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Patriarcado (sociología) para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Molnár Ábrahám kiköltözése 1850
El viaje del patriarca judío Abraham de Ur a Cannan pintado por József Molnár (1821-1899)

El patriarcado es la narrativa según la cual existe un sistema social en el que los hombres tienen el poder primario y predominan en roles de liderazgo político, autoridad moral, privilegio social y control de la propiedad. Constituye una premisa fundamental en la dialéctica opresores-oprimidos del feminismo. Algunas sociedades patriarcales también son patrilineales, lo que significa que la propiedad y el título solo son heredados por el linaje masculino.

El patriarcado está asociado con un conjunto de ideas, una ideología patriarcal que actúa para explicar y justificar este dominio y lo atribuye a las diferencias naturales inherentes entre hombres y mujeres. Los sociólogos tienen opiniones variadas sobre si el patriarcado es un producto social o el resultado de diferencias innatas entre hombres y mujeres.

Históricamente, el patriarcado se ha manifestado en la organización social, legal, política, religiosa y económica de una variedad de culturas diferentes.

Etimología

La palabra «patriarca» proviene de las palabras griegas ἄρχειν árchein, que significa mandar, y πατήρ patḗr, que significa padre. En su sentido literal, el patriarcado es la autoridad del padre.

Fueron patriarcas los jefes de las primeras familias hebreas. Luego pasó a ser el nombre de una jerarquía eclesiástica de la iglesia cristiana primitiva. Varias iglesias cristianas modernas siguen usando la palabra patriarcado para designar un grupo de diócesis. En la antropología de la organización social se suelen considerar tres criterios: la filiación ―relacionada con la descendencia―, la autoridad y el patrón de residencia posnupcial. La filiación unilineal puede ser patrilineal o matrilineal, la autoridad puede ser patriarcal o matriarcal y la residencia posmarital puede ser patrilocal o matrilocal. Estos conceptos teóricamente pueden combinarse de diversas manera (por ejemplo, una sociedad puede ser matrilineal y al mismo tiempo patrilocal, etc.). Sin embargo, en la práctica, la documentación existente sobre sociedades humanas muestra que algunas combinaciones son mucho menos frecuentes que otras, en concreto no se conoce ningún ejemplo documentado de un genuino matriarcado. Al igual que muchos otros conceptos correspondientes a las ciencias sociales, no tiene una definición precisa con la que generalmente todo el mundo esté de acuerdo.

División del trabajo

La contribución femenina a la subsistencia en las sociedades protoagrícolas habría continuado siendo lo bastante importante para que las mujeres conservaran cierto poder económico limitador del dominio masculino. Pero la degradación de la condición femenina iba a acentuarse con el desarrollo de sociedades agrícolas sedentarias. La horticultura y la ganadería itinerantes no supusieron el fin del modo de vida nómada, porque la comunidad debía trasladarse a un nuevo emplazamiento cada vez que se agotaba la fertilidad del suelo, lo que obligaba a espaciar los embarazos (a base de prolongar la lactancia) para no cargar con más de una criatura incapaz de seguir la marcha del grupo. Esta limitación dejó de regir en los asentamientos que prosperaron en los deltas de los ríos y otros terrenos cuya fertilidad se renovaba por sí sola; y puesto que una población numerosa era la mejor defensa de estas comunidades sedentarias frente a la presión de los grupos nómadas rivales, ahora resultaba más conveniente que las mujeres se consagraran a la maternidad intensiva y los varones trabajaran duro para mantener familias todo lo numerosas que permitiera el potencial reproductivo femenino. La dedicación exclusiva a la maternidad extremó la dependencia económica femenina y, con ello, el sometimiento forzoso del sexo femenino al masculino. Las tribus con esta mentalidad se demostraron tan competitivas y pujantes que en pocos milenios se propagaron por todo el planeta, desplazando y arrinconando a otras etnias con tasas de natalidad más bajas, hasta convertir el machismo exacerbado y la violencia concomitante en un rasgo casi universal del comportamiento social humano.

En la antigüedad

Las culturas mediterráneas antiguas y de Oriente Medio difieren en gran medida sobre la consideración social de la mujer. Algunos autores, como Robert Graves y Johann Jakob Bachofen, han planteado que habrían existido en esta región sistemas de organización matrilineales. En la antigua Grecia, Libia y algunas regiones de Asia Menor, durante siglos las reinas tribales ejercían un poder sagrado hegemónico que implicaba que cada año, se llevase a cabo una ceremonia de sacrificio donde la reina traicionaba con un amante a su consorte regio y luego este era sacrificado. El sacrificio del rey puede verse reflejado en la apoteosis de Hércules y en rituales como el de la Comiria.

Dado que en estas sociedades matrilineales, la mujer tenía mucho más poder e influencia que en las culturas tradicionalmente patrilineales, con el correr de los siglos los reyes tribales lograron comenzar a imponerse evitando el sacrificio anual.

Grecia y Roma

Aristóteles también mantenía la teoría del sexo único, según la cual la mujer era un varón disminuido, imperfecto. En relación con el cuerpo femenino, lo menciona como dependiente del hombre para su salud y maltratado por su matriz, algo inacabado, débil, frío, todo producto un defecto natural. Decía sobre ella: es como «el defecto, la imperfección sistemática respecto a un modelo», el masculino. Con respecto a características sociales, Aristóteles decía que en la administración doméstica el varón tenía que mandar sobre los esclavos, los hijos y la esposa. Y que el varón es, naturalmente, «más apto para el mando que la mujer...».

En la Antigua Roma, se denegaba a las mujeres todo derecho emanado del alumbramiento. La mujer recibió voz jurídica activa y el consecuente derecho a participar activamente a la vida pública en tiempos del emperador Teodosio I.

Edad Media

En las zonas del sur de Europa, debido a las invasiones y conquistas islámicas, la situación de la mujer empeora, ya que en el islam una mujer vale como la cuarta parte de un varón. Por contraste, en la Europa cristiana, debido a la antropología equitativa propia del cristianismo, asistimos a una progresiva emancipación femenina, así llegan haber mujeres soberanas, autoras, investigadoras e profesoras de escuelas catedralicias. Las mujeres frecuentemente acompañan a sus maridos en las Cruzadas, y emplean actividades como la caza. Según la nueva antropología cristiana la mujer ya no está sujeta a su varón en lo referente a su propio cuerpo como era en la Antigüedad romana, si bien se mantiene, por herencia grecorromana el dominio del varón en decisiones sobre el patrimonio. Santo Tomás de Aquino en la Suma contra los gentiles afirma en defensa de la monogamia, que el matrimonio es una unión basada en la amistad, y esta puede darse solamente entre iguales, y por esto el matrimonio puede ser solamente monógamo.

Patriarcado (Política)

El patriarcado político se define como la superioridad que tienen los hombres frente a las mujeres en la toma de decisiones en el gobierno y en los cargos que las mujeres pueden alcanzar. Una manera de poder identificar cada una de estas diferencias es por medio de los sueldos. Esta desigualdad ha durado miles de años y tuvo su primer avance en el año 1918 en Gran Bretaña en el que las mujeres pudieron votar. La justificación por la que no votaban consistía en que no se consideraban personas racionales, sino personas emocionales no aptas para tomar decisiones importantes para el país.

Posiciones críticas

Como modelo sociopolítico, el patriarcado es un concepto ampliamente utilizado en los debates feministas para describir un sistema social en el que los hombres tienen un poder desproporcionado en la toma de decisiones y en la organización de la vida social, política y económica. Sin embargo, hay argumentos en contra de la idea del patriarcado defendida por el feminismo. Algunos de ellos son los siguientes:

Las mujeres también pueden ser opresoras: Una de las principales críticas al concepto de patriarcado es que asume que todas las mujeres son oprimidas por todos los hombres. Esta visión borra la complejidad de las relaciones de poder entre mujeres y hombres, y puede llevar a una simplificación excesiva del debate feminista. Afirmar que sólo existe una violencia sistemática por parte de los hombres constituye una falacia esencialista. Existe, de hecho, violencia ejercida desde mujeres hacia hombres (de la misma forma en que también existe violencia de mujeres hacia mujeres en relaciones lésbicas).

No todos los hombres tienen el mismo poder: Otro argumento en contra de la idea del patriarcado es que no todos los hombres tienen el mismo poder. El concepto de patriarcado puede implicar una homogeneización de los hombres y una simplificación de las relaciones de poder que existen entre ellos. De hecho, hay hombres que son oprimidos por otros hombres, por ejemplo, los hombres que pertenecen a grupos minoritarios, como los hombres LGBT+ o los hombres racializados. El hecho de que unos pocos hombres ostenten cargos de alto poder y responsabilidad no implica necesariamente que una gran mayoría de hombres también lo estén (de hecho, la mayor parte de las poblaciones de habitantes de calle son hombres). Lo anterior, sin considerar que son los hombres quienes mayoritariamente trabajan en oficios de alto riesgo, mueren más en las guerras, van más a prisión, sufren de problemas de adicciones y tienen una mayor tasa de mortalidad por diferentes causas.

No todas las mujeres son oprimidas de la misma manera: Así como no todos los hombres tienen el mismo poder, tampoco todas las mujeres son oprimidas de la misma manera. Por ejemplo, una mujer blanca y heterosexual puede tener más privilegios que una mujer negra y lesbiana. Es importante tener en cuenta estas diferencias cuando se habla de opresión y poder.

No todas las sociedades son patriarcales: Aunque es cierto que muchas sociedades han sido históricamente patriarcales, existen también sociedades matriarcales o igualitarias. Además, la idea de que todas las sociedades son patriarcales puede llevar a una visión eurocéntrica y etnocéntrica de la historia y la cultura.

Camille Paglia, una autora y crítica cultural estadounidense conocida por sus opiniones controvertidas sobre la cultura y la sociedad, incluyendo el feminismo y el patriarcado, en relación con el patriarcado, ha expresado una postura crítica hacia la teoría feminista del patriarcado, argumentando que el patriarcado es una categoría demasiado simplificada que no puede dar cuenta de la complejidad de la historia y la cultura.

Según Paglia, la teoría feminista del patriarcado no tiene en cuenta las diferencias entre las culturas y las épocas históricas, y no reconoce la importancia de la biología en la formación de las diferencias de género. En su opinión, el patriarcado no es un sistema universal, sino una forma de organización social que ha coexistido con otros sistemas en diferentes momentos históricos y culturales.

En lugar de centrarse en la idea del patriarcado, Paglia propone un enfoque más amplio que tenga en cuenta la complejidad de las relaciones de poder y la diversidad cultural. Según ella, el feminismo debe centrarse en la defensa de los derechos individuales y la libertad de elección, en lugar de buscar la igualdad total entre los sexos.

Jordan Peterson, un psicólogo clínico y profesor de psicología canadiense conocido por sus posturas conservadoras y polémicas sobre temas sociales y políticos, ha expresado una opinión crítica hacia la idea de que el patriarcado es un sistema opresivo que debe ser eliminado.

De acuerdo con Peterson, el patriarcado es un término ambiguo que ha sido utilizado de manera inconsistente y poco clara por los defensores del feminismo. En su opinión, el patriarcado no es un sistema unificado y coherente de poder, sino un conjunto de patrones culturales y psicológicos que han evolucionado a lo largo del tiempo y que reflejan las diferencias biológicas entre hombres y mujeres.

Peterson argumenta que la creencia en el patriarcado como un sistema opresivo y dominante es problemática porque puede llevar a una visión negativa de los hombres y a la culpabilización de la masculinidad. Según él, en lugar de centrarse en la eliminación del patriarcado, es necesario encontrar formas de equilibrar las diferencias biológicas entre hombres y mujeres y de fomentar la igualdad de oportunidades y la libertad de elección para todos.

Esther Vilar, una escritora y filósofa argentina-alemana que se ha hecho famosa por su libro "El varón domado", publicado en 1971, se opone a la idea de que las mujeres son oprimidas por el patriarcado. En su obra, Vilar argumenta que las mujeres han logrado manipular y controlar a los hombres a través de la domesticación y la sumisión.

Vilar sostiene que el patriarcado es un concepto utilizado por el feminismo para justificar la lucha contra los hombres y la eliminación de la masculinidad. En su opinión, los hombres no son los opresores, sino que están siendo manipulados y controlados por las mujeres, quienes utilizan su atractivo físico y su capacidad para engendrar hijos como armas de poder.

Vilar también sostiene que el feminismo ha contribuido a perpetuar la opresión de las mujeres al fomentar la victimización y la dependencia. Según ella, las mujeres deberían liberarse de la opresión al dejar de depender de los hombres y asumir la responsabilidad de sus vidas.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Patriarchy Facts for Kids

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Patriarcado (sociología) para Niños. Enciclopedia Kiddle.