964 es el Museo Nacional del Virreinato, hay 13 retablos dorados hechos en el siglo XVIII. Son un gran ejemplo del barroco mexicano. Fueron tallados en madera de cedro blanco y cubiertos con hoja de oro. También tienen esculturas de madera, con detalles dorados y pintados.
El retablo principal está dedicado a San Francisco Javier. Los retablos laterales son para San Estanislao de Kostka y San Francisco de Borja. En el crucero hay dos retablos dedicados a la Virgen de Guadalupe y a San Ignacio de Loyola. También hay otros dedicados a la Virgen de la Luz y a San José.
Este templo tiene un programa de imágenes en el retablo que se relaciona con el de la fachada principal. Esto es común en muchas fachadas barrocas mexicanas, que parecen retablos de piedra que muestran por fuera lo que hay dentro de la iglesia.